Salieron de la Casa Blanca hace ya casi una década, pero siguen siendo noticia a donde vayan. Aún más si lo hacen juntos. Por eso su presencia esta semana en Colombia —coincidencia o no—, acaparará las miradas de la prensa rosa y alborotará el ambiente político.
Ambos se reunirán con el presidente Uribe. Él para adelantar gestiones de su fundación y visitar los proyectos que tienen en el país. Estará en Bogotá y Barranquilla. Ella, rostro de la política exterior estadounidense, hablará a nombre del presidente Barack Obama y, además de la capital colombiana, visitará Medellín.
Aunque otros funcionarios del gobierno estadounidense ya han venido a Colombia, la visita de la señora Clinton es, hasta el momento, la más significativa. Es un gesto de solidaridad y apoyo al saliente mandatario colombiano, pero también la ratificación de su importancia como aliado histórico de la Casa Blanca. “Es una muestra clara de la relación estrecha entre los dos países, y un mensaje de apoyo a Colombia, a su democracia, y a los temas de la agenda bilateral”, ha dicho la embajadora en Washington, Carolina Barco.
“El hecho de que la secretaria visite Colombia es una señal de la importancia que le damos a la relación bilateral y al rol constructivo que Colombia juega en la región”, comentó a El Espectador el vocero del Departamento de Estado, Philip Crowley.
En la agenda bilateral sobresalen el futuro del Plan Colombia, que cada año es más reducido, y el frustrado TLC, cuyo pronóstico por ahora es poco optimista ante la situación de la política interna en Estados Unidos. Incluye también los acuerdos de mutuo apoyo en educación, los proyectos de exploración de energías alternativas, el regreso de los Cuerpos de Paz a Colombia luego de 29 años de ausencia y, sobre todo, la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.
“La relación entre Estados Unidos y Colombia es importante, porque Colombia juega un papel significativo y constructivo en la seguridad del hemisferio, un papel notable en el área de la seguridad y las operaciones antinarcóticos que tenemos”, añadió Crowley.
La relación con Colombia es crucial, en especial en momentos en que el Presidente Chávez y sus crecientes alianzas con Corea del Norte e Irán incomodan y preocupan en Washington, al igual que los acercamientos entre Brasil e Irán. En una región de incertidumbres para los intereses norteamericanos, Colombia es el suelo más sólido. “Nuestra relación no está basada en Irán, sino en el papel que Colombia juega en el hemisferio”, afirmó sin embargo el vocero del Departamento de Estado.
Ante las tensiones de Colombia con Venezuela, en Colombia se ha criticado el silencio de la Casa Blanca. Pero para analistas como Adam Isacson, del Centro para la Política Internacional, “el compromiso ha sido claro con la firma del acuerdo de las bases militares. Colombia no tiene que preocuparse por la falta de apoyo”.
Precisamente en éste, su séptimo viaje a América Latina (primero a Colombia), Hillary Clinton ratificará el apoyo norteamericano a la estrategia militar contrainsurgente en nuestro país. Su reto será mantenerse al margen del proceso electoral; algo difícil, teniendo en cuenta que el ex ministro de defensa Juan Manuel Santos personifica el éxito de la estrategia militar de Uribe. “Para ella va a ser difícil mantener la imparcialidad, porque el elogio a Uribe será visto como un endoso a Santos”, explicó Isacson.
Clinton llega a Colombia tras participar en la Asamblea General de la OEA en Lima, Perú, y reunirse con el presidente Rafael Correa en Ecuador. Lo cierto es que su viaje a Colombia es una prueba de que a Washington le interesa mantener consolidada la relación, sin importar quién sea el nuevo inquilino del palacio presidencial.