“Lo lamento por las vidas de los niños argentinos”, Bolsonaro sobre legalización del aborto
El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, deploró hoy la legalización del aborto en Argentina, afirmando que las vidas de los niños argentinos podrán en adelante ser “segadas con la anuencia del Estado”.
En medio de la alegría y de las voces de esperanza de los movimientos feministas de toda la región al conocer la aprobación del proyecto en Argentina para legalizar el aborto, Jair Bolsonaro, presidente brasileño, no aguantó y afirmó en unas predecibles declaraciones en Twitter que lo lamentaba “profundamente por las vidas de los niños argentinos, ahora expuestas a ser segadas en el vientre de sus madres con la anuencia del Estado”. Las criticas en su contra fueron inmediatas desde diferentes sectores de la sociedad brasileña.
“Mientras dependa de mí o de mi gobierno, el aborto nunca será aprobado en nuestro suelo. ¡Lucharemos siempre para proteger la vida de los inocentes”, agregó. El Senado argentino aprobó la madrugada del miércoles la legalización del aborto hasta la semana 14 de gestación. El presidente de centro-izquierda Alberto Fernández celebró la decisión, afirmando que esta convierte a Argentina en “una sociedad mejor que amplía derechos a las mujeres y garantiza la salud pública”.
En Brasil, el aborto solo se permite en caso de violación, riesgos para la madre o si el feto desarrolló una anencefalia, una malformación congénita del sistema nervioso. En otras circunstancias, es pasible de tres años de cárcel. La corte suprema realizó en agosto de 2018 una audiencia pública sobre el tema.
Ver más: Argentina legaliza el aborto, ¿qué sigue ahora?
En esa ocasión, la doctora María de Fátima, representante del Ministerio de Salud del entonces presidente Michel Temer, recordó que, pese a la prohibición, una de cada cinco mujeres brasileñas ha pasado por un aborto y que cada año mueren 203 mujeres y 250.000 son hospitalizadas por complicaciones en intervenciones clandestinas.
La declaración de Bolsonaro se suma a otras que ha hecho en el pasado con relación al gobierno de Fernández. Bolsonaro llegó al poder hace dos años y Fernández hace uno, pero solo celebraron su primer encuentro (virtual, a causa de la pandemia de coronavirus) el mes pasado, tratando de pasar la página de una relación personal marcada por la hostilidad entre los mandatarios de los principales socios del Mercosur.
Cuando Fernández ganó las elecciones, Bolsonaro lo insultó en sus redes sociales y afirmó que en Argentina se venía “el zurdaje” (la izquierda). En otra ocasión, advirtió que “Argentina se está yendo rápidamente hacia un régimen similar al de Venezuela” y que podría producirse un aflujo masivo de refugiados argentinos a Brasil.
Fernández, por su lado, calificó a su par brasileño de “racista, misógino y violento”. Siendo candidato, Fernández visitó al expresidente Luiz Inacio Lula da Silva en una cárcel de Curitiba (sur de Brasil) donde el líder histórico de la izquierda purgaba una pena de prisión por acusaciones de corrupción que él siempre negó.
“Brasil no merece tener una mancha como es la detención de Lula. El pueblo brasileño no lo merece”, dijo entonces el argentino, siendo acusado a su vez por Bolsonaro de injerencia en asuntos internos de Brasil.
En medio de la alegría y de las voces de esperanza de los movimientos feministas de toda la región al conocer la aprobación del proyecto en Argentina para legalizar el aborto, Jair Bolsonaro, presidente brasileño, no aguantó y afirmó en unas predecibles declaraciones en Twitter que lo lamentaba “profundamente por las vidas de los niños argentinos, ahora expuestas a ser segadas en el vientre de sus madres con la anuencia del Estado”. Las criticas en su contra fueron inmediatas desde diferentes sectores de la sociedad brasileña.
“Mientras dependa de mí o de mi gobierno, el aborto nunca será aprobado en nuestro suelo. ¡Lucharemos siempre para proteger la vida de los inocentes”, agregó. El Senado argentino aprobó la madrugada del miércoles la legalización del aborto hasta la semana 14 de gestación. El presidente de centro-izquierda Alberto Fernández celebró la decisión, afirmando que esta convierte a Argentina en “una sociedad mejor que amplía derechos a las mujeres y garantiza la salud pública”.
En Brasil, el aborto solo se permite en caso de violación, riesgos para la madre o si el feto desarrolló una anencefalia, una malformación congénita del sistema nervioso. En otras circunstancias, es pasible de tres años de cárcel. La corte suprema realizó en agosto de 2018 una audiencia pública sobre el tema.
Ver más: Argentina legaliza el aborto, ¿qué sigue ahora?
En esa ocasión, la doctora María de Fátima, representante del Ministerio de Salud del entonces presidente Michel Temer, recordó que, pese a la prohibición, una de cada cinco mujeres brasileñas ha pasado por un aborto y que cada año mueren 203 mujeres y 250.000 son hospitalizadas por complicaciones en intervenciones clandestinas.
La declaración de Bolsonaro se suma a otras que ha hecho en el pasado con relación al gobierno de Fernández. Bolsonaro llegó al poder hace dos años y Fernández hace uno, pero solo celebraron su primer encuentro (virtual, a causa de la pandemia de coronavirus) el mes pasado, tratando de pasar la página de una relación personal marcada por la hostilidad entre los mandatarios de los principales socios del Mercosur.
Cuando Fernández ganó las elecciones, Bolsonaro lo insultó en sus redes sociales y afirmó que en Argentina se venía “el zurdaje” (la izquierda). En otra ocasión, advirtió que “Argentina se está yendo rápidamente hacia un régimen similar al de Venezuela” y que podría producirse un aflujo masivo de refugiados argentinos a Brasil.
Fernández, por su lado, calificó a su par brasileño de “racista, misógino y violento”. Siendo candidato, Fernández visitó al expresidente Luiz Inacio Lula da Silva en una cárcel de Curitiba (sur de Brasil) donde el líder histórico de la izquierda purgaba una pena de prisión por acusaciones de corrupción que él siempre negó.
“Brasil no merece tener una mancha como es la detención de Lula. El pueblo brasileño no lo merece”, dijo entonces el argentino, siendo acusado a su vez por Bolsonaro de injerencia en asuntos internos de Brasil.