Lo que hay detrás de las “casas webcam” en la frontera: el “sexo por supervivencia”
Miles de migrantes se han visto obligadas a dejarse grabar mientras tienen actos sexuales a cambio de dinero. Las víctimas de esta forma de prostitución no asocian el intercambio de sexo por dinero como una forma de explotación por parte de un tercero, sino como un modo de obtener recursos de subsistencia.
Bogotá, Barranquilla, Medellín, Cali y Cúcuta son solo algunas de las grandes ciudades en Colombia donde se ocultan cientos de “casas webcam”, lugares oscuros en los que miles de personas se han visto obligadas a aceptar el “sexo por supervivencia”. Esta es una forma de prostitución que se aprovecha de seres humanos en condiciones de extrema necesidad para darles una paupérrima suma de dinero a cambio de grabarlos teniendo actos sexuales. La población migrante es una de las principales víctimas de ello. En la gran mayoría de casos, los vecinos de estas casas ni siquiera sospechan qué ocurre en su interior.
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Bogotá, Barranquilla, Medellín, Cali y Cúcuta son solo algunas de las grandes ciudades en Colombia donde se ocultan cientos de “casas webcam”, lugares oscuros en los que miles de personas se han visto obligadas a aceptar el “sexo por supervivencia”. Esta es una forma de prostitución que se aprovecha de seres humanos en condiciones de extrema necesidad para darles una paupérrima suma de dinero a cambio de grabarlos teniendo actos sexuales. La población migrante es una de las principales víctimas de ello. En la gran mayoría de casos, los vecinos de estas casas ni siquiera sospechan qué ocurre en su interior.
Por casi dos años, Aid For Aids (AFA), una organización sin fines de lucro, se puso a la tarea de realizar una investigación detallada sobre el fenómeno del sexo por supervivencia en la población migrante en Colombia. El trabajo ha sido arduo, no solo porque esta industria permanece en la clandestinidad, sino porque hay un subregistro de los datos por parte de entidades oficiales cuyos agentes, en algunos casos, también se aprovechan sexualmente de la población migrante.
Según el estudio Sexo por supervivencia de AFA, el 14 % de las mujeres entrevistadas aseguró que funcionarios de Migración, policías o autoridades locales, las forzaron a mantener relaciones sexuales o a practicarles sexo oral a cambio de una “ayuda” en su proceso. Por esto, dicen los investigadores, se evidencia la urgencia de una política que le dé protección de verdad a estas personas y analice cada área en la que pueden ser vulneradas, además de realizar un censo riguroso sobre quiénes ejercen el sexo por supervivencia.
La investigación destaca que de las formas en las que la población migrante puede ser explotada sexualmente, el ingreso a las casas de webcams es la que más ha ganado terreno en el último año. El estudio indica que en estas casas se concentran grupos de ente 5 a 20 personas, con edades de entre 16 a 25 años. Solo en Cúcuta y Villa del Rosario, ciudades fronterizas, haría entre unas 800 y 1.000 casas dedicadas a estas prácticas, según estimaciones de AFA. Esto indica que hay cerca de unas 12.000 personas dedicadas a grabarse durante actividades sexuales para que los videos sean vendidos a extranjeros en Internet.
El aumento de estos espacios ha hecho que las condiciones a las que son sometidas las víctimas empeoren, pues los precios bajan y, por ende, los proxenetas obligan a las personas a prácticas más extremas, como la ingesta de heces o vómito, quemaduras o latigazos. No se sabe con exactitud cuántas personas son sometidas a estas prácticas en el país. AFA entrevistó por su cuenta a 600 víctimas migrantes de esta forma de prostitución, tanto heterosexuales, como homosexuales y personas trans. Esa cifra está muy por debajo de la realidad.
“La situación de invisibilidad en la que se encuentran las personas refugiadas y migrantes venezolanas que han tenido relaciones sexuales para sobrevivir, que no sólo incluye las mujeres y las niñas, pero también los hombres heterosexuales y homosexuales, y las personas trans, siguen siendo motivo de preocupación. El aumento de establecimientos como locales de cámaras web que unen lugares como plazas, parques, calles y vías de comunicación, donde se practica sexo de supervivencia sin acceso a medidas preventivas medidas para el VIH y otras ITS, es notable”, destaca AFA en la investigación.
Una cuarta parte de los entrevistados reconoció haber practicado sexo sin preservativo, por lo que AFA, que tiene como objetivo mejorar la salud y el bienestar de los refugiados, dice que hay un impacto sanitario considerable. El sexo por supervivencia, además de aumentar el riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual, tiene varios efectos psicosociales en las víctimas, como una baja autoestima, poca socialización, falta de voluntad para seguir con un proyecto de vida, pérdida de la dignidad humana, desconocimiento de sus derechos y la creencia de que son ciudadanos de segunda clase o que no tienen una patria que los proteja. Es por eso que las víctimas no asimilan que a lo que están siendo sometidas es a una actividad basada en la exploración.
“No asocian el intercambio de sexo por dinero como una forma de explotación por parte de un tercero, sino como un modo de obtener recursos de subsistencia”, dice el informe.
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Salir de estos atropellos es difícil, no solo por la violencia y las amenazas que sufren estas personas, sino porque los canales para denunciar son ineficientes. Fernando Garlin Politis, quien estuvo a cargo del estudio etnográfico de la investigación y lleva varios años trabajando en este tema, destacó que “hay pocas o nulas informaciones que son accesibles acerca de cómo denunciar, en dónde y quiénes pueden colaborar en este proceso, si este último no se realiza correctamente”.
Otra preocupación es que, a diferencia de otras regiones del mundo, en los casos vistos de migrantes en Colombia se observa una dimensión colectiva frente a estos atropellos. Quienes aceptan tener actividades sexuales a cambio de dinero, o son sometidos a esto, son la cabeza de una familia. El sexo por supervivencia no solo se convierte en el método para sobrevivir de una persona, sino de toda una red familiar que depende de los pocos pesos que le son desembolsados por esto para vivir. Por esta razón, AFA busca visibilizar a las voces que se han visto ensombrecidas por la xenofobia y que, a través de su relato, se pueda desmontar el mito que se ha construido sobre esta población, reducida a estigmas y prejuicios por verse en la obligación de aceptar un trato inhumano para poder comer.
“Hay que reconocer que hay matrices de opresión que se combinan para crear más igualdades, como las derivadas del género y la migración. Por ello, se busca ahondar en los discursos y acciones autónomos que estos sujetos han tenido que emprender, cuya resistencia representa una lucha por el reconocimiento de sí mismo, de su identidad y de su valor como seres humanos; que, independientemente de su origen o actividad económica, busquen para mejorar sus condiciones de vida y las de sus familias”, destaca el estudio.
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