Lo que los demócratas no han entendido de Estados Unidos
La estrategia del Partido Demócrata para ganar elecciones en Estados Unidos ha mostrado una gran precariedad. Por ignorar sectores claves de la población, Joe Biden se enfrentó a resultados muy apretados con los republicanos.
Camilo Gómez Forero
“Sospecho que vamos a tener una situación en la que estados como Pensilvania, Michigan, Wisconsin y otros van a recibir una cantidad enorme de papeletas de voto por correo. Y a diferencia de estados como Florida o Vermont, estos no serán capaces -por muchas razones- de comenzar a procesar esos votos por correo hasta el día de la elección o cuando las urnas cierren. Mi preocupación es que, según estudios, los demócratas usan más el voto por correo. Los republicanos votan más en el día de elecciones, y esos votos son los primeros en ser contados. El miedo es que a las 10 de la noche del día de las elecciones Trump vaya ganando en Michigan, Wisconsin y Pensilvania y diga que logró la reelección. Pero al otro día, que cuenten el voto por correo, se diga que ganó Joe Biden. Trump dirá que todo fue fraudulento y que no va a dejar la oficina”, dijo el senador de Vermont Bernie Sanders en una entrevista el pasado 24 de octubre.
Ver más: Los nuevos perfiles que entran al Congreso de Estados Unidos
Palabra por palabra, las predicciones de Sanders se han cumplido. Esto, además de profecía, también es un resumen magistral de lo que pasa en el país hoy para quienes todavía no se ubican en lo que pasó. A él ya se le bautizó como el nuevo “Nostradamus de Estados Unidos”. Pero hay algo más en lo que Sanders tenía razón, y es clave en la política nacional: en qué deberían hacer los demócratas para ganar las elecciones de ahora en adelante. No han querido escucharlo.
Y los resultados que tenemos hasta el momento, muy apretados de nuevo, nos indican que su visión y estrategia eran las apropiadas. Vemos esta semana un mapa lleno de condados rojos en las zonas rurales donde se concentra la clase trabajadora, y un pequeño grupo de condados azules, donde se concentran votantes de suburbios centristas y profesionales. Los demócratas le han apostado a este último conjunto en las últimas elecciones, y por eso continúan con victorias tan apretadas. La apuesta de Sanders era diferente: ir por esa clase trabajadora con toda la fuerza. Y eso, de hecho, era lo que hacía el partido hace mucho tiempo.
“Las elecciones de medio término (de 2018) confirmaron que los demócratas se han convertido, quizá más que nunca en sus 200 años de historia, en un partido de los prósperos… Miremos los 20 distritos de la Cámara de Representantes más ricos de Estados Unidos, medidos por el ingreso medio: cada uno de ellos ahora tiene un representante demócrata. De los cuarenta distritos más ricos, treinta y cinco de ellos acaban de elegir a un demócrata; de los cincuenta más ricos, ese número es cuarenta y dos”, escribe Matt Karp, profesor de historia en la Universidad de Princeton en la revista Jacobin.
En algún punto los demócratas abandonaron a la clase trabajadora. Dejaron de perseguir sus votos y, por ello, dejaron de entender las elecciones en Estados Unidos. Las políticas que han impulsado los demócratas siguiendo una agenda progresista, centrada en la defensa de los derechos civiles como el derecho al voto, han relegado lo que tienen que ver con el bolsillo de los ciudadanos. Sanders y el ala progresista del partido que integran congresistas como Alexandria Ocasio-Cortez (AOC) saben de qué se trata todo. Así como Donald Trump.
Desde su primer rally de campaña por la nominación del Partido Demócrata, Sanders, acompañado por AOC, estaba promoviendo una “movilización masiva de la clase trabajadora… una revolución de esta clase en las urnas”. Los dos recorrieron una gran serie de condados y distritos que Trump había ganado en 2016 tratando de arrebatar lo que el magnate se ganó: la clase obrera. “Esos (salario digno, derecho a la salud y reconstrucción de la infraestructura) son temas populares en el Bronx, en Vermont”, dijo el senador en Kansas, estado rojo. Al igual que el presidente Trump, Sanders les apunta a los votantes blancos sin título universitario. Y esos, como vemos en el mapa de 2016 y en el de 2020, son los que mueven las elecciones.
Ir por la clase trabajadora funciona. Sanders logró vencer a Hillary Clinton, a quien se considera del establishment, en Michigan en las primarias demócratas de 2016. Y lo hizo al consolidar una base que se emociona por las luchas económicas que él quiere dar. Por un deseo de aumentar el salario mínimo y reducir las deudas universitarias. Y ese apoyo a Sanders, en ese estado precisamente, habría hecho posible la victoria de Joe Biden en Michigan el miércoles.
Ver más: Mujeres que hacen historia en las elecciones de EE. UU.
Pero la mayor prueba de que esa estrategia funciona se dio esta semana con la misma AOC, que ganó luchando por los intereses de las familias trabajadoras en el distrito 14 de Nueva York. Y mientras ella y su “escuadrón” de progresistas logró mantener su escaño en la Cámara, los demócratas moderados han perdido varias sillas.
“La solución del 51 % de los demócratas, que depende fundamentalmente de los votos de los habitantes ricos de los suburbios, es una fórmula para el desastre. No puede reparar nuestra política rota, y mucho menos transformar nuestra sociedad salvajemente desigual. De hecho, incluso en sus triunfos a corto plazo oscurece (cuando no desprecia abiertamente) el único modo de lucha que puede romper el ciclo: una revolución política impulsada por las necesidades y aspiraciones de la clase trabajadora en general”, concluye Karp.
Si el Partido Demócrata continúa alejándose de los blancos trabajadores sin estudios, un cambio de gobierno sería meramente temporal. Tienen que expandir su base. Y tiene que darles su lugar a los progresistas que piensan en la clase obrera.
“Sospecho que vamos a tener una situación en la que estados como Pensilvania, Michigan, Wisconsin y otros van a recibir una cantidad enorme de papeletas de voto por correo. Y a diferencia de estados como Florida o Vermont, estos no serán capaces -por muchas razones- de comenzar a procesar esos votos por correo hasta el día de la elección o cuando las urnas cierren. Mi preocupación es que, según estudios, los demócratas usan más el voto por correo. Los republicanos votan más en el día de elecciones, y esos votos son los primeros en ser contados. El miedo es que a las 10 de la noche del día de las elecciones Trump vaya ganando en Michigan, Wisconsin y Pensilvania y diga que logró la reelección. Pero al otro día, que cuenten el voto por correo, se diga que ganó Joe Biden. Trump dirá que todo fue fraudulento y que no va a dejar la oficina”, dijo el senador de Vermont Bernie Sanders en una entrevista el pasado 24 de octubre.
Ver más: Los nuevos perfiles que entran al Congreso de Estados Unidos
Palabra por palabra, las predicciones de Sanders se han cumplido. Esto, además de profecía, también es un resumen magistral de lo que pasa en el país hoy para quienes todavía no se ubican en lo que pasó. A él ya se le bautizó como el nuevo “Nostradamus de Estados Unidos”. Pero hay algo más en lo que Sanders tenía razón, y es clave en la política nacional: en qué deberían hacer los demócratas para ganar las elecciones de ahora en adelante. No han querido escucharlo.
Y los resultados que tenemos hasta el momento, muy apretados de nuevo, nos indican que su visión y estrategia eran las apropiadas. Vemos esta semana un mapa lleno de condados rojos en las zonas rurales donde se concentra la clase trabajadora, y un pequeño grupo de condados azules, donde se concentran votantes de suburbios centristas y profesionales. Los demócratas le han apostado a este último conjunto en las últimas elecciones, y por eso continúan con victorias tan apretadas. La apuesta de Sanders era diferente: ir por esa clase trabajadora con toda la fuerza. Y eso, de hecho, era lo que hacía el partido hace mucho tiempo.
“Las elecciones de medio término (de 2018) confirmaron que los demócratas se han convertido, quizá más que nunca en sus 200 años de historia, en un partido de los prósperos… Miremos los 20 distritos de la Cámara de Representantes más ricos de Estados Unidos, medidos por el ingreso medio: cada uno de ellos ahora tiene un representante demócrata. De los cuarenta distritos más ricos, treinta y cinco de ellos acaban de elegir a un demócrata; de los cincuenta más ricos, ese número es cuarenta y dos”, escribe Matt Karp, profesor de historia en la Universidad de Princeton en la revista Jacobin.
En algún punto los demócratas abandonaron a la clase trabajadora. Dejaron de perseguir sus votos y, por ello, dejaron de entender las elecciones en Estados Unidos. Las políticas que han impulsado los demócratas siguiendo una agenda progresista, centrada en la defensa de los derechos civiles como el derecho al voto, han relegado lo que tienen que ver con el bolsillo de los ciudadanos. Sanders y el ala progresista del partido que integran congresistas como Alexandria Ocasio-Cortez (AOC) saben de qué se trata todo. Así como Donald Trump.
Desde su primer rally de campaña por la nominación del Partido Demócrata, Sanders, acompañado por AOC, estaba promoviendo una “movilización masiva de la clase trabajadora… una revolución de esta clase en las urnas”. Los dos recorrieron una gran serie de condados y distritos que Trump había ganado en 2016 tratando de arrebatar lo que el magnate se ganó: la clase obrera. “Esos (salario digno, derecho a la salud y reconstrucción de la infraestructura) son temas populares en el Bronx, en Vermont”, dijo el senador en Kansas, estado rojo. Al igual que el presidente Trump, Sanders les apunta a los votantes blancos sin título universitario. Y esos, como vemos en el mapa de 2016 y en el de 2020, son los que mueven las elecciones.
Ir por la clase trabajadora funciona. Sanders logró vencer a Hillary Clinton, a quien se considera del establishment, en Michigan en las primarias demócratas de 2016. Y lo hizo al consolidar una base que se emociona por las luchas económicas que él quiere dar. Por un deseo de aumentar el salario mínimo y reducir las deudas universitarias. Y ese apoyo a Sanders, en ese estado precisamente, habría hecho posible la victoria de Joe Biden en Michigan el miércoles.
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Pero la mayor prueba de que esa estrategia funciona se dio esta semana con la misma AOC, que ganó luchando por los intereses de las familias trabajadoras en el distrito 14 de Nueva York. Y mientras ella y su “escuadrón” de progresistas logró mantener su escaño en la Cámara, los demócratas moderados han perdido varias sillas.
“La solución del 51 % de los demócratas, que depende fundamentalmente de los votos de los habitantes ricos de los suburbios, es una fórmula para el desastre. No puede reparar nuestra política rota, y mucho menos transformar nuestra sociedad salvajemente desigual. De hecho, incluso en sus triunfos a corto plazo oscurece (cuando no desprecia abiertamente) el único modo de lucha que puede romper el ciclo: una revolución política impulsada por las necesidades y aspiraciones de la clase trabajadora en general”, concluye Karp.
Si el Partido Demócrata continúa alejándose de los blancos trabajadores sin estudios, un cambio de gobierno sería meramente temporal. Tienen que expandir su base. Y tiene que darles su lugar a los progresistas que piensan en la clase obrera.