No hay razón para el pánico: lo que se sabe de las “amenazas nucleares” en el espacio
La posibilidad de que Rusia adelantara ejercicios con armas nucleares en el espacio alarmó a los estadounidenses. Detrás de la denuncia, hay más intereses y un debate que se debe revivir.
Camilo Gómez Forero
Una denuncia, hasta ahora vaga en sustancia, revivió el debate sobre la militarización en el espacio y cómo los mecanismos internacionales deben actuar para mantener la paz en esta última frontera.
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Una denuncia, hasta ahora vaga en sustancia, revivió el debate sobre la militarización en el espacio y cómo los mecanismos internacionales deben actuar para mantener la paz en esta última frontera.
La historia estalló el miércoles, cuando el presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes de EE. UU., Mike Turner, dijo que su panel había encontrado una “grave amenaza a la seguridad nacional” relacionada con Rusia y su intención de poner armas nucleares en el espacio.
Pero todo parece indicar que no hay razón para entrar en pánico: desde el mismo Capitolio de Estados Unidos se pidió calma. El representante demócrata Jim Himes fue uno de los más grandilocuentes al enfatizar que “la información (encontrada) no se refiere a una amenaza inminente”. El asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, dijo por su parte que estaba “sorprendido” por las declaraciones.
Moscú, por otro lado, señaló que esta información era falsa y se trataba de una estrategia propagandística de Washington. Y, esta vez, el Kremlin parece tener argumentos sólidos para demostrar que su hipótesis es correcta.
Según The Washington Post, el representante Turner, quien hizo la denuncia, es uno de los funcionarios que impulsa la votación para mantener la Sección 702, una ley de vigilancia electrónica que le permite a la Agencia de Seguridad Nacional obtener correos electrónicos, mensajes y llamadas de algunos ciudadanos, incluso si viven en el exterior, y sin orden judicial.
Así que, según The Post, esta sería una estratagema para que, a través de una táctica de miedo, se justifique la continuación de dicha ley. Aunque esto explica los anuncios del miércoles, y ayuda a rebajar la tensión actual, no se pueden ignorar las acciones rusas y estadounidenses del pasado inmediato que sí demuestran intenciones de revitalizar la carrera armamentista en el espacio.
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En 2021, Rusia lanzó un misil al espacio para destruir uno de sus satélites de la era soviética, señalando que ya era obsoleto. Estados Unidos y China también han hecho algo similar en la década pasada, una medida que para expertos no es la indicada porque genera un gran volumen de desechos espaciales que podrían afectar tecnología necesaria como satélites metereológicos o aquellos que sirven para alimentar redes de comunicación, según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales. El misil ruso, de hecho, logró dividir su satélite en más de 1.500 escombros que podrían amenazar otros objetos.
Por su lado, Estados Unidos anunció la creación de una Fuerza Espacial, una nueva rama de las Fuerzas Armadas que fue adoptada por el expresidente Donald Trump para disuadir las amenazas en el espacio, un terreno que el considera el próximo terreno de guerra. Aunque la financiación de las operaciones de esta fuerza está en duda, se le han asignado tareas importantes como la responsabilidad de volar una nueva flota de satélites que monitorear objetivos terrestres en tiempo real. Así, se demuestra que Estados Unidos también tiene la mirada puesta en el espacio y su influencia en el campo militar.
En 2020, un artículo publicado en la revista Harvard International Review advierte que, a pesar de haber concluido la carrera espacial por la conquista de la Luna, la carrera armamentista espacial se estaba desarrollando a un nivel veloz y esto aumentaba los riesgos no solo de un conflicto global, sino que ponía en peligro la exploración espacial futura.
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El desarrollo y lanzamiento de armas antisatélite, como lo han hecho los países mencionados, podría provocar o exacerbar conflictos en lugar de atenuarlos. Los satélites son un elemento crucial de la defensa antimisil de estos países, en especial de Estados Unidos, que se ha desarrollado más en el espacio. Estos permiten detectar misiles inmediatamente después del lanzamiento y rastrear sus trayectorias. Si estos se apagan, un país podría considerar que está en peligro y así se podría desencadenar un ataque en respuesta contra otra potencia.
“Una guerra accidental o un error de cálculo estratégico es especialmente probable en el espacio… Y si los escombros destruyen un satélite, una posibilidad cada vez más probable en un mundo con pruebas de misiles antisatélite, entonces los escenarios de conflicto antes mencionados se vuelven más probables. Dejando a un lado el conflicto, las nubes de escombros que dejan estos misiles son aterradoras por derecho propio. La salud pública, el transporte, la ciencia climática y una letanía de otras infraestructuras cruciales dependen de satélites que ahora están en riesgo”, señala el artículo de Harvard.
Debido a estas amenazas, se ha exigido poner fin a la carrera armamentista cancelándola por completo mediante un control de las armas espaciales. La regulación sobre armas en el Espacio data de 1967, cuando se firmó el Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre que prohíbe explícitamente el despliegue de armas de destrucción masiva en el espacio.
“Se instruye a las naciones a no colocar en órbita alrededor de la Tierra ningún objeto que porte armas nucleares o cualquier otro tipo de armas de destrucción masiva, no instalar dichas armas en cuerpos celestes ni colocar dichas armas en el espacio ultraterrestre de ninguna otra manera”, dice el Tratado.
Sin embargo, desde entonces no se ha podido hacer nada para regular armas distintas a las nucleares, como los misiles antisatélite.
En 2014, Rusia y China intentaron firmar un tratado sobre evitar el uso de fuerza contra objetos en el espacio ultraterrestre, pero al carecer de un sistema de verificación, este documento fue rechazado por Estados Unidos. Una opción que se estudia es prohibir de manera limitada los ensayos de misiles antisatélite. El Tratado Sobre el Espacio Ultraterrestre de 1967 logró a través de una prohibición que no se ensayaran armas nucleares en el espacio y así evitó los efectos fatales de estos ejercicios.
Existe un Comité de Naciones Unidas sobre la Utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos, pero además de carecer de capacidad para hacer cumplir los principios del Tratado de 1967, la actividad de este para encontrar respuestas ante los desafíos que se presentan es muy lenta en comparación con el desarrollo de la carrera espacial, según Michelle LD Hanlon, presidenta de la Sociedad Espacial Nacional de EE. UU., y Greg Autry, profesor de liderazgo, política y negocios espaciales en la Universidad Estatal de Arizona.
“Si bien todavía no ha habido ningún conflicto militar directo en el espacio, ha habido una escalada de esfuerzos por parte de las naciones para demostrar su destreza militar en el espacio y sus alrededores” explican los expertos en The Conversation, concluyendo que es necesario examinar las reglas de nuevo para imponer barreras necesarias para evitar conflictos en el espacio.
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