En el inicio del año 2024, la política en Ecuador se vio agitada con la declaración de un nuevo estado de excepción, el primero del presidente Daniel Noboa, quien ostenta el título del mandatario más joven en la historia del país tras posesionarse el pasado 23 de noviembre. La medida se tomó en respuesta a la fuga de Adolfo Macias, alias “Fito”, uno de los delincuentes más peligrosos del país, el pasado 7 de enero. En un comunicado dirigido a la opinión pública, Noboa expresó la necesidad de mantener el orden y combatir los actos terroristas de estos criminales.
Luego, fue complementada con el reconocimiento de la existencia de un conflicto armado interno en Ecuador, luego de que hombres armados se tomaran, en vivo y por más de una hora, el canal de televisión TC, en Guayaquil.
En 2023, Ecuador cerró el año como el más violento de Latinoamérica, registrando 7.497 muertes atribuidas a la delincuencia, lo que llevó al presidente a tomar medidas drásticas.
Desde que asumió la presidencia, Noboa ha recalcado su promesa de ser un mandatario de mano dura para restaurar el orden en el país. Su idea de construir dos cárceles de máxima seguridad, como las ha anunciado, se ha llegado a comparar con el “modelo Bukele” aplicado en El Salvador.
La declaración del conflicto interno armado el 9 de enero ocurre en medio de una ola de violencia sin precedentes en las calles de ciudades como Guayaquil y Quito. Explosiones, saqueos, secuestros de policías, irrupción armada en una universidad, entre otros hechos, que dejan hasta ahora un saldo oficial de al menos 10 personas muertas, mantienen en zozobra a la ciudadanía.
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¿Cómo han vivido los ciudadanos esta situación?
Hasta el momento en Ecuador, las ciudades principales se encuentran en toque de queda, mientras los ciudadanos han visto alterado su día a día y, sobre todo, su tranquilidad. El Espectador recogió varios testimonios de personas que actualmente se encuentran en el país.
Un ciudadano ecuatoriano, oriundo de Machala (capital de la provincia de El Oro, en el sudeste del país), quien prefirió la reserva de su identidad por razones de seguridad, comentó sobre cómo se ha vivido la situación en su ciudad y cuales han sidos las dificultades en la zona: “Ayer en Machala los taxis y el servicio de transporte público dejaron de trabajar por disparos en las calles. La gente no tenía cómo llegar a sus casas y eso generó inseguridad debido a que las pandillas andaban caminando por las calles con armas y eso fomentó el miedo entre las personas”.
Agregó: “La gente guardó los autos en sus casas porque los estaban quemando. Mi primo estaba pasando por el centro comercial y le llegó el mensaje de los asesinatos y secuestros que estaban pasando en ese instante, ahí decidió regresarse a casa y no salir más”.
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Patricia, habitante de Guayaquil, epicentro de la violencia en el país, y quien en diálogo con este diario prefirió la reserva de su apellido, comentó que la cotidianidad se ha afectado, pues las clases han sido suspendidas, muchos negocios siguen cerrados, mientras que muchas personas se han podido acoger al teletrabajo.
Aunque cuenta que la ola creciente de inseguridad que vive Ecuador desde hace algunos años ya venía impactando en el desarrollo de la vida nocturna, por ejemplo, esta vez es diferente. “Hay desabastecimiento en los supermercados, las ventas de las farmacias han aumentado. Es parecido a la época de pandemia cuando la gente salió a consumir para guardarse en casa”, señala.
Hasta ahora, el gobierno no ha proporcionado cifras sobre el abastecimiento de supermercados ni las pérdidas económicas por saqueos. La información se ha limitado a videos en redes sociales y testimonios de ciudadanos. La incertidumbre persiste, y mientras tanto, el país espera una pronta normalización de la situación.
El Espectador también tuvo la oportunidad de hablar con una ciudadana uruguaya que actualmente se encuentra en Manta. Su nombre es Lucrecia Lanouguere y le comentó a este diario sobre su experiencia como turista: “Ayer estuve en un restaurante almorzando cuando por televisión empezaron a mostrar cómo los terroristas se tomaron el programa de TV en vivo. Ahí vi que la gente estaba realmente asustada y de un momento para otro empezaron a cerrar todos los establecimientos (...) Al llegar a mi hotel la entrada de este estaba cerrada y me dijeron que no acostumbraban a mantener la puerta así normalmente, pero por la situación era lo mejor que se podía hacer (...) Mi vuelo de regreso a Uruguay es el fin de semana y en verdad espero que la situación se normalice. Lo que sé hasta el momento es que el transporte está normal, esperemos que siga así”.
¿Qué viene?
Varios de los consultados por este diario coinciden en que la situación actual es producto de un proceso que viene de gobiernos anteriores. Sin embargo, ven con buenos ojos las medidas recientes y, no obstante la situación y la desolación y el miedo que parecen reinar en las calles, también dejan espacio para el optimismo sobre el futuro.
Jorge Heras, en la ciudad de Cuenca, por ejemplo, cree que “desde el gobierno de [Guillermo] Lasso se vio un declive a nivel político de lo que fue la economía y la seguridad nacional”.
La tasa de homicidios en Ecuador ha escalado desde 2019 de seis asesinatos por cada 100.000 habitantes a 25 en 2022, y 19 en 2023. Este lapso incluye el paso de Lenín Moreno por el Palacio de Carondelet, al que llegó con las banderas del correísmo, que luego abandonó. Guillermo Lasso, quien asumió la jefatura de Estado en 2021, por su parte, dejó el poder tras declarar la muerte cruzada, un mecanismo para disolver la Asamblea Nacional (que adelantaba un juicio político en su contra), pero que también lo obligaba a no terminar su mandato.
“En este momento la decisión de Noboa era lo mejor que se podía hacer para tratar de restablecer la seguridad en el país”, agrega Heras.
Julián Saldaña, habitante de la ciudad de Durán, aunque en diálogo con este diario señaló que la corrupción en las instituciones del Estado ha sido parte del problema, no descarta que las cosas puedan dar un giro de 180 grados: “El Estado va a arremeter con toda en estos 60 días para poder restablecer el orden. La ola de violencia que se vivió ayer es un termómetro del inconformismo por parte de los delincuentes, pues están a puertas de una reestructuración carcelaria que nos les conviene y por eso las revueltas. Creo que si actúa con celeridad, eficacia y firmeza se puede salvar la patria y al finalizar el año se podría hablar de una estabilidad económica y social”.
De igual forma, tanto Patricia y Jorge hablan de unidad. “Hay una especie de unificación a nivel político. Después de que se disolvió la Asamblea Nacional, de que renunció el presidente y de que hubo períodos de tiempo en los que no tuvimos quién estuviera en el Legislativo, en esta crisis son más las manifestaciones de apoyo al presidente y a su actuar”.
“En este momento el país debe estar unido y creo yo que está bien que se esté apoyando así la decisión de Noboa”, dice Heras.
Según el Gobierno, hasta el momento el balance que deja la declaratoria de guerra interna habla de cinco terroristas abatidos y 329 detenidos.
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