Los 33 mineros de Chile: de héroes al anonimato y al abandono

Hace una década, los 33 mineros de Atacama quedaron atrapados en la mina San José en el norte de Chile, acaparando la atención de todo el mundo durante más de dos meses.

Al sobrevivir a ese infierno subterráneo se convirtieron en símbolo de solidaridad y esperanza y el mundo los proclamó héroes.

Pero hoy, lejos de ese torbellino de atención mediática, los 33 mineros sienten que han quedado en el olvido y el abandono.

Los mineros de Atacama ya no se encuentran juntos. Han vuelto a la vida cotidiana y han recuperado su anonimato.

La mayoría tiene traumas o sufre de enfermedades severas, resultado de su tiempo encerrados en la mina.

La unidad también se ha disuelto desde que resurgieron a la superficie. Las familias provocaron divisiones entre todos, comentan algunos. El dinero, y los derechos de una película y un libro, dividieron al grupo.

Se quejan de no haber recibido suficiente salud mental y atención por parte del Gobierno de Chile.

Además, el dinero que reciben de pensión no es suficiente para cubrir sus gastos médicos y las necesidades de sus hogares.

A medida que se acerca el décimo aniversario de su terrible experiencia, el gobierno ha enfatizado el progreso en la seguridad de las minas. En 2010, se llevaron a cabo unas 2.400 inspecciones. En 2019, ese número superó los 10,000. Sin embargo, resta mucho por hacer. Los 33 hoy piden no quedar en el olvido.

Hace una década, los 33 mineros de Atacama quedaron atrapados en la mina San José en el norte de Chile, acaparando la atención de todo el mundo durante más de dos meses.

Al sobrevivir a ese infierno subterráneo se convirtieron en símbolo de solidaridad y esperanza y el mundo los proclamó héroes.

Pero hoy, lejos de ese torbellino de atención mediática, los 33 mineros sienten que han quedado en el olvido y el abandono.

Los mineros de Atacama ya no se encuentran juntos. Han vuelto a la vida cotidiana y han recuperado su anonimato.

La mayoría tiene traumas o sufre de enfermedades severas, resultado de su tiempo encerrados en la mina.

La unidad también se ha disuelto desde que resurgieron a la superficie. Las familias provocaron divisiones entre todos, comentan algunos. El dinero, y los derechos de una película y un libro, dividieron al grupo.

Se quejan de no haber recibido suficiente salud mental y atención por parte del Gobierno de Chile.

Además, el dinero que reciben de pensión no es suficiente para cubrir sus gastos médicos y las necesidades de sus hogares.

A medida que se acerca el décimo aniversario de su terrible experiencia, el gobierno ha enfatizado el progreso en la seguridad de las minas. En 2010, se llevaron a cabo unas 2.400 inspecciones. En 2019, ese número superó los 10,000. Sin embargo, resta mucho por hacer. Los 33 hoy piden no quedar en el olvido.