¿Los demócratas se quedaron sin bastiones? Habría más estados pendulares en 2026
Los demócratas están perdiendo su control en estados claves en EE. UU. y la tendencia empeora. Están a tiempo para una reconexión con el electorado. Esto es lo que les piden que hagan.
Camilo Gómez Forero
Se ha hablado mucho sobre la gran brecha de votos que hay entre lo que recibió la vicepresidenta, Kamala Harris, en 2024 y lo que obtuvo Joe Biden en 2020. El miércoles observamos una diferencia de unos 16 millones de votos entre una campaña y otra, que el jueves se redujo a 15 millones y el viernes a 14 y el sábado a menos de 5. ¿Qué está pasando? Bueno, algunos estados, especialmente los de la costa oeste, continúan contando votos. Esto hace que la brecha que vimos el día después de las elecciones vaya recortándose.
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Se ha hablado mucho sobre la gran brecha de votos que hay entre lo que recibió la vicepresidenta, Kamala Harris, en 2024 y lo que obtuvo Joe Biden en 2020. El miércoles observamos una diferencia de unos 16 millones de votos entre una campaña y otra, que el jueves se redujo a 15 millones y el viernes a 14 y el sábado a menos de 5. ¿Qué está pasando? Bueno, algunos estados, especialmente los de la costa oeste, continúan contando votos. Esto hace que la brecha que vimos el día después de las elecciones vaya recortándose.
De igual manera, en el lado republicano todavía se están sumando votos a la bolsa de Donald Trump. Para el domingo se esperaba una variación aún mayor. ¿Por qué importa tanto entender esto ahora? Primero, porque se están difundiendo teorías conspirativas que refuerzan la idea de un supuesto fraude electoral en 2020, cuestionando la desaparición, de la noche a la mañana, de 15 millones de votos. Hay que contener de inmediato esta desinformación.
Según proyecciones del Laboratorio Electoral de la Universidad de Florida, la participación electoral de estas elecciones, aunque no superará la que se vio en 2020, sí alcanzará un nivel semejante. Incluso podrían romperse los récords de participación en unos nueve estados, según The Washington Post. No se han “perdido votos” de la noche a la mañana: apenas se estaban contando. Habrá que esperar a tener el cuadro completo para hacer un mejor análisis comparativo entre 2020 y 2024.
En segundo lugar, si bien la magnitud del daño se reduce cada día para los demócratas, el descalabro sigue siendo enorme. El entusiasmo visto en las urnas en 2020 no fue el mismo de 2024. ¿Qué pasó? Analistas coinciden en que los demócratas ya no saben leer al electorado. Los datos y testimonios de la ciudadanía respaldan esta teoría.
John Roa, colombo-estadounidense que sigue a Trump, resumió qué hizo bien el Partido Republicano para ganarse el voto de los hispanos y qué hizo mal el Partido Demócrata. En primer lugar, todo parece traducirse en un asunto de la identidad de los migrantes y cómo se percibe esta en ambos partidos. Mientras que para los republicanos el latino que se ha legalizado en Estados Unidos es considerado “un estadounidense más”, para los demócratas este perfil continúa siendo visto como un grupo minoritario al que “hay que ayudarle”. Y esa victimización en el discurso político ha sentado muy mal en un sector importante de esta población.
“Nosotros tenemos una ideología que es que las cosas son por mérito. Este país se fundó en una idea básica: que todos tenemos derecho a la misma oportunidad, mas no al mismo resultado. Y los demócratas están promoviendo un discurso en el que se es víctima de una sociedad, cuando a nosotros nos enseñaron es a hacernos responsables, no a tener las cosas regaladas. Acá, el electorado blanco que todavía vota demócrata es quien piensa en estas cuestiones de victimización hacia las minorías... La mujer blanca especialmente quiere ser la salvadora... Pero nosotros no pensamos así. Nunca nos enseñaron a pensar como víctimas de la sociedad, sino a aprovechar las oportunidades que estaban ahí. Por eso, consideramos que están pisoteando la identidad estadounidense”, afirmó Roa.
Su reflexión es interesante y parece ser respaldada por encuestas realizadas mucho antes de las elecciones. Echelon Insights hizo un estudio sobre los perfiles de votantes y encontró que el ciudadano blanco y progresista resultaba ser mucho más progresista y liberal que la media de afroamericanos e hispanos. Particularmente destaca una pregunta hecha que se relaciona con la postura de Roa: “¿La mayoría de las personas puede conseguir algo si trabaja muy duro?”. Cuatro de cada cinco blancos estaba en desacuerdo con esa premisa, mientras que la mitad de los hispanos estaba de acuerdo, como Roa.
También destaca otra pregunta que nos permite ampliar el foco a otro grupo clave en estos resultados: “¿El racismo es estructural en nuestra sociedad?”. De nuevo, cuatro de cada cinco blancos señalaron que sí, pero solo tres de cada cinco afroamericanos, y solo dos de cada cinco hispanos compartían esa posición. La reflexión de Roa parece ir por el camino correcto: el blanco progresista del Partido Demócrata está en una posición más a la izquierda que los otros grupos en ciertas causas sociales que ni siquiera dichos grupos defienden.
Roa también destaca, por ejemplo, la molestia que ha despertado que los blancos progresistas se refieran a ellos como “latinxs” con la “x”, un término que los progresistas empezaron a usar para ser más “inclusivos”. Esto tuvo el efecto contrario en el electorado. Una encuesta de Pew Research encontró que el 75 % de los latinos familiarizados con el término dicen que no debería usarse para describir a la población hispana, y el 36 % cree que tiene connotaciones negativas.
Los profesores Amanda Sahar d’Urso, de Georgetown, y Marcel F. Roman, de la Universidad de Harvard, también indicaron que no solo causa molestia, sino que los empuja directamente hacia los republicanos. El blanco progresista del Partido Demócrata está pensando desde su posición cómo deberían integrarse los latinos en lo que cree que significa inclusión, sin tener en cuenta las posiciones de este grupo. Esto es parte de lo que se le critica a la llamada “cultura woke”, que, según Roa, se fue tanto a la izquierda repeliendo al mismo latino.
Acá los datos, aunque suenen más aburridos, son mucho más impactantes. Harris, a falta de los números finales, no obtuvo un mejor desempeño que Biden en ningún lugar del país, según proyectó CNN el jueves. Por otro lado, un mapa de The New York Times demuestra que Donald Trump mejoró su desempeño frente a 2020 en 2.367 condados de los cerca de 3.000 que hay en el país, y empeoró solo en unos 240 (sin que esto último, de nuevo, signifique que Harris haya hecho mejor las cosas que Biden).
Si bien debemos esperar a la fotografía final de la carrera para continuar analizando el viraje de Estados Unidos a la derecha, hay tendencias que nos exponen un panorama muy alarmante para los demócratas: se están quedando sin bastiones políticos. En todo el país, la reflexión es la misma: ya no saben leer a la gente. Observemos, por ejemplo, la situación en Nueva Jersey, que alguna vez fue un bastión azul confiable en las elecciones generales.
Trump pasó de perder este estado por dos dígitos en 2016 y 2020 a perderlo solo por cinco puntos frente a Harris, lo que marca el resultado más ajustado desde que George H. W. Bush perdió Nueva Jersey por apenas 2,4 puntos en 1992. Este es uno de los estados que más giraron a la derecha en estas elecciones, pero la tendencia se repite en Nueva York, Massachusetts e incluso California, estados que desde hace años considerábamos fortalezas azules.
La situación en Nueva York es una de las más preocupantes y dicientes, pues no es nueva. En las elecciones de medio término de 2022, la dirección del Partido Demócrata culpó a la gobernadora del estado, la demócrata Kathy Hochul, por la pérdida del control de la Cámara de Representantes, luego de que los republicanos voltearan cuatro curules de la cámara baja correspondientes a este estado. La representante Nancy Pelosi, de California, dijo que Hochul era “débil”.
“No estoy de acuerdo. Ningún gobernador en la historia del estado de Nueva York ha trabajado más duro que yo para elegir a los miembros del Congreso”, contestó Hochul.
La gobernadora tuvo una especie de redención este año, luego de que los demócratas lograran una victoria en casi todos los distritos disputados del estado. Estas victorias, de hecho, fueron las que mantuvieron la esperanza de los demócratas en la pelea por el control de la Cámara. Pero incluso este “premio de consolación”, como lo señaló el medio Politico, no oculta el problema: Trump perdió contra Harris en Nueva York por apenas 12 puntos (el peor resultado para los demócratas desde 1988), luego de haber perdido por 23 contra Biden. Esto refuerza la idea del regreso de la influencia de los republicanos al estado.
“Perdimos terreno en casi todos los barrios de Nueva York y en todos los grupos demográficos. Decir que se avecina un gran ajuste de cuentas es quedarse corto”, dijo el periodista Jason Beeferman.
Antes de las elecciones de 2020, los datos apuntaban a que estados como Texas y Florida estaban cerca de cambiar del color rojo al azul en un futuro no tan lejano. Los resultados de estas elecciones indican que esa idea también se acabó: hoy Nueva York está más cerca de colorearse de rojo que Texas en pasar al azul. En Texas, la pérdida de Harris en condados como Harris, que eran bastiones demócratas, incluso llevó el viernes a la renuncia del presidente del partido en el estado, Gilberto Hinojosa.
Mientras las figuras más destacadas del Partido Demócrata se culpan entre sí de la debacle (Bernie Sanders y el ala progresista culpan a los moderados, mientras que estos culpan a su progresismo “extremo”), hay quienes hacen un análisis mucho más profundo sobre figuras como la de Hinojosa.
El escritor y editor Jordan Zakarin comentó que la presidenta de los demócratas en Florida, Nikki Fried, despidió en marzo a Robert Dempster, líder del partido en el condado de Miami-Dade. “Eso agravó el fracaso de Fried en la recaudación de fondos, el registro y la presencia en los medios de comunicación a nivel estatal”, dijo Zakarin. En 2020, Biden ganó Miami-Dade por 7 puntos. Este año, Trump lo ganó por cerca de 10. La recomposición de los demócratas, en ese sentido, debe empezar a escala local. Algo en su liderazgo está fallando en los niveles más bajos del sistema. Y esto es porque, de nuevo, no saben leer a su gente.
La pregunta final es: ¿pueden los demócratas recuperarse de esto? Roa dice que para ganar el voto de las personas como él, los demócratas necesitan en primer lugar “dejar de mentir”. Trump, resalta este ciudadano, “nos dice que no es perfecto y destaca toda su historia sin matizarla”. Así es como ellos ven al expresidente. A Harris, por otro lado, la ven como una mentirosa. “Afirmó haber trabajado en McDonald’s y haber sido parte de una familia de clase media, pero luego descubrió que esto resultó ser un ‘fotomontaje’”, destacó. Esta historia, de hecho, todavía es debatida y la compañía nunca llegó a confirmar que la vicepresidenta trabajó allí.
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