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En la lista de grandes pillos de la humanidad de Manuel Rosa, un portugués dedicado a la historia y a las letras, Cristóbal Colón se erige como uno de los favoritos para llevarse el título del más astuto de todos los tiempos. “No sólo convenció y engañó a los Reyes Católicos, sino al mundo entero durante 500 años”.
Para Rosa, Colón no fue ni plebeyo ni genovés. Tampoco aventuró en el mar esperando a que la fortuna se le apareciera disfrazada de tierra firme. “Él era un espía del Rey de Portugal”, un noble nacido en la isla de Madeira, quien mintió a Fernando de Aragón y a Isabel de Castilla, y recorrió el Caribe siguiendo una ruta ya trazada. Su objetivo: desviar la atención de España hacia otras tierras para que el Rey Juan II pudiera adueñarse de los yacimientos de oro en Ghana y del comercio con la India.
Ayer, mientras Rosa hablaba del conquistador y presentaba su más reciente libro Colón: la historia nunca contada, Carolina Tohá, portavoz del gobierno chileno, sostenía que el escándalo por espionaje en el que su país se encuentra sumido junto a Perú no iba a ser tratado por la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) en la reunión del próximo viernes. “Este tema es estrictamente bilateral y nos parece que debe tratarse de esa forma”.
La captura en Lima del suboficial de inteligencia de la Fuerza Aérea de Perú, Víctor Mendoza Ariza, una semana y media atrás, había desencadenado una tormenta diplomática entre las dos naciones. “El traidor”, como lo tildaron algunos medios peruanos, confesó que recibía pagos de más de US$5.000 por entregar información confidencial a Chile. Dijo ser un espía y anunció a las autoridades que una copia del Plan Quiñones, con el que su país tenía pensado reforzar el arsenal militar en 2021, debía estar ya en algún escritorio chileno.
Más al sur, en la Casa Rosada argentina, Cristina Fernández de Kirchner se reponía de una semana pasada entre espías y escándalos. Sin que ella, la presidenta, se percatara, cada vez que levantaba el teléfono un oído ajeno al de su interlocutor esperaba escuchar palabras que se convirtieran en armas para ser utilizadas en su contra. Jorge Palacios y Osvaldo Chamorro, jefe y subjefe de la Policía Metropolitana de Buenos Aires, fueron arrestados. Luego se darían cuenta de que en la oficina que compartían los dos detenidos, la que parece haber sido la central de sus fisgoneos, existían informes sobre la situación patrimonial de opositores al gobierno citadino, de sindicalistas, de Cristina Fernández y su esposo, el ex presidente Néstor Kirchner.
A quien violaron más que su teléfono fue a Álvaro Colom. En septiembre del año pasado, tras siete meses en la presidencia de Guatemala, Colom descubriría que entre el despacho presidencial, su casa y su oficina privada, un avezado y muy cercano espía había tejido una trampa con la que esperaba acorralarlo. Entre lámparas, computadores y paredes, las autoridades hallaron siete micrófonos, dos cámaras de video y algo más que sólo coincidencias.
“Hay un sistema del crimen organizado impresionante que está perdiendo las influencias que tenía en el sistema de seguridad del gobierno”, declaró en aquella oportunidad Colom, al tiempo que el vicepresidente Rafael Espada anunciaba que el ejército llevaría a cabo una inspección detallada a cada una de las sedes administrativas. El descubrimiento de esta suerte de telaraña electrónica originó la detención de Carlos Quintanilla, jefe de la Secretaría de Asuntos Administrativos y de Seguridad.
Luiz Inácio Lula de Silva, quien hoy da la impresión de ser la voz más afinada e influyente de América Latina, tampoco ha estado exento a las intromisiones en su vida privada. Hace dos meses, el diario brasileño O Estado, de São Paulo, reveló que existen más de 1.000 documentos que prueban que Lula fue espiado entre 1983 y 1999, cuando era un reconocido jefe sindical y formaba parte del Partido de los Trabajadores. Ex agentes de la dictadura militar, que gobernó al país durante 21 años, se perfilaron como los responsables.
El espionaje en América, de ser cierta la hipótesis de Manuel Rosa, habría escrito su primer apartado en tiempos de la Conquista. Lo que vendría después, tras más de 500 años de política y definición de fronteras, se ha regido con la misma premisa: si no te descubren, todo estará bien.
¿Espionaje colombiano?
A diferencia del gobierno chileno, Ecuador, por medio de su canciller, Fander Falconí, anunció que sí tratará el tema de espionaje en la reunión extraordinaria de Cancilleres y Ministros de Defensa de la Unasur, que se llevará a cabo pasado mañana en Quito. Falconí anunció que pedirá el análisis de un supuesto caso de espionaje perpetrado por Colombia en Ecuador, Venezuela y Cuba. “Tenemos documentación que llegó a nuestro país a través de las fuentes de inteligencia, donde se señala que el DAS ha hecho intervenciones en las tres naciones”, puntualizó el Canciller.