Los factores que podrían llevar al EE. UU. de Trump muy cerca del autoritarismo
Con mayorías en el Congreso, la Corte Suprema y un gabinete de posturas contundentes (cuando no extremas), así se va delineando la próxima administración de Donald Trump.
María Alejandra Medina
Donald Trump logró la codiciada “trifecta” tras las elecciones en Estados Unidos: se quedó con la presidencia, desbancó a los demócratas de la mayoría del Senado y mantuvo el dominio de la Cámara de Representantes. Eso, sumado a un gabinete que no se anda con medias tintas, permite pronosticar varias cosas del mandato del presidente electo, que se iniciará el próximo 20 de enero.
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Donald Trump logró la codiciada “trifecta” tras las elecciones en Estados Unidos: se quedó con la presidencia, desbancó a los demócratas de la mayoría del Senado y mantuvo el dominio de la Cámara de Representantes. Eso, sumado a un gabinete que no se anda con medias tintas, permite pronosticar varias cosas del mandato del presidente electo, que se iniciará el próximo 20 de enero.
Trump, quien se reunió con Joe Biden este miércoles en la Oficina Oval para un empalme que ha descrito como “fluido”, ha arrojado en las últimas 24 horas varios nombres claves. Anunció, por ejemplo, a los empresarios Elon Musk y Vivek Ramaswamy (que llegó a competir con Trump por la nominación republicana a la presidencia) como líderes del nuevo “Departamento de Eficiencia Gubernamental”. Su objetivo allí será atajar el “despilfarro” en el gasto estatal. Sin embargo, para algunos analistas, Musk, quien hizo millonarias donaciones a la campaña, siendo hoy contratista del Estado, podría aprovechar su nueva posición para su beneficio, en detrimento de sus competidores.
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Asimismo, Trump confirmó el esperado nombramiento de Marco Rubio como secretario de Estado, un cargo del que se esperan posturas más drásticas frente a la migración y el narcotráfico que se mueve por América Latina, mayor apoyo a Israel y, por lo menos, incertidumbre sobre el rol de Estados Unidos como aliado en la guerra en Ucrania.
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El presidente electo anunció también a Tulsi Gabbard, una antigua demócrata, como directora de inteligencia nacional. Como recuerda la AFP, Gabbar “se ha opuesto al apoyo de Estados Unidos a Ucrania y se ha reunido con el presidente de Siria, Bashar al Asad”. Según Trump, ella aportará al gobierno “el espíritu intrépido que ha definido su ilustre carrera”.
Sin embargo, uno de los nombramientos que más han llamado de la atención es el de Matt Gaetz como fiscal general. De 41 años, este congresista de Florida, considerado de extrema derecha, tendría en sus manos las investigaciones contra Trump por el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 y por haberse llevado documentos clasificados de la Casa Blanca tras el fin de su primer mandato. Asimismo, podría liderar las posibles acciones judiciales que en campaña el ahora presidente electo, el primer convicto de la historia del país, prometió contra opositores a los que acusó de perseguirlo.
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“La lista de personas u organizaciones que Trump identificó para ser investigadas durante su campaña es larga y variada. En total, NPR tabuló más de 100 amenazas de este tipo. Prometió nombrar a ‘un verdadero fiscal especial para que persiga’ a Biden y a su familia, y dijo que Harris debería ser ‘procesada por sus acciones’ en política fronteriza. Compartió mensajes en los que pedía que el expresidente Barack Obama y la exrepresentante por Wyoming Liz Cheney, su crítica republicana más destacada, fueran juzgados por tribunales militares”, cita The New York Times como solo algunos de los ejemplos.
Gaetz, en el pasado, ha calificado de criminal a la familia Biden y, como recuerda The New York Times, incluso presentó proyectos legislativos para limitar las sentencias contra los responsables del asalto al Capitolio.
Dorian Kantor, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Javeriana, considera que para su segunda administración “Trump está eligiendo a gente que va a apoyar su agenda. No quiere más ‘adultos en la sala’ como el general John Kelly (exsecretario de Seguridad Nacional y exjefe de Gabinete de Trump) o H. R. McMaster (exasesor de Seguridad Nacional)”, quienes formaban parte del “establishment” republicano.
En esta ocasión está apostando por nombres acaso más provocadores, pero con la esperanza de que sean confiables. “Sus designados, como Gaetz para fiscal general o Rubio como secretario de Estado, van a ser soldados leales”, agrega el profesor, quien no duda que los nominados sean aprobados por el Senado, en donde ahora Trump tiene la mayoría. “Puede optar por las figuras más extremas del MAGA [Make America Great Again]”.
Con la mayoría en la Cámara Baja, además, es esperable que el nuevo gobierno saque adelante sin problemas su paquete de reformas y promesas de campaña, como las deportaciones masivas de inmigrantes (aunque logísticamente tienen limitaciones) y la revisión del rol internacional de Estados Unidos, para lo que Gaetz y Rubio desde sus competencias serán claves. Sin olvidar, las intenciones de “depurar” la administración pública de los burócratas del llamado “Estado profundo”.
Como explicó Camilo Gómez en un artículo anterior, Trump buscaría reimponer el Anexo F, “una de las últimas órdenes ejecutivas que firmó como presidente, en octubre de 2020, y que modificaba el sistema de empleados federales en Estados Unidos. Su propósito era reclasificar a ciertos empleados del gobierno como ‘de libre remoción’, lo que significaba que podían ser despedidos más fácilmente y sin las protecciones habituales de los funcionarios de carrera”.
Eso, según Franko Ordóñez, de la NPR, “allanaría el camino para que los empleados del servicio civil federal sean reemplazados por otros, incluidos partidarios políticos más interesados en llevar a cabo sus políticas”. Gaetz, por cierto, cree en las teorías conspirativas del “Estado profundo”, según las cuales hay saboteadores dentro del mismo aparato.
Kantor agrega un factor no menor: “Dado que el Tribunal Supremo también ha dado luz verde a acciones ejecutivas musculares sin apenas limitaciones legales, esto no augura nada bueno para el Estado de Derecho”. Se refiere a la alta corte, de mayoría conservadora, que en julio pasado, por cierto, resolvió que los presidentes estadounidenses gozan de inmunidad penal en el ejercicio del cargo.
“Hemos visto en países como Hungría lo que el control unificado de todos los poderes del Estado por un solo partido ha hecho a la competencia electoral, al Estado de derecho, etc. El liberalismo de Trump infundido en todas las ramas del gobierno tendrá consecuencias de largo alcance para Estados Unidos. Sin duda nos convertiremos en un país más autoritario en los próximos cuatro años”, concluye el analista.
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