Durante su travesía por la selva del Darién, las personas cruzan varios ríos, entre ellos el Acandí.
Foto: Juan Carlos Tomasi
Ayub Ibrahim acababa de salir de la selva. Aún le dolían los pies. Un mes antes, había abandonado su hogar en Somalia, huyendo de una guerra civil, dijo, viajando primero a Turquía, luego a Brasil y finalmente cruzando a pie a través de una extensión selvática de 106 kilómetros conocida como el tapón del Darién.
Mientras descansaba en el sofocante campamento de migrantes San Vicente, en Panamá, con otros cientos de recién llegados, de repente se vio rodeado por media decena de estadounidenses con cámaras de video.