Lado a Lado

Los migrantes quieren ganarle el pulso a San Valentín

La protesta que se está organizando en Estados Unidos, con la idea de presionar al Congreso para llevar a cabo una reforma migratoria, es una excusa para hablar del rol que cumplen los migrantes en la economía de los países de acogida, como Colombia.

María José Noriega Ramírez
11 de febrero de 2022 - 11:00 a. m.
El 20,5 % de los migrantes en Estados Unidos trabajan en restaurantes y servicios de alimentación, una de las industrias que más dinero mueve durante San Valentín.
El 20,5 % de los migrantes en Estados Unidos trabajan en restaurantes y servicios de alimentación, una de las industrias que más dinero mueve durante San Valentín.
Foto: Getty Images
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El 14 de febrero de este año será especial en Estados Unidos: no solo se celebrará San Valentín, sino que, desde las redes sociales, se prepara una importante protesta para ese día. La campaña “Un día sin inmigrantes” busca llamar la atención del Congreso para emprender una reforma migratoria en el país. Carlos Eduardo Espina, a través de TikTok, se ha encargado de difundir la convocatoria para participar de esta manifestación. “Quiero que me ayuden etiquetando en los comentarios a sus creadores de contenido favoritos para que ellos sepan lo que está pasando y se unan a esta causa. Vamos, mi gente, que sí se puede”, dijo Espina a través de su perfil en la red social.

¿Por qué actuar en San Valentín?

Según datos de la Federación Nacional de Minoristas, en 2018, el gasto durante el Día de los Enamorados se calculó en US$19.600 millones, reconociendo que cerca de US$4.700 millones se destinarían a la compra de joyas, US$3.700 millones se gastarían en cenas y salidas nocturnas, US$2.000 millones en flores, US$1.900 millones en ropa, US$1.500 millones en tarjetas y certificados de regalo, y US$894 millones en tarjetas de felicitación. Esto teniendo en cuenta la importancia que tiene la población migrante en la economía nacional. La Encuesta sobre la Comunidad Estadounidense (ACS, por su sigla en inglés) de 2018 muestra que el 21,6 % de los migrantes trabajan en el sector de alimentos, el 27,6 % en agricultura, el 16,6 % en tiendas y supermercados, y el 20,5 % en restaurantes.

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Pero no solo se trata de la contribución de la población migrante a la economía actual. Según la Oficina de Presupuesto del Congreso de Estados Unidos, darles la ciudadanía a inmigrantes no autorizados y permitir la inmigración elevaría el crecimiento del producto interno bruto (PIB) en un 0,33 % en la próxima década. Así que en el centro de la iniciativa impulsada por Espina está el papel clave de la población migrante como fuerza laboral, así como su rol como consumidores. Y es que hay que reconocer que los migrantes también tienen un poder adquisitivo enorme en el país: solo en 2019, la cifra era de US$1,3 billones, de acuerdo con datos de la Encuesta sobre ACS.

“No vamos a trabajar, no vamos a ir a la escuela, no vamos a gastar. El 14 de febrero es uno de los días con mayor actividad económica en todo el año, así que les vamos a dar al gobierno y a las corporaciones en donde más les duele: en el bolsillo. Ya es hora de una reforma migratoria”, sentenció Espina.

Daniel Pérez Listón, profesor de finanzas en la Universidad de St. Thomas, le dijo a la NBC San Diego que “las contribuciones de los inmigrantes en este país se pueden ver en todas partes: desde los que cosechan frutas y verduras, pasando por los que construyen casas, hasta los que desarrollan productos tecnológicos innovadores, como los coches Tesla”. “Estamos cortos de empleados, por lo que podría tener un impacto mayor que en años anteriores”, agregó el académico, recordando que en 2017 se vivió una campaña parecida en contra de las políticas de migración impulsadas por la mano dura de Donald Trump, pero que estuvo permeada por el miedo de los migrantes a perder sus empleos.

En un contexto en el que cerca de 11 millones de personas están indocumentadas, y recordando que una de las promesas de Joe Biden fue modernizar el sistema de inmigración y proporcionar un camino para la obtención de la ciudadanía, “Un día sin inmigrantes” ha dado de qué hablar políticamente. Cuando un periodista de Latino Rebels le preguntó a Alexandria Ocasio-Cortez por la iniciativa, la representante neoyorquina afirmó: “Yo apoyo los paros laborales o lo que sea que se necesite para que la gente reconozca la importancia de los inmigrantes. Si vas a un lindo restaurante para una cita, ¿quién crees que está preparando la comida? ¿De quién crees que son las manos que nos dan de comer?”. Según lo publicó Espina en su perfil de Instagram, tanto Ocasio-Cortez como la también demócrata Ilhan Omar se pusieron en contacto con la campaña y dicen apoyarla.

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Llegar a Estados Unidos ha sido, por lo menos desde finales de siglo XX hasta hoy, una meta para aquellos que han dejado sus países de origen, buscando mejores condiciones de vida y tratando de dejar atrás un pasado marcado por la guerra y el hambre. Según datos de Naciones Unidas, para mediados de 2020, el país norteamericano era el principal Estado receptor de extranjeros, teniendo a cerca de 50 millones de ellos viviendo en su territorio. Dentro de esta cifra elevada se sabe que 3,8 millones de inmigrantes representan más de uno de cada cinco trabajadores en el sector alimentario del país.

Colombia, otro país que se puede beneficiar de los migrantes

El caso venezolano muestra que la población migrante también puede fortalecer la economía de un país. De acuerdo con la información de la Agencia de la ONU para Refugiados (Acnur), la crisis en Venezuela se ha convertido en una de las principales causas del desplazamiento en el mundo, teniendo a cerca de 6,4 millones de personas regadas a lo largo y ancho del planeta, con 4,9 millones de ellas viviendo en América Latina y el Caribe. Según Migración Colombia, por lo menos hasta agosto de 2021, 1′842.390 venezolanos llegaron al país, lo que equivale, de acuerdo con datos del DANE, al 4,7 % de la población nacional. Sin embargo, esta cifra no debe alarmar a los colombianos, pues puede ser una oportunidad.

Un informe del Banco de la República lo advirtió: solo para 2021, la migración venezolana podía generar un aumento de entre 0,18 y 0,33 puntos porcentuales en el PIB. Sin embargo, estos beneficios se encuentran con un problema. En palabras de Andrés Segura, consultor en asuntos públicos, Colombia sigue siendo hostil para los migrantes. “El país recibió, desde 2015, una ola que ha impulsado la entrada de casi dos millones de personas, que pueden reforzar el sistema pensional, aportar a impuestos y ayudar a incrementar el consumo”. Por ejemplo, el informe “Proyecto migrantes: los beneficios de la migración” indica que los emprendimientos de alimentos llaman la atención de esta población, pues son negocios que buscan satisfacer la demanda de comida típica de sus lugares de origen, diversificando así la oferta de comidas en el país. Ahí, según Segura, hay una oportunidad que debe ser aprovechada.

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La integración económica, la esperanza para todos

Virna Campanella es una empresaria barranquillera que lleva 20 años trabajando en el mundo corporativo. Hace cinco tomó la decisión de montar su propio proyecto: Contacta, con el que trabaja con población vulnerable, a través de un programa de responsabilidad social. Poco a poco la población migrante se fue acercando a su negocio.

En un principio, Campanella notó que los venezolanos se acercaban con temor a conseguir trabajo. Incluso, aprovechando que el acento barranquillero se podía camuflar de alguna manera con el venezolano, percibía que trataban de ocultar su forma de expresarse. El desarrollo de habilidades tecnológicas y de cobranza son el fuerte de ellos en la empresa.

Teniendo clientes en Latinoamérica, con alcance en México, Panamá, República Dominicana y Perú, Campanella se dio cuenta de que los migrantes venezolanos llegan con un bagaje cultural útil para su empresa, ofreciendo un valor agregado. Según comenta, al verse obligados a salir de su país y a recorrer distintas tierras, los migrantes entienden de empatía, permitiendo un mejor acercamiento con los clientes de afuera. “Es algo tan simple como el cambio de moneda. Por su experiencia, ellos hacen la conversión en su mente, casi que automáticamente”, afirma.

-”¿Contrataría de nuevo a migrantes?”, le pregunto.

“Creo que es un indicador el hecho de que en 2021 contratamos a 22 migrantes y de ellos han permanecido 11. No se trata únicamente de que entraron a cumplir un requerimiento en el marco del programa de responsabilidad social, sino de que hay quienes han logrado vincularse al negocio. En la empresa tienen constante formación, y eso les ha permitido a algunos, por ejemplo, ser líderes supervisores”, contesta.

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En medio de ello, el sector privado puede ser un aliado. El punto central, según Segura, es educar a los empresarios en migración, no desde la asistencia humanitaria, sino desde la integración. Algunos estudios demuestran que la articulación entre las empresas y los migrantes es posible.

Según datos del Barómetro de Confianza de Edelman, el 93 % de las personas esperan que los líderes empresariales se manifiesten sobre el fenómeno migratorio. Además, de acuerdo con los hallazgos del estudio “Entendiendo la mirada empresarial frente al fenómeno migratorio en Colombia”, llevado a cabo por la Fundación Ideas para la Paz (FIP) y la Konrad Adenauer Stiftung, aunque menos de un tercio de los empresarios a los que se les hizo el sondeo (1.200 representantes del sector empresarial en Bogotá, Cali, Medellín, Barranquilla, Cúcuta, Bucaramanga y Pereira) han contratado migrantes, la mayoría de quienes lo han hecho dicen querer volver a hacerlo.

La informalidad, como problema estructural en la economía colombiana, sumado a que la contratación se dificulta por el estatus migratorio de quienes buscan trabajo, sabiendo que solo 344.688 migrantes están regularizados, son algunos de los retos que enfrenta el país en la apuesta por la integración económica de los migrantes. Ahora bien, según lo advierte la FIP, el relacionamiento y las acciones encaminadas a fomentar la confianza también deben cumplir un rol central en esto.

Miguel Suárez, coordinador de proyectos del área de Construcción de Paz de la FIP, dice que Colombia tiene una crisis de confianza, y no precisamente por la llegada de los migrantes. A su parecer, esta dificultad de confiar en el otro impide que se trabaje alrededor de valores colectivos y, en un contexto de migración, esto está relacionado con la corresponsabilidad. Es decir, con la capacidad que pueden tener los diferentes sectores sociales para articularse, desde sus capacidades y contextos, alrededor de la integración de esta población.

San Valentín, como una celebración icónica en Estados Unidos, que además demuestra los niveles de consumo de dicho país, muestra cómo la migración es una ficha clave en el andamiaje de la economía nacional. Aunque Colombia no tiene la misma historia y experiencia del país norteamericano en materia de recepción de migrantes, su experiencia reciente da cuenta de que los venezolanos pueden ser aliados estratégicos en el fortalecimiento económico del país.

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