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El martes puede ser el peor día de los 580 que lleva Donald Trump en la Presidencia de Estados Unidos. En menos de una hora, Paul Manafort, su exjefe de campaña, era declarado culpable de ocho cargos de evasión fiscal, fraude bancario y omisión de declarar cuentas en el extranjero. También era acusado de sostener repetidos contactos con altos funcionarios de la inteligencia rusa durante 2016.
El segundo golpe fue aún más grave: Michael Cohen, su abogado personal (y dizque incondicional), se entregó a las autoridades y aceptó que en 2016 rompió la Ley Electoral para comprar el silencio de dos supuestas examantes de Trump.
Una victoria para el fiscal especial Robert Mueller, quien lleva 15 meses investigando la presunta injerencia rusa en la campaña electoral de 2016 y a quien Trump ha intentado callar de todas las formas. El martes, cuando el agua le llegaba al cuello, lo volvió a hacer: “Esto es una caza de brujas”. Sus seguidores le creen.
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El abogado de Cohen, Lanny Davies, sin embargo, lanzó una pregunta en su cuenta de Twitter, que hace pensar que ahora sí Trump podría terminar siendo llevado a juicio. “Si esos pagos eran un crimen para Michael Cohen, ¿entonces por qué no lo serían para Donald Trump?”.
La tormenta apenas comienza. Y el presidente, por primera vez, parece intuir lo que se avecina. Por eso decidió defenderse a su estilo: en una entrevista con Fox News (su cadena amiga y asesora), dijo que “el dinero para silenciar a dos mujeres por supuestas relaciones con él procedía de su fortuna y no de su campaña electoral”. Esos pagos, dicen expertos, podrían violar las leyes sobre financiación electoral, porque pueden considerarse un aporte ilegal a la campaña.
¿Trump terminará en los tribunales? De acuerdo con The Washington Post, el mandatario está blindado por la Constitución. El periódico revisó las interpretaciones legales del Departamento de Justicia en 1973 y 2000, y encontraron que, al menos sobre el papel, el presidente no puede ser acusado de un delito mientras esté en ejercicio. Es decir, que Muller, con dificultad, lo llevaría a los estrados, aunque estén en curso tres investigaciones en su contra. Todas gravísimas.
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Además, el expediente de Trump no hace más que crecer. Ayer el equipo legal de su exabogado, Cohen, afirmó que tienen “información valiosa” sobre la supuesta colusión entre la campaña Trump y el gobierno ruso, que terminó con la victoria del magnate en 2016.
“Lo más grave de esto es que el Departamento de Justicia le cree a Cohen y está dispuesto a proceder penalmente contra él. Eso es siniestro tanto para Trump como para su campaña, pues el caso está ya en la oficina del fiscal de Estados Unidos en el Distrito Sur de Nueva York. Esto no es, en otras palabras, un problema del que Trump puede salir disparado. Hay 17 fiscales investigando”, explicó Benjamin Wittes en la revista The Atlantic.
Esto significaría que, aunque en teoría Trump no pueda ser imputado, miembros de su círculo más cercano, como por ejemplo su hijo mayor Donald Trump Jr., podrían caer.
¿Destitución?
La principal amenaza para Trump estaría entonces en una eventual acusación por parte de la Cámara de Representantes, que podría impulsar un impeachment (juicio político) para sacarlo del poder. Sin embargo, hasta el momento los republicanos controlan ambas cámaras del Congreso, por lo que, por ahora, esta opción está descartada.
Con un adicional: con unas elecciones legislativas cruciales, que se realizarán en noviembre, Trump está desesperado por convencer a los votantes de que la investigación tiene prejuicios políticos. “Esto indica que las elecciones de noviembre serán un referéndum sobre el impeachment“, le dijo Steve Bannon, exestratega de Trump a Jennifer Jacobs de Bloomberg. “Todos los seguidores de Trump deben cumplir con el programa”.
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Mueller deberá presentar su informe el próximo mes. El fiscal, de 74 años y exdirector del FBI, ha sido hasta ahora eficiente: ha imputado a 33 individuos, 25 de ellos rusos, y a tres compañías. Cinco han negociado declaraciones de culpabilidad por cargos reducidos, incluido el exasesor de seguridad nacional de Trump Michael Flynn, el exvicejefe de campaña y ayudante de Manafort Richard Gates y el exasesor de política exterior George Papadopoulos. The New York Times recuerda que Keneth Star tardó cuatro años en presentar una acusación contra el presidente Bill Clinton en la década de 1990.
Pero hay quienes dicen que Trump podría encontrar una ventaja en un eventual juicio político. Portales estadounidenses como Politico o The Washington Post afirman que una victoria de los demócratas en la Cámara, seguida de la petición del impeachment a Trump serían contraproducentes para quienes la impulsen y terminarían, paradójicamente, catapultando la campaña del presidente a una victoria en 2020. “Si los demócratas se toman la Cámara, él (Trump) gana a lo grande”, le dijo al político Barry Bennett, exasesor principal de la campaña de Trump.
Los defensores de este escenario argumentan que Trump suele estar en su mejor momento cuando está contra la pared. “La sorpresa no es que Trump se rodeó de asesores que cometieron crímenes o que Trump alentó a sus asesores a burlar la ley. La sorpresa es la posibilidad de que alguno de ellos pague por ello”, dijo Adam Sewer, de The Atlantic.