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En 2013, una figura emergente en la política inglesa nos explicó a todos, de manera cruda y simple, cómo funcionaba su trabajo. Se trata de Boris Johnson, el actual primer ministro de Reino Unido, quien para entonces era alcalde de Londres. En una columna en The Telegraph, Johnson reveló el consejo que le dio el estratega político australiano Lynton Crosby, artífice de su campaña a la alcaldía de la capital inglesa, para ganar en las elecciones de 2008 y de 2012: había que tirar un gato muerto en la mesa.
“Supongamos que estás perdiendo una discusión. Los hechos están abrumadoramente en tu contra, y cuanta más gente se concentre en la realidad, peor será para usted y su caso. Su mejor apuesta en estas circunstancias es realizar una maniobra que un gran activista me describió como: ‘Arrojar un gato muerto sobre la mesa, amigo’”, escribió Johnson.
“Eso es porque hay una cosa que es absolutamente segura acerca de tirar un gato muerto en la mesa del comedor, y no quiero decir que la gente se sienta indignada, alameda o disgustada. Eso es cierto, pero irrelevante. El punto clave, dice mi amigo australiano, es que todos gritarán: ‘¡Dios, amigo, hay un gato muerto en la mesa! En otras palabras, estarán hablando del gato muerto, de lo que quieren que hablen y no del tema que te ha estado causando tanto dolor”, concluyó.
La “estrategia del gato muerto” ha sido ampliamente usada en la política. A Johnson debemos agradecerle el darnos un término popular para referirnos al momento en el que un funcionario o candidato estaba desviando la atención a otro tema para evitar su responsabilidad.
Y es que la política siempre ha sido eso: manipulación, más que otra cosa. Distracción y división. El “divide y reinarás” es una constante en la que se busca un chivo expiatorio para fraccionar a la población y emerger triunfante. Sorprende entonces que, a pesar de que los mismos políticos -como Johnson- nos han revelado sus trucos, continuamos cayendo en las mismas trampas de siempre. Ahora el chivo expiatorio es el migrante, el “gato muerto” sobre la mesa con el que nos cambian el debate de fondo.
¿Desempleo? Culpa del migrante. ¿Enfermedades? Las trajeron los migrantes. ¿Inseguridad? No habría si no tuviéramos migración. ¿Falta de vivienda y comida? Seguro habría más con menos migrantes. ¿Prostitución? Antes no había: fueron las migrantes.
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Todos los comentarios xenófobos carecen de veracidad y realismo. El sesgo con el que algunos políticos manejan sus discursos es abrumador. En Inglaterra, de hecho, se pegaron de esta estrategia de nuevo para promover el Brexit, que fue impulsado por la xenofobia irracional, más que por los agravios económicos que traía la migración de otros países. En realidad, los datos señalaban que Reino Unido no estaba sufriendo daños económicos por la llegada de migrantes, como decían quienes aplaudían el Brexit. Por el contrario, el odio a los migrantes sí tenía un efecto negativo.
Desde Lima hasta Johannesburgo la xenofobia se ha convertido en una de las armas preferidas de los políticos para el control de las masas durante las campañas electorales. Atemorizar a la población con la llegada de extranjeros, un fenómeno tan antiguo como la humanidad, y señalar a estos últimos como los causantes de los problemas locales, a veces para tapar la incompetencia de los mismos funcionarios del gobierno y la clase política, ha sido una rutina en las campañas de Estados Unidos, Reino Unido, Italia, Sudáfrica y más recientemente Colombia, Ecuador y Perú, solo por nombrar algunos casos.
Para políticos como el expresidente estadounidense Donald Trump, hacer campaña con el odio y la discriminación puede ser una manera efectiva de conseguir respaldo en las urnas, pues los votantes no suelen estar informados sobre el impacto real de su discurso y sus consecuencias, y menos sobre su veracidad.
Personajes como Trump juegan con la frustración personal de los ciudadanos locales y con sus sentimientos. El republicano ataca vacíos sobre quienes no han conseguido trabajo, por ejemplo, y los manipula con ideas como que los migrantes están quitándoles sus trabajos. Sin embargo, estas ideas son mentirosas: el desempleo no es culpa de los extranjeros, sino de una mala administración local.
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“Getting the job done”
De hecho, las personas migrantes contribuyen al crecimiento inclusivo y sostenible de una nación. El 44 % de las empresas del listado de la revista Fortune 500 en 2018 eran fundadas o dirigidas por migrantes, un dato muy importante. Pero aún más importante es el panorama de las pequeñas empresas, que constituyen el 70 % de todas las del país. Una de cada cinco son propiedad de migrantes y estas ayudan a crear puestos de trabajo y potenciar las economías locales. Son datos que se le olvidaron a Trump en sus discursos. ¿Ignorancia o una descarada manipulación? Es difícil establecer con qué intenciones construye un relato tan sesgado. Incluso pueden ser las dos. Pero la imagen real es que la migración contribuye en gran medida a una gran economía. “Inmigrantes, hacemos el trabajo”, como dice el compositor Lin Manuel Miranda.
La migración mueve la economía, pero la discriminación la frena. Solo por agregar, las prácticas discriminatorias le costaron a Estados Unidos cerca de 16 billones de dólares en los últimos 20 años, según un estudio de Citigroup. En cambio, se estima que, si el país aborda las áreas de discriminación, la economía tendría un impulso de 5 billones en los próximos cinco años.
Como explica Eduardo Gamarra, profesor de política y relaciones internacionales en la Universidad Internacional de Florida, hay que destacar que las declaraciones xenófobas no solo son de derechas.
“Me sorprende una persona como la alcaldesa Claudia López, una persona con un alto grado de educación que está sacando un doctorado en una universidad norteamericana, salga con comentarios de tinte xenófobo”, dice el profesor Gamarra.
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¿Qué más nos cuesta este tipo de campañas?
Para la nación como tal, promover la xenofobia es una pésima idea: además del daño económico, hay un daño social al generar un clima de odio e intolerancia que puede terminar en violencia, como se registró en el aumento de tiroteos masivos contra latinos y asiáticos durante la administración Trump. Pero Estados Unidos no es el único ejemplo de cómo la retórica xenófoba en campaña puede explotar en una oleada de violencia.
Los ataques contra migrantes en Sudáfrica se multiplicaron tras la campaña electoral en 2019. ¿Por qué? Partidos como Alianza Democrática y el Congreso Nacional Africano alimentaron la intolerancia al culpar a los migrantes de la inseguridad, la pobreza y la falta de empleo en la nación. Sin embargo, el problema de fondo no es la migración, sino la corrupción. Esta última, para la periodista Sheila Pires, productora de Radio Veritas en Johannesburgo, es la que envenena las relaciones e impide la convivencia pacífica.
“Hay funcionarios corruptos”, le dijo Pires a Vatican News, que en lugar de adjudicar las viviendas del Programa de Reconstrucción y Desarrollo (RDP), se las venden a quienes pueden permitírselo: extranjeros recién llegados que han establecido negocios y encontrado empleo. Eso crea un gran malestar porque aumenta la ira de los locales, pero es culpa de la administración, no del migrante.
Los políticos hicieron campaña apuntando a que los migrantes se aprovechaban de los servicios de salud, vivienda y trabajo, en un contexto de desempleo crónico, pero la realidad es que, como explica Loren Landau, director del Centro Africano para la Migración y la Sociedad, “incluso si no hubiera migrantes, no verías muchos más trabajos en Sudáfrica. El problema es del Gobierno. Los partidos buscaron chivos expiatorios y excusas para no hacer su trabajo y abordar los problemas que hay, y los migrantes son una excusa conveniente”, le dijo a la Duetsche Welle.
Después de las elecciones, Human Rights Watch documentó un aumento de ataques, asesinatos, lesiones y violaciones contra migrantes. Grupos de sudafricanos se organizaron para asaltar negocios de congoleños, somalíes y nigerianos. En respuesta, manifestantes nigerianos destruyeron negocios sudafricanos en Nigeria. La xenofobia desencadenó un ciclo de violencia y se encargó de destruir el progreso.
“Con cada linchamiento, con cada comercio saqueado, con cada vivienda quemada, muere un poco de esperanza, muere un poco del sueño panafricano, el sueño de un África pujante, sin fronteras, sin aduanas y sin guerras”, señaló Claus Stäcker, redactor en jefe del Programa para África de la DW. No solo el país, sino que toda una región se puede ver afectada por culpa de un grupo de políticos con mensajes xenófobos.
¿Cómo responder?
Esta pregunta genera un gran dilema, en especial para los medios de comunicación: pasar por alto los comentarios xenófobos de los políticos para evitar darles una pantalla mayor o combatirlos con datos precisos que ayuden a desenmascarar las mentiras que contienen estos discursos. Pero quizá no hay que darle tantas vueltas a este asunto. Si las farsas y manipulaciones de los políticos no se desmienten de manera oportuna y con precisión, estas de todas maneras pueden calar en espacios de debate público como las redes sociales.
“Una obligación de los medios es reportar la verdad y no exagerar los datos. Por ejemplo, tenemos un caso en donde un migrante comete un atroz crimen y lo que hacen los medios es exacerbar el impacto de esto y apuntar a que todos los migrantes son criminales. Eso conduce a que se adopten prejuicios como que todos los colombianos son narcotraficantes. Esas son falacias ecológicas.
Estadísticamente no va a suceder. La vasta mayoría de migrantes no cometen crímenes, más bien, sufren de crímenes. En una investigación encontramos que la menor parte de la criminalidad involucra a extranjeros. Son nacionales atacando a otros nacionales, y esto aplica en cualquier lugar”, dice el profesor Gamarra.
La labor de los medios en los ciclos electorales se hace más difícil porque la cantidad de trabajo se multiplica, pero no hay que trazar objetivos claros como desmentir estas imprecisiones y manipulaciones a través de periodismo riguroso y pedagogía, como hacen los medios de fact check. Una recomendación es no poner la figura del político en el centro de la nota, ni su mentira, sino los datos que la contrastan. Al mismo tiempo trabajar en temas fríos de pedagogía para promover la conciencia sobre los beneficios de la migración. Por otro lado, hay que dejar de ver el rating como objetivo. En muchas ocasiones, los medios redactan el titular más amarillista para tener más clics, y ese por lo general viene acompañado de mensajes xenófobos. Todo esto contribuye a crear un clima de odio.
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“También la idea es activar a la ciudadanía para que reporten estos casos de xenofobia a la Procuraduría y a la Personería en las regiones. Además, es importante estar atentos a no caer en cadenas de desinformación en temas como la pandemia, la implementación del Estatuto Temporal de Protección para los Migrantes Venezolanos (ETPMV), la inseguridad o el desempleo. Es fundamental consultar fuentes sólidas y ayudar a romper estos estigmas”, señaló Carolina Rodríguez, gerente de Programa en Mercy Corps Colombia.
Una audiencia informada es la mejor manera de contrarrestar a los políticos manipuladores. Pero ojo, que esta es una trampa en la que se puede caer. A veces algunos candidatos, como Trump, hacen estas declaraciones descabelladas para precisamente posicionarse en los medios, para lanzar un “gato muerto”. La clave está en no dejar que su figura o su mentira sea el centro de la noticia, sino la verdad y los datos.
“Hay que hacer un esfuerzo generalizado para que la ultraderecha no marque los temas del debate político”, le decía Alejandro Quiroga, profesor de historia de la Universidad Complutense de Madrid, al periódico digital Público. “Es muy importante que sus falsedades (las de los políticos) se respondan de forma rápida. Pero tampoco se puede reducir la agenda política a su contestación. No hay una receta universal para combatir a la extrema derecha. Se trata de analizar básicamente campaña por campaña qué le interesa a la ultraderecha, e intentar hacer lo contrario”, agregó el politólogo David Lerín.
Pero antes de fijarnos en los medios, hay que trabajar en la voluntad de los partidos políticos, candidatos y el gobierno de turno para comprometerse a no promover discursos de odio como el rechazo a los migrantes. Es importante que en las campañas rechacen la xenofobia, como ocurrió en Perú con la candidata Verónika Mendoza, quien condenó el uso de la situación de los migrantes venezolanos para polarizar al país y extraer votos a través de propuestas populistas, como la que hizo el derechista Rafael López Aliaga, quien dijo que “expulsaría a todos los venezolanos”.
Hay otros que han sido ocurrentes en sus críticas. El Partido Laborista en Inglaterra sacó en 2019 un anuncio en el que se burla de la estrategia de los políticos que culpan a los migrantes de los problemas del país haciendo una parodia de una de sus reuniones con votantes. “Mi madre necesita una operación y lleva seis meses en lista de espera”, dice un ciudadano. “Todo es culpa de Ali (un migrante que se encuentra en la sala). Sin él, los tiempos de espera serían más cortos”, contesta un político. Ali, el migrante, responde: “En realidad, soy doctor”.
When politicians resort to blaming immigrants, you know they've run out of ideas. pic.twitter.com/Fc2hVYU7uN
— The Labour Party (@UKLabour) November 14, 2019
Toda esta escena, compuesta por un humor muy inglés, responde al desconocimiento de todos los políticos que usan la xenofobia como estrategia. Pocos saben cómo usar la migración a favor de la población local, y solo adoptan mensajes de odio para tapar su ignorancia.
“Se necesita un tomador de decisiones”: Néstor Orduz
“Algunas campañas se han concentrado en mostrar primero al migrante como una amenaza para luego presentar al candidato que puede solucionar y responder a esa amenaza. Los candidatos empiezan a ver la potencialidad del tema de la migración. Pero también hay quienes pueden aprovechar la migración de una manera positiva viendo los aportes que dan los migrantes a seguridad social, al régimen pensional, al sistema de salud, a la economía y a los nuevos negocios, y organizar la migración, que es lo que necesitamos. Así como lo hizo Canadá con el sistema de selección por puntos. Ellos incentivan la migración porque la tienen regularizada y buscan que esta responda a las necesidades que hay en el país. Entonces, el sector de las carnes convoca a gente que sepa cortar carne y luego el sector de los frigoríficos busca gente que sepa del tema. Se necesita un tomador de decisiones, para acomodar a las nuevas personas que viven aquí para que aporten, porque la migración puede traer cosas muy positivas”, señaló Néstor Orduz, exsubdirector de Migración Colombia y experto en temas migratorios. “El objetivo es catapultar la migración”, dice Orduz. Se necesita un candidato que lo interprete de la misma manera.
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