Venezuela: “En las negociaciones no está la cabeza de Maduro”
Luis Vicente León, presidente de Datanálisis, analista y columnista venezolano explica qué puede pasar en los actuales diálogos en México entre gobierno y oposición. Este lunes termina la fase que comenzó el viernes pasado, en medio de advertencias del gobierno de Nicolás Maduro.
Luis Vicente León, economista, profesor, analista y columnista, habla de Venezuela con la certeza que dan los números. Basado en estudios y estadísticas que ha hecho desde hace más de veinte años, analiza los complejos escenarios sociales, económicos y políticos del país. En charla con El Espectador, comenta sobre los actuales diálogos entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición, de las falsas expectativas que se vendieron durante los últimos años respecto al cambio democrático, las elecciones regionales que se avecinan y una crisis social que sigue creciendo y que, por el estancamiento político, pierde posibilidades de solución.
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Luis Vicente León, economista, profesor, analista y columnista, habla de Venezuela con la certeza que dan los números. Basado en estudios y estadísticas que ha hecho desde hace más de veinte años, analiza los complejos escenarios sociales, económicos y políticos del país. En charla con El Espectador, comenta sobre los actuales diálogos entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición, de las falsas expectativas que se vendieron durante los últimos años respecto al cambio democrático, las elecciones regionales que se avecinan y una crisis social que sigue creciendo y que, por el estancamiento político, pierde posibilidades de solución.
Esta semana la oposición anunció que, luego de un boicot de tres años, sí va a participar en las elecciones regionales de 2021. ¿Por qué acceder a esto?
No hay ninguna sorpresa sobre ese anuncio de la oposición, era algo inevitable. Primero, porque hay un liderazgo regional al que no le pueden volver a decir: “Mira, la estrategia esta vez será la misma, no participar, abandonar todos los espacios de alcaldías y gobernaciones”; no lo iban a aceptar, la oposición estaba presa de sus propios liderazgos regionales. Y segundo porque hay actores nacionales que sienten que la oposición tiene que moverse hacia una estrategia diferente a lo que ha hecho hasta ahora, porque eso no ha sido exitoso; al hacerlo buscan tratar de meterse en una negociación política que consiga unas condiciones electorales mejores, aunque no ideales, pero que les den a algunos líderes locales la posibilidad de éxito electoral, que surjan como la oxigenación del liderazgo opositor. El reto de los actuales dirigentes opositores es encontrar nuevas caras para articular una transformación.
¿Qué dejó el boicot electoral opositor? ¿Fue un fracaso?
Entiendo que no puedes salir ahora a reconocer a Maduro, tenemos claro que este gobierno no tiene legitimidad y que su comportamiento democrático es impresentable. Lo que se cuestiona es cuál es la estrategia correcta para enfrentarlo. Es que luego de tantos experimentos sobre la no participación electoral por las deficiencias evidentes del sistema en el país, la estrategia de abstención ética ha sido un fracaso operativo, porque si no participas en las elecciones dejas que Maduro controle todos los espacios. Eso hace que los liderazgos opositores se debiliten, se desconecten de las masas, el lazo con la gente se pulveriza. Hoy solo el 25 % de los venezolanos cree que se puede producir un cambio en los próximos meses en Venezuela.
Con ese panorama, ¿cuál será el escenario más posible en esas elecciones que vienen?
Esta es la experiencia más favorable para eso. Los líderes de las elecciones regionales no son los líderes visibles de la oposición ni de los partidos, son los motores que mueven las cosas en las regiones. Habrá más de 350 elecciones individuales y en estas vas a tener un montón de líderes en sus comunidades, personas que la gente conoce y que pueden mover y rearticular la lucha opositora. Hay que ser claro en una cosa: el éxito y el fracaso de una elección como esta no se mide de forma tradicional. No se gana en términos de mayoría de gobernaciones y alcaldías, porque la oposición no puede obtener una mayoría de alcaldes y gobernadores, no porque no sea mayoría, que lo es, sino porque la participación se da sin condiciones transparentes ni competitivas: hay mejorías sí, pero esta no es una elección en igualdad de condiciones. El gobierno controla todo: movilización, plata, autoridad electoral... No estás en un fair play.
Entonces, ¿por qué participar con condiciones tan desiguales?
Porque la oposición tiene varios espacios en donde, haga lo que haga el gobierno, ellos pueden ganar y esos lugares son de surgimiento de líderes potenciales que pueden renovar a la oposición; esa es la ventaja de esa elección. Aquí no se trata de ganar las mayorías; el mejor escenario es repetir lo que pasó en 2008: ganar entre cinco y ocho gobernaciones.
¿Esto es resultado de las actuales negociaciones en México?
No, claro que no. Esto es resultado de unos diálogos previos, que se venían dando entre otro sector opositor y el gobierno de Maduro, que da como fruto la participación opositora en las regionales. En las negociaciones de México, Juan Guaidó y Leopoldo López entran, después de que Henrique Capriles y Stalin González habían negociado con el gobierno; este sector opositor entra a eso por la presión de la comunidad internacional, que termina dándose cuenta de que con la estrategia que se venía aplicando no se ha logrado nada. Y no se va a conseguir absolutamente nada. ¿Qué logró ese diálogo previo? La liberación de algunos presos políticos y el cambio de representantes del Consejo Nacional Electoral, entre otras cosas.
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¿La comunidad internacional se cansó de la estrategia del gobierno alterno en Venezuela?
Es que ese cuento de que no se puede negociar con Maduro porque es un usurpador está muy bien y es válido, pero el resultado de no hacer nada es no haber conseguido nada. Maduro no está en amenaza de salir del poder, nunca lo estuvo. La oposición estaba en un círculo perverso: no puede poner a Maduro en aprietos porque no tiene la fuerza ni la articulación, pero tampoco participa ni negocia.
¿En las negociaciones en México está planteada la salida de Nicolás Maduro del poder?
No, si alguien dice eso está mintiendo o usando esa opción políticamente. En esas negociaciones no está sobre la mesa la cabeza de Maduro. ¿Por qué? Porque si tú tuvieras la fuerza para sacarlo del poder no estarías negociando, lo sacarías y negocias cuando él esté contra las cuerdas. Pero negocias porque no tienes la fuerza.
Y si Maduro no está en riesgo, su gobierno terminó adaptándose a las sanciones, al cerco diplomático y al gobierno de Guaidó, ¿por qué acepta negociar?
Porque a él también le sirve, es que todos tienen intereses. Él lo primero que busca es un reconocimiento. El tema del gobierno interino es un concepto abstracto que, en mi opinión, fue un error de cálculo. Cuando se declara que el gobierno de Maduro no existe y se reconoce a otro, la estrategia debía cambiar pronto, pero se prolongó en el tiempo y eso se hizo insostenible, no funcionó.
Cuando sucedieron esos hechos, en 2019, muchos países reconocieron a Guaidó porque todo indicaba que con ese apoyo internacional Maduro pendía de un hilo. ¿No fue así?
Se vendió aquello de que Maduro estaba a punto de salir. Cuando se planteó el concierto en Cúcuta, varios presidentes fueron hasta allá casi presumiendo que Maduro no aguantaba tres días, que pasaban unos camiones y se caía y que el sector militar estaba en su contra. Todo mentira. Eso nunca ocurrió, fue un error de cálculo, te dieron la información que no era. Maduro no estaba en aprietos, estabas interpretando su debilidad en términos de popularidad, que estaba por los suelos. La oposición no tenía la fuerza para retar a Maduro, todo eso fue un error estratégico.
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Un error que Colombia compró...
Porque tenía, al igual que Brasil, Estados Unidos y otros países, la información incorrecta, los datos que se basaron en un mal cálculo. Cuántos kilómetros de frontera, cuántos colombianos en Venezuela y venezolanos en Colombia sin consulados para resolver un problema real; el gobierno interino no era válido porque no resolvía esos asuntos ni ningún otro problema. No es que no fuera un actor fundamental válido y que lo ayudaras para provocar un cambio, pero él nunca ha sido un presidente porque no controlaba nada, no tenía poder... Eso se sostiene unos meses, ¿pero tres años?
¿Cómo está hoy Juan Guaidó?
Después de dos años y medio, Guaidó, que era la esperanza de cambio, pasó de tener 63 % de apoyo a 30 %. Y hace un mes tenía apenas el 20 % de respaldo. ¿Qué pasó? Que se agotaron todos: la gente, la comunidad internacional; una parte de esos países que lo reconocieron hoy presionan porque necesitan que algo pase porque, entre otras cosas, la tragedia humanitaria, que es real y grave, perdió visibilidad y posibilidad de solución si no se hace algo.
¿Y ese algo puede ocurrir en las actuales negociaciones en México?
Maduro comienza a buscar legitimación, que no consigue de origen, pero queda claro que él es la contraparte; cuando te sientas en México y firmas un documento de principios lo haces entre el gobierno de Venezuela y la oposición, los partidos. ¿En dónde está el gobierno interino? No existe.
¿Cómo queda Colombia en esas negociaciones en México?
Maduro está buscando la flexibilización de sanciones, mecanismos que restablezcan nexos con la comunidad internacional y si bien en esta primera parte le interesan Estados Unidos y la Unión Europea, después tiene que abrir la puerta con Colombia. Quizás ahora no sea urgente, porque el mapa político regional cambió, solo quedan Colombia y Brasil, el resto ha planteado un cambio frente a Venezuela.
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¿Qué esperar de México?
Creo que lo que vamos a tener es la oportunidad de replantear las luchas opositoras, establecer la posibilidad de que surjan nuevas propuestas que abran la negociación y aumenten su capacidad de diálogo en el futuro. Y depende de lo que se negocie, se podrían conseguir mejoras en términos humanitarios. ¿Qué culpa tiene el venezolano de que no hayamos sido capaces de sacar a Maduro del poder y hoy no esté vacunado, la crisis siga creciendo y la gente siga migrando?