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El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, de 79 años, superó “con éxito” este jueves una nueva intervención médica, luego de haber sido operado de urgencia el martes por una hemorragia intracraneal. “La intervención fue un éxito” y “el presidente está despierto y conversando”, dijo ante los periodistas uno de los médicos del mandatario, Roberto Kalil, quien anteriormente explicó que el nuevo procedimiento consistía en un cateterismo de “bajo riesgo”, con el cual se buscaba “minimizar el riesgo de futuros sangrados”.
La operación de este jueves logró su objetivo de “embolizar la arteria” meníngea, según explicó Kalil en la puerta del Hospital Sirio-Libanés de São Paulo, y duró menos de una hora. Lula fue trasladado la noche del lunes desde Brasilia al hospital paulista tras sentir dolores de cabeza. Los doctores constataron que tenía una “hemorragia intracraneal”, producto de una caída doméstica que sufrió hace casi dos meses, y decidieron realizarle una cirugía de urgencia en la madrugada del martes.
“Como parte del programa terapéutico, (Lula) hará un complemento de cirugía con procedimiento endovascular (embolización de arteria meníngea media)”, indicaron los médicos en un comunicado del miércoles. Kalil señaló entonces que se trataría de una intervención “relativamente simple” y de “bajo riesgo”, consistente en un cateterismo por vía femoral. El doctor afirmó que el procedimiento estaba dentro del “protocolo” médico. Se estima que el presidente permanecerá hospitalizado hasta la próxima semana.
Lula no necesitaría de una licencia en su trabajo
El 19 de octubre, el líder de los trabajadores se cayó en el baño de la residencia oficial y se golpeó la parte trasera de la cabeza contra el suelo. Recibió puntos de sutura y evaluaciones periódicas durante varias semanas. A raíz del accidente doméstico debió cancelar varios viajes al exterior, entre ellos a Rusia, donde participaría en la cumbre de los Brics. Sin embargo, mantuvo sus compromisos en el país, y entre el 18 y 19 de noviembre fue anfitrión de la cumbre del G20 en Río de Janeiro.
Tras esta nueva intervención, el Gobierno brasileño maneja por ahora la hipótesis de que el mandatario izquierdista no necesitará pedir licencia formal, pese a que permanece hospitalizado. Ahora bien, el problema médico de Lula puso sobre el tapete la cuestión del relevo en la izquierda, sin claras figuras para sucederlo eventualmente en las elecciones presidenciales de 2026. El presidente dijo en noviembre que, si “no hay otro candidato”, estará “listo” para concurrir, aunque espera que “no sea necesario” y haya una “gran renovación política”.
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