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Desde que Hugo Chávez llegó al poder en Venezuela, Rusia se convirtió en su principal aliado. Firmaron contratos millonarios para la producción conjunta de petróleo en la Faja del Orinoco, donde Rusia y Venezuela mantienen la empresa de capitales mixtos Petromiranda, y acordaron que la empresa rusa Gazprom participara en la exploración de gas en las costas de Venezuela.
No sólo eso. Rusia le otorgó millonarios créditos al gobierno bolivariano para “sustentar” la cooperación técnico-militar. Un informe de Chatham House, un centro británico de temas internacionales, señalaba hace un par de meses que más del 80 % de los envíos de material bélico de Moscú a América Latina realizados entre el año 2000 y 2016, tuvieron como destino el país gobernado hoy por Nicolás Maduro.
Y hay más dinero ruso invertido en la construcción de vivienda social y en el banco binacional de desarrollo, así como empresas exportadoras.
Sin embargo, desde que los precios del crudo cayeron, la relación se amplió. Maduro no encontró países que le financiaran su deuda (sólo China, con quien también está empeñado) y por eso recurrió a su gran aliado: Vladimir Putin.
Maduro necesita efectivo para cubrir la compra de alimentos y medicamentos, así como para cubrir sus compromisos internacionales (con los que está al día). Ese dinero sólo se lo conceden los rusos. De acuerdo con un informe de la agencia Reuters, “Moscú está utilizando su posición como prestamista de último recurso para ganar más control sobre las reservas de crudo de Venezuela, las más grandes del planeta”.
Una alerta dada en abril por congresistas estadounidenses. Entonces, Venezuela firmó un millonario crédito con el Kremlin y puso como garantía a Citgo, una compañía de energía estadounidense, subsidiaria de la estatal de petróleo venezolana (PDVSA), con sede en Houston.
Los legisladores enviaron una dura carta a Donald Trump advirtiéndole de lo que esto podía significar: si Venezuela incumple con los pagos, Citgo pasaría a manos rusas. “Una grave amenaza para la seguridad energética y que podría afectar el flujo y el precio de la gasolina para los consumidores estadounidenses y exponer infraestructura crítica de Estados Unidos a amenazas de seguridad nacional”, dijeron los legisladores.
Eso sin contar que ese es el tema que ha atado de manos a Washington a la hora de imponer sanciones económicas al régimen de Maduro. Si no paga, pone en riesgo a EE. UU.
Los negocios entre Moscú y Caracas se han hecho a través de la estatal petrolera rusa Rosneft, actualmente en la lista estadounidense de sancionados, por “violar el derecho internacional y alimentar el conflicto en Ucrania”.
Según Reuters, PDVSA “ha estado negociando en secreto, al menos desde principios de este año, con Rosneft y le ha ofrecido participaciones en hasta nueve prolíficos proyectos petroleros”. También se ha convertido en un intermediario en ventas de petróleo venezolano a clientes en todo el mundo. “Rosneft ahora revende cerca de 225.000 barriles por día (bpd) de crudo venezolano —equivalentes al 13 % de las exportaciones totales del país suramericano—, lo suficiente para satisfacer la demanda diaria de un país como Perú”, dice Reuters.
PDVSA produce 1,9 millones de barriles al día. El 90 % de su economía depende del crudo. Un 40 % de eso, cerca de 760.000 bpd, son exportados a Estados Unidos, su principal cliente. Otro 40 % de las exportaciones petroleras son para pagar préstamos de China y... ¡Rusia!
Por eso Putin alza la voz cuando Washington le impone sanciones a Caracas. Sus negocios están en riesgo. “Algunas fuerzas políticas internas y externas siguen promoviendo una línea destructiva para desmantelar los instrumentos de diálogo y, de hecho, para devolver la situación al callejón de salida inicial”, aseguró el Ministerio de Relaciones Exteriores ruso.
Rusia ha acusado a Estados Unidos de ejercer presiones políticas sobre Venezuela y advertido de que la desestabilización de ese país sería una amenaza tanto para la democracia venezolana como para toda la región.
Rosneft informó a comienzos de agosto que le ha prestado un total de US$6.000 millones a PDVSA. Rusia y Rosneft han entregado a Venezuela por lo menos US$17.000 millones en préstamos y líneas de crédito desde 2006, según cálculos de Reuters basados en préstamos y líneas de crédito anunciados por el gobierno.
Rusia les suele prestar dinero a países en problemas: Corea del Norte, Cuba, Afganistán e Irán, entre otros. A Etiopía, Argelia, Libia, Nicaragua y Angola les ha perdonado deudas que van desde los US$3.500 millones hasta los US$4.800 millones. Pero no a cambio de nada. A Libia, en su momento, le fue perdonada su deuda a cambio de contratos de construcción de carreteras, extracción de petróleo y suministro de armamento.
Entre los principales deudores de Rusia se encuentran Ucrania, Bielorrusia, Chipre, Vietnam y Venezuela.
Según explica el analista Ronal Rodríguez, “saber la dimensión de la deuda es difícil, por el secreto de Estado que rodea las finanzas de Maduro. Los números de PDVSA son inciertos”.