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“Ni se negocia la revolución, ni se negocia el socialismo, para nada, porque cada día estoy más convencido de que el socialismo es el reino de Dios aquí en la tierra”. Esta premisa, lanzada por el presidente Hugo Chávez el 21 de noviembre de 2009, parece, a un año de su muerte, estar en riesgo en manos de su heredero político. Hoy, el presidente Nicolás Maduro enfrenta altas cifras de homicidio, una inflación de 56% anualizada, una galopante escasez de productos básicos y protestas en contra de su gobierno.
“Lo ha deteriorado”, responde el politólogo John Magdaleno cuando se le consulta si el jefe de Estado ha despilfarrado el capital y el legado del fallecido mandatario. “Ha deteriorado las bases de apoyo del chavismo y amenaza con su actuación el sostenimiento de las bases sociales y políticas del chavismo tal como las conocimos con Chávez. Me refiero a esa mayoría política y electoral que se expresó de muchas maneras durante varios años. Me parece que lo ha deteriorado y que las decisiones u omisiones amenazan con socavarlo aún más”, explica el profesor universitario, quien basa su conclusión en dos puntos de vista: el electoral y el económico.
Sin embargo, el analista político Nicmer Evans prefiere no referirse a capital político, porque a su juicio no se hereda. “El legado del presidente Chávez se puede dividir en dos: el poder, en lo que es el acceso y el mantenimiento del poder, y, en otro plano, el desarrollo del proyecto político de construcción del socialismo”, alega el politólogo.
A su juicio, Maduro “hasta ahora ha podido sortear el desarrollo de la preservación del poder y está por verse la posibilidad de que pueda seguir desarrollando el proyecto político enmarcado en el socialismo bolivariano y ahora chavista que se genera como legado de Chávez”. Considera que el mandatario “apenas empieza a sortear los dilemas para la preservación del poder ante la resistencia de quienes piensan que no debería estar en el poder, por lo que representa y por lo que hereda como legado”.
“Si se supera esa fase podríamos estar pensando en la posibilidad de asumir el desarrollo de ese legado ideológico para ese proyecto político dejado por Chávez, pero hasta ahora ha presentado profundas dificultades la posibilidad del desarrollo del proyecto político como consecuencia de los riesgos en el plano de la preservación del poder”, sentencia.
Para Magdaleno, el deterioro del capital heredado por Maduro comienza con los resultados electorales. Recuerda que Chávez le ganó a Henrique Capriles con 10,76 puntos porcentuales “y en seis meses la diferencia entre Capriles y Maduro es de 1,4 puntos porcentuales”. En este sentido, el profesor universitario también señala los resultados de las elecciones locales del pasado 8 de diciembre. “Eso da una indicación de que el proyecto político estuvo en riesgo. La oposición tuvo un avance en la elección del 8 de diciembre por lo menos en el número de alcaldías. El chavismo tenía el 84% de las alcaldías (2008) y ahora tiene el 72%; la oposición tenía 56% y ahora tiene 76%, sin sumar las tres de opositores disidentes. Eso da una primera idea”, razona Magdaleno.
Pero, para Evans, “la oposición cometió el peor de los terribles errores que ha podido cometer al tratar de plantear que el 8 de diciembre se jugaba la salida de Maduro y se colocó en un plano plebiscitario (lo cual) la homologó a un plano parecido al de 14 de abril y el margen fue 11 puntos porcentuales”.
“Yo creo que, a los afectos electorales, Maduro ha sabido sortear la capacidad de la preservación del poder y es allí donde está la virtud que heredó del presidente Chávez”, indica.
“El tema económico es fundamental porque amenaza con reducir los apoyos políticos y sociales del gobierno”, señala John Magdaleno, para quien “Maduro está enfrentando unas muy serias contradicciones internas cuya no resolución está agravando la crisis económica”.
“En efecto, el gobierno de Chávez le deja un problema económico de envergadura, producto del impacto de gastos públicos que hubo en 2011-2012 y los desajustes que ocurrieron con motivo, precisamente, de decisiones políticas de cara a las elecciones, pero éste (Maduro), postergando decisiones inevitables, ha agravado la profundidad de la crisis, ha agravado la naturaleza de los indicadores económicos que señalan un deterioro, y allí están las evidencias: una inflación del 56% que nunca se tuvo en tiempos de Chávez, y un nivel de desabastecimiento del 28%, equivalente al que hubo durante el paro”.
Evans insiste en que, a un año de la muerte de Chávez, Maduro “ha dado, con algunas dificultades, con la fórmula del mantenimiento de la preservación del poder por la vía electoral”. Y añade que aún “está por verse la posibilidad, a nivel del capital ideológico”, de que el desarrollo del proyecto no se vea afectado.
Advierte que es muy difícil medir este aspecto de manera inmediata al “observar las estrategias de diálogo que está planteando el presidente Maduro con sectores con los cuales Chávez nunca planteó establecer diálogo, ya que concebía que el diálogo era con el pueblo, no con determinados actores, que incluso conspiraron en su contra, pues adelanta un poco el hecho de que se ha tenido que flexibilizar el modelo para poder generar la preservación del poder, y eso implica algún nivel de sacrificio del proyecto originario”.
El analista alerta que en la Conferencia Nacional de la Paz “por parte de la oposición se tiene un objetivo estrictamente económico, de cambio de modelo económico, y creo que ese no es el objetivo de la paz, como se lo ha planteado el gobierno”.
“Hay objetivos disímiles y el diálogo consistirá en concretar un objetivo común, y si el diálogo se transforma en negociación, tendrá que cederse, y si tienen que ceder una parte y la otra, por supuesto que eso implica una flexibilización del proyecto y del modelo legado por el presidente Chávez”, concluye Nicmer Evans.