Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Cada desastre en Haití se convierte en un circo que sube los ratings de los noticieros y desata un caudal de millonarias promesas de ayuda. El terremoto de enero de 2010 se convirtió en la tragedia natural más televisada de la historia: luego de que la tierra se estremeciera y dejara, según cifras oficiales, más de 315.000 muertos, llegaron periodistas, médicos, rescatistas y una larga lista de trabajadores humanitarios (12.000 ONGs) de todo el mundo.
Le puede interesar: La catastrófica situación de Haití
En Puerto Príncipe, la capital devastada por el sismo, era común ver equipos de rescate recuperando sobrevivientes de entre los escombros, haciéndose fotos y transmitiendo en directo hazañas que daban esperanza a los que lo habían perdido todo, pero estaban vivos. El show duró unas semanas para luego volver a la normalidad: el olvido absoluto.
Diez años después del terremoto, el mundo volvió a mirar hacia el país más pobre de América Latina para descubrir (con poca sorpresa) que las palabras se las había llevado el viento (y la corrupción). Haití no sólo seguía en ruinas, sino que la deuda, la corrupción, la explotación, la violencia, la inestabilidad política, la falta de servicios públicos y de atención médica, es decir, la tragedia nunca había acabado.
Las claves: Haití en números
- Inflación del 25% anual
- Una persona sobrevive con menos de US$2 al día
- Seis de cada diez personas son pobres
- Crecimiento PIB de Haití
- 2,5 millones están en la pobreza extrema
- 41 mil menores de cinco años sufrieron de desnutrición agravada en 2020. La cifra podría duplicarse este año y llegar a 86 mil.
- Porcentaje de mortalidad en niños menores de 5 años
La danza de los millones
¿A dónde fue a parar la millonaria respuesta mundial? Se habló de $9.900 millones de dólares a largo plazo que, en muchos casos, nunca fue desembolsado o terminó en los bolsillos equivocados. Solo un ejemplo: millones de dólares que se habían destinado a la reconstrucción de viviendas y edificios caídos sólo alcanzó para levantar cinco casas. Diez años después, más de 50.000 personas siguen viviendo en campos de refugiados en la total pobreza y olvido.
Hoy Haití vuelve al limbo y los focos internacionales vuelven a encenderse luego del asesinato de su presidente, Jovenel Moïse (53 años). De nuevo, el planeta volvió a recordar que Haití y todas sus desgracias existen, aunque desde 2018, 11 millones de haitianos pedían auxilio a gritos en las calles: protestaban contra la escasez, el hambre y la corrupción.
Datos de organizaciones humanitarias señalan que un haitiano vive con menos de US$2 al mes; el 35% vive en emergencia humanitaria y más del 54% en pobreza extrema. Puerto Príncipe es una de las ciudades más violentas del mundo, en donde cualquier ciudadano puede ser una víctima del secuestro. De acuerdo con la Comisión Nacional de Desarme, Desmantelamiento y Reintegración (CNDDR), existen 76 pandillas en el país, 500.000 armas ilegales circulan en ese territorio y se presentan hasta mil secuestros anualmente desde 2020; este año los números van en aumento.
Le puede interesar: El rompecabezas del asesinato del presidente de Haití
Moïse fue acusado de haber despilfarrado millones de dólares destinados a proyectos sociales, acabó con las instituciones que sostenían la débil democracia. Desde enero de 2020 y el final del mandato de los diputados, el Parlamento solo trabaja con diez senadores. Tampoco reemplazó a los miembros del Consejo Superior de la Judicatura, cuyo mandato de tres años estaba llegando a su fin y cuyo presidente falleció de Covid-19 en junio.
El mandatario enfrentaba protestas desde 2017, malestar que se hizo más violento en 2018, 2019 y 2020, cuando en plena crisis del coronavirus miles se tomaron las calles ante la escasez de gasolina y alimentos. No le importó y decidió cambiar la Constitución, según la oposición, para tener más poder.
Esa actitud desafiante era producto, según analistas, del respaldo de Estados Unidos. Aunque Donald Trump decidió marcar distancia y calificó al país como un “shithole” ignoró las peticiones que desde 2019 se hacían para que Jovenel Moïse renunciara.
Le puede interesar: ¿Por qué Joe Biden no enviará tropas a Haití?
En febrero, cuando su gobierno debía terminar, el gobierno de Joe Biden siguió respaldándolo, a pesar de las manifestaciones, de que aprobó una supuesta ley “antiterrorista”, que terminó siendo para perseguir a la oposición, y las acusaciones de estar aliado con Jimmy Cherizier, expolicía líder de una organización de tráfico de armas y droga, quien llamó en redes sociales a derrocarlo.
Las claves: Lo que se sabe hasta ahora de la muerte de Moïse
- Fue asesinado en su residencia; su esposa se salvo al igual que sus dos hijos.
- Léon Charles, jefe de la Policía Nacional de Haití, dice que un comando de 26 colombianos y 2 estadounidenses de origen haitiano mató al mandatario.
- Emmanuel Sanon, un médico haitiano residente en EE. UU. es señalado como el autor intelectual del crimen
- Hay dudas sobre la complicidad del cuerpo de seguridad del mandatario; están todos bajo investigación
- El informe forense dice que el presidente fue torturado antes de morir: el cráneo está fracturado y recibió 12 disparos, uno en el ojo.
Desde comienzos de junio, los enfrentamientos entre bandas rivales en el oeste del país paralizaron el tránsito entre la mitad sur del país y la capital. Y, en abril, el secuestro de varios religiosos católicos, incluidos dos franceses, generó conmoción más allá de las fronteras haitianas.
El mandatario murió en su habitación tras meses de no salir de la mansión presidencial aterrado por las amenazas. El informe forense es aterrador: Moïse recibió 12 tiros, uno de ellos en un ojo, tenía signos de tortura y el cráneo roto; habría sido torturado antes de ser asesinado por un comando armado, compuesto de 26 colombianos y 2 estadounidenses, según las investigaciones.
Le puede interesar: Haití y los señores de la guerra
La prensa informa minuto a minuto sobre los hechos tras el magnicidio; las teorías se vuelven tendencia en redes sociales; versiones van y vienen y el foco vuelve a la nación más olvidada de la región. Los ciudadanos, que saben cómo se usa la desgracia de su país, trata de retomar el rumbo, mientras el gobierno interino pide tropas a Estados Unidos, ante el creciente rechazo de otro sector político.
¿Se puede salvar Haití?
Haití es un país que recibe millones de ayuda internacional cada año, pero eso solo ha aumentado su infortunio. La comunidad internacional, según organizaciones humanitarias, le han aportado 13.000 millones de dólares en los últimos diez años, pero nadie sabe a dónde fue a parar esa plata.
Muchas voces en el país piden que se corte ese ingreso y que se ayude a consolidar las reformas. “Desde 2018, hemos pedido rendición de cuentas”, comentó a The New York Times, Emmanuela Douyon, experta en política haitiana que rindió testimonio en el Congreso de Estados Unidos este año, donde instó a Washington a cambiar su política exterior y estrategia de ayuda hacia Haití.
Le puede interesar: La empresa que contrató el comando asesino y lo envió a Haití
“Necesitamos que la comunidad internacional deje de imponer lo que crea correcto y mejor considere el largo plazo y la estabilidad”, opinó Douyon en una entrevista. Y dijo que se debía condicionar la ayuda a que sus líderes limpien y reformen las instituciones.
Para Miguel Gomis-Balestreri, profesor de la facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana, el primer paso para evitar que el país se vaya por el abismo es recuperar la estabilidad política: “Es indispensable que se mantengan las elecciones que estaban previstas, y no solamente las presidenciales, también las legislativas y locales. Si no hay un liderazgo político que sea capaz de tomar las riendas en términos de políticas públicas, difícilmente va a haber una lucha contra la corrupción o la inseguridad”.
Gomis-Balestreri agregó que aunque la solución no será rápida ni clara, uno de los tantos aspectos por resolver es el tema de seguridad. “Es difícil decir cuáles son las grandes prioridades, pero lo cierto es que si no hay seguridad, no hay inversión ni estabilidad económica”, dijo.
En cuanto al desarrollo, Robson Dias da Silva, profesor de la Universidad Federal Rural de Río de Janeiro, y Walter de Oliveira, representante adjunto de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), explican que la geografía, el potencial agrícola, los recursos naturales, y la cultura de Haití lo convierten en un país rico en oportunidades. Pero para potenciar el crecimiento económico, es clave apoyar a los agricultores, y a las pequeñas y medianas empresas que hacen parte de la cadena de valor agrícola.
¿Cómo hacerlo?
Los expertos dicen que hay que mejorar el acceso al mercado, a los instrumentos financieros y a la asistencia tecnológica agrícola y climática. “Esto mediante el acceso al crédito, seguros agrícolas, priorización de la producción local, y fomento del sector privado para que se comprometa con los pequeños agricultores. Además, dicen que se debe apoyar la creación de cooperativas de producción y comercialización, asociaciones de agricultores y generar incentivos para proteger y preservar el medio ambiente”, escribieron ambos analistas en Latinoamérica21, un portal de análisis sobre temas políticos, económicos y sociales de la región.
Haití está ubicado entre las placas tectónicas de Norteamérica y el Caribe, en el camino principal de huracanes; además sus ciudades más importantes fueron levantadas en la costa, por lo que las inundaciones son frecuentes y cada vez más destructivas; tampoco tiene electricidad ni agua. Muchos males juntos en un espacio tan pequeño.
Las claves: ¿Quién manda en Haití?
- Hay un vacío de poder. Claude Joseph, primer ministro saliente, proclamó estado de emergencia luego del magnicidio y se quedó en el poder.
- Ocho de los diez senadores aún en funciones firmaron una resolución ofreciendo al presidente del Senado, Joseph Lambert, el cargo de presidente provisional de la república.
- Ds días antes de su muerte Jovenel Moïse había designado a un nuevo jefe de gobierno, Ariel Henry.
Como no tienen electricidad, los haitianos han talado los bosques para usar la madera, lo que los expone más a inundaciones y desastres naturales. Expertos proponen combinar explotación forestal y producción de alimentos. “En lugar de utilizar grandes superficies para la agricultura, se podrían plantar frutos y tubérculos como la yuca, plátanos y aguacates que crecen bien en el trópico”, explica Heins Oelers, analista a la Deutsche Welle.
Gomis-Balestreri dice que si bien es importante diferenciar la ayuda humanitaria de la cooperación al desarrollo, en Haití algunos de estos modelos no fueron del todo eficaces por temas de corrupción. “No hay una capacidad institucional de administración pública ni política para dirigir esa cooperación. Segundo, gran parte de esa financiación se gasta en los propios ejecutores, y también ha habido mucha corrupción en la distribución de esa cooperación”, dijo el analista.
Alexandra Filippova, abogada senior del Instituto para la Justicia y la Democracia en Haití, dijo al New York Times que “si EE. UU. y otros socios internacionales se toman en serio la ayuda a Haití, deben escuchar a la sociedad civil haitiana y tomar el camino difícil: construir una base real para la democracia”. Algo similar escribió Jack McMahon de Borgen Project, una organización sin fines de lucro que lucha contra la pobreza y el hambre:
“Los observadores se preguntan si el predominio de las ONGs en Haití realmente está impidiendo que el país desarrolle sus propias instituciones. El gobierno haitiano recibió menos del 1 % de la ayuda de emergencia y solo el 23 % de los fondos de recuperación a largo plazo”. Agregó que si bien el gobierno es débil y se enfrenta a problemas de corrupción, excluir a los funcionarios nacionales de la discusión ha resultado insostenible.
Otros analistas sugieren que parte de la solución podría estar en trabajar con la comunidad: “La historia de Haití está plagada de ejemplos de intervención extranjera, tanto de manera oportunista como bajo el disfraz de un cuidado benevolente. Sin embargo, sorprendentemente pocos gobiernos y organizaciones se han tomado el tiempo de trabajar con los haitianos comunes para resolver problemas”, escribió Brian Lichtenheld para Project CURE, una organización sin ánimo de lucro que entrega equipos médicos en todo el mundo. “Rara vez se practica la participación de los haitianos comunes en la discusión y el empoderamiento de sus voces”, agregó. De ahí que para Lichtenheld la solución estaría en implicar a las comunidades en el desarrollo local. ¿Algunos ejemplos?
Con un personal que está compuesto por más del 90 % de haitianos, SOIL es una organización local sin fines de lucro que brinda acceso a saneamiento digno. Además de brindar acceso a inodoros limpios, SOIL también trabaja en convertir los desechos en abono orgánico que se utiliza para restaurar los suelos agotados de Haití. Meds & Foods for Kids es otra organización local que produce Medika Mamba, una mantequilla de maní con infusión de proteínas que trata a niños haitianos con desnutrición. Este producto es fabricado por empleados locales, utilizando ingredientes de la zona. ¿Las ventajas de estos proyectos? Impulsan la economía local, fomentan prácticas agrícolas inteligentes y aumentan las oportunidades de empleo.