Malvinas: una “ocupación anacrónica”
Colombia fue una de las paradas de Guillermo Carmona, secretario argentino para las Malvinas, en su gira para fortalecer el respaldo de la región frente al caso de colonialismo que, dice, Reino Unido mantiene en el Atlántico Sur.
María Alejandra Medina
Guillermo Carmona, secretario argentino para las Malvinas, la Antártida y el Atlántico Sur (despacho que forma parte de la Cancillería), estuvo de visita en Colombia con el objetivo de promover la cooperación entre ambos países en materia oceánica e incluso de investigación en la Antártida, pero también, y principalmente, para llamar la atención sobre la situación de las islas Malvinas, de cuya guerra recientemente se conmemoraron 40 años. En entrevista con El Espectador, antes de seguir su gira con rumbo a Ecuador, el embajador aseguró que vino para agradecer el apoyo regional que ha recibido su país en el reclamo hacia Reino Unido para que termine este “caso de colonialismo”, así como para denunciar un “proceso de militarización” en el Atlántico Sur. Esto implicó reuniones con legisladores y funcionarios del Gobierno colombiano que buscaron fortalecer el respaldo a la causa.
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Guillermo Carmona, secretario argentino para las Malvinas, la Antártida y el Atlántico Sur (despacho que forma parte de la Cancillería), estuvo de visita en Colombia con el objetivo de promover la cooperación entre ambos países en materia oceánica e incluso de investigación en la Antártida, pero también, y principalmente, para llamar la atención sobre la situación de las islas Malvinas, de cuya guerra recientemente se conmemoraron 40 años. En entrevista con El Espectador, antes de seguir su gira con rumbo a Ecuador, el embajador aseguró que vino para agradecer el apoyo regional que ha recibido su país en el reclamo hacia Reino Unido para que termine este “caso de colonialismo”, así como para denunciar un “proceso de militarización” en el Atlántico Sur. Esto implicó reuniones con legisladores y funcionarios del Gobierno colombiano que buscaron fortalecer el respaldo a la causa.
¿A qué se debe su visita?
Estamos buscando visibilizar la cuestión Malvinas en todo el mundo y especialmente en nuestra región. Son 40 años de la guerra de Malvinas y este año hemos llevado adelante la agenda Malvinas 40 años. Entre sus objetivos estuvo incrementar nuestra acción diplomática en la visibilización de esta cuestión como un caso de colonialismo que se tiene que resolver de acuerdo con el derecho internacional. Este es el país nueve de la región que visito. Estuve, por ejemplo, en Chile, Bolivia Paraguay, Brasil, Uruguay y en Perú he estado en dos ocasiones. Por un lado, buscamos expresar nuestro agradecimiento a los países de la región por el apoyo que recibimos en ámbitos multilaterales, especialmente en Naciones Unidas. Por otro lado, buscamos actualizarles la información respecto de lo que estamos haciendo en la búsqueda de la solución de esta disputa de soberanía.
En su agenda para esta visita se incluyeron actividades alrededor del tema oceánico. ¿Qué colaboración hay o puede haber entre Argentina y Colombia en esa materia?
Tuvimos una primera reunión con la Comisión Colombiana del Océano. Ellos gestionan la política oceánica en materia de asesoramiento, planificación y también la política Antártica. Ha sido muy interesante, porque ya hay cooperación que está en marcha. En la próxima campaña Antártica van a participar cuatro colombianos con logística argentina, también hay un programa científico que comparten con Argentina vinculado a cuestiones meteorológicas y atmosféricas. Las últimas campañas antárticas de Colombia se han hecho con apoyo logístico argentino y con intercambio en materia científica. En materia oceánica, se abre una agenda muy interesante, sobre todo porque Colombia tiene una apuesta fuerte con esta impronta de potencia biooceánica, y creemos que eso puede articular con nuestro programa Pampa Azul. Así que estuvimos identificando algunos temas vinculados a lo que podemos hacer y, por otro lado, hay contacto con la Cancillería en función de distintos temas que tienen que ver con la cuestión Malvinas, temas antárticos y oceánicos.
Entiendo que también incluyó unas reuniones con las comisiones en el Congreso. ¿Cuál es el objetivo?
Yo he sido parlamentario, así que me siento muy cómodo en esos ámbitos. En todos los países a donde he ido en la región y en otras regiones del mundo la relación con los congresos o asambleas nacionales siempre es prioridad, pues tienen una agenda internacional muy importante y cumplen una función importante de diplomacia parlamentaria. Son ámbitos en donde nosotros buscamos reforzar los apoyos a la Argentina por la cuestión Malvinas; es muy importante que los ejecutivos nos acompañen, pero también ese apoyo se ve reforzado cuando hay apoyo parlamentario o incluso se puede ver interpelado en algunos casos. Vamos a intentar fortalecer un marco de participación de parlamentarios colombianos, pues en cada país promovemos una comisión de apoyo al diálogo por Malvinas, que lo integran personalidades políticas, académicas, y en la mayoría de los países hay presencia de parlamentarios. Entonces estamos interesados en promover con esta nueva legislatura la invitación para que se sumen a nuestro grupo de apoyo al diálogo por Malvinas.
¿En qué estado se encuentran los diálogos o negociaciones en el tema de las Malvinas?
Argentina tiene relaciones diplomáticas con el Reino Unido, al mismo tiempo el Reino Unido tiene una posición reticente con respecto a la disputa de soberanía. Argentina le exige al Reino Unido en cada contacto, con las mejores formas y una actitud proactiva, sobre todo que el Reino Unido cumpla las resoluciones de Naciones Unidas, que son derecho internacional. Hay diez resoluciones de la Asamblea General, 40 resoluciones del Comité y todas dicen lo mismo: que frente a esta disputa de soberanía las dos partes, el Reino Unido y la República Argentina, se tienen que sentar a resolver por medios pacíficos, con una solución negociada, y es lo que nosotros hacemos. Tenemos la convicción también de que resulta anacrónica esta situación de ocupación de un territorio claramente sudamericano, claramente argentino, por parte de una potencia extrarregional, a 14.000 km de la capital de esa potencia. Resulta tan inaceptable la militarización que vienen generando en Malvinas que llega el momento en que las excusas resultan insuficientes e inexplicables. Este año, con los 40 años, hemos resaltado el hecho de que entre 1966 y 1982 hubo cuatro rondas de negociaciones, en algunas de ellas estuvimos muy cerca de un acuerdo, pero siempre lo que se discutía era de qué modo y en qué plazo el Reino Unido la restituía el ejercicio de soberanía a la Argentina. Nunca estuvo en discusión que eso era territorio argentino. Lo que buscamos es abrir un nuevo proceso de negociación.
¿Qué significa el apoyo que recibieron en la reciente asamblea de la OEA en Lima y cómo lo reciben?
Con mucho agradecimiento y satisfacción. Hay que tener en cuenta que el Reino Unido, que es observador en la OEA, estuvo presionando para que no saliera esta declaración en favor de Argentina. De hecho, con una virulencia poco común en el plano internacional, buscaron hacer uso de la palabra, hablaron de la cuestión Malvinas en el diálogo sobre el lema de la asamblea, que era “juntos contra la discriminación y la desigualdad”, sin ningún argumento que vinculara la discriminación y desigualdad con lo que fueron a plantear. La respuesta argentina fue categórica en función de que el Reino Unido tiene que respetar el derecho internacional, iniciar el proceso de descolonización y respetar la integridad territorial de la Argentina; debe venir una negociación.
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Precisamente, el Reino Unido respondió a la declaración de la OEA en respaldo a Argentina apelando al principio de autodeterminación de los pueblos, lo cual puede sonar razonable: que la gente que vive ahí decida…
Naciones Unidas ha rechazado la posibilidad de aplicar el principio de libre determinación de Malvinas de manera categórica. Nos avala la Carta de Naciones Unidas, que considera que el principio de libre determinación debe aplicarse conjugándolo con el de integridad territorial y que para que haya derecho a la libre determinación debe haber un pueblo en términos del derecho internacional. Desde el punto de vista histórico, en 1833, estando las islas con un gobierno que respondía al gobierno de Buenos Aires, con población argentina y que reconocía las autoridades argentinas, el Reino Unido, mediante una invasión, desplazó a las autoridades primero y a la población argentina después, y colocó ahí a una población de súbditos británicos. Desde 1833 hasta la actualidad han sostenido un esquema de aislamiento propio de un régimen colonial, limitando el acceso de argentinos a las islas. Entonces desde el derecho internacional no puede considerarse como un pueblo sujeto al derecho de libre determinación a una población que responde a la estrategia colonial de la potencia ocupante. Un ejemplo que podría ser de la vida cotidiana. Supongamos que alguien usurpa una parte de la casa de una familia. Se apoderan de dos o tres habitaciones y se instalan allí con familiares del usurpador. ¿Uno consentiría que a quienes son familiares del usurpador y usurpan en su nombre se les dé el derecho a decir de quién es la casa? No parece razonable. Estamos en una situación similar: hay una situación en la que pobladores británicos de un territorio que ha sido usurpado por el Reino Unido pretenden decidir sobre el carácter argentino o británico de las islas. Resulta absolutamente inaceptable y no se ajusta a las reglas del derecho internacional.
¿Ese argumento sirve para considerar ilegítimo el referendo que siempre se cita en este caso, que es de 2013, en el que le preguntó a la gente si quería seguir siendo del Reino Unido y por inmensa mayoría ganó el sí?
Se les preguntó a ciudadanos británicos si querían o no seguir siendo británicos. Naciones Unidas no reconoció ese proceso de pseudorreferéndum, pero además muy interesante para analizar el doble estándar que aplica el Reino Unido: hoy en Ucrania están rechazando el referéndum organizado por Rusia en una zona donde hay población rusa o prorrusa. El Reino Unido, escandalizado, dice que violan la integridad territorial de Ucrania. Fue el primer Estado que salió a reclamar por la integridad territorial de Ucrania. Nosotros dijimos: “Felicitaciones, pero tengan en cuenta que desde hace 189 años ustedes hacen lo mismo que está haciendo Rusia en Ucrania en territorio argentino”, y con el referéndum pasa lo mismo: Reino Unido, paladín de la legitimación del referéndum, utilizando los mismos argumentos para rechazar el referéndum en Ucrania que utiliza Argentina para rechazar el referéndum en Malvinas. Así que el doble estándar del Reino Unido es muy evidente y le está generando serios problemas de reputación. Estamos ante una actitud hipócrita, no ajustada al derecho internacional y además de doble rasero que resulta inaceptable.
¿Qué alternativas se han planteado para una eventual negociación sobre qué hacer con la población que está ahí?
Los habitantes de Malvinas son habitantes del territorio nacional argentino, tienen todos los derechos civiles, sociales, económicos que cualquier habitante del territorio argentino, y con el solo hecho de tramitar el DNI, el documento nacional de identidad, tienen los mismos derechos políticos que un ciudadano argentino: pueden votar, pueden elegir, pueden ser elegidos… Podríamos tener un presidente malvinense algún día. Para el derecho argentino todos los nacidos en territorio argentino son argentinos; por lo tanto, nuestra invitación es a que se integren plenamente a la comunidad nacional como tantas colectividades se han integrado. Argentina es un país que ha recibido de brazos abiertos a la migración.
¿Cuál es la importancia de las Malvinas para Argentina, no solo histórica, sino económica y geográfica, entre otras?
En primer lugar, es un tema de identidad nacional y de causa nacional. Los argentinos tenemos un fuerte sentimiento malvinero. Por otro lado, hay una situación de expectativas respecto a lo que representa esa parte del territorio nacional en términos de incorporación a la economía y la vida social argentina, incluso en los aspectos culturales. En la Patagonia, por ejemplo, tenemos a la comunidad galesa; son de origen británico, han mantenido sus tradiciones, sus costumbres, y están plenamente sumados en la sociedad argentina. La recuperación del ejercicio que buscamos tiene que ver con incorporar esa parte del territorio y a su población a la vida política, económica y social. Es una zona rica en recursos, tiene una posición estratégica, que tiene que ver con lo oceánico, el cruce entre el océano Atlántico y el Pacífico, la proximidad de las islas con el estrecho de Magallanes, la cercanía con la Antártida. Que en un futuro podamos articular acciones también de conservación ambiental, de asociaciones económicas en el aprovechamiento de los recursos naturales, de aplicación de políticas de investigación científica en esa área. Por otro lado, hay un aspecto que especialmente nos preocupa: el hecho de que hoy en el Atlántico Sur hay un proceso de militarización que el Reino Unido está llevando a cabo con tecnología de última generación militar, con una desproporción en la relación de civiles por militares en Malvinas: para poco más de 3.000 habitantes hay 1.500 militares.
¿La defensa argentina se ha reorganizado ante eso?
Desde 2003 sabemos que introdujeron armas nucleares porque, ante la presión del gobierno argentino, reconocieron esa situación, pero no dieron precisiones respecto a qué arsenal nuclear habían introducido. Este año, por una desclasificación de archivos que hizo el Reino Unido, el gobierno británico, nos enteramos de que fueron 31 bombas nucleares que trasladaron a la guerra de Malvinas. No podemos afirmar hoy que haya armas nucleares en Malvinas, pero tampoco podemos tener certeza de que no sea así. En la medida en que el Reino Unido no dé explicaciones de qué hizo con ese armamento nuclear o no dé explicaciones de si ha introducido armamento nuclear en momentos más recientes, Argentina va a seguir reclamando. La militarización ha implicado la presencia de un submarino de propulsión nuclear con capacidad de portar armas nucleares, embarcaciones militares de gran porte, un sistema de armas aéreas muy potente, y renovaron recientemente el sistema de artillería. Argentina, junto con el resto de los países con costas al Atlántico Sur, tanto de Sudamérica como de África, conforma la zona de paz y cooperación del Atlántico Sur, y esta situación de militarización ha sido denunciada permanentemente. Argentina, en su última directiva de política de defensa nacional, incorporó una visión sobre la ocupación militar británica sobre Malvinas en términos de análisis del desafío que representa para la defensa nacional y es uno de los temas que hoy están presentes en nuestra agenda de defensa. Sin embargo, Argentina es un país muy desfavorecido en cuanto al proceso de modernización tecnológica por distintas circunstancias, presupuestarias fundamentalmente, así que nuestra política es estrictamente defensiva, y así lo hemos planteado en los foros que compartimos con el resto de la región.
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