Marco Rubio, la última esperanza
Llega el primer supermartes de las primarias en Estados Unidos. La cúpula del Partido Republicano considera que sólo el senador de origen hispano puede detener a Donald Trump.
Redacción Internacional
Quien hasta hace unos meses era visto como un candidato del montón por la cúpula del Partido Republicano, con casi nulas posibilidades de llegar a la Casa Blanca, es hoy la esperanza más concreta de la cúpula del Grand Old Party para detener el avance el multimillonario Donald Trump, quien, de acuerdo con las encuestas, luce imbatible en siete de los 14 estados donde mañana continúa el proceso para elegir los candidatos a las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
Hasta ahora, el escenario del sistema electoral más democrático, largo y complejo del mundo ha estado sacudido por el inesperado éxito del magnate de los casinos y los reality shows. El Partido Republicano, que se cruzó de brazos viendo el performance de Trump, esperando que sus disparatadas declaraciones lo hundieran, como hubiera ocurrido con cualquier otra campaña, hoy asisten incrédulos a su consolidación popular. ¿Es el ocaso de la gran maquinaria republicana?
Según escribía Paul Krugman, columnista del New York Times, resulta llamativo lo escandalizada que está la cúpula republicana por el éxito de la campaña racista y xenófoba de Donald Trump. “La estrategia política republicana lleva casi medio siglo explotando el antagonismo racial, consiguiendo que los blancos de clase trabajadora desprecien al Gobierno porque se atreve a ayudar a ‘esa gente’. Por eso resulta sorprendente ver a la élite del partido absolutamente estupefacta ante el éxito de un candidato que no hace más que decir con claridad lo que ellos han intentado transmitir continuamente mediante mensajes encubiertos”.
Durante las últimas semanas, veteranos republicanos han reconocido el daño que Donald Trump le está haciendo al partido con su discurso. Altos cargos del partido en el pasado, como el exvicepresidente Dick Cheney, o en el presente, como el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, se han quejado del candidato. “Como conservador que realmente se preocupa por la libertad religiosa, la mala idea y la retórica de Donald Trump me producen un escalofrío en la espalda”, tuiteó Matt Moore, jefe del Partido Republicano en Carolina del Sur.
Pero los votantes del Grand Old Party parecen pensar diferente. Disputados cuatro estados, el multimillonario ha ganado tres con amplio margen frente a sus rivales. Aunque apenas ha sumado 82 delegados (necesita 1.237 para ganar la nominación), Trump tiene todas las posibilidades de convertirse en el nominado. David Wasserman, experto del blog especializado Cook Political Report, dice que “el magnate está por encima de sus previsiones para conseguir el objetivo, con 114%. De forma que este martes se podría permitir un resultado no tan bueno y no perdería su promedio de victoria”. Sus cálculos sitúan a Rubio con el 49%, más o menos en la mitad de sus objetivos hasta ahora. La conclusión de Wasserman es que el cubano-estadounidense necesitaría al menos 191 delegados para entrar en el promedio de nominación. Muy por encima de lo que le atribuyen los sondeos.
El asunto se complica cuando gente del establishment (grupo dominante) republicano, como el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, irrumpe para dar su apoyo a Trump. El gobernador declaró que respaldaba al multimillonario de 69 años porque era la mejor baza para arrebatar la Casa Blanca a los demócratas en noviembre. “Lo único verdaderamente importante que tiene que hacer el partido es nominar a la persona que tenga la mejor opción para derrotar a Hillary Clinton”, dijo Christie. “Esa persona es sin duda Donald Trump”.
Algo en lo que no coinciden ni las encuestas ni los analistas ni los líderes republicanos, para quienes Rubio sería el candidato más difícil a vencer por parte de la candidata demócrata. De hecho, hace poco un asesor de la exsecretaria de Estado aseguraba que “el peor dolor de cabeza para Hillary sería Rubio”.
El joven Marco Rubio llegó al Senado aupado por el movimiento ultraconservador Tea Party hace seis años. De 44 años e hijo de inmigrantes cubanos, está en contra del matrimonio homosexual, quiere prohibir los fondos federales para el aborto, defiende que “la ley de Dios” está por encima de la de los hombres, promete revocar todas las medidas de alivio migratorio y propone volver a una política exterior dura e intervencionista.
Hace tan sólo unos años, a alguien con su perfil se le definía como ultraconservador. Sin embargo, en el panorama que pintan Trump y Ted Cruz, el otro candidato con posibilidades, hoy es considerado un “moderado”.
De acuerdo con Krugman, “aunque Marco Rubio —la última esperanza de la cúpula— por fin haya empezado a perseguir al favorito, hasta ahora sus ataques parecen sustentarse casi por completo en el cuestionamiento de la pureza ideológica del Bien Peinado. ¿Por qué cree que a los votantes les importa eso?”.
De acuerdo con el analista conservador Brian Cates, “los partidarios de Trump no pueden más con los políticos tradicionales. Sienten que les han dado la espalda a su campaña prometiendo traer una revolución conservadora a Washington. Están descargando su ira contra un partido político que constantemente los decepcionó y los traicionó”.
Algo que confirman los miles de asistentes a sus mitines, que ven en él a un hombre al que no le da miedo decir lo que piensa y atacar a nadie. “Creo que tenemos que tener un líder fuerte, que tome posición”, le dijo Barbara Bradford, maestra de escuela de Virginia, a BBC. “Él tiene la fuerza, el liderazgo, el coraje, la mente, los recursos. Tiene agallas”, agregó.
Un documento revelado por The Washington Post revela que los republicanos en el Congreso encontraron que “Trump ha crecido porque los votantes lo ven como un ser auténtico, independiente, directo, firme, y creen que no se puede comprar”.
El establishment del Partido Republicano había apostado todo al que se daba como candidato inevitable tan sólo hace un año: Jeb Bush, el moderado exgobernador de Florida que no supo hacerse oír en esta estridente y atípica campaña. Tras su retirada, Rubio está heredando sus donantes, al tiempo que aglutina apoyos de gobernadores y legisladores que lo ven como la única esperanza de evitar que Trump sea el nominado.
Analistas políticos dicen que el mejor escenario para que Rubio logre derrotar a Trump será que Ted Cruz y John Kasich retiren sus candidaturas antes del 15 de marzo, segundo supermartes. Sin embargo, en lo que pase mañana está la clave: Rubio deberá derrotar al senador por Texas (Ted Cruz) en su propio estado y al gobernador de Ohio (John Kasich) en el estado de Michigan (el 8 de marzo). La última encuesta prevé la victoria de Cruz en Texas, incluso por encima de Trump, y el tercer puesto de Rubio. La segunda parece poco viable. Chris Krueger, analista de Guggenheim Partners, explica que, aun si mañana Rubio no logra sus objetivos, habría que concentrarse en el 15 de marzo, cuando los estados que otorgan más nominados van a las urnas. “Marco Rubio está todavía en condiciones de vencer a Trump. O al menos de evitar que el magnate logre el objetivo antes de la convención de julio”.
Quien hasta hace unos meses era visto como un candidato del montón por la cúpula del Partido Republicano, con casi nulas posibilidades de llegar a la Casa Blanca, es hoy la esperanza más concreta de la cúpula del Grand Old Party para detener el avance el multimillonario Donald Trump, quien, de acuerdo con las encuestas, luce imbatible en siete de los 14 estados donde mañana continúa el proceso para elegir los candidatos a las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
Hasta ahora, el escenario del sistema electoral más democrático, largo y complejo del mundo ha estado sacudido por el inesperado éxito del magnate de los casinos y los reality shows. El Partido Republicano, que se cruzó de brazos viendo el performance de Trump, esperando que sus disparatadas declaraciones lo hundieran, como hubiera ocurrido con cualquier otra campaña, hoy asisten incrédulos a su consolidación popular. ¿Es el ocaso de la gran maquinaria republicana?
Según escribía Paul Krugman, columnista del New York Times, resulta llamativo lo escandalizada que está la cúpula republicana por el éxito de la campaña racista y xenófoba de Donald Trump. “La estrategia política republicana lleva casi medio siglo explotando el antagonismo racial, consiguiendo que los blancos de clase trabajadora desprecien al Gobierno porque se atreve a ayudar a ‘esa gente’. Por eso resulta sorprendente ver a la élite del partido absolutamente estupefacta ante el éxito de un candidato que no hace más que decir con claridad lo que ellos han intentado transmitir continuamente mediante mensajes encubiertos”.
Durante las últimas semanas, veteranos republicanos han reconocido el daño que Donald Trump le está haciendo al partido con su discurso. Altos cargos del partido en el pasado, como el exvicepresidente Dick Cheney, o en el presente, como el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, se han quejado del candidato. “Como conservador que realmente se preocupa por la libertad religiosa, la mala idea y la retórica de Donald Trump me producen un escalofrío en la espalda”, tuiteó Matt Moore, jefe del Partido Republicano en Carolina del Sur.
Pero los votantes del Grand Old Party parecen pensar diferente. Disputados cuatro estados, el multimillonario ha ganado tres con amplio margen frente a sus rivales. Aunque apenas ha sumado 82 delegados (necesita 1.237 para ganar la nominación), Trump tiene todas las posibilidades de convertirse en el nominado. David Wasserman, experto del blog especializado Cook Political Report, dice que “el magnate está por encima de sus previsiones para conseguir el objetivo, con 114%. De forma que este martes se podría permitir un resultado no tan bueno y no perdería su promedio de victoria”. Sus cálculos sitúan a Rubio con el 49%, más o menos en la mitad de sus objetivos hasta ahora. La conclusión de Wasserman es que el cubano-estadounidense necesitaría al menos 191 delegados para entrar en el promedio de nominación. Muy por encima de lo que le atribuyen los sondeos.
El asunto se complica cuando gente del establishment (grupo dominante) republicano, como el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, irrumpe para dar su apoyo a Trump. El gobernador declaró que respaldaba al multimillonario de 69 años porque era la mejor baza para arrebatar la Casa Blanca a los demócratas en noviembre. “Lo único verdaderamente importante que tiene que hacer el partido es nominar a la persona que tenga la mejor opción para derrotar a Hillary Clinton”, dijo Christie. “Esa persona es sin duda Donald Trump”.
Algo en lo que no coinciden ni las encuestas ni los analistas ni los líderes republicanos, para quienes Rubio sería el candidato más difícil a vencer por parte de la candidata demócrata. De hecho, hace poco un asesor de la exsecretaria de Estado aseguraba que “el peor dolor de cabeza para Hillary sería Rubio”.
El joven Marco Rubio llegó al Senado aupado por el movimiento ultraconservador Tea Party hace seis años. De 44 años e hijo de inmigrantes cubanos, está en contra del matrimonio homosexual, quiere prohibir los fondos federales para el aborto, defiende que “la ley de Dios” está por encima de la de los hombres, promete revocar todas las medidas de alivio migratorio y propone volver a una política exterior dura e intervencionista.
Hace tan sólo unos años, a alguien con su perfil se le definía como ultraconservador. Sin embargo, en el panorama que pintan Trump y Ted Cruz, el otro candidato con posibilidades, hoy es considerado un “moderado”.
De acuerdo con Krugman, “aunque Marco Rubio —la última esperanza de la cúpula— por fin haya empezado a perseguir al favorito, hasta ahora sus ataques parecen sustentarse casi por completo en el cuestionamiento de la pureza ideológica del Bien Peinado. ¿Por qué cree que a los votantes les importa eso?”.
De acuerdo con el analista conservador Brian Cates, “los partidarios de Trump no pueden más con los políticos tradicionales. Sienten que les han dado la espalda a su campaña prometiendo traer una revolución conservadora a Washington. Están descargando su ira contra un partido político que constantemente los decepcionó y los traicionó”.
Algo que confirman los miles de asistentes a sus mitines, que ven en él a un hombre al que no le da miedo decir lo que piensa y atacar a nadie. “Creo que tenemos que tener un líder fuerte, que tome posición”, le dijo Barbara Bradford, maestra de escuela de Virginia, a BBC. “Él tiene la fuerza, el liderazgo, el coraje, la mente, los recursos. Tiene agallas”, agregó.
Un documento revelado por The Washington Post revela que los republicanos en el Congreso encontraron que “Trump ha crecido porque los votantes lo ven como un ser auténtico, independiente, directo, firme, y creen que no se puede comprar”.
El establishment del Partido Republicano había apostado todo al que se daba como candidato inevitable tan sólo hace un año: Jeb Bush, el moderado exgobernador de Florida que no supo hacerse oír en esta estridente y atípica campaña. Tras su retirada, Rubio está heredando sus donantes, al tiempo que aglutina apoyos de gobernadores y legisladores que lo ven como la única esperanza de evitar que Trump sea el nominado.
Analistas políticos dicen que el mejor escenario para que Rubio logre derrotar a Trump será que Ted Cruz y John Kasich retiren sus candidaturas antes del 15 de marzo, segundo supermartes. Sin embargo, en lo que pase mañana está la clave: Rubio deberá derrotar al senador por Texas (Ted Cruz) en su propio estado y al gobernador de Ohio (John Kasich) en el estado de Michigan (el 8 de marzo). La última encuesta prevé la victoria de Cruz en Texas, incluso por encima de Trump, y el tercer puesto de Rubio. La segunda parece poco viable. Chris Krueger, analista de Guggenheim Partners, explica que, aun si mañana Rubio no logra sus objetivos, habría que concentrarse en el 15 de marzo, cuando los estados que otorgan más nominados van a las urnas. “Marco Rubio está todavía en condiciones de vencer a Trump. O al menos de evitar que el magnate logre el objetivo antes de la convención de julio”.