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Dicen los cucuteños que desde el pasado mes de enero las cosas cambiaron en la frontera. Cambiaron no necesariamente porque el flujo de migrantes venezolanos haya disminuido, pues de acuerdo con varios de ellos la cosa sigue igual o peor, sino porque quienes están o llegan a la ciudad caminan con otro semblante.
La juramentación de Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional venezolana, como mandatario interino de Venezuela el pasado 23 de enero despertó algo en los venezolanos que residen en Cúcuta.
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Los migrantes caminan con optimismo, algo que no le ha sido indiferente a los cucuteños, que se habían acostumbrado a ver a los venezolanos como paisaje, pero que hoy los ven con una actitud distinta. “Otra vez los ve uno con ganas de salir a la calle, de luchar por su país”, dice Germán Rodríguez, vendedor ambulante y habitual visitante de la zona de frontera. La presión internacional en contra del gobierno de Nicolás Maduro se ha sentido en las calles de Cúcuta.
Guaidó, quien hasta hace poco era un político desconocido para la mayoría de los venezolanos, es hoy un símbolo de que hay un futuro, incierto, pero según ellos preferible a lo que tienen. Ejemplo de ello fue la apertura del centro de acopio de donaciones para Venezuela el pasado viernes, en el puente internacional de Tienditas, solicitado por el líder opositor y que contó con el vibrante apoyo de un grupo de venezolanos residentes en la capital de Norte de Santander.
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“No sabíamos quién era, pero igual lo apoyamos. No nos importa la verdad quien gobierne mientras salga Maduro”, dijo a El Espectador Ernesto Carrillo, un estudiante de derecho venezolano de 22 años, que desde hace un año se gana la vida en un parqueadero en Cúcuta. “Viva nuestro presidente Guaidó”, gritaban otros manifestantes en las afueras de las Tienditas.
La apertura de este punto le dio vida a un lugar que estaba muerto, según cuentan los cucuteños. El puente internacional de Tienditas fue terminado en 2016 luego de dos años de construcción y una inversión de cerca de US$32 millones, pero debido a la crisis diplomática de 2015 entre Colombia y Venezuela, cuando Maduro ordenó la evacuación de 30.000 familias colombianas, la construcción nunca fue inaugurada. En total fueron nueve camiones, dos grandes y siete pequeños, los que ingresaron al puente internacional, y con los que, de acuerdo con la oposición y los gobiernos de Estados Unidos y Colombia, se planea alimentar a más de 5.000 venezolanos durante 10 días, dar elementos de higiene para más de 7.500 por 10 días y kits médicos de emergencia, cada uno de los cuales puede servir a una población de 10.000 personas por 90 días.
Pero a pesar de los intereses de los gobiernos de Colombia y Estados Unidos, que han dicho que los paquetes de ayuda van a cruzar “como sea” este puente, todavía no hay claridad de cómo harán para que las donaciones ingresen hacia Venezuela.
Eduardo José González, director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), quien coordina la ayuda en Cúcuta, dijo que la misión es “eminentemente humanitaria” e insistió en que no “hay planes de intervención militar”.
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Hasta el momento el plan va en la tercera de las cinco fases previstas por las autoridades de Estados Unidos, Colombia y representantes de Juan Guaidó.
La primera fue el ingreso de las mercancías a Colombia, donde se revisó que los productos estuvieran en buen estado y cumplieran con los requisitos exigidos por las autoridades del país, y la segunda consistió en hacer llegar la asistencia, como ocurrió esta semana, al centro de acopio.
Según Guaidó, “su gobierno interino” hará todo lo posible para ello, incluso si tiene que aceptar la intervención de una fuerza extranjera. “Esto es un tema obviamente muy polémico, pero haciendo uso de nuestra soberanía, el ejercicio de nuestras competencias, haremos lo necesario”, explicó el líder opositor en una entrevista a la AFP este viernes después de la inauguración del centro de acopio.
Pero así como Guaidó y la oposición han sido categóricos en insistir que las donaciones “pasarán sea como sea”, el presidente Nicolás Maduro ha reafirmado en diferentes intervenciones que estos paquetes de ayuda “no entrarán” a Venezuela. Cuando las Fuerzas Armadas colocaron tres contenedores en los tres carriles del puente de Tienditas, el oficialismo envió una clara señal de que, al menos por ahí, no piensan dejar pasar nada. Mientras que Diosdado Cabello, hombre fuerte del chavismo, amenazó con que “si vienen (soldados estadounidenses), se viene una guerra irregular”.
Pero la gran mayoría de los venezolanos que se encuentran en la ciudad de Cúcuta no opinan lo mismo que Maduro y Cabello. “Ayuda humanitaria ya”, “Gracias por la ayuda” y “Trump no nos abandone” eran algunas de las consignas del puñado de migrantes que se acercaron el viernes a manifestar su apoyo a la iniciativa de Guaidó y de la oposición venezolana.
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No hay miedo
Esta acción por parte de los militares venezolanos causó un poco de zozobra en Cúcuta, pero según cuentan ya están acostumbrados. “Maduro es un perro bravo, pero no muerde”, dice Germán Cote, taxista colombo-venezolano. “Claro que uno se asusta cuando mandan soldados a la frontera, pero así también lo hacía Chávez, entonces no es nada nuevo”, agrega.
“El miedo nos lo quitaron hace rato”, dice María Acevedo, venezolana residente en Cúcuta, y opina que aunque es difícil que la ayuda entre, confía en que los militares tengan compasión con las necesidades que están pasando en Venezuela. “Yo tengo familia que es militar, y mi familia está en contra también de eso, de que no dejen pasar la ayuda humanitaria, pero mi familia no puede hacer nada, solamente las autoridades de alto rango”, dijo María Acevedo.
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De hecho, junto a un grupo de migrantes que protestaban pacíficamente a las afueras del puente Tienditas, Edward Guzmán, un venezolano oriundo de Valencia que apuntaba a arribar a Bogotá, hizo un alto en el camino para sumarse a la protesta en apoyo a la llegada de las asistencias y se unió al llamado de muchos de ellos para ser parte de “un canal humanitario”.
“Si no quieren dejar entrar la ayudas, nosotros lo haremos”, dice Guzmán, quien dijo que si es necesario se plantara una semana en el puente y recordó cómo en 2016 cientos de venezolanos cruzaron a la fuerza la frontera en Cúcuta, cerrada temporalmente por orden de Maduro, en busca de productos ante la mirada impotente de los guardias. “Las necesitamos, estamos sufriendo, ya no podemos más”, advierte.
Algo que quienes protestaron esperan no sea necesario, pues como decían sus carteles, cuentan con que los soldados harán su parte.