La crisis en Necoclí pone a prueba a Petro
El presidente Petro debe estimular el compromiso de los países de la región en promover la migración regular, segura y ordenada. Las medidas tomadas por Estados Unidos pueden exacerbar los desafíos en otros países.
Daniella Monroy Argumedo
El gobierno Petro cumple casi tres meses y aún no se avizora que una de sus prioridades sea la migración. Se percibe un viraje con respecto al gobierno Duque en el sentido de que el tema no es una de las banderas a enarbolar, como si lo es el cuidado del medio ambiente o La Paz.
Petro debe ver la importancia de gestionar la migración
La Defensoría del Pueblo advertía a mitad de octubre que se ha agudizado la crisis humanitaria de migrantes que intentan pasar al norte del continente por el Urabá. Los migrantes que usan esta región como punto de paso en su trayecto hacia el tapón del Darién con destino al norte del continente se habían quedado detenidos en Necoclí a inicios de octubre esperando por tiquetes de embarcaciones que los llevaran a Acandí y Capurganá para seguir a Panamá.
La situación en ese momento era, según el Defensor Carlos Camargo, más compleja que la que se presentó el año pasado. En la segunda semana de octubre, 150 mil personas habían pasado hacia Panamá, versus 134 mil en todo el 2021. La población estancada en el Urabá estuvo en grave vulnerabilidad y dependiendo de grupos armados y traficantes de personas, además de lo precario de su condición económica y la presencia de niños y niñas. Incluso, la situación era más alarmante teniendo en cuenta que la migración en tránsito hacia el Darién no parece detenerse.
Todo este contexto en Necoclí, a tres meses de gobierno, le presenta al presidente Petro gran urgencia de atención, la necesidad de una gestión migratoria que sea amplia e integral. La ocurrencia de esta crisis, que se debía haber previsto después de que ocurrió en 2021 aunque en menores dimensiones, demuestra la necesidad de Colombia de tener planes estructurados para abordar la llegada de extranjeros y retornados. Asimismo, en el tema puntual del paso por el Darién, de concertar con Panamá las vías más indicadas para hacer frente a la migración de forma humanitaria y con el mayor respeto a los derechos humanos. Y que esa visión contemple y formule acciones para los flujos migratorios de tránsito, pendulares y con vocación de permanencia que a diario recibe Colombia en diferentes zonas del territorio.
Si Petro no propone una agenda en gestión migratoria, otros se la impondrán a Colombia
La migración hacia los países del norte de las Américas comprende a varios países del globo. Unos, los de Suramérica y Centroamérica por ser de tránsito y otros, como los africanos y asiáticos, por constituir las nacionalidades que constituyen los movimientos poblacionales. Si bien el flujo actual que circula por el Darién está mayormente conformado por venezolanos, la migración es y seguirá siendo un tema de interés en política internacional y en política exterior.
Varios de los países del continente han impuesto sus políticas migratorias, unos las han endurecido y más bien pocos han optado por mantener la apertura. Vecinos como Perú y Ecuador han seguido el ejemplo de Colombia en implementar sus propios mecanismos de regularización para venezolanos. Pero Estados Unidos ha mostrado un viraje. Hace pocas semanas el presidente Joe Biden decidió fomentar la disminución de la cifra de venezolanos que lleguen al país, optando por devolver hacia México a los que crucen la frontera caminando o nadando con el beneplácito del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Esa es un ejemplo de las decisiones de otros Estados que tienen implicaciones directas para Colombia. La medida de Biden puede llegar a generar embudos de migrantes, motivo por el cual Petro debe estimular el compromiso de los países de la región en promover la migración regular, segura y ordenada, entendiendo que Colombia es el mayor receptor de venezolanos en el mundo con 2,4 millones y hace parte del camino de la mayoría de los más de 158 mil migrantes que han pasado por la inhóspita frontera colombo-panameña en lo corrido del año. Esa cifra supera la de los migrantes que cruzaron por esa región en toda la década pasada.
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¿Está quedando sin doliente el tema migratorio?
Por otro lado, en la presidencia de Juan Manuel Santos, cuando estaba en pleno surgimiento la emergencia en Venezuela, se creó la figura de la Gerencia de Fronteras que Duque perpetuó. Se conoció la semana pasada por el director del DAPRE, Mauricio Lizcano, que la Gerencia hizo parte de la purga burocrática en la que se están desmantelando algunas consejerías presidenciales y, por eso, pasará a formar parte de la Cancillería.
La Gerencia de Fronteras no ha sido propiamente una consejería. De hecho, tampoco se dedicaba solo a temas fronterizos. Llegó a estar formalmente constituida solo hasta septiembre de 2021 a través del Decreto 1185 bajo el nombre de Oficina para la Atención e Integración Socioeconómica de la Población Migrante. Estando bajo tutela y comunicación con Presidencia, tenía la capacidad de representar al jefe de Estado en los mecanismos de coordinación relacionados con política migratoria. Esa capacidad de liderazgo para desarrollar lo pertinente a la migración da celeridad a los procesos de formulación y ejecución de políticas públicas para migrantes y retornados, tan necesaria en el escenario actual de integración de la migración proveniente de Venezuela.
En las nuevas circunstancias en las que la Gerencia de Fronteras (u Oficina) dejará de funcionar como entidad dependiente de Presidencia, se pone en duda si se van a reformular o recortar sus facultades. Entre esas, la de gestionar recursos de cooperación internacional para atender a los migrantes y retornados colombianos, que previamente se hacía en conjunto con la Cancillería y la Agencia Presidencial de Cooperación (APC).
La función de articular a los gobiernos locales y a los organismos nacionales en pro de focalizar esfuerzos para la integración de los migrantes es una de las más importantes y la Cancillería tendrá que demostrar un verdadero desenvolvimiento en ese aspecto por el que no se ha caracterizado en el pasado. En el futuro cercano se evidenciará si tiene la capacidad de gestión que se necesita para poner a la atención migratoria en los planes de trabajo de otros ministerios, especialmente los más urgentes como el de salud, educación o trabajo.
La coyuntura actual presenta retos en todos los aspectos migratorios posibles para Colombia. Hay pocas normativas y varias están sin reglamentar, el hemisferio percibe con buenos y malos ojos la llegada de extranjeros y esas visiones impactan a Colombia directamente por ser foco del flujo de venezolanos. Del liderazgo de Colombia en temas migratorios depende su posición en política internacional y también el éxito del gobierno Petro en política doméstica.
*Daniella Monroy Argumedo es investigadora de la Bitácora Migratorio del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario y la Fundación Konrad Adenauer
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Escuche el podcast Encuentro con la migración
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El gobierno Petro cumple casi tres meses y aún no se avizora que una de sus prioridades sea la migración. Se percibe un viraje con respecto al gobierno Duque en el sentido de que el tema no es una de las banderas a enarbolar, como si lo es el cuidado del medio ambiente o La Paz.
Petro debe ver la importancia de gestionar la migración
La Defensoría del Pueblo advertía a mitad de octubre que se ha agudizado la crisis humanitaria de migrantes que intentan pasar al norte del continente por el Urabá. Los migrantes que usan esta región como punto de paso en su trayecto hacia el tapón del Darién con destino al norte del continente se habían quedado detenidos en Necoclí a inicios de octubre esperando por tiquetes de embarcaciones que los llevaran a Acandí y Capurganá para seguir a Panamá.
La situación en ese momento era, según el Defensor Carlos Camargo, más compleja que la que se presentó el año pasado. En la segunda semana de octubre, 150 mil personas habían pasado hacia Panamá, versus 134 mil en todo el 2021. La población estancada en el Urabá estuvo en grave vulnerabilidad y dependiendo de grupos armados y traficantes de personas, además de lo precario de su condición económica y la presencia de niños y niñas. Incluso, la situación era más alarmante teniendo en cuenta que la migración en tránsito hacia el Darién no parece detenerse.
Todo este contexto en Necoclí, a tres meses de gobierno, le presenta al presidente Petro gran urgencia de atención, la necesidad de una gestión migratoria que sea amplia e integral. La ocurrencia de esta crisis, que se debía haber previsto después de que ocurrió en 2021 aunque en menores dimensiones, demuestra la necesidad de Colombia de tener planes estructurados para abordar la llegada de extranjeros y retornados. Asimismo, en el tema puntual del paso por el Darién, de concertar con Panamá las vías más indicadas para hacer frente a la migración de forma humanitaria y con el mayor respeto a los derechos humanos. Y que esa visión contemple y formule acciones para los flujos migratorios de tránsito, pendulares y con vocación de permanencia que a diario recibe Colombia en diferentes zonas del territorio.
Si Petro no propone una agenda en gestión migratoria, otros se la impondrán a Colombia
La migración hacia los países del norte de las Américas comprende a varios países del globo. Unos, los de Suramérica y Centroamérica por ser de tránsito y otros, como los africanos y asiáticos, por constituir las nacionalidades que constituyen los movimientos poblacionales. Si bien el flujo actual que circula por el Darién está mayormente conformado por venezolanos, la migración es y seguirá siendo un tema de interés en política internacional y en política exterior.
Varios de los países del continente han impuesto sus políticas migratorias, unos las han endurecido y más bien pocos han optado por mantener la apertura. Vecinos como Perú y Ecuador han seguido el ejemplo de Colombia en implementar sus propios mecanismos de regularización para venezolanos. Pero Estados Unidos ha mostrado un viraje. Hace pocas semanas el presidente Joe Biden decidió fomentar la disminución de la cifra de venezolanos que lleguen al país, optando por devolver hacia México a los que crucen la frontera caminando o nadando con el beneplácito del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Esa es un ejemplo de las decisiones de otros Estados que tienen implicaciones directas para Colombia. La medida de Biden puede llegar a generar embudos de migrantes, motivo por el cual Petro debe estimular el compromiso de los países de la región en promover la migración regular, segura y ordenada, entendiendo que Colombia es el mayor receptor de venezolanos en el mundo con 2,4 millones y hace parte del camino de la mayoría de los más de 158 mil migrantes que han pasado por la inhóspita frontera colombo-panameña en lo corrido del año. Esa cifra supera la de los migrantes que cruzaron por esa región en toda la década pasada.
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¿Está quedando sin doliente el tema migratorio?
Por otro lado, en la presidencia de Juan Manuel Santos, cuando estaba en pleno surgimiento la emergencia en Venezuela, se creó la figura de la Gerencia de Fronteras que Duque perpetuó. Se conoció la semana pasada por el director del DAPRE, Mauricio Lizcano, que la Gerencia hizo parte de la purga burocrática en la que se están desmantelando algunas consejerías presidenciales y, por eso, pasará a formar parte de la Cancillería.
La Gerencia de Fronteras no ha sido propiamente una consejería. De hecho, tampoco se dedicaba solo a temas fronterizos. Llegó a estar formalmente constituida solo hasta septiembre de 2021 a través del Decreto 1185 bajo el nombre de Oficina para la Atención e Integración Socioeconómica de la Población Migrante. Estando bajo tutela y comunicación con Presidencia, tenía la capacidad de representar al jefe de Estado en los mecanismos de coordinación relacionados con política migratoria. Esa capacidad de liderazgo para desarrollar lo pertinente a la migración da celeridad a los procesos de formulación y ejecución de políticas públicas para migrantes y retornados, tan necesaria en el escenario actual de integración de la migración proveniente de Venezuela.
En las nuevas circunstancias en las que la Gerencia de Fronteras (u Oficina) dejará de funcionar como entidad dependiente de Presidencia, se pone en duda si se van a reformular o recortar sus facultades. Entre esas, la de gestionar recursos de cooperación internacional para atender a los migrantes y retornados colombianos, que previamente se hacía en conjunto con la Cancillería y la Agencia Presidencial de Cooperación (APC).
La función de articular a los gobiernos locales y a los organismos nacionales en pro de focalizar esfuerzos para la integración de los migrantes es una de las más importantes y la Cancillería tendrá que demostrar un verdadero desenvolvimiento en ese aspecto por el que no se ha caracterizado en el pasado. En el futuro cercano se evidenciará si tiene la capacidad de gestión que se necesita para poner a la atención migratoria en los planes de trabajo de otros ministerios, especialmente los más urgentes como el de salud, educación o trabajo.
La coyuntura actual presenta retos en todos los aspectos migratorios posibles para Colombia. Hay pocas normativas y varias están sin reglamentar, el hemisferio percibe con buenos y malos ojos la llegada de extranjeros y esas visiones impactan a Colombia directamente por ser foco del flujo de venezolanos. Del liderazgo de Colombia en temas migratorios depende su posición en política internacional y también el éxito del gobierno Petro en política doméstica.
*Daniella Monroy Argumedo es investigadora de la Bitácora Migratorio del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario y la Fundación Konrad Adenauer
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