Milei, el más reciente golpe a los oficialismos de la región: estos son sus retos
Con la victoria del economista libertario de 53 años se confirma la tendencia de derrota de los partidos o candidatos de gobierno en la región. El gran reto del “outsider”: afrontar la crisis económica con una capacidad de negociación que muchos dudan que tenga.
María Alejandra Medina
Javier Milei, un economista de 53 años, será desde el próximo 10 de diciembre el nuevo presidente de los argentinos, tras vencer al candidato oficialista Sergio Massa, en un balotaje que se preveía reñido, pero que, finalmente, no dejó lugar a dudas.
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Javier Milei, un economista de 53 años, será desde el próximo 10 de diciembre el nuevo presidente de los argentinos, tras vencer al candidato oficialista Sergio Massa, en un balotaje que se preveía reñido, pero que, finalmente, no dejó lugar a dudas.
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De forma poco usual, el perdedor (y no nos referimos a las encuestas que, una vez más, se desfasaron) se anticipó al reporte de los resultados oficiales y en un discurso desde su sede de campaña dio la noticia: el resultado “no fue el esperado”, reconoció su derrota y la victoria de Javier Milei, a quien, dijo, llamó para felicitarlo.
Pocas veces, desde el regreso a la democracia, Argentina había tenido que elegir a su jefe de Estado en una segunda vuelta, y pensar en un escenario más dividido que el alcanzado este domingo parecía difícil. No solo fue el balotaje, sino los extremos opuestos en que estaban los candidatos.
Por un lado, el oficialista Sergio Massa, del peronismo, quien era visto por muchas personas como la opción de un continuismo inconveniente mientras el país alcanza una inflación anual del 140 % y dos de cada cinco argentinos se consideran pobres, con Massa como ministro de Economía.
Por otro, Javier Milei, un libertario de discurso y métodos extremos, negacionista del cambio climático y de crímenes de la dictadura, criticado por sus detractores por personificar el “salto al vacío”. Las mayorías, a juzgar por el contundente resultado, no lo vieron así.
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Para Fabio Enrique Pulido, profesor de Teoría del Derecho y Derecho Constitucional en la Universidad de La Sabana y doctor en Filosofía del Derecho de la Universidad de Buenos Aires, “que gane un libertario, alguien que defiende las libertades de derecha, antiintervención, antiprogresista, en un país que en los últimos 30 años ha girado más hacia la izquierda” marcará un cambio hasta sociológico en el panorama argentino.
Los analistas coinciden en que uno de los mayores retos de Milei será negociar, y no solo eso, sino probablemente tener que negociar con la “casta” de la que tanto denigró.
En caso “de querer implementar las ideas que ha propuesto [como dolarizar la economía y eliminar el Banco Central] tiene que entrar a negociar con partidos y movimientos políticos asociados, ni siquiera similares”, desde los sectores de Mauricio Macri o Patricia Bullrich, quienes lo apoyaron, hasta los más radicales, y también los provinciales. No obstante, “le va a quedar muy difícil negociar con el peronismo”, señaló el académico.
Buena parte de su programa requerirá de leyes o incluso reformas constitucionales, para lo que el apoyo del Legislativo es fundamental; pero esto no parece sencillo, no solo por no tener partido ni trayectoria política de larga data, sino porque Milei se ha destacado por muchas cosas, menos por su “tacto político”, en palabras de Pulido.
En cuanto a políticas, por ahora su mayor desafío será la economía. Para Matías Franchini, profesor de Relaciones Internacional de la Universidad del Rosario, uno de los puntos claves será confirmar el ministro de Economía que lo acompañará en el gabinete. Con Argentina al borde del impago de la deuda y problemas como los mencionados, “no hay margen para los errores”, advierte Franchini.
Para el analista, la palabra del momento es “incertidumbre”, pues habrá que ver si el discurso de candidato se transforma en un discurso de presidente electo, que llame a los consensos o por lo menos a la cooperación para superar los impasses apremiantes.
Del primer discurso como presidente electo, Franchini destacó que se hizo en términos generales, sin ninguna alusión a políticas concretas ni a los posibles nombres del gabinete. “Fue un discurso moderado, agradeció a Macri y Bullrich”, lo que sugeriría una inclinación hacia Juntos por el Cambio para que lo acompañen en el gobierno.
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Cree que en las próximas semanas podría haber “roces” entre los mileístas más radicales y la gente de Juntos por el Cambio o pro-Macri que podrían sumarse. La clave estará en cómo logre el nuevo presidente sortear estas divisiones. Adoptar una posición radical, agrega el docente, podría complicar su gobernabilidad.
En todo caso, la sensación de incertidumbre no es para menos. Franchini recuerda que “Argentina es una país difícil sobre todo cuando no gobierna el peronismo. Mauricio Macri fue el primer presidente no peronista en terminar un gobierno”. Así, no solo está por verse la capacidad y el criterio que Milei tendrá como presidente para salir adelante, sino también la oposición, para saber superar sus fracturas.
No menos importante, el docente afirma que con la victoria de Milei se termina de confirmar la tendencia latinoamericana de la derrota del oficialismo.
Eso ratificaría, de paso, lo que le dijo a este diario Ignacio Labaqui, consejero académico del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL) y analista político de Medley Advisors, hace unos meses: “Desde 2018 lo que uno ve es que si es izquierda o derecha es secundario. Los partidos de gobierno pierden. Ese es el dato contundente. En ese período ha habido 16 elecciones, sacando de la cuenta a Venezuela y Nicaragua, porque no son países que tengan regímenes democráticos, y lo que veo es que todos los partidos de gobierno perdieron. Paraguay ha sido la excepción a la regla”.
En pocas palabras: la luna de miel de los gobiernos (y quizás uno de los mejores casos es el de Gabriel Boric, en Chile, con su frustrada constituyente) dura poco. Sin olvidar que el saliente Alberto Fernández fue criticado por su invisibilidad.
El transcurso de la jornada
Pese a que las vísperas de la jornada electoral transcurrieron en medio de acusaciones de fraude hechas por la campaña de Milei (al estilo de Trump y Bolsonaro), los comicios se desarrollaron con normalidad y, tras el cierre de las urnas a las 6 p. m. el domingo, el equipo del líder de La Libertad Avanza reconoció la transparencia del proceso democrático.
Más de 35 millones de argentinos estaban llamados a votar. La participación del 76 % del censo electoral que se presentó a ejercer su derecho fue muy similar a la registrada en la primera vuelta.
Unos votaron con dudas, muchos otros lo hicieron convencidos, ya fuera por las propuestas de los candidatos o, sobre todo, por la necesidad de sufragar en contra del uno o del otro, prueba de la polarización que el nuevo presidente deberá sortear.
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