Ninguna paradoja chilena: ¿por qué sigue fracasando el proceso constituyente?
Quienes se negaban a un proceso constituyente en Chile ahora serán los que lo liderarán. Esto es producto de sus habilidades para capitalizar el descontento que hay, pero sobre todo es el resultado de los errores de la izquierda.
Camilo Gómez Forero
Tras las elecciones del domingo, la primera lectura fue esa: Chile es una enorme contradicción hecha país. ¿Cómo era posible que el Partido Republicano, el que más se opuso a una Constituyente desde el principio porque prefería mantener el documento heredado de la dictadura de Augusto Pinochet, sea el que termine liderando el proceso de redacción de la nueva Constitución por encima de los partidos de izquierda y con un gobierno progresista de por medio?
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Tras las elecciones del domingo, la primera lectura fue esa: Chile es una enorme contradicción hecha país. ¿Cómo era posible que el Partido Republicano, el que más se opuso a una Constituyente desde el principio porque prefería mantener el documento heredado de la dictadura de Augusto Pinochet, sea el que termine liderando el proceso de redacción de la nueva Constitución por encima de los partidos de izquierda y con un gobierno progresista de por medio?
“Es una gran paradoja: ellos tuvieron siempre en contra del proceso constituyente y hoy día tienen la oportunidad de escribir la Constitución que quieran”, le dijo Claudia Heiss, jefa de la carrera de ciencia política en la Facultad de Gobierno de la Universidad de Chile, a la BBC.
El domingo, el Partido Republicano, de derecha radical, fue el más votado en las elecciones para elegir los 51 miembros del Consejo Constitucional, órgano encargado de discutir y aprobar el nuevo texto constitucional antes de que sea sometido a plebiscito. El lunes, tras una última actualización del Servicio Electoral de Chile (Servel), se fijó que los republicanos tendrían 23 consejeros, en lugar de los 22 que se anunciaron el fin de semana. Si a estos se les suman los 11 consejeros de la coalición de “Chile Seguro”, también de derecha, los conservadores dominarán el órgano con 33 de los 51 votos.
Así, la derecha chilena tendrá la autonomía para aprobar una propuesta de Constitución a su antojo, pues el proceso de deliberación contempla un número mágico de 31 consejeros para obtener la mayoría. Aunque contradictorio de entrada, este resultado no es sorpresivo para analistas y estudiosos del proceso chileno. “Es sorpresivo por la abultada victoria de la extrema derecha. Se esperaba una victoria del Partido Republicano, pero no por un margen tan grande”, señala Alejandro Olivares, académico de la Universidad Mayor de Chile.
No habría que escandalizarse por el resultado y el giro que parece haber tomado el país si se mira todo el panorama de manera minuciosa desde que esta historia empezó. El sociólogo Jorge Galindo hizo el ejercicio en El País de España, donde detalló que si bien el sí a un proceso constituyente ganó con un abrumador 78 % en las urnas en octubre de 2020, es decir, que la gran mayoría quería un cambio de Constitución, apenas el 38 % de los chilenos habilitados para votar lo hicieron. Es el dato más importante para entender Chile hoy y por qué el proceso ha fracasado hasta ahora.
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Con ese resultado abrumador del 78 % en las urnas, la izquierda se confió en que el país quería un cambio de Constitución. Pero una cosa era esa movilización de octubre de 2020, y otra muy diferente la representación de la gente en esa primera Convención Constitucional para redactar el documento. En palabras de Galindo, “confundieron movilización con representatividad, y al hacerlo le confiaron el futuro del proceso constituyente a un texto escrito por los movilizados, pero que tenía que ser aprobado por todos”, señala el experto. La izquierda cometió un enorme error y al leer esa cifra creyó que el país le había dado el aval para redactar a su manera lo que fuera, y así en el camino ignoró por completo a otros sectores. En eso coincide Olivares.
“Cuando ganó la Convención anterior, aquella cuya propuesta constitucional fue rechazada hace unos meses, muchos convencionales de izquierda dijeron, palabras más, palabras menos, que ‘la ciudadanía los había elegido a ellos y no tenían por qué tener diálogo con las otras fuerzas políticas que habían sido minimizadas’, en referencia a las derechas. Ese fue un gran error, pues el proyecto de Constitución que salió de esa Convención fue un proyecto maximalista que al mismo tiempo no integraba las opiniones de algunos sectores. Eso sirvió como base para que fuera rechazado por muchos actores”, explica Olivares.
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Pero no es una reflexión solo de los expertos. El presidente chileno, Gabriel Boric, ha sido quizá quien más ha entendido que el no haber tendido puentes para escuchar otras voces en el proceso fue lo que les costó no solo las elecciones de consejeros el fin de semana, sino incluso el plebiscito sobre el primer texto de la nueva Constitución.
El domingo, tras la derrota, el mandatario invitó al Partido Republicano a “no repetir los mismos errores” que cometió la izquierda. “Con eso se refiere a no repetir los errores de la Convención, que con una amplia mayoría pasó su aplanadora y no se generó diálogos con los sectores. Lo que confundieron es que ese mandato por el que fueron elegidos no era un mandato para hacer lo que quisieran, sino un mandato para que integraran también a las minorías en el proceso”, dice Olivares.
Tras la derrota de la izquierda y la demoledora victoria de la derecha, algunos se han aproximado a señalar que lo que necesita el país es “construir una gran coalición de centro”, como planteó el excandidato presidencial y exministro de Justicia, Carlos Maldonado. Olivares piensa que, dados los resultados del domingo, esto está fuera de lugar. “La ciudadanía pudo haber optado por una derecha más tirada hacia el centro, pero votó fue por una opción más a la derecha. Lo mismo ocurrió con la centro-izquierda”, dice Olivares. Es decir, la tendencia es que los votos se están alejando del centro y van hacia los extremos, aunque las opciones de centro estaban. El experto añade que esas propuestas de centro son más que todo “oportunistas”, provenientes de personas que buscan figurar como el “puente” en el país.
Lo que queda para Chile es confiar en que el Partido Republicano, como dice Boric, no cometerá los mismos errores de la izquierda y tenderá puentes de diálogo con los grupos minoritarios para por fin formalizar una nueva Constitución. “Para José Antonio Kast (líder del partido) es un desafío enorme. Él tiene una base bastante extrema en muchos sentidos. Algunos son negacionistas de los derechos humanos, incluso hay terraplanistas, por poner un extremo. Ellos han estado en contra del proceso constituyente desde el inicio. Kast tendrá que moderarlos y usar esto como muestra de que él también puede ser moderado”, dice Olivares.
“Si consigue el diálogo, podrá presentarse como el candidato que, aunque estaba a favor de mantener la anterior Constitución, lideró este otro proceso pensando en la unidad del país. Si logra conjugar bien esa parte, le dará las credenciales de moderación que necesita para transformarse en la gran opción para convertirse en presidente en las próximas elecciones”, concluye el analista.
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