“No quedó ni una pared de la casa”: la huella del fuego que devasta a California
El incendio más devastador en la historia de California tiene en jaque a los servicios de respuesta estadounidenses mientras los residentes de ciudades como Los Ángeles tratan de mantener su vida entre las feroces llamas.
Hugo Santiago Caro
El precedente de hace menos de un mes con los incendios en Malibú, una de las zonas más exclusivas de Los Ángeles, en California (EE. UU.), hizo que, cuando comenzaron nuevas conflagraciones este martes en la ciudad, Patricia Gil desestimara el peligro que pudiera representar para ella y su familia.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
El precedente de hace menos de un mes con los incendios en Malibú, una de las zonas más exclusivas de Los Ángeles, en California (EE. UU.), hizo que, cuando comenzaron nuevas conflagraciones este martes en la ciudad, Patricia Gil desestimara el peligro que pudiera representar para ella y su familia.
“Mi hija oyó una alarma, se asomó y dijo: ‘Ese fuego se ve cerquita’. Yo le dije: ‘No, mi amor, eso está lejos. Es igual que la otra vez, eso lo logran parar allá, no te preocupes. No te afanes’. Entonces ella empezó a empacar, y yo también. Mi esposo salió, miró y dijo: ‘Está feo, vamos a empacar’, y así empezó”, contó Gil, quien vive desde hace más de 20 años en Pasadena, una de las zonas afectadas por los recientes incendios, descritos por el presidente Joe Biden como los más catastróficos en la historia de California.
A partir de ese momento, todo fue cuestión de minutos. Gil dice que en menos de 20 minutos recibieron la señal de evacuación y tuvieron que dejar su casa mientras el incendio se desplegaba por las zonas residenciales con gran rapidez.
Gabriela Rosales, periodista y meteoróloga guatemalteca radicada en Los Ángeles, explicó a El Espectador que el diferencial de estos incendios con los de diciembre y otros que suelen presentarse fueron los vientos que encajan en huracanes de categorías 1 y 2: “Los vientos nos llegan desde el noreste, pasan por los corredores de los desiertos, y eso hace que la actividad de viento sea más fuerte y seca. Por lo regular, estos vientos elevan las temperaturas y bajan la humedad, lo cual afecta la zona. Esta vez, los vientos alcanzaron velocidades de hasta 500 millas por hora (mph), algo que no habíamos visto anteriormente, llegando hasta 80 mph, lo que equivale a la velocidad de un huracán categoría 1. En algunas zonas incluso alcanzaron hasta 99 mph, lo que ya se compara con la velocidad de un huracán categoría 2″.
La repentina emergencia hizo que, para la fecha, haya 130.000 residentes de Los Ángeles bajo alerta de evacuación porque los incendios siguen lejos de ser controlados.
En concreto, el incendio Palisades, iniciado el martes en Pacific Palisades cerca de Malibú, ha consumido 17,234 acres, destruido más de 1,000 estructuras y obligado a 130,000 personas a evacuar. En tanto, el incendio Eaton, al norte de Altadena, ha arrasado 10,600 acres, destruido 972 estructuras y cobrado la vida de cinco personas. Por su parte, el incendio Hurst en Sylmar, también iniciado el martes, ha quemado 855 acres, mientras que el incendio Sunset en West Hollywood, una zona icónica que incluye Hollywood Blvd, el Paseo de la Fama, el Teatro Chino y el museo Madame Tussaud, ha devastado 43,000 acres.
Desde entonces, la vida en Los Ángeles y todo el sur de California cambió radicalmente. A pesar de que sigue siendo un incendio en zonas focalizadas, los fuertes vientos complican por completo la vida cotidiana de los habitantes de la ciudad.
Alejandra Téllez, productora de televisión colombiana radicada en Los Ángeles, explicó a este diario que desde la calidad del aire hasta el tránsito en la ciudad cambiaron por completo por la catástrofe.
“Yo trabajo en Downtown, en el centro. Está alejado de las zonas afectadas. Pero, aun así, lo sientes. O sea, sientes que, al respirar, es como si literalmente estuvieras comiendo humo. Es fatal, como si estuvieras al lado de una chimenea. La calidad del aire nos afecta gravemente, también en términos de salud (...) Con tanta gente evacuando, el tráfico ha aumentado muchísimo. También hay carros de bomberos y policías por todas partes, y eso hace que a veces cierren avenidas. Ayer, de hecho, algunos compañeros que trabajan conmigo tuvieron que salir temprano porque, creo, cerraron como dos freeways (autopistas rápidas) que estaban cerca de los incendios principales”, dice Téllez.
Mientras que la alerta roja sigue activada y el riesgo de otra arremetida por los incendios sigue latente, algunos evacuados han podido ir retornando a sus hogares. Algunos, como Gil, encontraron sus pertenencias intactas. En su caso, solo un árbol cayó en su patio por la ventisca. Sin embargo, no todos tuvieron la misma suerte.
“Unas cuadras más arriba, medio barrio se quemó. O sea, cantidad de amigos nuestros se quedaron sin nada, nada es nada. No quedó ni una pared de la casa. Los bomberos, pues, obviamente están trabajando, pero no tienen suficiente personal. Además, no había agua en los hidrantes. Hay muchos lados donde dijeron que no tenían agua. Estaban viendo cómo se quemaba la casa porque no podían hacer nada”, afirmó Gil.
Ahora lo que sigue es incierto. Como cuenta Gil, los recursos están llegando a un límite y están preparados para volver a evacuar si es necesario mientras las llamas siguen avanzando sin control. Para el Estado, Biden prometió que se acelerará el desembolso de fondos y recursos federales adicionales para hacer frente y controlar la catástrofe cuanto antes.
📧 📬 🌍 Semana a semana tendremos un resumen de las noticias que nos harán sentir que No es el fin del mundo. Si desea inscribirse y recibir todos los lunes nuestro newsletter, puede hacerlo en el siguiente enlace.
👀🌎📄 ¿Ya se enteró de las últimas noticias en el mundo? Invitamos a verlas en El Espectador.
Si le interesa algún tema internacional, quiere enviarnos una opinión sobre nuestro contenido o recibir más información, escríbanos al correo mmedina@elespectador.com o aosorio@elespectador.com