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Nuevas pruebas muestran que Policía esperó para confrontar al atacante de Uvalde

La narrativa oficial ha pasado de centrarse en una historia de respuesta rápida por parte de la policía local a un relato de vacilación y demora que contradice los preceptos de dos décadas de capacitación que instruyen a los oficiales para confrontar rápidamente a un atacante con el fin de salvar vidas, incluso corriendo el riesgo de morir.

J. David Goodman / The New York Times
11 de junio de 2022 - 04:23 p. m.
El atacante irrumpió en la escuela sobre el mediodía, armado con un rifle AR-15, después de haber chocado el automóvil en el que escapó tras atacar también a su abuela, según el reporte de las autoridades.
El atacante irrumpió en la escuela sobre el mediodía, armado con un rifle AR-15, después de haber chocado el automóvil en el que escapó tras atacar también a su abuela, según el reporte de las autoridades.
Foto: EFE - TANNEN MAURY
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Un grupo de oficiales fuertemente armados se demoró más de una hora para confrontar a un tirador en Uvalde, Texas, a pesar de que a los supervisores que se encontraban en el lugar de los hechos se les dijo que algunos alumnos que estaban atrapados con el atacante, en dos aulas de una escuela primaria, necesitaban tratamiento médico, según muestra un nuevo análisis de videos y otros materiales de investigación. Según esos elementos, los agentes esperaron a que llegara el equipamiento de protección para reducir riesgos.

El jefe de policía del distrito escolar, quien lideró la respuesta al tiroteo del 24 de mayo, parecía angustiado por el tiempo que le tomaría conseguir los escudos que ayudarían a proteger a los agentes cuando entraran y se enfocó en encontrar una llave para abrir las puertas de las aulas, según muestran los documentos policiales y videos que fueron recopilados como parte de una investigación a la que The New York Times tuvo acceso.

El jefe, Pete Arredondo, y otras personas que estaban en el lugar se dieron cuenta de que no todos los que estaban adentro de las aulas habían fallecido, según evidencian los documentos, que incluyen el informe de un oficial de policía del distrito escolar cuya esposa, una maestra, lo había llamado por teléfono desde una de las aulas para decir que le habían disparado.

Según concluyeron los investigadores policiales, más de una decena de los 33 niños y tres maestros que originalmente estaban en las dos aulas permanecieron con vida durante 1 hora y 17 minutos desde el momento en que comenzó el tiroteo hasta que cuatro oficiales ingresaron. En ese momento, 60 oficiales se habían congregado en la escuela.

“La gente va a preguntar por qué tardamos tanto”, dice un hombre que los investigadores creen que es el jefe Arredondo, según una transcripción de las imágenes de la cámara corporal de un oficial. “Estamos tratando de preservar el resto de las vidas”.

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En este momento, los investigadores trabajan para determinar si alguna de las personas que murieron podría haberse salvado si hubiera recibido atención médica antes, según un funcionario familiarizado con la investigación. Pero no hay duda de que algunas de las víctimas todavía estaban vivas y necesitaban atención médica desesperadamente. Una de las maestras murió en la ambulancia. Tres niños fallecieron en hospitales cercanos, según los documentos.

Xavier Lopez, de 10 años, fue uno de los niños que murieron después de ser trasladado de urgencia a un hospital. Su familia dijo que recibió un disparo en la espalda y perdió mucha sangre mientras esperaba la atención médica. “Podría haberse salvado”, dijo su abuelo Leonard Sandoval. “La policía no entró durante más de una hora. Se desangró”.

En un momento, los supervisores que estaban en la escuela se dieron cuenta de que había personas adentro de las aulas que necesitaban ayuda.

“Creemos que hay algunas personas heridas allí”, dijo el hombre que se cree que es el jefe Arredondo, varios minutos antes de la irrupción de los agentes, según la transcripción. “Y, para que sepas lo que hicimos, despejamos el resto del edificio para que no hubiese nadie más, además de quienes ya están allí, obviamente”. En la transcripción, no queda claro con quién estaba hablando.

Pero incluso con los documentos y videos adicionales, gran parte de la caótica escena de ese día sigue sin estar clara, incluso cuando el jefe Arredondo y otros oficiales superiores se dieron cuenta de que había personas heridas adentro de los salones de clases. No se sabe si Arredondo u otros oficiales que estaban en la escuela se enteraron de las llamadas al 911 de una niña que estaba en las aulas y dijo que algunos de sus compañeros habían recibido disparos pero aún estaban vivos.

Luego del análisis de los documentos han surgido algunas revelaciones como que el atacante, Salvador Ramos, tenía un dispositivo conocido como “hellfire” que fue creado para permitir que un rifle semiautomático AR-15 se dispare como un arma automática; algunos de los oficiales que llegaron primero a la escuela tenían armas largas, es decir, contaban con más potencia de fuego de lo que se sabía; y el jefe Arredondo se enteró de la identidad del pistolero mientras estaba en la escuela y, en vano, trató de comunicarse con él por su nombre a través de las puertas cerradas del salón de clases.

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Pero como a dos oficiales que se acercaron a la puerta les dispararon —las balas los rozaron causándoles heridas menores— parece que Arredondo decidió que irrumpir rápidamente en las aulas, sin escudos ni mayor protección, habría ocasionado que los oficiales posiblemente murieran. En cambio, se centró en sacar a otros niños de la escuela, mientras esperaba a que le llevaran equipo de protección adicional.

La respuesta de la policía en la escuela primaria Robb ahora es objeto de investigaciones por parte de la policía estatal de Texas y el Departamento de Justicia de EE. UU. Fue el tema de una audiencia a puerta cerrada celebrada el jueves en el capitolio estatal, en Austin, que contó con el director de la policía estatal, Steven McCraw.

Pero aún no se han podido esclarecer los detalles de lo que sucedió en la escuela, y algunos aspectos de las versiones que, en primera instancia, le dijeron al gobernador Greg Abbott y a los principales funcionarios estatales, incluido McCraw, tuvieron que modificarse o retractarse por completo. La narrativa oficial ha pasado de centrarse en una historia de respuesta rápida por parte de la policía local a un relato de vacilación y demora que contradice los preceptos de dos décadas de capacitación que instruyen a los oficiales para confrontar rápidamente a un atacante con el fin de salvar vidas, incluso corriendo el riesgo de morir.

Ahora, más de dos semanas después de que el atacante matara a 19 niños y dos maestras, ha surgido una imagen más clara de la cronología de los eventos y la respuesta de la policía, según una revisión del Times de los documentos y videos de las fuerzas del orden que forman parte de la investigación del tiroteo.

Al momento de atender la crisis en la escuela se produjeron una serie de fallas: el sistema de radio de la policía local, según demostraron pruebas posteriores, no funcionaba correctamente adentro del edificio; las puertas de las aulas no podían cerrarse rápidamente en caso de emergencia; y después de una ráfaga inicial de disparos del pistolero, ningún oficial volvió a acercarse a la puerta durante más de 40 minutos. Todos se quedaron a cierta distancia, en el pasillo.

Según los documentos, el jefe Arredondo, quien se había centrado en evacuar otras aulas, comenzó a discutir la posibilidad de entrar en las aulas donde estaba el atacante aproximadamente una hora después de que comenzaran los disparos dentro de la escuela a las 11:33 a. m. Según muestran los videos, decidió que los agentes entraran después de que se escucharon varios disparos en las aulas, y luego de una larga pausa, alrededor de las 12:21 p. m.

Pero, primero, quería encontrar unas llaves.

“Estamos listos para entrar, pero esa puerta está cerrada”, dijo, según la transcripción, alrededor de las 12:30 p. m.

En ese momento, los oficiales adentro y alrededor de la escuela estaban cada vez más impacientes y, en algunos casos, habían expresado sus preocupaciones en voz alta. “Si hay niños allí, tenemos que entrar”, se escuchó decir a un oficial, según los documentos. Otro respondió: “Quien esté a cargo lo decidirá”.

Un equipo formado por agentes de la Patrulla Fronteriza especialmente capacitados y un ayudante del alguacil finalmente entraron y mataron al atacante a las 12:50 p. m.

Aunque Arredondo no objetó la irrupción del equipo, a ciencia cierta no se sabe si fue consciente del momento en que aprobó la operación después de retener a los oficiales durante más de una hora, según una persona que fue informada sobre la respuesta del equipo por un agente federal que estuvo involucrado en el esfuerzo táctico. En medio de la confusión y frustración que se vivían en el pasillo, el agente cree que el equipo tomó la iniciativa por su cuenta para entrar a las aulas.

La falta de órdenes claras evidencia el caos y la mala comunicación de la respuesta que incluyó a decenas de policías estatales y locales, agentes del alguacil y agentes federales de la Patrulla Fronteriza, muchos de los cuales vivían o trabajaban cerca.

La demora de la respuesta policial forma parte de una serie de aparentes fallas en la seguridad que inicialmente permitieron que el atacante entrara a la escuela y a las aulas, según los documentos de la investigación.

Los investigadores descubrieron que no solo una puerta exterior —a través de la cual entró el atacante— no estaba cerrada, sino que la mayoría de las puertas interiores de la escuela, incluidas las de las aulas, no se podían cerrar de inmediato en caso de una emergencia.

Y la mayoría de los oficiales llegaron con radios que no funcionaban bien adentro de la escuela, según el análisis de los investigadores, lo que pudo crear confusión y dificultades de comunicación.

Forrest Anderson, quien trabaja en el manejo de emergencias del condado de Uvalde, dice que el sistema de radios, instalado hace dos décadas, fue diseñado para ser usado en el amplio territorio, y los alrededores de Uvalde, un pueblo de 15.000 habitantes rodeado de ranchos y granjas que está ubicado a unos 128 kilómetros al oeste de San Antonio.

“El sistema fue creado según las condiciones prevalecientes en ese momento” para que los oficiales que respondían a una emergencia se comunicaran con los despachadores que pueden estar a una distancia de 48 a 120 kilómetros, dijo Anderson.

A raíz del tiroteo, los investigadores probaron las radios del Departamento de Policía de Uvalde, así como los de la policía escolar de Arredondo, y descubrieron que no transmitían de manera efectiva adentro de la escuela o incluso afuera de ella. Solo las radios que llevaban los agentes de la Patrulla Fronteriza parecían funcionar bien, detectó la revisión.

El jefe Arredondo llegó al lugar sin ningún tipo de radio y utilizó un teléfono celular para algunas comunicaciones. No queda claro si en algún momento usó una radio.

Arredondo no respondió a varias solicitudes de comentarios. El jefe de policía de Uvalde, Daniel Rodríguez, tampoco respondió. El jefe Rodríguez estaba de vacaciones cuando ocurrió el tiroteo y no estaba presente en la escuela, dijo el alcalde de la ciudad, Don McLaughlin, en una reunión pública celebrada esta semana.

En una conferencia de prensa realizada el jueves, el superintendente del Distrito Escolar de Uvalde, Hal Harrell, dijo que el distrito estaba en el “proceso de desarrollar una lista de acciones que podemos implementar para fortalecer la seguridad en todos nuestros campus”.

Dijo que eso incluirá la contratación de oficiales de policía escolares adicionales y que los agentes se ubicarán en las escuelas durante el verano. Cuando el pistolero llegó a la escuela Robb, no había ningún oficial de policía escolar en las instalaciones.

“En este momento quiero honrar a nuestras familias con apoyo, amor y el compromiso de seguir adelante como distrito para nuestros estudiantes”, dijo.

Los documentos brindan detalles adicionales sobre el atacante y el armamento que adquirió.

Antes de ingresar a la escuela, había acumulado un arsenal de armas que incluía dos rifles estilo AR-15, accesorios y cientos de municiones, según detalla la investigación. Gastó más de 6000 dólares.

Ramos, quien tenía 18 años y abandonó la secundaria en 2021 durante el otoño de su último año, hizo las compras de manera legal, usando el dinero que parecía haber ganado trabajando en un Wendy’s y haciendo trabajos ocasionales en sistemas de aire acondicionado para su abuelo, según los documentos.

Entre las compras estaba el dispositivo “hellfire”. Fue descubierto dentro de una de las aulas, pero el pistolero no parece haber tenido éxito al momento de usarlo durante el ataque, según un análisis de la Oficina Federal de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos.

Después de que el pistolero ingresó a la escuela, las imágenes de vigilancia lo muestran caminando por los pasillos azules y verdes casi vacíos que estaban decorados con mensajes edificantes y algunos globos. Parece que no disparó hasta que llegó a los salones 111 y 112.

No queda claro por qué se detuvo ahí. Estudió en esa escuela cuando era niño y, según la investigación, durante su tiempo en esa institución pudo haber coincidido con Irma García, la maestra que daba clases en el salón 112. El día del tiroteo, su primo estaba en un salón de clases al otro lado del pasillo.

Arredondo fue uno de los primeros oficiales que ingresaron a la escuela y se acercaron a las aulas donde estaba el atacante.

Dos oficiales del Departamento de Policía de Uvalde, un teniente y un sargento, sufrieron raspones por las balas que disparó el tirador cuando intentaron mirar por la ventana de una de las puertas de las aulas, según muestra un video de vigilancia. En ese momento, todos los oficiales que habían llegado se refugiaron en el pasillo.

En el video puede verse que, durante más de 40 minutos, nadie volvió a acercarse a las puertas de las aulas aunque los oficiales armados comenzaron a llegar rápidamente.

Quince niños habían asistido a clases en el salón 111 ese martes, según detalla la investigación, además del profesor Arnulfo Reyes. Once niños murieron en el tiroteo, tres resultaron ilesos y uno resultó herido. Reyes recibió un disparo pero sobrevivió.

En el salón 112, que está conectado internamente por una delgada puerta azul, había 18 estudiantes y dos maestras, García y Eva Mireles, la profesora que llamó a su esposo después de recibir un disparo. Nueve niños resultaron heridos pero sobrevivieron y uno resultó ileso, según los documentos.

El esposo de Mireles, Ruben Ruiz, quien trabaja con el jefe Arredondo como uno de los seis oficiales del Departamento de Policía del distrito escolar de Uvalde, se apresuró para llegar a la escuela, y los documentos muestran que informó a quienes respondieron al incidente que su esposa todavía estaba viva en una de las aulas.

“Ella dice que le dispararon”, se escucha que el oficial Ruiz les dice a otros oficiales cuando llegó a la escuela a las 11:48 a. m., según la transcripción de la cámara corporal.

Parece que ese mensaje llegó hasta un sargento del Departamento de Policía de Uvalde, que estaba cerca del jefe Arredondo en la escuela.

“Hay una maestra herida ahí”, se escucha que un oficial le dice al sargento, según la transcripción, justo antes de las 12:30 p. m.

“Lo sé”, respondió el sargento.

En ese momento, ya habían llegado oficiales tácticos fuertemente armados, junto con escudos protectores. El jefe Arredondo indicó que había que entrar en la habitación, pero comenzó a pedir repetidamente las llaves para abrir la puerta.

No estaba claro en la transcripción si alguien comprobó que la puerta estaba cerrada.

En ese momento, un oficial le dijo al jefe Arredondo el nombre del pistolero.

“¿Señor Ramos? ¿Puede oírnos, señor Ramos? Por favor responda”, dijo el jefe, según la transcripción. Arredondo intentó contactar al atacante en inglés y español. Pero Ramos no respondió.

Durante ese tiempo, un gran contingente de agentes de la Patrulla Fronteriza, con armas largas y escudos, se concentraron cerca de la puerta.

Según la transcripción del video de la cámara corporal, se podía escuchar al jefe Arredondo hablando por teléfono, preparándose para la irrupción y pidiendo que alguien que mirara por las ventanas de una de las aulas para ver si se podía ver algo.

A las 12:46 p. m. dio su aprobación para entrar en la habitación. “Si están listos para hacerlo, háganlo”, dijo, según la transcripción.

Minutos después, entró el equipo.

Ramos estaba en una esquina cerca de un armario en el aula 111, frente a la entrada, según muestran las imágenes de la cámara corporal. Intercambió disparos con los oficiales cuando entraron. Una bala rozó a un agente de la Patrulla Fronteriza que estaba cerca de la puerta. Parece que una de las balas impactó al atacante en la cabeza, matándolo.

Al otro lado del aula, los cuerpos de los niños yacían en una masa inmóvil, según los documentos. Un grupo similar de cuerpos yacía en el salón 112.

En las imágenes de video se puede ver a los oficiales sacando a algunos niños de la habitación y a Mireles, quien parecía sufrir un dolor extremo. Aunque fue ingresada a una ambulancia, murió antes de llegar a un hospital.

Dentro de la escuela, los oficiales se apresuraron a llevar o arrastrar los cuerpos inertes de los niños, algunos con graves heridas de bala en la cabeza, a un área de triaje que fue instalada en el pasillo.

Durante un tiempo, los cuerpos de los alumnos de cuarto grado yacieron ahí, contorsionados sobre el piso salpicado de sangre y bajo una gran pancarta de colores que decía “Clase de 2022, ¡felicitaciones!”.

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Por J. David Goodman / The New York Times

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