Opositores cubanos condenan muerte de disidente en huelga de hambre
Orlando Zapata Tamayo, preso político cubano, falleció tras 85 días de ayuno.
EFE
El fallecimiento del preso político cubano Orlando Zapata Tamayo tras 85 días en huelga de hambre ha suscitado la condena de opositores dentro y fuera de la isla, al considerar que se trataba de una muerte “evitable”. El albañil Zapata Tamayo falleció este martes en el hospital Amejeiras, a donde fue trasladado el lunes en la noche desde un centro médico para reclusos de la capital cubana, a raíz del deterioro de su estado de salud, según fuentes opositoras.
Esta es la primera vez que un opositor al régimen castrista muere durante una huelga de hambre desde que Pedro Luis Boitel, dirigente estudiantil que combatió a los Gobiernos de Fulgencio Batista y Fidel Castro, perdió la vida en una cárcel en 1972. “Aparte de una tragedia para la familia, es una muy mala noticia para todo el movimiento cubano de derechos humanos y también para el Gobierno, porque esa muerte era evitable”, dijo a Efe Elizardo Sánchez, de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN).
El deceso de Zapata Tamayo, uno de los 75 disidentes condenados en la primavera de 2003 con penas de hasta 28 años de cárcel, va a tener “graves consecuencias porque era un preso de conciencia adoptado por Amnistía Internacional (AI)”, destacó. “Ya asesinaron a Orlando Zapata Tamayo, ya acabaron con él”. “La muerte de mi hijo ha sido un asesinato premeditado”, dijo al Directorio Democrático Cubano (DDC) la madre del preso político, Reina Tamayo Danger.
Esa organización condenó desde Miami el fallecimiento y aseguró que Zapata Tamayo murió “asesinado por el régimen castrista que se negó a garantizarle sus derechos básicos”. Según el Directorio, en octubre de 2009 Zapata Tamayo fue brutalmente golpeado por militares de la prisión provincial de Holguín, causándole un hematoma interno en la cabeza que se vieron obligados a operar.
El disidente, miembro del Movimiento Alternativa Republicana, inició a principios de diciembre una huelga de hambre en la prisión de Camagüey para pedir que se le tratara como “prisionero de conciencia”, pero durante 18 días se le negó agua, que era lo único que ingería, denunció.
“Los abusos cometidos contra Orlando Zapata Tamayo comprueban que la tortura y el terror contra el pueblo son políticas de Estado bajo el régimen castrista. Esta muerte es una prueba de la práctica del terrorismo de Estado”, afirmó Janisset Rivero, secretaria nacional adjunta del DDC.
También el presidente del Movimiento Democracia, Saúl Sánchez, dijo a Efe que “los dos dictadores cubanos, Fidel y Raúl Castro, son directamente responsables de la muerte de este hombre porque en prisión le fue extendida su sentencia hasta 36 años, sin que cometiera ningún acto que lo justificara”.
Los legisladores cubano estadounidenses Ileana Ros-Lehtinen y Lincoln Díaz Balart lamentaron igualmente la “trágica” muerte del preso político “a manos del brutal régimen castrista” y señalaron que su martirio “es ahora parte de la historia más gloriosa de Cuba”. En declaraciones a Efe en La Habana antes de conocerse su fallecimiento, la madre de Zapata Tamayo dijo que su hijo estaba muy grave debido a una larga huelga, a pesar de que se le suministraban alimentos por vía intravenosa contra su voluntad.
Además de la desnutrición de casi tres meses de huelga, tenía bronconeumonía y una infección en la boca, afirmó, al tiempo que se quejó de que no lo dejaban ver e hizo responsable al Gobierno de la vida de su hijo. El disidente había sido trasladado de la cárcel de Camagüey, situada 533 kilómetros al este de la capital, a un hospital de reclusos de La Habana el 16 de febrero pasado debido a la gravedad de su estado de salud y el lunes en la noche al nosocomio Amejeiras, donde falleció.
Fuentes diplomáticas de La Habana manifestaron su extrañeza de que el Gobierno del general Raúl Castro haya dejado llegar la situación al extremo de que se produjera la muerte del disidente, declarado prisionero de conciencia por AI en 2004. El caso de este preso político fue planteado por España en la reunión sobre derechos humanos celebrada el jueves pasado en Madrid entre altos cargos españoles y cubanos.
Tras conocer la noticia, la premiada bloguera cubana Yoani Sánchez señaló a través de Twitter: “!Esto no se puede quedar así”. Unos minutos después dijo que su teléfono fijo en La Habana había quedado “muerto” quizás por la “indignación generada” por el fallecimiento de Zapata Tamayo. El deceso de Zapata Tamayo, quien nació el 15 de mayo de 1967 en Santiago de Cuba y fue enviado a prisión en varias ocasiones por delitos como desacato, se produjo apenas unas horas antes de la llegada a la isla del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, para despedirse de los Castro, y del venezolano, Hugo Chávez.
Medio centenar de disidentes presos o con “licencia extrapenal” le pidieron el domingo a Lula, quien dejará el poder el 1 de enero próximo, que interceda por su libertad cuando se entreviste con su Raúl y Fidel. Según los disidentes, el brasileño puede ser “un magnífico interlocutor para obtener que el Gobierno cubano se decida a acometer las reformas económicas, políticas y sociales urgentemente requeridas, avanzar en el respeto de los derechos humanos, lograr la ansiada reconciliación nacional y sacar a la nación de la profunda crisis en que se encuentra” .
El fallecimiento del preso político cubano Orlando Zapata Tamayo tras 85 días en huelga de hambre ha suscitado la condena de opositores dentro y fuera de la isla, al considerar que se trataba de una muerte “evitable”. El albañil Zapata Tamayo falleció este martes en el hospital Amejeiras, a donde fue trasladado el lunes en la noche desde un centro médico para reclusos de la capital cubana, a raíz del deterioro de su estado de salud, según fuentes opositoras.
Esta es la primera vez que un opositor al régimen castrista muere durante una huelga de hambre desde que Pedro Luis Boitel, dirigente estudiantil que combatió a los Gobiernos de Fulgencio Batista y Fidel Castro, perdió la vida en una cárcel en 1972. “Aparte de una tragedia para la familia, es una muy mala noticia para todo el movimiento cubano de derechos humanos y también para el Gobierno, porque esa muerte era evitable”, dijo a Efe Elizardo Sánchez, de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN).
El deceso de Zapata Tamayo, uno de los 75 disidentes condenados en la primavera de 2003 con penas de hasta 28 años de cárcel, va a tener “graves consecuencias porque era un preso de conciencia adoptado por Amnistía Internacional (AI)”, destacó. “Ya asesinaron a Orlando Zapata Tamayo, ya acabaron con él”. “La muerte de mi hijo ha sido un asesinato premeditado”, dijo al Directorio Democrático Cubano (DDC) la madre del preso político, Reina Tamayo Danger.
Esa organización condenó desde Miami el fallecimiento y aseguró que Zapata Tamayo murió “asesinado por el régimen castrista que se negó a garantizarle sus derechos básicos”. Según el Directorio, en octubre de 2009 Zapata Tamayo fue brutalmente golpeado por militares de la prisión provincial de Holguín, causándole un hematoma interno en la cabeza que se vieron obligados a operar.
El disidente, miembro del Movimiento Alternativa Republicana, inició a principios de diciembre una huelga de hambre en la prisión de Camagüey para pedir que se le tratara como “prisionero de conciencia”, pero durante 18 días se le negó agua, que era lo único que ingería, denunció.
“Los abusos cometidos contra Orlando Zapata Tamayo comprueban que la tortura y el terror contra el pueblo son políticas de Estado bajo el régimen castrista. Esta muerte es una prueba de la práctica del terrorismo de Estado”, afirmó Janisset Rivero, secretaria nacional adjunta del DDC.
También el presidente del Movimiento Democracia, Saúl Sánchez, dijo a Efe que “los dos dictadores cubanos, Fidel y Raúl Castro, son directamente responsables de la muerte de este hombre porque en prisión le fue extendida su sentencia hasta 36 años, sin que cometiera ningún acto que lo justificara”.
Los legisladores cubano estadounidenses Ileana Ros-Lehtinen y Lincoln Díaz Balart lamentaron igualmente la “trágica” muerte del preso político “a manos del brutal régimen castrista” y señalaron que su martirio “es ahora parte de la historia más gloriosa de Cuba”. En declaraciones a Efe en La Habana antes de conocerse su fallecimiento, la madre de Zapata Tamayo dijo que su hijo estaba muy grave debido a una larga huelga, a pesar de que se le suministraban alimentos por vía intravenosa contra su voluntad.
Además de la desnutrición de casi tres meses de huelga, tenía bronconeumonía y una infección en la boca, afirmó, al tiempo que se quejó de que no lo dejaban ver e hizo responsable al Gobierno de la vida de su hijo. El disidente había sido trasladado de la cárcel de Camagüey, situada 533 kilómetros al este de la capital, a un hospital de reclusos de La Habana el 16 de febrero pasado debido a la gravedad de su estado de salud y el lunes en la noche al nosocomio Amejeiras, donde falleció.
Fuentes diplomáticas de La Habana manifestaron su extrañeza de que el Gobierno del general Raúl Castro haya dejado llegar la situación al extremo de que se produjera la muerte del disidente, declarado prisionero de conciencia por AI en 2004. El caso de este preso político fue planteado por España en la reunión sobre derechos humanos celebrada el jueves pasado en Madrid entre altos cargos españoles y cubanos.
Tras conocer la noticia, la premiada bloguera cubana Yoani Sánchez señaló a través de Twitter: “!Esto no se puede quedar así”. Unos minutos después dijo que su teléfono fijo en La Habana había quedado “muerto” quizás por la “indignación generada” por el fallecimiento de Zapata Tamayo. El deceso de Zapata Tamayo, quien nació el 15 de mayo de 1967 en Santiago de Cuba y fue enviado a prisión en varias ocasiones por delitos como desacato, se produjo apenas unas horas antes de la llegada a la isla del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, para despedirse de los Castro, y del venezolano, Hugo Chávez.
Medio centenar de disidentes presos o con “licencia extrapenal” le pidieron el domingo a Lula, quien dejará el poder el 1 de enero próximo, que interceda por su libertad cuando se entreviste con su Raúl y Fidel. Según los disidentes, el brasileño puede ser “un magnífico interlocutor para obtener que el Gobierno cubano se decida a acometer las reformas económicas, políticas y sociales urgentemente requeridas, avanzar en el respeto de los derechos humanos, lograr la ansiada reconciliación nacional y sacar a la nación de la profunda crisis en que se encuentra” .