Paliza a los demócratas: ¿quién es el culpable y qué debe hacer el partido?
La derrota demócrata ha intensificado las tensiones entre moderados y progresistas, con ambas facciones buscando culpables en Biden y Harris. Para recuperar la confianza, el partido debe reevaluar su identidad y propuestas.
Camilo Gómez Forero
Nadie está a salvo. Al interior del Partido Demócrata se viven momentos de mucha tensión tras la paliza recibida el martes en las elecciones generales. No solo perdieron las llaves de la Casa Blanca, sino que también perdieron el Senado y penden de un hilo para no perder la Cámara de Representantes. Los republicanos, además, sostuvieron la mayoría de las gobernaciones y las legislaturas estatales. Por donde se le mire es catastrófico y todos buscan un culpable.
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Nadie está a salvo. Al interior del Partido Demócrata se viven momentos de mucha tensión tras la paliza recibida el martes en las elecciones generales. No solo perdieron las llaves de la Casa Blanca, sino que también perdieron el Senado y penden de un hilo para no perder la Cámara de Representantes. Los republicanos, además, sostuvieron la mayoría de las gobernaciones y las legislaturas estatales. Por donde se le mire es catastrófico y todos buscan un culpable.
“Joe Biden debió salirse de la carrera en enero, no en julio, y luego debió haberle dado permiso a quien surgiera como candidato para hablar de él como quisiera”, escribió el empresario y exprecandidato presidencial por el Partido Demócrata, Andrew Yang, apuntando al presidente como el responsable.
Buscar un chivo expiatorio en este momento no debería ser una sorpresa, no solo porque es lo común que eso ocurra en este tipo de situaciones, sino porque mucho antes del costalazo demócrata, al interior del partido ya se buscaba un responsable para este escenario. Hace dos semanas, Eric Levitz de Vox escribió que el ala progresista del partido era probablemente a la que culparían de la derrota. Los progresistas, por otro lado, buscaban culpar a la vicepresidenta, Kamala Harris, y su relación con las grandes empresas y su complicidad frente a Gaza.
“Los moderados del partido ya están sembrando la narrativa de que Harris estaba condenada por la excesiva deferencia de la administración Biden hacia los grupos de interés de izquierda y su aversión a la economía ortodoxa”, escribió Levitz.
En otras palabras, para la extrema izquierda, todo es culpa de Harris por no ser suficientemente progresista. Para los demócratas moderados, la culpa es de Harris y Biden por ser extremadamente progresistas. Esa pelea entre moderados y progresistas no surge con la derrota: era una bomba a punto de explotar. Incluso si los demócratas hubieran tenido un mejor desempeño y hubieran logrado la presidencia, la pelea al interior del partido estaba programada para estallar el 20 de enero de 2025 en la tarde, cuando Harris tomara posesión.
El ala progresista, comandada por figuras como la de la representante Alexandria Ocasio-Cortez, estaban pensando en exigirle que reemplazara a la presidenta de la Comisión Federal de Comercio, Lina Khan, por alguien que redoblara los esfuerzos para enfrentarse a las grandes corporaciones. Esta facción tiene tolerancia cero frente a las ideas moderadas del partido o incluso el relacionamiento con figuras moderadas de sus rivales, los republicanos.
Hace solo una semana, Ocasio-Cortez dijo que “mucha gente” estaba “descontenta” con la idea de que Harris hiciera campaña junto con la republicada Liz Cheney, una de las representantes del partido rival más moderadas y opositoras de Donald Trump, aunque hija del exvicepresidente Dick Cheney, quien sostuvo una de las políticas más feroces en Medio Oriente. Esta conexión era impensable para los progresistas del partido.
Exasesores de legisladores demócratas como Elizabeth Warren advirtieron que una victoria de Harris vendría acompañada de una pelea interna por la identidad del partido, el gran problema que surge para los demócratas. ¿Qué sigue para ellos? La historia nos ofrece una respuesta muy vaga. Según Levitz, cuando el partido sufrió la derrota electoral frente a Donald Trump en 2016, la facción que a la que se le adjudicó la responsabilidad del fracaso “perdió influencia dentro de la coalición”.
“Después de la derrota de Hillary Clinton en 2016, el Partido Demócrata se volvió más progresista y cedió influencia a algunos de sus críticos de izquierda”, escribió Levitz.
El asunto es que, en este colapso, ambas facciones se acusan mutuamente de la debacle demócrata. Francamente, ninguna debería asumir la responsabilidad total de la crisis. Este equipo, Biden-Harris, logró la victoria en las elecciones 2020 al presentarse al electorado con un discurso moderado, pero en la práctica defendió proyectos de seguridad conservadores y recibió una enorme influencia del sector progresista sobre la agenda económica.
Todos participaron de la coalición. Aún así, Levitz anticipó que la derrota de Harris podría consolidar el giro “moderado” que ha tomado el partido porque, básicamente, las condiciones que en 2016 llevaron al partido a moverse más a la izquierda hoy ya no están, y los moderados son mucho más fuertes hoy en la coalición que los progresistas.
Para el partido, encontrar un culpable puede ser una pérdida de tiempo. La mayoría de las variables requieren pensar en el “¿qué hubiera pasado si...?”, y nadie podrá tener certeza nunca sobre esto. ¿Qué hubiera pasado si Harris hubiera elegido a Josh Shapiro, gobernador de Pensilvania, como su fórmula vicepresidencial? ¿Habrían ganado el estado? Nadie lo sabrá. Por eso, lo que debe hacer el partido es mirar de inmediato hacia el futuro y reconfigurar la identidad del partido.
“Desde 2012 se viene evidenciando que las ideas demócratas se estaban quedando cortas y que venía una influencia conservadora muy fuerte. Eso se manifestó en la primera victoria de Trump y luego en 2020. Los demócratas han arriesgado con propuestas transformacionales desde Barack Obama. Ahora, con eso y todo, pongámonos en los zapatos de alguien que tenía 18 años en 2012 y votó por la esperanza y el júbilo de querer cambiar y transformar el país. Esas personas que votaron entonces hoy tienen 36 años y ven que no sirvieron los cambios. Los demócratas prometen mucho, pero no cumplen. ¿Y por qué no cumplen? Porque proponen cosas transformacionales que requieren la aprobación conjunta. Y ahí hay un problema serio. Por eso se han desgastado”, dijo Rafael Piñeros, profesor de la Universidad Externado. Para corregir ese desgaste del que habla Piñeros, lo primordial es que los demócratas examinen qué están proponiendo.
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