Para Kamala Harris, el reto es estar preparada sin prepararse
La vicepresidenta se ha asegurado de demostrar total lealtad al presidente Biden.
Peter Baker y Katie Rogers | The New York Times
Estuvo ahí cuando el presidente recibió a los gobernadores demócratas en la Casa Blanca y durante su llamada con el primer ministro de Israel; también estuvo al lado del mandatario en el balcón con vista al jardín sur en la celebración del Día de la Independencia, el 4 de julio. Justo antes de que comenzaran los fuegos artificiales, él tomó su mano y la alzó en el aire en un gesto de unidad.
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Estuvo ahí cuando el presidente recibió a los gobernadores demócratas en la Casa Blanca y durante su llamada con el primer ministro de Israel; también estuvo al lado del mandatario en el balcón con vista al jardín sur en la celebración del Día de la Independencia, el 4 de julio. Justo antes de que comenzaran los fuegos artificiales, él tomó su mano y la alzó en el aire en un gesto de unidad.
En estos días de incertidumbre en la Casa Blanca, la vicepresidenta Kamala Harris se mantiene cerca del presidente Joe Biden, tanto física como políticamente, decidida a no permitir que nadie cuestione la firmeza de su lealtad. Pero eso significa que la persona que quizá tenga que relevarlo si se retira de la contienda no puede ser vista haciendo nada en preparación para el reto más importante de su vida.
Ahora que el futuro de Biden es incierto, tal vez nadie está en una posición más delicada que Harris. Por primera vez desde que prestó juramento como vicepresidenta en enero de 2021, los demócratas vuelven a evaluar sus perspectivas seriamente y muchos van asimilando la idea de que ella podría liderar el partido en noviembre. Sin embargo, en la práctica, la vicepresidenta tiene que ignorar los rumores y negar cualquier interés a menos que Biden cambie de opinión y le pase la batuta.
“Está en una posición incómoda”, comentó el reverendo Al Sharpton, líder defensor de los derechos civiles, que habló con Harris el viernes por la noche en el Festival de Cultura Essence en Nueva Orleans. “Pero la vicepresidencia en general es incómoda”.
Los asesores de Harris sostienen sin cejar que ella no se está preparando en absoluto para la eventualidad de tener que iniciar una campaña presidencial repentina desde cero, y no hay pruebas conocidas de lo contrario. Pero algunos demócratas que procuran ayudarla, aun sin su permiso, están planteando en silencio cómo se vería una campaña de Harris.
Si Biden se retirara de la contienda, como sugieren muchos demócratas, podrían presentarse dos escenarios ante Harris. Si el mandatario no renunciara y la convirtiera en presidenta en funciones, podría respaldarla directamente como la candidata del partido contra el expresidente Donald Trump y abocarse de lleno a apoyarla para asegurar su nominación en la Convención Nacional Demócrata el próximo mes.
Puede que otros todavía intenten obtener la nominación, pero sería difícil superar la ventaja que tendría la vicepresidenta si Biden instara abiertamente a sus delegados en la convención a que votaran por ella. No obstante, en el segundo escenario, el presidente podría dejar en manos de los delegados la decisión de la nominación, lo cual abriría la puerta a una disputa más competitiva y volátil de varias semanas.
Ya está aumentando la especulación sobre los posibles compañeros de fórmula de Harris, si fuera la nominada. Harris sería la primera mujer negra y asiáticoestadounidense en ser nominada por uno de los partidos principales de la nación y, en la lógica fría e impulsada por la identidad de la política moderna, muchos asumen que tendría que equilibrar su candidatura con un hombre blanco, de preferencia alguien que no sea demasiado liberal.
Dos personas cercanas al equipo de Biden y Harris dijeron que una figura que está surgiendo como favorita es el gobernador de Carolina del Norte, Roy Cooper, moderado del sur que debe trabajar con una legislatura republicana en un estado que, según algunos demócratas, podría voltearse a su favor en noviembre. Harris y Cooper se conocieron cuando ambos fueron fiscales generales de sus respectivos estados.
Otros nombres que suelen mencionar los allegados a la campaña de Biden y Harris son el de Andy Beshear, gobernador de Kentucky, y Josh Shapiro, gobernador de Pensilvania. Beshear impresionó a muchos demócratas nacionales el año pasado cuando ganó un segundo mandato en un estado conservador, mientras que Shapiro, en teoría, podría ayudar a los demócratas a ganar Pensilvania, un estado disputado que es crucial para la victoria en noviembre. Pero no parece probable que Kentucky vaya a remontar y Shapiro lleva menos de dos años en el cargo.
Por ahora, es un misterio lo que piensa Harris acerca de estos cálculos. El mensaje de su oficina es claro para los miembros de su personal, donantes y aliados: cero especulaciones, cero chismes. Esto solo la perjudicaría, por no hablar del presidente. Sus aliados comentaron que Harris comprende que no puede participar siquiera en conversaciones privadas de esta índole, ya que sería inevitable que se supiera y la haría ver desleal hacia Biden.
“Nadie tiene ninguna conversación de ese estilo”, afirmó Donna Brazile, expresidenta del Comité Nacional Demócrata. “Y eso lo sé solo con base en las charlas que he tenido y las que sé que otros han tenido. Ella sigue firme, sin titubeos. Respeta al presidente y permanecerá a su lado. Se siente cómoda con el presidente. No va a pasar nada. Nadie le ha dado instrucciones a alguien como yo”.
Harris no es la primera vicepresidenta que siente el conflicto de respaldar al presidente que la nombró mientras nutre sus propias ambiciones políticas. La vicepresidencia, por naturaleza, es un cargo atrapado en el medio: es la única persona además del presidente que fue elegida a nivel nacional, pero su influencia se deriva en gran medida de la del jefe de Estado. En las famosas palabras de John Adams, el primero en ocupar el cargo, ser vicepresidente significa que: “No soy nada, pero podría serlo todo”.
Uno de los retos que enfrenta Harris es que no tiene una organización política propia bien establecida a nivel nacional a la cual recurrir, si la oportunidad se presentara. Su propia campaña presidencial de 2020 colapsó antes de las primeras elecciones primarias.
Pero sus allegados prevén que, si Biden se retira, ella heredaría la organización Biden-Harris y las cuentas bancarias de 240 millones de dólares de los demócratas, ya sea antes de la nominación o, sin duda, tras ser nominada. Si bien es una certeza que reclutaría a algunas personas de su entera confianza para los puestos principales de la campaña, Harris terminaría la contienda que Biden inició pero no pudo finalizar.
Mientras tanto, seguirá de gira, con eventos de campaña en Las Vegas de nuevo el martes, en Dallas el miércoles y en Greensboro, Carolina del Norte, el jueves, para dar el mensaje de Biden a quienes estén dispuestos a escucharlo… y en espera de ver si pasa, como lo hizo Adams, de ser nada a serlo todo.
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