¿Pasó Javier Milei la prueba en la primera jornada de protestas en su contra?
Durante todo el miércoles y hasta la madrugada de este jueves, miles de personas se manifestaron en rechazo a las reformas que ha tomado el mandatario en sus primeras dos semanas de gobierno. ¿Cómo fue la respuesta del gobierno del libertario?
Hugo Santiago Caro
Cerca de las diez de la noche en Argentina (8:00 p. m. en Colombia) el último miércoles, la motosierra normativa de Javier Milei hizo su primera gran actuación mediante un Decreto de necesidad y urgencia (DNU), la figura presidencial con la que el libertario derogó cerca de 300 reformas y regulaciones estatales acumuladas de gobiernos pasados.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Cerca de las diez de la noche en Argentina (8:00 p. m. en Colombia) el último miércoles, la motosierra normativa de Javier Milei hizo su primera gran actuación mediante un Decreto de necesidad y urgencia (DNU), la figura presidencial con la que el libertario derogó cerca de 300 reformas y regulaciones estatales acumuladas de gobiernos pasados.
📝 Sugerimos: Israel y Hamás, sin negociación para una tregua que permita liberar más rehenes
Bajo el argumento de recibir “la peor herencia de la historia”, el presidente habló durante 15 minutos por todos los medios de difusión oficial, rodeado de todos sus ministros, y les comunicó a los argentinos el camino del cambio por el que habían votado hace unos meses.
“Es un decreto de necesidad y urgencia que aborda numerosas regulaciones de diversos ámbitos, desde cuestiones energéticas hasta aquellas relacionadas con el régimen laboral y los alquileres. Realmente, se trata de un decreto de necesidad y urgencia que provocará muchos conflictos. Por un lado, a nivel social, las movilizaciones de ese tipo, como ocurrió en la madrugada del día siguiente, junto con las incongruencias en el Poder Judicial y el Poder Legislativo, generan diversas discrepancias respecto a las facultades del Poder Ejecutivo. De alguna manera, este decreto se apropia de capacidades legislativas, lo cual resultará en muchos conflictos y disputas, tanto a nivel social como político e institucional”, explica Ezequiel Magnani, internacionalista y experto en defensa y geopolítica.
Y es que el día escogido por Milei para hacer el anuncio coincidió no solamente con la fecha escogida por sus detractores para movilizarse contra las primeras medidas que ya había anunciado, como la devaluación del peso argentino frente al dólar y el nuevo protocolo anunciado para hacer frente a las protestas en la calle por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.
Sobre el protocolo, Magnani asegura: “Tiene mucho condimento y de demostración política, pero en la práctica no tiene demasiadas especificaciones o particularidades operativas a nivel de las fuerzas de seguridad, sino que es más que nada un protocolo político para dejar sentado qué es lo que se puede hacer o cuáles son los límites del Gobierno”.
De contexto: Protocolo de Milei y Bullrich: controlar la calle o abrir la puerta a la represión
El anuncio también coincidió con el aniversario número 22 de la salida de Fernando de la Rúa de la Casa Rosada en plena crisis por el Corralito económico. En aquel entonces, las protestas y el estallido social dejaron 39 personas fallecidas detrás de una criticada respuesta estatal, permeada por represión a los manifestantes, en cabeza del entonces secretario de Seguridad, Enrique Carlos Mathov.
Por ambos motivos, las calles de Buenos Aires ya estaban atestadas de manifestantes de diferentes tipos. Magnani hace la distinción en este punto, pues señala que no todos estaban en la calle por los mismos motivos ni es preciso ponerlos a todos juntos en la misma bolsa.
“Es una marcha generalmente, o en realidad exclusivamente, circunscrita a los sectores más de izquierda de la política argentina. El peronismo nunca participó de esas marchas. De hecho, sobre todo en el siglo veintiuno, siempre se ha intentado soslayar. La convocatoria es más de sectores que, si bien tienen una magnitud interesante, son más reducidos que todo el arco opositor”, explica Magnani sobre las marchas hacia el Congreso de Argentina en conmemoración del Corralito.
Sin embargo, un fenómeno a destacar son las manifestaciones que se dieron en la noche en el país, con gran auge en Buenos Aires, la capital, que en su mayoría fueron manifestaciones espontáneas. No hubo organización alguna, ni fueron convocadas por sectores políticos. Sencillamente, en respuesta a la alocución presidencial, miles de argentinos salieron primero a sus ventanas con cacerolas y después a las calles, de nuevo, con destino hacia el Congreso. Allí, el analista señala que la respuesta estatal no fue igual a como lo fue durante el día.
Con todos los motivos aflorando, esta fue la primera prueba de fuego para el gobierno de Milei y su famoso protocolo, pues si una de las primeras medidas que tomó fue anunciarlo, es porque allí encontró el punto de alianza principal con Bullrich, otrora candidata presidencial.
Ambos sabían que la base de argentinos que los votaron estaba hastiada de los piquetes, la tradicional forma de protesta de sindicatos y grupos políticos que consiste en bloquear las calles por determinado periodo de tiempo, por lo que controlar la calle y asegurarse de que no hubiese bloqueos era el punto de partida contra la movilización social.
📰 También recomendamos: PIB de Cuba se reduce 2% en 2023 y continúa deterioro económico de la isla
En virtud del nuevo sistema, el miércoles Buenos Aires amaneció con un potente esquema de seguridad blindando de piquetes los principales puntos de encuentro de los manifestantes citados, como la Plaza de Mayo.
“Cuando se diseñó el operativo con este protocolo, las calles del centro estuvieron completamente cortadas producto del accionar de las fuerzas de seguridad más que del accionar de los grupos que se estaban movilizando por parte de la izquierda. Si uno analiza desde el punto de vista del objetivo, bueno, al final el sistema operativo, que costó mucho dinero, cortó todas las calles y la realidad es que no valía la pena en función de la magnitud de la movilización”, analiza Magnani.
Ante la pregunta sobre qué tanto pueden llegar a parecerse el primer grupo de movilizaciones contra Milei con el estallido del Corralito, el analista remarca que la gente que salió a las calles en 2001 era gente desesperada y sin alternativas económicas. Como lo sugiere el nombre de la crisis, estaban acorralados.
“Todavía la gente tiene capacidad de apalancar consumo; digamos que hay una situación que aún no es crítica desde el punto de vista económico. Ahora, la pregunta o la interrogante que queda es: ¿Qué pasa si políticamente el Gobierno sigue insistiendo con estas medidas, recibe una fuerte resistencia social y, a su vez, la situación se degenera en términos económicos?”, afirma sobre las manifestaciones de esta semana frente a las de 2001.
En este sentido, Magnani hace la distinción de que la base de votantes de Milei no son como el peronismo, que defendía a ultranza su partido y a sus líderes. Recuerda que los votantes de Milei fueron gente disgustada y que pedía un cambio, que no querían más al ministro de Economía de la inflación por encima del 140 %. “Son votantes que no van a salir a defender las ideas de un gobierno, porque en cierta medida gran parte de la gente que lo votó, lo hizo por el cambio, pero no votó necesariamente una medida o unas medidas puntuales”, afirma.
📌 Le puede interesar: “Hay vacíos en la regulación de aerolíneas”: vicecanciller por casos en El Dorado
Allí puede estar la clave para el futuro del Gobierno, pues sin legitimidad en el Congreso (la Libertad Avanza, el partido de Milei, es tercera fuerza política en el Parlamento) y sin una masa definida de partidarios en las calles, no es seguro que la capacidad de reformas tan radicales continúe. Especialmente en el caso de que, como anticipa Magnani, las manifestaciones políticas en contra de Milei sigan ocurriendo.
“La realidad es que uno espera que, bueno, las movilizaciones de aquí en adelante sean mayores. Cuando el descontento o las rigideces democráticas son tan grandes, las movilizaciones son incontenibles. Y es donde hay que poner el ojo de aquí, de ahora en adelante. Movilizaciones sectorizadas como las de la izquierda se pueden contener fácilmente. Ahora, cuando la clase media se moviliza, el dilema es más grande”, concluye.
👀🌎📄 ¿Ya se enteró de las últimas noticias en el mundo? Invitamos a verlas en El Espectador.