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¿Podrá Bolsonaro seguir ‘gambeteando’ un juicio político?

Jair Bolsonaro, con más de cien solicitudes de juicio político y con su popularidad por debajo del 25 %, es hoy un presidente totalmente dependiente del caucus del Centrão. Esa coalición que se entrega al mejor postor sin pudor, se ha fortalecido a partir de la debilidad del mandatario.

29 de junio de 2021 - 06:57 p. m.
El presidente Jair Bolsonaro sostiene el trofeo de la Copa América 2019.
El presidente Jair Bolsonaro sostiene el trofeo de la Copa América 2019.
Foto: AFP - Agencia AFP
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Después de tantos actos de irresponsabilidad durante la pandemia, ¿por qué Jair Bolsonaro no ha enfrentado un juicio político hasta ahora? La respuesta es simple: el ‘establishment’, ese mismo que tanto ha criticado en público, ha mantenido a flote al presidente de Brasil en privado.

Desde enero, miles de brasileños han salido a las calles a manifestarse a favor de un ‘impeachment’ al presidente por su omisión de responsabilidad y mala gestión durante la emergencia sanitaria en el país. que ya deja más de medio millón de muertos. Sin embargo, un juicio político requiere que, además de una gran mayoría en el Congreso, haya consenso entre los diputados sobre el plan para deshacerse del mandatario.

En este momento no hay consenso en el Congreso: hay opositores que piensan que la mejor vía para ganarle a Bolsonaro es en las urnas, así que un juicio político no es su primera opción. Y, más importante que eso, tampoco hay una mayoría. Por ahora permanece del lado de Bolsonaro. Por ahora.

Sintiéndose amenazado por la posibilidad de un juicio político en su contra, Bolsonaro selló una alianza a principios de 2020 con el llamado ‘Centrão’, un conglomerado de partidos políticos sin ideología clara, que es conocido por negociar su apoyo a cambio de cargos y beneficios financieros sin pudor.

Esa alianza con el Centrão le ha servido a Bolsonaro para eludir el juicio político. Los miembros de ese conglomerado, que corre de izquierda a derecha dependiendo el momento, han cerrado filas con el presidente en ambas cámaras, impidiendo que un proceso de juicio político prospere.

Algunos congresistas como Arthur Lira, hoy presidente de la Cámara de Diputados y principal exponente de ese llamado ‘Gran centro’, han minimizado las muertes de la pandemia y han exagerado su optimismo con la economía para mostrar su apoyo al mandatario ultraderechista y exponer que un juicio en su contra es una “mala idea”.

Pero, ¿qué hay a cambio de ese apoyo tan devoto? La lealtad, en palabras de la periodista Vera Magalhães, llega a cambio del Presupuesto General de la Unión.

El gobierno de Bolsonaro creó una nueva ingeniería presupuestaria para la compra de maquinarias y construcción con el dinero de la nación. En este esquema, según el diario O Estado de S. Paulo, todo diputado y senador tiene derecho a determinar dónde se gastarán 16 millones de reales por año, el equivalente a US $3,2 millones, y todo esto hizo que el manejo presupuestario fuera menos transparente tras bambalinas.

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Los diputados afines al Gobierno se ven ampliamente favorecidos por el nuevo esquema y reciben una gran tajada sin intermediarios. Esto ha llevado a que estallen los casos de corrupción por favorecer proyectos de base oficialista. En otras palabras más simples, la alianza entre Bolsonaro y el Centrão se ha construido a punta de mermelada. Bolsonaro ofreció el dinero público, y la coalición le dio su apoyo para bloquear los pedidos de juicio en su contra.

Este no ha sido el único caso de corrupción que ha salpicado a Bolsonaro, un presidente que prometió luchar contra este problema en particular. Pero mientras haya dinero y cargos que aceiten la maquinaria en el Congreso a favor del Centrão, las peticiones para un juicio político continuarán bloqueadas.

“Los aliados del presidente se apropiaron casi en su totalidad de la parte de recursos del presupuesto de inversión. Sin base parlamentaria, el gobierno de Bolsonaro optó por darle al Centrão el máximo, y conformarse con el mínimo”, escribió José Casado en la revista Veja. Y es precisamente ese negocio de dar más por recibir lo mínimo lo que le puede pasar factura a Bolsonaro.

De este modo, Bolsonaro cayó en el tipo de política que prometió evitar en su candidatura presidencial. Y eso le podría pasar factura en las urnas.

Contra las cuerdas

Este miércoles a las 2:00 de la tarde (12:00 P. M. hora de Colombia), parlamentarios de izquierda, centro y derecha de Brasil presentarán una “super solicitud” de juicio político contra Bolsonaro en la Cámara de Diputados.

“La super solicitud, además de ser de varios grupos, es más importante porque aglutina a grupos ideológicamente muy distintos. Es una buena señal de unidad después de años de polarización política y disputa agresiva y encarnizada”, dice Carolina Botelho, politóloga de la Universidad Estatal de Río de Janeiro (UERJ).

La solicitud reúne más de un centenar de delitos cometidos por el presidente de Brasil desde que asumió el cargo en 2019, entre ellos sus escándalos de corrupción. Pero un caso particular está atrayendo la atención de todos: el “escándalo Covaxin”, el cual sí podría traerle graves problemas al presidente, pues compromete su relación con el Centrão.

El escándalo Covaxin

Bolsonaro ha estado gambeteando los pedidos de juicio en su contra con la ayuda del Centrão, pero está a punto de aprender que, así como en el fútbol, la política no da espacio para descuidos. Con la Copa América en casa para tapar sus escándalos, el presidente puede darse cuenta que la historia se escribe a partir de pequeños errores de cálculo.

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Lula de Silva no se percató del escándalo de los sobornos a políticos de su mano derecha, el conocido ‘Escándalo de Mensalão’ o ‘Escándalo de las mensualidades’, lo que luego le pasó factura. Los retrasos en el desembolso a programas sociales llevaron a Dilma Rousseff a su destitución. Y Michel Temer recibió una noche a Joesley Batista, un empresario al que no le tenía confianza y que lo terminó implicando en un caso de corrupción en una grabación de su charla.

El descuido de Bolsonaro llegó en la tarde del 20 de marzo, cuando el presidente se reunió con el diputado Luis Miranda porque este buscaba denunciar las irregularidades sobre la importación de vacunas contra el coronavirus.

Bolsonaro le hizo ver a Miranda que era consciente de la serie de irregularidades en la compra de la vacuna Covaxin de India. Miranda contó que Bolsonaro señaló al entonces líder de la Cámara de Diputados y exministro de Salud, Ricardo Barros, como el artífice de los contratos por la compra de 20 millones de dosis de Covaxin por US $15 la unidad, más del 1.000 % del valor original.

Además del sobreprecio, la compra planeaba hacerse a través de una empresa en un paraíso fiscal vinculada a Barros. Este diputado, cabe resaltar, construyó un gran poder en la industria de medicamentos tras su paso por el Ministerio de Salud entre 2016 y 2018, y es una de las figuras del Centrão.

“Otra vez Barros metido en estas cosas”, le dijo Bolsonaro a Miranda. Sin embargo, el presidente no denunció la corrupción ante la Comisión Investigadora, por lo que habría incurrido en el delito de prevaricato.

En público, Bolsonaro dijo este lunes que le resulta “imposible saber lo que ocurre en cada ministerio”, y negó cualquier irregularidad respecto a la importancia de vacunas.

El silencio de Bolsonaro en este escándalo de corrupción aumenta la presión sobre el Congreso para iniciar un juicio político en contra del presidente. También abre una herida en la alianza entre el Gobierno y la coalición que lo sostiene, pues queda frágil ante la presión de la oposición y del público. Pero sobre todo, este escándalo deja la lectura de que el gobierno de Bolsonaro es muy dependiente del Centrão, y cuando tuvo la oportunidad de ponerlos en cintura y recuperar el control dejó pasar la oportunidad. El protagonismo pertenece al aliado del Gobierno, no al mandatario.

“Este puede haber sido el mayor de los errores de Jair Bolsonaro. Un poco más de cautela lo haría llamar inmediatamente a los presidentes de la Cámara y el Senado para decirles que estaba tomando medidas, porque no podía deshacerse de un ícono de su gobierno como lo es la lucha contra la corrupción. El presidente consideró que sería mejor dejarlo pasar y perdió la oportunidad de cercar al Centrão y recuperar el control que ya les ha dado sobre él”, dice Fernando Castilho, periodista de JC Business.

El Centrão hoy tiene más poder sobre el presidente que antes, y a Bolsonaro solo le queda continuar entregando lo que pueda para sostener esta relación. Y hay que recordar que el Presupuesto General de la Unión no durará para siempre. El Centrão ya domina “la mejor parte” del presupuesto , como explicó el ministro de Economía, Paulo Guedes.

“Como el 96% (del presupuesto) está sellado, solo queda ese 4% para ser examinado y asignado”, dijo Guedes.

Un presidente dependiente, con más de cien solicitudes de juicio político, y otras más por llegar, y con su popularidad por debajo del 25 %, es casi todo lo que Lira y el caucus del Centrão podría desear para tomar todo el control. Los “centristas” han conseguido todo el poder gracias a la misma debilidad de Bolsonaro. En el momento en el que el “mito”, bautizado así por seguidores, no tenga nada que ofrecer, el Centrão se deshará de él. Después de todo, es una coalición que alquila su lealtad, no la vende.

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“Si la situación se deteriora mucho y Bolsonaro pierde mucho atractivo popular, la presión que suele darse sobre el propio Congreso Nacional -y especialmente sobre el presidente de la Cámara de Diputados- tenderá a aumentar mucho. Y si los dirigentes del Centrão se dan cuenta de que Bolsonaro se ha convertido en una carga y, en consecuencia, es más útil deshacerse de él, no creo que tengan mucho miedo de hacer eso”, explica el politólogo Claudio Couto, en conversación con la Agência Pública de Brasil.

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