Dina Boluarte y el reto de gobernar sin bancada un país dividido
La nueva presidenta conforma su nuevo gobierno, que, según analistas, debe ser plural para garantizar algo de estabilidad. En las calles la gente pide elecciones y la liberación de Pedro Castillo.
La relativa calma que proyecta la institucionalidad peruana tras el autogolpe de Pedro Castillo no se vislumbra en las calles. En distintas ciudades, manifestantes han salido a denunciar que el Congreso fue el golpista, al tiempo que exigen la liberación del ahora expresidente (quien pasa siete días de prisión preventiva) y convocar a elecciones anticipadas. La presión pesa sobre la recién posesionada presidenta, Dina Boluarte, quien, de hecho, el viernes afirmó que no descarta dar un paso al costado, no terminar el período presidencial que concluye en 2026 y convocar a las urnas.
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La relativa calma que proyecta la institucionalidad peruana tras el autogolpe de Pedro Castillo no se vislumbra en las calles. En distintas ciudades, manifestantes han salido a denunciar que el Congreso fue el golpista, al tiempo que exigen la liberación del ahora expresidente (quien pasa siete días de prisión preventiva) y convocar a elecciones anticipadas. La presión pesa sobre la recién posesionada presidenta, Dina Boluarte, quien, de hecho, el viernes afirmó que no descarta dar un paso al costado, no terminar el período presidencial que concluye en 2026 y convocar a las urnas.
El ambiente en el Congreso es dispar. La prensa peruana se pregunta cómo podrá gobernar Dina Boluarte sin tener bancada en el Legislativo. La hoy primera mujer presidenta de Perú fue expulsada de su partido, Perú Libre, en enero pasado, tras haber afirmado que nunca había abrazado las ideas de la colectividad. El actual apoyo del otrora oficialismo está en duda, pero se sabe que Boluarte acudió al secretario general del partido, Vladimir Cerrón, quien el miércoles votó a favor de la remoción de Castillo, luego de afirmar que el presidente “se había precipitado” con sus acciones.
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Por otro lado, como reportó El Comercio, sectores de la oposición no descartan ser favorables con la nueva cabeza del Ejecutivo, dependiendo del gabinete que nombre, según lo anunciado, este sábado. No obstante, Fuerza Popular, el partido de Keiko Fujimori, ha manifestado que si Boluarte continúa con la línea de gobierno de Castillo apoyará el adelanto de elecciones. En todo caso, la presidenta, quien ha abogado por una salida pacífica para la crisis, se ha reunido con las distintas colectividades. Y ante las protestas, ha recordado que solo cumple su deber constitucional.
El reto de Boluarte no es menor: conformar un gabinete diverso en un país marcado por la inestabilidad institucional, estimulada a su vez por la confrontación, como señaló Carlos Santander, especialista en estudios comparados sobre América Latina, en Latinoamérica 21. “El ejercicio del poder en el país se reduce a la presencia de un presidente con muchos recursos políticos frente a parlamentarios que, para convertirse en opciones de alternancia, no pueden apelar a otra estrategia que la de la confrontación”, escribió.
Mientras Boluarte se convierte en la sexta cabeza del Ejecutivo en seis años, como bien recontó Santander, Pedro Castillo se convertirá en el cuarto presidente de Perú en ser encarcelado, después de Alberto Fujimori, Ollanta Humala y Pedro Pablo Kuczynski. El expresidente Alan García se suicidó “por la presión de ser acusado por corrupción, y Alejandro Toledo se encuentra en vías de ser extraditado desde Estados Unidos”, señaló Santander.
Entretanto, México ha anunciado que está dispuesto a dar asilo político a Castillo, de quien se dice, por cierto, que en el momento de su detención se dirigía a la embajada de ese país. Para el presidente Andrés Manuel López Obrador, Castillo fue víctima de un golpe en el que participaron medios de comunicación y las “élites económicas y políticas” peruanas.
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Incluso, se ha llegado a decir que a Castillo le tendieron una trampa para leer el discurso equivocado. En lo que al exasesor Luis Alberto Mendieta respecta, como le contó a El País, lo que el entonces presidente terminó anunciando en televisión nacional fue inesperado. Explicó que Castillo había recibido el archivo de Word con las palabras que debía decir (argumentos a su favor antes del debate de moción de vacancia). El presidente le dijo que no podía descargarlo, ante lo cual Mendieta se apresuró a ir a imprimirlo, pero cuando volvió no lo dejaron entrar al despacho. Y pasó lo que pasó.
En todo caso, aunque se lo otorguen, las autoridades judiciales de Perú tendrían que aprobar el asilo, algo que se complica no solo con las acusaciones de sedición, sino por las seis investigaciones que el expresidente Castillo tiene abiertas por corrupción.
Lecciones para la región
En un sentido similar a Santander, el investigador y consultor Enrique Gomáriz Morag afirma que el fracaso de Castillo es no solo una lección para Boluarte, sino para los gobiernos de la región, en donde, por cierto, asevera que no se ha configurado una nueva marea rosa.
“La tarea que tienen por delante los gobiernos de corte progresista en la región es complicada. Lejos de impulsar a fondo los programas izquierdistas, deben lograr un equilibrio entre una ejecución moderada de esos programas y acuerdos amplios con las fuerzas de oposición para evitar una polarización que conduzca a la ingobernabilidad de sus países. El abismo al que hoy se asoma Perú debiera ser un poderoso aviso para muchos gobiernos circundantes”, afirmó.