Petro, ¿el pacificador de Venezuela? Su propuesta genera cierto recelo
No se sabe si la propuesta del presidente colombiano para acercar a gobierno y oposición venezolanos es un nuevo proceso de diálogo y qué objetivo y condiciones tendría. Tampoco qué lo llevó a esta iniciativa, con una mesa ya activa en México. Lo seguro es que la solución real está en el país vecino.
La historia de las mesas de diálogo en Venezuela, al menos en la última década, ha sido una marcada por los fracasos. Una y otra vez. La propuesta del presidente colombiano, Gustavo Petro, que ofreció Bogotá como nueva sede para discutir soluciones, sería el sexto intento en el exterior de acercar al chavismo y a la oposición venezolana a una salida para la crisis política que vive el país desde hace años. Esto sin contar los intentos locales como “La mesita”, que reunió a partidos minoritarios de la oposición con el chavismo en el Palacio de Miraflores, en Caracas, que tampoco llegó lejos.
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La historia de las mesas de diálogo en Venezuela, al menos en la última década, ha sido una marcada por los fracasos. Una y otra vez. La propuesta del presidente colombiano, Gustavo Petro, que ofreció Bogotá como nueva sede para discutir soluciones, sería el sexto intento en el exterior de acercar al chavismo y a la oposición venezolana a una salida para la crisis política que vive el país desde hace años. Esto sin contar los intentos locales como “La mesita”, que reunió a partidos minoritarios de la oposición con el chavismo en el Palacio de Miraflores, en Caracas, que tampoco llegó lejos.
Recordemos que República Dominicana albergó tres mesas en Santo Domingo, la primera de estas en 2016. Todas tuvieron el mismo resultado: los desencuentros no permitieron avanzar. Con la crisis exacerbada en 2019, Noruega hizo lo propio con una mesa que luego se trasladó a Barbados. El mecanismo también se agotó sin éxito.
“Los esfuerzos han fracasado porque Nicolás Maduro no mostró mucho interés en hacer ninguna concesión seria. Estaba comprando tiempo, prolongando el proceso sin entregar nada. Y también por el lado de la oposición hubo una ingenuidad por insistir en demandas maximalistas como que Maduro básicamente entregara todo. Eso no era realista”, dice Michael Shifter, miembro senior del prestigioso Diálogo Interamericano.
Después, en 2021, México intentó lo mismo —de hecho, todavía lo intenta—, pero el diálogo no ha fluido debido a las altas demandas de la delegación de Maduro. De momento está estancado. Sin embargo, ha ido dejando algunos resultados como el Segundo Acuerdo Parcial para la Protección del Pueblo Venezolano, el cual contempla la recuperación de recursos retenidos en el sistema financiero internacional por al bloqueo a Venezuela.
“Lo que han aprendido con el proceso de México es que, por el lado de la oposición, ya no están las demandas maximalistas. Reconocen, aunque de manera tardía, que no están en una posición fuerte respecto a Maduro”, dice Shifter. “La agenda de México está enfocada en dos temas: mejorar las condiciones para realizar elecciones libres en 2024 e implementar un acuerdo humanitario que facilite la entrada de ayuda humanitaria masiva a Venezuela. No sé lo que sería una agenda en Colombia con distintos actores”, agrega por su parte Cynthia J. Arnson, directora del Programa Latinoamericano del Wilson Center.
Por estos antecedentes, y porque ya estaba en marcha esa mesa de diálogo en México, como lo recordó esta semana el líder opositor venezolano Juan Guaidó, surgen preguntas sobre la apertura de una “conferencia internacional” para el tema de Venezuela en Bogotá, como la llamó Petro. El primer interrogante es si hay una suerte de vanidad o afán de protagonismo de Petro para relucir en el proceso. Y es que esto no sería nuevo en la conversación sobre Venezuela. Recordemos que, en noviembre de 2022, él anunció en su cuenta de Twitter el reinicio de los diálogos entre oposición y chavismo en México, adelantándose a todos, a ambas partes del conflicto, al anfitrión de la mesa y a las autoridades observadoras como Noruega.
“Esto refleja un poco que al presidente le gusta estar en el centro y jugar un papel protagónico de todos los temas. Es su estilo. Lo hemos visto respecto a otros temas. Sabíamos incluso antes de que Petro se posesionara como presidente que él buscaba un protagonismo global, y Colombia quedó muy chico para él. Así que tratar de ser el pacificador de Venezuela es totalmente coherente con su idea de estar en el centro de todos los temas a nivel regional y global. La propuesta tiene en parte eso. Pero no tiene en cuenta que ya hay un proceso encaminado, si bien con muchas dificultades, pero que ya tenía agenda y delegaciones. Para mí no es claro por qué convocar una reunión internacional sobre Venezuela y qué propósito tendría”, señala Shifter. “No sé lo que sería una agenda en Colombia con distintos actores”, complementa Arnson.
La segunda pregunta, en este sentido, es qué buscaría esta conferencia y cuál sería su diferencial respecto a la mesa de México. “Hay más preguntas que respuestas”, dice Pedro Urruchurtu, coordinador de asuntos internacionales del partido Vente Venezuela. “No se sabe a ciencia cierta si esto es un nuevo proceso de diálogo. Algunos incluso sostienen que es una conferencia propiciada por Estados Unidos, delegando en Colombia la organización, pero que no será más que una reunión de intercambio de opiniones sobre la situación y los posibles cursos de acción. Sea como sea, cualquier proceso que plantee una solución al conflicto venezolano debe contar con una amplia representación de los sectores del país, en particular de la sociedad civil, que también incluye a los partidos”, agrega.
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¿Habría roces con México por la mesa que ya está instalada allí? “Tal vez López Obrador, que tiene un ego muy grande, no va a estar contento con que los diálogos se trasladen a Bogotá”, dice Arnson. “Pero si Petro es una fuerza multiplicadora de los esfuerzos ya encaminados, eso sería muy bienvenido”, agrega. Shifter cree que no habría lío en este sentido, pero sí la situación podría ser incómoda para la oposición venezolana, que no está convencida de que el presidente colombiano pueda ayudar en mucho. Aunque la Plataforma Unitaria, que reúne a los principales partidos antichavismo, saludó la iniciativa y dijo recibir con gratitud el interés de todas las naciones que buscan la salida a la crisis, no se atrevió a mencionar puntualmente a Petro.
Al preguntarles a líderes opositores, estos manifestaron que se les pidió no hablar del tema. En la reserva, o prudencia también, se esconde algo de desconfianza hacia la figura de Petro como actor en la mesa. Y es que mientras el presidente colombiano se ha reunido cinco veces con Maduro, no lo ha hecho con la oposición. Al menos no encuentros de primer nivel, como los que ha tenido con Maduro. Arnson dice que puede que haya otros encuentros más discretos de los que no sepamos. De aquí la molestia de algunos como Urruchurtu, que dice: “En cualquier caso, no pareciera que un proceso que emane de un actor que no es neutral y que ha encontrado en el régimen venezolano un aliado, sea la mejor opción para conducir ese proceso. Pasa un poco igual con México y el falso diálogo que solo ha servido para darle legitimidad y tiempo al régimen desde un país no neutral y, peor aún, con una agenda y unos actores impuestos por el régimen venezolano. Hay razones para desconfiar de esa iniciativa, como de las 15 anteriores a lo largo de los 25 años de chavismo en el poder, no por el mecanismo propiamente. Es decir, la crítica no es al diálogo y a la negociación como instrumento, porque claramente tendremos que llegar a eso en algún momento. La crítica es a cómo se implementa, la manera en que los incentivos se plantean y la forma en que los acuerdos se puedan cumplir”.
“Nosotros siempre vamos a agradecer cuando los países que nos han acompañado en este propósito de búsqueda de la paz en Venezuela sirvan de mediadores o acompañantes de un proceso. Hemos inclusivo asumido que la mesa esté en México, que en el contexto de su presidente puede que tenga más afectos al oficialismo, pero nosotros hemos aceptado muchas condiciones. Hemos pedido intervención de otros países para que nos acompañen en el proceso. Le damos la bienvenida a este nuevo proceso, mientras entiendan que quien le ha dado una patada a la mesa ha sido Maduro y sus representantes”, comentó por su parte Dinorah Figuera, presidenta de la Asamblea Nacional de Venezuela.
Shifter, como Arnson, señala la importancia de Colombia como actor en la mesa de diálogo. No solo es por la cantidad de venezolanos que residen en el país, sino por las cuestiones comerciales e históricas entre ambos países. En ese sentido, Petro puede jugar un papel crucial aquí incitando más al diálogo, y tal vez no figurando como mediador de la mesa por su posición cercana a Maduro. “Petro va a hacer lo que quiere hacer, pero es muy importante no debilitar o desviar los propósitos bien definidos y bien trabajados de la oposición”, dice Shifter. Coincide Arnson, quien manifiesta que “el peligro para Petro es que una conversación en Bogotá le parezca más fácil a Maduro, y que este piense que no tiene que ceder a lo que se le pide… Maduro siempre va a buscar el camino de menos resistencia. Lo que menos impone condiciones difíciles para él”. Por eso, resalta que “lo más importante es no socavar los esfuerzos encaminados por el Gobierno noruego. Y si hay alguna forma de alienar el encuentro que propone Petro con lo que estaba ocurriendo en México esto ayudaría bastante”. Según él, “no es claro qué es lo que realmente le importa a Petro en Venezuela. Él está muy ansioso por el restablecimiento de las relaciones y por tener el apoyo de Caracas en el proceso de paz con el ELN, pero qué tanto está dispuesto a pujar por los derechos humanos o la democracia en Venezuela es una pregunta abierta”.
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Así que, ¿qué tendría que hacer Petro para brillar en el diálogo? Lo primero es que debe construir una mejor comunicación con la oposición. “No puede haber una buena relación si no se están comunicando”, dice Shifter. Y en ese sentido, tendrá que demostrar que está en la capacidad de persuadir a Maduro de que realice las concesiones que no ha hecho.
También, si quiere liderar una conversación regional, debe invitar y sentar a otros participantes en la mesa para exhibir más fortaleza en el proceso, como Gabriel Boric, quien ha sido mucho más crítico con Maduro, o Luiz Inácio Lula da Silva, quien estaría más en la mitad de ambas posiciones. Pero incluso con todo esto, con que los actores y observadores de la mesa sean buenos apoyos para el diálogo y no obstáculos para este, todos los expertos consultados coinciden en algo: la solución real está en Venezuela. De cuántas concesiones esté dispuesto a hacer Maduro, y de qué tan cohesionada esté la oposición de cara a las primarias. Esa es la principal razón por la que las negociaciones han fallado hasta ahora. En ese sentido, ¿cambian las cosas respecto a México?
“La gente negocia porque se siente obligada a negociar porque no pueden lograr lo que quieren simplemente haciendo más de lo mismo. Y no sé si esto aplique a Maduro”, concluye Arnson.
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