Petro y Lula sobre Israel: dicen lo mismo, pero su peso no es igual, ¿por qué?
Aunque el presidente de Colombia y el de Brasil han condenado con la misma severidad a Israel, la respuesta del Estado hebreo ha sido mucho más notoria con el segundo. ¿Por qué? Detrás de este desbalance están cuestiones históricas y estratégicas.
Camilo Gómez Forero
Las palabras que rebotan de lado a lado son cada vez más fuertes. El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, fue declarado esta semana como “persona non grata” en Israel, luego de catalogar lo que están haciendo las fuerzas militares de ese país en la Franja de Gaza como “un genocidio”.
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Las palabras que rebotan de lado a lado son cada vez más fuertes. El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, fue declarado esta semana como “persona non grata” en Israel, luego de catalogar lo que están haciendo las fuerzas militares de ese país en la Franja de Gaza como “un genocidio”.
“¿Y cuán grande es el corazón de esta gente que no puede ver que en la Franja de Gaza no hay una guerra sino un genocidio? Lo que está sucediendo en la Franja de Gaza y con el pueblo palestino no existe en ningún otro momento histórico. De hecho, existió: cuando Hitler decidió matar a los judíos”, dijo Lula durante una cumbre de la Unión Africana en Etiopía.
El canciller israelí, Israel Katz, dijo que las palabras de Lula fueron “insólitas y repugnantes” y lo acusó de ser antisemita. Esto llevó a una escalada de tensiones entre el gobierno de Lula y el del israelí Benjamin Netanyahu que terminó con el llamado a consultas del embajador de Brasil en Israel, Frederico Meyer, y una amonestación al embajador israelí en Brasilia, Daniel Zonshine.
Pero en esta crisis diplomática hay un tercer actor: Colombia. El presidente Gustavo Petro no solo ha salido en defensa de Lula, apuntando a que “solo ha dicho la verdad”, sino que también ha dicho en varias ocasiones que en Gaza “hay un genocidio” contra los palestinos y que han sido “cobardemente asesinados miles de niños, mujeres y ancianos civiles”. Pero Israel no ha pasado de calificar esta respuesta como " palabras incitadoras e indignantes”. Lo dijo, además, Yoav Gallant, el ministro de Defensa de Israel, y no el canciller Katz. Esto deja un gran interrogante: ¿por qué Colombia no ha recibido una sanción similar a la que recibió Brasil, si los comentarios han sido del mismo calibre?
Primero están las respuestas obvias. Y es que Brasil, ha diferencia de Colombia, es un actor que tiene mucho más peso en la escena internacional e históricamente se le considera un referente de la diplomacia. Seis días antes de los fatales atentados de Hamás en Israel, Brasil presidió el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas y se convirtió en el país en desarrollo que con mayor frecuencia ha servido como miembro no permanente en este selecto grupo. Y acá ha respaldado todas las medidas que piden un alto el fuego en Gaza.
Luego hay cuestiones históricas. Brasil jugó un papel crucial en la creación de Israel, al presidir la asamblea general en la que se discutió la creación de un Estado judío en el territorio palestino administrado por Reino Unido. De hecho, según recogió Al Jazeera, el entonces canciller de Brasil y presidente de la Asamblea General de la ONU en 1947, Oswaldo Aranha, fue artífice del acuerdo.
Y es que al ver que no había suficientes votos para que el plan avanzara, el excanciller prolongó en la sala los discursos sobre este para retrasar la votación dos días. Ese tiempo fue suficiente para lograr por fin los apoyos. Debido a ese acto, hoy Aranha tiene varias distinciones en las calles de Israel. El excanciller también fue uno de los primeros en impulsar el reconocimiento del Estado de Israel en 1949. Colombia, cabe destacar, se abstuvo en aquella votación.
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Por último, están las cuestiones del contexto actual, en las que se entrelaza lo social y lo económico. Con más de 100.000 judíos, Brasil alberga la segunda comunidad judía más grande de la región. Es, también, el quinto mayor importador de tecnología militar israelí en el mundo.
Armas que, por cierto, “se prueban en cuerpos palestinos”, le dijo Soraya Misleh, una destacada activista palestina del movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones, al medio Middle East Eye, sugiriendo una suerte de hipocresía del gobierno entre sus acciones y su discurso. Para Lula, como para Petro y cualquier otro líder global, abordar la cuestión de un conflicto como el que ocurre en Gaza es complejo, y por eso a veces pueden salir a relucir ciertas incongruencias. Hay muchos factores en juego.
“Bajo líderes como Lula, Brasil ha aspirado a desempeñar un papel más significativo en el escenario mundial, abogando por la paz y el diálogo en las disputas internacionales. Sin embargo, como ilustra este último incidente, tales ambiciones a menudo se ven puestas a prueba por las complejidades de la memoria histórica y las dificultades de la geopolítica contemporánea”, se lee en el LatinAmericanPost.
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Hasta acá, como se ha señalado, todas son cuestiones que se basan en el pasado histórico entre ambas naciones y que hacen que los comentarios del presidente Lula sean de mucho mayor peso para Israel que los de Petro. Pero a través de la vía de cooperación económica es cuando aparece otra respuesta, mucho más actual y explicativa, del porqué de la severidad de Israel con Brasil.
La clave está en un cuarto actor: Irán. Desde que llegó al poder, Lula ha mostrado su aproximación a la República Islámica de Irán. En febrero de 2023, permitió que buques iraníes atracaran en Río de Janeiro. En agosto, se reunió en Sudáfrica con su homólogo iraní, Ebrahim Raisi, tras la integración de Teherán al grupo de los Brics. Estos acercamientos han incomodado tanto a Israel como a otros países occidentales, De fondo se trata de una decisión de encarrilar la política exterior del país al principio de no alineación para salvaguardar mejor sus intereses frente al mundo.
Esto ya ocurrió durante los primeros gobiernos de Lula, cuando priorizó el comercio sobre los desacuerdos políticos, según dijo el analista político Marcos Tenorio a Middle East Eye. Este principio de no alienación también se experimenta en varios países de la región, pero choca con lo que espera Israel de sus aliados.
“El que apoya el cese al fuego apoya la próxima masacre del 7 de octubre. Esperamos más de los países amigos que apoyo a una organización terrorista. La respuesta de algunos países de América ha sido menos de lo que hemos esperado. Esperemos de los países amigos una condena fuerte al terrorismo de Hamás y apoyo al derecho de Israel a la autodefensa. Ese mensaje no lo hemos escuchado desde Colombia, Chile y otros países de la región”, destacó Lior Haiat, portavoz de la Cancillería de Israel, hace un mes en diálogo con El Espectador.
No es la primera vez que se tensan las relaciones entre Israel y Brasil y, como referente para explorar en qué puede terminar este rifirrafe, están los casos de la década pasada. A pesar de llamar a Brasil un “enano diplomático” y de burlarse de la derrota del país en el Mundial 2014, Israel logró recomponer sus lazos con el país sudamericano, pues persistía la cooperación económica y armamentista entre las dos naciones. Si estas no tienen un giro radical, es de esperarse que las relaciones retomen su curso en un futuro no lejano, de acuerdo con Arlene Elizabeth Clemesha, profesora de Historia Árabe en la Universidad de Sao Paulo.
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