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Volvió a suceder. Un hombre armado con un rifle de asalto tipo AR-15 entró el lunes a un supermercado en Boulder, Colorado, y mató a 10 personas. El escenario se repitió hace menos de una semana en Atlanta donde un hombre mató a tiros a ocho personas en tres salones de masaje de la ciudad. Cada nuevo ataque es un recordatorio de todos los demás: los tiroteos masivos aumentaron de 415 en 2019 a 611 en 2020, de acuerdo con Gun Violence Archive. Sin contar que la violencia con armas de fuego cobra la vida de cerca 40.000 estadounidenses cada año, según datos citados por la organización American Progress.
Con todo y esto, ¿Por qué nada parece cambiar cuando se trata de porte de armas en Estados Unidos? Algunas de las razones:
- La relación única del país con las armas
- Las lagunas en la ley actual con respecto a la regulación
- El lobby de armas
- La falta de voluntad política
- No hay buena supervisión en la industria de las armas.
Vamos por partes. Hay varios factores claves, pero tal vez el más preocupante es la relación única de Estados Unidos con las armas. “Integradas en el tejido de la sociedad estadounidense desde los primeros días del país, las armas siguen siendo un motivo de orgullo para muchos”, explicaron varios investigadores del Pew Research Center. “Ya sea para la caza, el tiro deportivo o la protección personal, la mayoría de los propietarios de armas consideran que el derecho a portarlas es fundamental para su libertad”, se lee en la publicación del centro de investigación.
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Y el tema se ve reflejado en cifras: los estadounidenses representan menos del 5 % de la población mundial, sin embargo, poseen aproximadamente el 45 % de todas las armas de fuego privadas del mundo, según cifras citadas por Vox. “En 2017, la cantidad de armas de fuego de propiedad de civiles en los EE. UU. fue de 120.5 armas por cada 100 residentes, lo que significa que había más armas de fuego que personas”, se lee en el artículo publicado por la plataforma.
Aunque esto no significa que todos los estadounidenses tengan un arma, las cifras no dejan de ser altas: “tres de cada diez adultos en EE. UU. dicen que tienen un arma, y un 36 % adicional dice que si bien no tienen una ahora, podrían estar dispuestos a adquirirla en el futuro”, se lee en un estudio publicado por Pew Research Center en 2017. Los datos más recientes muestran que los estadounidenses compraron aproximadamente 1,34 millones de armas en febrero de 2021, según un análisis de datos del FBI publicado por The Trace, una organización especializada en este tema.
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“La demanda de armas de fuego se ha disparado después de tiroteos masivos y elecciones. Pero ningún pico se compara con el aumento que comenzó con la llegada de la pandemia de coronavirus a los EE. UU. en marzo de 2020″, se lee en un análisis publicado por la plataforma.
En Estados Unidos, la Segunda Enmienda sirve como base legal para el “derecho del pueblo a poseer y portar armas”. La Ley de Control de Armas de 1968 (GCA), que regula a nivel federal, requiere que los ciudadanos y residentes legales tengan al menos 18 años para comprar escopetas o rifles y municiones. Todas las demás armas de fuego (pistolas, por ejemplo) solo se pueden vender a personas mayores de 21 años. Sí, hay algunas prohibiciones: los fugitivos, las personas consideradas un peligro para la sociedad y los pacientes internados involuntariamente en instituciones psiquiátricas, no pueden comprar armas de fuego, entre otras restricciones.
Pero con todo y esto, hay varias lagunas en la ley actual con respecto a la regulación y supervisión de la industria de las armas, lo que sin duda pone en riesgo a la población.
¿Un ejemplo? Un supremacista blanco en Charleston, Carolina del Sur, aprovechó un error del sistema para adquirir un arma y matar a nueve personas afroamericanas que se encontraban en una iglesia con el objetivo de “avivar una guerra racial”. Quien examinó los antecedentes de Dylann Roof, el atacante, encontró que había sido arrestado por un delito grave de drogas, pero como no hubo condena esa no era razón suficiente para negar la compra. Hubo más errores en dicho caso, en esta nota le explicamos con detalle.
El lobby de las armas
El otro gran problema en el país es el lobby de las armas. La Asociación Nacional del Rifle (NRA) tiene un enorme dominio sobre la política conservadora en Estados Unidos, y ese es un problema a la hora de internar controlar la venta y distribución. De hecho, en 2016, la NRA gastó más de 50 millones de dólares para respaldar a Donald Trump y a varios candidatos republicanos al Senado, estableciéndose como una fuerza importante en las elecciones, según datos de The Trace. La organización también explicó que en las elecciones de noviembre de 2020, el grupo de candidatos respaldados por la NRA estuvo formado casi en su totalidad por republicanos.
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“Los políticos llegaron a extremos absurdos para mostrar su apoyo a los derechos de armas. En 2015, por ejemplo, el senador Ted Cruz protagonizó un video, de IJ Review , en el que cocinaba tocino con, esto no es una broma, una ametralladora”, se lee en la publicación de Vox. Aunque con los años surgieron decenas de campañas para intentar contrarrestar a la NRA, ninguna se ha acercado a tener el tipo de influencia que tiene la organización. Un dato: aproximadamente uno de cada cinco propietarios de armas pertenece a la NRA, según datos del Pew Research Center.
¿En qué va la discusión ahora?
Joe Biden hizo un llamado para prohibir los fusiles de asalto y urgió al Congreso a regular la tenencia de armas después del tiroteo que dejó diez muertos en Colorado. La portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, se refirió más tarde a diferentes mecanismos para reforzar el control de armas de fuego y responder de forma más general a la “violencia en la población”. Esto podría pasar, según ella, por “acciones del ejecutivo”, y no únicamente por un proceso legislativo.
La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó dos proyectos de ley el 11 de marzo que buscan endurecer las regulaciones sobre la venta de armas en el país y se los envió al Senado. Es ahí donde tendrán dificultades para avanzar.
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El primer proyecto, bautizado como la Ley de verificación de antecedentes bipartidistas de 2021, más conocido como HR8, establece nuevos requisitos para las transferencias de armas de fuego entre privados. Si se aprueba la ley, un privado no podrá venderle un arma de fuego a otro individuo si antes este no aprueba la verificación de antecedentes. Por otro lado, el proyecto de ley HR1446 es una ampliación del período de revisión de la verificación de antecedentes a diez días. Luego de esto, si no se ha completado el proceso de verificación, el comprador deberá pedirle al FBI que complete su investigación para recibir la autorización de la compra.
Sin embargo, todo esto encuentra un gran obstáculo, el mismo que bloquea el resto de propuestas de la agenda de Biden: el obstruccionismo. Los demócratas necesitan que por lo menos diez senadores se sumen a la iniciativa, y esto es incierto. Para Chris Murphy, senador demócrata de Connecticut, los republicanos podrían apoyar el proyecto de ley, pero los antecedentes no son positivos para los liberales. El líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, bloqueó esta legislación en su última sesión al frente del Congreso en la anterior legislatura.
La organización American Progress advirtió que un componente crucial para reducir la violencia armada en EE. UU. es tener una regulación sólida, y una buena supervisión en la industria de las armas. “No es suficiente centrarse simplemente en las personas que usan armas para cometer actos de violencia, un enfoque que ha contribuido a la sobrecriminalización y la focalización de las comunidades de color como parte de un enfoque de justicia penal ‘duro contra el crimen‘”, se lee en el informe publicado en 2020. La Organización propuso una serie de soluciones para abordar el tema:
- Mayor supervisión de los fabricantes, importadores, exportadores y distribuidores de armas
- Exigir a los comerciantes de armas con licencia que implementen medidas de seguridad para evitar robos.
- Fortalecimiento del proceso de revisión y determinación de la Ley Nacional de Armas de Fuego
- Fortalecimiento de la supervisión de armas caseras, municiones y silenciadores
- Otorgar autoridad a la Comisión de Seguridad de Productos del Consumidor para regular las armas y municiones por seguridad
- Derogación de la Ley de protección del comercio lícito de armas