Por qué el ascenso de Kevin McCarthy podría significar una disfunción a futuro
Algunas de las concesiones aceptadas por el presidente de la Cámara de Representantes, precisamente para obtener los votos necesarios para su elección, harían casi imposible el funcionamiento de la Cámara Baja estadounidense. Este organismo podría perder la capacidad de llevar a cabo cosas tan básicas como otorgar fondos al gobierno o financiar la deuda federal.
Emily Cochrane / The New York Times
El presidente de la Cámara de Representantes, el representante republicano de California Kevin McCarthy, llegó a ese puesto tras ceder a las demandas de un grupo de disidentes republicanos de extrema derecha que pedían reformas al funcionamiento de la Cámara, con lo cual diluyó en la práctica su poder y aumentó el de ellos.
La prolongada lucha en el pleno de la Cámara, que culminó con su elección a primera hora del sábado, supuso un inicio histórico y complicado de la 118.ª legislatura del Congreso, pero era fácil perder de vista por qué todo aquello importaba tanto, más allá del cautivador drama personal y político de la semana.
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Después de todo, los demócratas siguen controlando el Senado y la Casa Blanca. El grupo de extrema derecha que se resistía al ascenso de McCarthy solo representa alrededor del 10 % de la conferencia republicana de la Cámara de Representantes. ¿Hasta qué punto el caos del Partido Republicano podría ser un problema en una cámara del Congreso?
De hecho, algunas de las concesiones aceptadas por McCarthy harían casi imposible el funcionamiento de la Cámara en la práctica. Este organismo podría perder la capacidad de llevar a cabo cosas tan básicas como otorgar fondos al gobierno o financiar la deuda federal. Para los disidentes, esa era la idea. Para el país, podría tener consecuencias nefastas. A continuación, una explicación breve de cómo funciona la Cámara y de qué manera podría fracturarse.
¿Quién controla la Cámara de Representantes?
El presidente de la Cámara, en nombre de la mayoría, controla el pleno. La principal herramienta para ello es el Comité de Reglas, que establece los términos del debate legislativo, incluyendo qué proyectos de ley pueden someterse a consideración del pleno, durante cuánto tiempo y, algo crucial, qué enmiendas pueden presentarse y quién puede hacerlo.
Como parte de las concesiones que McCarthy hizo a los disidentes, aceptó que el ala ultraconservadora del partido tuviera poder de veto sobre un tercio de los miembros republicanos del panel. En la práctica, esto daría a la facción la capacidad de bloquear cualquier legislación que no le guste, uniéndose a los demócratas del panel, que con toda seguridad se opondrán a la mayoría de los proyectos de ley republicanos.
También podrían insistir en que se introduzcan enmiendas que destrocen o paralicen las legislaciones que no sean de su agrado, lo que en la práctica sería una manipulación del proceso para dificultar cualquier aprobación. Esto podría ser particularmente peligroso en el caso de los proyectos de ley de gasto y de cualquier legislación que eleve el límite de la deuda federal.
McCarthy insistió en que su grupo no perderá la capacidad de hacer cosas. “No nos juzguen por cómo empezamos, sino por cómo terminaremos, y creo que la disrupción en este momento nos ayudó a generar confianza entre nosotros y aprender a trabajar juntos”, declaró a periodistas, y añadió que estaba “1000 por ciento” seguro de que mantendría el cargo de presidente durante los dos años del período.
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¿Qué tiene que hacer el Congreso?
Como sucede con todas las nuevas mayorías de la Cámara de Representantes en un gobierno dividido, los republicanos han esbozado una ambiciosa agenda legislativa, que es poco probable que se convierta en ley mientras los demócratas controlen el Senado y la Casa Blanca.
Pero el Congreso tiene un puñado de tareas de vital importancia que llevar a cabo: aprobar una docena de proyectos de ley de gasto para mantener al gobierno bien financiado y elevar el límite legal de endeudamiento, que permite al Departamento del Tesoro financiar la deuda federal. Si el Congreso no puede aprobar las leyes de financiamiento, el gobierno se paralizará. Si no puede aumentar el límite de endeudamiento, el gobierno podría llegar a su primer impago de deuda.
Esas tareas ya iban a ser difíciles con una escasa mayoría republicana y una intransigente facción de derecha empeñada en recortar el gasto y la deuda. Las concesiones de McCarthy no hicieron más que dificultarlas y volverlas prácticamente imposibles.
Los disidentes lo hicieron comprometerse a abrir los proyectos de ley de gasto a enmiendas ilimitadas, lo cual les dará en la práctica oportunidades ilimitadas de aplicar el filibusterismo o destrozar la legislación con los cambios propuestos. Esto podría dificultar bastante la aprobación de cualquier medida presupuestaria que requiera el visto bueno de ambas cámaras antes de llegar al escritorio del presidente.
Los republicanos también hicieron prometer a McCarthy que cualquier medida para elevar el límite de endeudamiento para financiar la deuda federal irá acompañada de reformas fiscales, como fuertes recortes del gasto que posiblemente afectarían a la Seguridad Social y a Medicare. El gobierno de Biden y los demócratas han dicho que nunca aceptarían propuestas semejantes, lo que hace muy probable que haya un enfrentamiento por la deuda.
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¿Por qué los demócratas no podrían unirse a los republicanos más moderados para conseguir avances?
Hay por lo menos algunos republicanos que podrían inclinarse a votar a favor de los proyectos de ley de gasto y al aumento del techo de la deuda porque no quieren que se paralice el gobierno ni que haya un impago de la deuda, entre los que podría encontrarse McCarthy. Tendrían un incentivo para trabajar con los demócratas en acuerdos bipartidistas que pudieran llegar al Senado y hasta el escritorio del presidente Joe Biden.
Pero en las dos últimas décadas, los presidentes republicanos de la Cámara de Representantes han seguido una regla no oficial, pero estricta (conocida como la regla Hastert por el expresidente republicano de la Cámara que la estableció, Dennis Hastert), de no presentar ninguna ley que no cuente con el apoyo de la mayoría de la mayoría. Eso significa que nunca habrá un acuerdo bipartidista en el pleno si los conservadores no están de acuerdo.
Sin embargo, los republicanos más pragmáticos, como los representantes Tom Cole, de Oklahoma, y Brian Fitzpatrick, de Pensilvania, han reconocido la necesidad de negociar proyectos de ley de gasto con senadores demócratas y han indicado que trabajarían para garantizar que los proyectos de ley en los que se hagan concesiones puedan promulgarse.
¿Alguien puede pasar por encima de la autoridad del presidente de la Cámara de Representantes?
Como la autoridad que preside la Cámara Baja, el presidente tiene un amplio poder sobre el pleno, incluido un alto grado de control sobre qué mociones pueden considerarse y qué miembros se reconocen. Pero la facción de derecha que se opuso a la candidatura de McCarthy solo cedió en su oposición cuando este accedió a restablecer una norma que casi no le deja margen de maniobra.
La disposición, conocida como “moción para dejar vacante la presidencia”, permite a un solo legislador forzar una votación para destituir al presidente. Su existencia ayudó a generaciones anteriores del Caucus de la Libertad (el bloque republicano más conservador y de extrema derecha) de la Cámara Baja a presionar al presidente John Boehner, representante de Ohio, para que dejara su cargo en 2015, bajo amenaza de destitución. También se cernió ominosamente sobre Paul Ryan, representante de Wisconsin, su sucesor, cuando fue presidente. La presidenta Nancy Pelosi, de California, eliminó la amenaza procesal cuando recuperó el mazo en 2019. Su resurrección ahora significa que McCarthy podría ser destituido de inmediato, si hace enojar a su facción de extrema derecha.
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El presidente de la Cámara de Representantes, el representante republicano de California Kevin McCarthy, llegó a ese puesto tras ceder a las demandas de un grupo de disidentes republicanos de extrema derecha que pedían reformas al funcionamiento de la Cámara, con lo cual diluyó en la práctica su poder y aumentó el de ellos.
La prolongada lucha en el pleno de la Cámara, que culminó con su elección a primera hora del sábado, supuso un inicio histórico y complicado de la 118.ª legislatura del Congreso, pero era fácil perder de vista por qué todo aquello importaba tanto, más allá del cautivador drama personal y político de la semana.
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De hecho, algunas de las concesiones aceptadas por McCarthy harían casi imposible el funcionamiento de la Cámara en la práctica. Este organismo podría perder la capacidad de llevar a cabo cosas tan básicas como otorgar fondos al gobierno o financiar la deuda federal. Para los disidentes, esa era la idea. Para el país, podría tener consecuencias nefastas. A continuación, una explicación breve de cómo funciona la Cámara y de qué manera podría fracturarse.
¿Quién controla la Cámara de Representantes?
El presidente de la Cámara, en nombre de la mayoría, controla el pleno. La principal herramienta para ello es el Comité de Reglas, que establece los términos del debate legislativo, incluyendo qué proyectos de ley pueden someterse a consideración del pleno, durante cuánto tiempo y, algo crucial, qué enmiendas pueden presentarse y quién puede hacerlo.
Como parte de las concesiones que McCarthy hizo a los disidentes, aceptó que el ala ultraconservadora del partido tuviera poder de veto sobre un tercio de los miembros republicanos del panel. En la práctica, esto daría a la facción la capacidad de bloquear cualquier legislación que no le guste, uniéndose a los demócratas del panel, que con toda seguridad se opondrán a la mayoría de los proyectos de ley republicanos.
También podrían insistir en que se introduzcan enmiendas que destrocen o paralicen las legislaciones que no sean de su agrado, lo que en la práctica sería una manipulación del proceso para dificultar cualquier aprobación. Esto podría ser particularmente peligroso en el caso de los proyectos de ley de gasto y de cualquier legislación que eleve el límite de la deuda federal.
McCarthy insistió en que su grupo no perderá la capacidad de hacer cosas. “No nos juzguen por cómo empezamos, sino por cómo terminaremos, y creo que la disrupción en este momento nos ayudó a generar confianza entre nosotros y aprender a trabajar juntos”, declaró a periodistas, y añadió que estaba “1000 por ciento” seguro de que mantendría el cargo de presidente durante los dos años del período.
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¿Qué tiene que hacer el Congreso?
Como sucede con todas las nuevas mayorías de la Cámara de Representantes en un gobierno dividido, los republicanos han esbozado una ambiciosa agenda legislativa, que es poco probable que se convierta en ley mientras los demócratas controlen el Senado y la Casa Blanca.
Pero el Congreso tiene un puñado de tareas de vital importancia que llevar a cabo: aprobar una docena de proyectos de ley de gasto para mantener al gobierno bien financiado y elevar el límite legal de endeudamiento, que permite al Departamento del Tesoro financiar la deuda federal. Si el Congreso no puede aprobar las leyes de financiamiento, el gobierno se paralizará. Si no puede aumentar el límite de endeudamiento, el gobierno podría llegar a su primer impago de deuda.
Esas tareas ya iban a ser difíciles con una escasa mayoría republicana y una intransigente facción de derecha empeñada en recortar el gasto y la deuda. Las concesiones de McCarthy no hicieron más que dificultarlas y volverlas prácticamente imposibles.
Los disidentes lo hicieron comprometerse a abrir los proyectos de ley de gasto a enmiendas ilimitadas, lo cual les dará en la práctica oportunidades ilimitadas de aplicar el filibusterismo o destrozar la legislación con los cambios propuestos. Esto podría dificultar bastante la aprobación de cualquier medida presupuestaria que requiera el visto bueno de ambas cámaras antes de llegar al escritorio del presidente.
Los republicanos también hicieron prometer a McCarthy que cualquier medida para elevar el límite de endeudamiento para financiar la deuda federal irá acompañada de reformas fiscales, como fuertes recortes del gasto que posiblemente afectarían a la Seguridad Social y a Medicare. El gobierno de Biden y los demócratas han dicho que nunca aceptarían propuestas semejantes, lo que hace muy probable que haya un enfrentamiento por la deuda.
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Hay por lo menos algunos republicanos que podrían inclinarse a votar a favor de los proyectos de ley de gasto y al aumento del techo de la deuda porque no quieren que se paralice el gobierno ni que haya un impago de la deuda, entre los que podría encontrarse McCarthy. Tendrían un incentivo para trabajar con los demócratas en acuerdos bipartidistas que pudieran llegar al Senado y hasta el escritorio del presidente Joe Biden.
Pero en las dos últimas décadas, los presidentes republicanos de la Cámara de Representantes han seguido una regla no oficial, pero estricta (conocida como la regla Hastert por el expresidente republicano de la Cámara que la estableció, Dennis Hastert), de no presentar ninguna ley que no cuente con el apoyo de la mayoría de la mayoría. Eso significa que nunca habrá un acuerdo bipartidista en el pleno si los conservadores no están de acuerdo.
Sin embargo, los republicanos más pragmáticos, como los representantes Tom Cole, de Oklahoma, y Brian Fitzpatrick, de Pensilvania, han reconocido la necesidad de negociar proyectos de ley de gasto con senadores demócratas y han indicado que trabajarían para garantizar que los proyectos de ley en los que se hagan concesiones puedan promulgarse.
¿Alguien puede pasar por encima de la autoridad del presidente de la Cámara de Representantes?
Como la autoridad que preside la Cámara Baja, el presidente tiene un amplio poder sobre el pleno, incluido un alto grado de control sobre qué mociones pueden considerarse y qué miembros se reconocen. Pero la facción de derecha que se opuso a la candidatura de McCarthy solo cedió en su oposición cuando este accedió a restablecer una norma que casi no le deja margen de maniobra.
La disposición, conocida como “moción para dejar vacante la presidencia”, permite a un solo legislador forzar una votación para destituir al presidente. Su existencia ayudó a generaciones anteriores del Caucus de la Libertad (el bloque republicano más conservador y de extrema derecha) de la Cámara Baja a presionar al presidente John Boehner, representante de Ohio, para que dejara su cargo en 2015, bajo amenaza de destitución. También se cernió ominosamente sobre Paul Ryan, representante de Wisconsin, su sucesor, cuando fue presidente. La presidenta Nancy Pelosi, de California, eliminó la amenaza procesal cuando recuperó el mazo en 2019. Su resurrección ahora significa que McCarthy podría ser destituido de inmediato, si hace enojar a su facción de extrema derecha.
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