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Comprar antes de que todo se ponga más caro. Esa parece ser la premisa que están siguiendo muchos argentinos en medio de los más recientes acontecimientos económicos.
El país arrancó la semana con una fuerte depreciación de su moneda, al pasar de los 239 pesos por dólar el viernes a 260 el lunes (en el mercado informal, al que acuden muchos ciudadanos ante las estrictas condiciones de acceso a las escasas divisas), luego de que el fin de semana el entonces ministro de Economía, Martín Guzmán, renunciara al cargo en medio de críticas y la crisis inflacionaria. En su reemplazo, llegó Silvina Batakis.
El índice de precios al consumidor ha subido casi 60 % anual, lo que ubica a la inflación argentina como una de las más altas del mundo, y la trepada del dólar solo pronostica que la situación empeorará. He ahí uno de los principales retos que deberá asumir la nueva jefa de la cartera de Economía.
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Ahora, los argentinos tienen experiencia en crisis económicas y lidiando con una moneda débil. “Jamás”, contestó Marcela Leirón, una comerciante de 56 años, a la pregunta de la AFP sobre si en alguna circunstancia ahorraría en pesos argentinos.
Además de acudir al escaso dólar y teniendo en cuenta que en Argentina también acaban de pagar la prima de mitad de año, el camino que parecen estar siguiendo muchos ciudadanos para “depositar” su dinero es hacerse con bienes durables, que en apenas algunos días podrían subir de precio. Según datos de Mercado Libre, citados por Clarín, la venta de celulares en el país se incrementó el domingo pasado un 86 % en comparación con un domingo cualquiera.
En las tiendas físicas el panorama no fue muy distinto, pese a que anticipándose a la depreciación muchos comerciantes subieron sus precios, hasta casi un 50 %. “Remarcamos (los precios) para cubrirnos, pero estamos vendiendo como en un día normal. Se tiran todos al ticket alto, al producto grande”, le dijo Matías Muñiz, dueño de un negocio de electrodomésticos en Buenos Aires, a El País, de España.
“La verdad es que el eslabón último, que es el minorista, el que vende al público y tiene que vender al contado o eventualmente con tarjeta de crédito, tiene que tener un margen razonable de utilidad que no sabe si lo va a ser en el momento en que le pase los precios su proveedor. Así que la incertidumbre sigue hasta que se acomode en la semana el tema económico y los precios relativos”, explicó Fabián Tarrío, director de Comercio de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), a La Nación.
Y yendo más atrás en la cadena la cosa se pone peor. Mientras algunos comercios se han aventurado a vender, y a vender más caro, muchos otros han optado por cerrar ante la incertidumbre de cómo o cuándo podrán reponer inventarios: no solo es que el dólar esté caro, sino que la cadena de suministro (afectada ya a escala global, primero por los efectos de la pandemia, y más recientemente por la guerra en Ucrania) se puede ver golpeada por las restricciones al acceso a divisas (impuestas por el Banco Central) para que los importadores paguen por las mercancías que llegan al país. Lo anterior, en un intento por salvaguardar las reservas internacionales del país.
“Muchos de los aumentos recientes los han hecho a ciegas, ya que la mayoría de los proveedores se niegan a pasar precios y han interrumpido momentáneamente el suministro a la espera de que aminore la tempestad”, reportó Mar Centenera para El País.
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