Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
La xenofobia se pasea por las calles de Tijuana (Baja California), la ciudad mexicana que ha vivido durante años bajo un constante flujo migratorio. De acuerdo con cálculos de César Palencia Chávez, director municipal de atención al migrante, a diario reciben, en promedio, a 130 mexicanos y otros inmigrantes deportados de Estados Unidos. Es decir, cerca de 4.000 al mes. “Y los acogemos a todos”, agrega, “pero esta es una situación particular”, señala.
Desde la semana pasada, a Tijuana llegaron 4.000 migrantes centroamericanos, que venían en la caravana migratoria que partió de San Pedro Sula (Honduras) el pasado 12 de octubre. Para este martes se espera la llegada de 3.000 más y en los siguientes días, según murmuran en las calles de la ciudad, llegarán 6.000 más.
“Una verdadera invasión”, dice María, habitante de Tijuana que salió a protestar ayer en la glorieta Cuauhtémoc, en pleno centro de la ciudad. “¡Despierta México!, no queremos problemas, fuera los maras (bandas centroamericanas) (...) México para los mexicanos”, fueron los gritos de unos cuantos en la protesta.
“Los migrantes entraron violando la soberanía mexicana y humillándonos. No vamos a permitir que ellos se queden y entren como quieran a México y Tijuana”, señaló uno de los asistentes a la agencia AFP.
“¡Perros! ¡Muertos de hambre! ¡Regresen a su país!”, son expresiones que ha tenido que escuchar tanto Alexander, hondureño de 18 años, como los otros migrantes que llegaron con él y que tienen pensado pedir asilo en Estados Unidos. Una posibilidad lejana, pues el presidente Donald Trump se unió a los ataques xenófobos desde Twitter: “Los miembros de la caravana están causando crímenes y grandes problemas en México. ¡Vayan a casa!”, señaló en su cuenta el domingo. Ayer agregó: “Atrapar y soltar son términos obsoletos. Ahora es Atrapar y detener. Los inmigrantes ilegales que traten de venir a Estados Unidos (...) serán detenidos o devueltos”.
Una parte de los migrantes aceptaron ser llevados a un albergue temporal instalado en la Unidad Deportiva Benito Juárez, en tanto que el alcalde de Tijuana, Juan Manuel Gastélum, del conservador Partido Acción Nacional (PAN), rechazó su presencia y dejó firme su intención de que sean deportados. “Tijuana es una ciudad de migrantes, pero no los queremos de esta manera”, declaró el alcalde a Milenio. Vea también: En fotos: protestas en Tijuana contra la caravana de migrantes
Por su parte, el gobernador de Baja California, Francisco Vega, dijo que “habrá cero tolerancia para quien o quienes infrinjan las leyes y reglamentos vigentes en nuestro país”.
Karen Domínguez, una estudiante de Tijuana, aseguró a la agencia AFP que “los habitantes de Tijuana se están identificando con el discurso antiinmigrante de Trump, sin tomar en cuenta que muchos mexicanos están en esa situación en Estados Unidos”.
Eduardo Gutiérrez, profesor que realiza un doctorado en temas migratorios explica: “La xenofobia es una posición contraria al origen de Tijuana, que es una ciudad de migrantes”.
Más de 6.000 haitianos
Hace dos años, la ciudad fronteriza mexicana recibió a 3.000 haitianos. Y muchos ya lograron su residencia. “Los haitianos venían en pequeños grupos e inmediatamente se adaptaron y se acoplaron a las reglas y orden de Tijuana. Muchos no esperaron su trámite y se integraron a la vida laboral de esta ciudad”, dijo a EFE el titular de la Secretaría de Desarrollo Municipal (Sedesom), Mario Osuna.
Con la dificultad para iniciar el trámite de asilo en EE. UU., las autoridades creen que muchos centroamericanos se quedarán en México.
Según datos del gobierno del estado de Baja California y el municipio de Tijuana, la mayoría de los haitianos se fue al central estado de Guanajuato, donde unos 2.000 ya tienen empleo permanente en la industria automotriz, y el resto permaneció en Tijuana, “donde lograron empleos estables y tienen acceso a servicios de educación y salud”.
“Algunos (haitianos) ya se casaron y formaron familia en Tijuana y lo mismo va a pasar con los centroamericanos, muchos de ellos ya tienen bastante tiempo aquí todos son gente buena aunque hay excepciones, pero esas siempre existen”, dijo el activista Enrique Morones, director y fundador de la organización Ángeles de la Frontera.
También le puede interesar: “Migrantes en EE.UU. y Europa: ¿Por qué los discriminan?”