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Los demócratas entraron en pánico tras el desastroso desempeño del presidente Joe Biden en el debate contra Donald Trump del jueves. Maria Shriver, miembro destacado de la dinastía demócrata Kennedy, hizo una declaración que más bien parecía una elegía de las esperanzas de reelección de Biden.
“Amo a Joe Biden. Sé que es un buen hombre”, publicó en la red social X. “Esta noche fue desgarradora en muchos sentidos (...) Hay pánico en el Partido Demócrata”.
El propio mandatario reconoció que ya no camina con tanta facilidad como antes, ni habla con tanta fluidez como antes.
“No debato tan bien como antes, pero sé lo que sé: sé cómo decir la verdad. Sé distinguir el bien del mal. Sé cómo hacer este trabajo. Sé cómo hacer las cosas. Sé, como saben millones de estadounidenses, que cuando te derriban, te vuelves a levantar”, dijo Biden.
A pesar de su reflexión, las consecuencias han sido tales que al interior del Partido Demócrata hay quienes estudian si se puede reemplazar la nominación del actual presidente para un segundo mandato. ¿Es posible?
El candidato del Partido Demócrata será elegido oficialmente en la primera semana de agosto, antes de la Convención Nacional Demócrata (CND) en Chicago del 19 al 22 de agosto. Debido a una peculiaridad en la ley de Ohio, los candidatos deben estar certificados antes del 7 de agosto, por lo que antes de la reunión nacional de los demócratas se realizará una ceremonia virtual en la que se oficializará la nominación de Biden. Esta sería la fecha límite para un cambio.
Un cambio no será fácil: actualmente, no hay mecanismos oficiales para que se produzca un reemplazo en estas instancias, pues Biden ya ha sido respaldado por más de la mayoría necesaria de delegados en las pasadas primarias demócratas. Estos delegados se comprometieron a votarlo a él en la CND.
Si Biden da un paso al costado —algo que todavía no ha planteado, y un paso más que necesario en este proceso— se enfrenta a dos problemas. El primero es que los demócratas tendrían que celebrar una convención abierta, algo que no se ha visto desde 1968. En este evento, Biden tendría cierta influencia sobre los delegados para que depositen su confianza en un nuevo nombre.
Sin embargo, los delegados serían libres de hacer lo que quieran, por lo que podrían votar o no el nombre sugerido por Biden. Así, se podría crear un caos total en el que los demócratas luchen entre ellos mismos por la elección del reemplazo, mostrando debilidad frente a sus rivales.
El segundo obstáculo es el del dinero que ya entró a la campaña: si Biden se retira de la carrera por la presidencia, tendría que reembolsar parte de los más de US$100 millones que han entrado a su campaña.
“Si un candidato presidencial se retira de la carrera, primero tendría que reembolsar a todos los proveedores de su campaña, y si la campaña terminara antes de las respectivas convenciones de sus partidos, donde seleccionan oficialmente a un candidato, tendría que reembolsar todas las contribuciones designadas para ser utilizado en las elecciones generale”, le dijo a Forbes el abogado electoral Brett Kappel.
Estos dos obstáculos —tres, si se tiene en cuenta que hay que convencer a Biden de que dé un paso al costado—. Plantean semanas difíciles para los demócratas. El New York Times afirma que los demócratas, incluidos miembros de su administración, siguieron el debate con preocupación, llamándose por teléfono y con mensajes de texto “frenéticos”.
Algunos también “discutieron entre ellos en privado si es demasiado tarde para convencer al presidente de que dimita en favor de un candidato más joven”, añade el periódico.
Por ahora ninguna personalidad demócrata ha pedido públicamente a Biden que se retire, y la mayoría sigue una línea clara del partido sobre mantener la fórmula existente.
“Nunca le daré la espalda al presidente Biden”, dijo el gobernador de California, Gavin Newsom, quien ha figurado en múltiples listas de posibles sustitutos.
La vicepresidenta, Kamala Harris, defendió lealmente a su jefe el jueves, aunque reconoció que había tenido un “comienzo lento”.
Estos dos nombres, junto con el de la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, están en el sonajero para llenar el vacío que podría dejar Biden en la carrera. Sin embargo, antes de pensar en el quién, los demócratas deben concentrarse con urgencia en el cómo.
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