¿Qué hay de nuevo en las inversiones chinas en América Latina y el Caribe?
Se han diversificado hacia sectores como la generación de energías renovables, producción automotriz, telecomunicaciones y explotación de minerales estratégicos como cobre, litio y niobio.
Virginia Papini / Latinoamérica21
En los albores del siglo XXI, China se posiciona como potencia mundial basando su política exterior en su dinámico crecimiento económico, sus objetivos sobre “desarrollo pacífico” y el acelerado paso hacia un profundo proceso de reconversión productiva y tecnológica. En este contexto, las relaciones con América Latina y el Caribe (ALC) adquieren particular interés por tratarse de mercados demandantes de sus bienes y servicios, sus manufacturas y tecnologías, en el marco de las estrategias de internacionalización (go out policy) y ganancias de competitividad global. Como resultado, las relaciones comerciales, financieras y de inversión con ALC se han incrementado, con algunas particularidades durante la última década.
Principales rasgos de las inversiones chinas en la región
Hasta el año 2010, la inversión extranjera (IE) china estaba fundamentalmente concentrada en sectores como el energético, minero y agrícola. Pero durante los últimos diez años las IE de empresas chinas comenzaron a tener mayor preponderancia en América Latina. Alentadas por oportunidades de negocios en Brasil, Colombia, Perú y Bolivia, las empresas chinas (en su mayoría estatales) viraron su atención hacia Latinoamérica con el objetivo de posicionarse no solo en sectores extractivos, sino también en servicios comerciales y financieros, así como producción manufacturera e industrial.
Desde fines del siglo XX hasta 2009 la región captó IE china por valor de US$7.000 millones, según la Cepal. A partir de 2010 se marcó un punto de inflexión, con un flujo estimado de IE china que se acercó a los US$14.000 millones, equivalentes a un 11 % de la IED total recibida por la región. Tres cuartas partes de dicho monto correspondieron a dos adquisiciones en la industria petrolera por parte de Sinopec (China Petroleum & Chemical Corporation) en Brasil, y la China National Offshore Oil Corporation (CNOOC) en Argentina.
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Tal como lo demuestran estos indicadores, la IE china estuvo principalmente vinculada a la necesidad de satisfacer su demanda de petróleo y gas (seguridad energética), recursos naturales y agroalimentos (principio de seguridad alimentaria), insumos críticos destinados a garantizar su desarrollo económico, escasos a nivel doméstico. Paralelamente, las firmas chinas buscaron nuevos mercados en ALC, las ETN (exchange-traded note) se propusieron mejorar su competitividad y los grandes bancos estatales apuntaron a financiar proyectos para el desarrollo de infraestructura que viabilizara la salida e ingreso de bienes y servicios por medio de mejoras en la conectividad intrarregional bioceánica. De esta forma, los préstamos direccionados, por ejemplo, por el Industrial and Commercial Bank of China (ICBC), conformaron una densa malla de intereses que hoy interconecta ambas partes.
¿Una nueva etapa?
Lo cierto es que desde entonces hasta la actualidad la IE, canalizada por firmas estatales o privadas chinas, así como los créditos dirigidos hacia proyectos de infraestructura, se han incrementado. En la actualidad, las inversiones chinas se orientan en función de los planes de internacionalización de las firmas estatales y privadas a través de fusiones y adquisiciones (F&A), compra de empresas o inversión directa en proyectos greenfield.
Asimismo, se han diversificado hacia sectores como la generación de energías renovables, producción automotriz, telecomunicaciones y explotación de minerales estratégicos como el cobre, litio y niobio. Según la Cepal, en los anuncios de inversión de empresas chinas en América Latina y el Caribe por sector, al año 2020 se destacan el sector automotor y autopartes (44 %), el sector de energías renovables (17 %), el sector de servicios financieros (11 %) y el sector de bienes de consumo (6 %). La radicación de IE china también se refleja en los sectores agropecuario, pesquero y agroquímico, logística e infraestructura de transporte, con una creciente participación en la construcción de infraestructura digital.
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Si bien actualmente las inversiones en sectores tecnológicos son de pequeña escala, las empresas tecnológicas chinas empiezan a tener presencia en la región, vinculadas al desarrollo de comercio electrónico. Las grandes empresas tecnológicas chinas, que son claves en la implementación del proyecto de la Ruta de la Seda Digital (DSR), muestran una presencia creciente en ALC, registrando inversiones en centros de datos, redes de telecomunicaciones y proyectos de ciudades seguras; proyectos favorecidos porque 19 países latinoamericanos han firmado memorandos de entendimiento (MOU) en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (OBOR/BRI).
Según el Monitor de la OFDI china en ALC, las inversiones en nuevos proyectos, si bien son de menor nivel, aparecen vinculadas a sectores claves para el desarrollo sostenible de la región, como las energías renovables y los vehículos eléctricos, y otras destinadas a la economía digital, donde las empresas chinas están a la vanguardia de la tecnología mundial. Generalmente, estas inversiones están ligadas a actividades de comercialización o ensamblaje, y no a la ejecución de actividades manufactureras o de investigación y desarrollo.
La mayor participación de las empresas chinas, en una primera etapa, se verifica mediante fusiones y adquisiciones, mientras que en una segunda etapa la compra directa o proyectos greenfield surgen como indicadores del interés inversor en la región.
A los sectores tradicionales (energía, minería, manufacturas y agroalimentos) se suman en una etapa posterior inversiones dirigidas hacia sectores manufactureros de mayor complejidad para integrarlos con cadenas locales y regionales de valor. Asimismo, proyectos de infraestructura acompañan estas tendencias sostenidas financieramente por bancos estatales chinos, como el Industrial and Commercial Bank of China (ICBC), el Bank of China o el China Development Bank (CDB).
Las tendencias indican que el interés inversor por parte de grandes y medianas firmas públicas y privadas chinas en la región continuará profundizando su compromiso en sectores tecnológicamente intensivos como telecomunicaciones, redes de internet, plataformas digitales y comercio electrónico. Confirman estas presunciones el posicionamiento de firmas tecnológicas como Alibaba, Huawei con sus proyectos sobre IA, Lenovo, ZTE, entre otras.
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*Virginia Papini es investigadora asociada al Centro de Estudios sobre Asia Pacífico e India de la Universidad Nacional de Tres de Febrero en Argentina (Ceapi-Untref). Miembro de la Red China y América Latina: Enfoques Multidisciplinarios.
*www.latinoamerica21.com es un medio plural comprometido con la divulgación de opinión crítica e información veraz sobre América Latina. Síguenos en @Latinoamerica21
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En los albores del siglo XXI, China se posiciona como potencia mundial basando su política exterior en su dinámico crecimiento económico, sus objetivos sobre “desarrollo pacífico” y el acelerado paso hacia un profundo proceso de reconversión productiva y tecnológica. En este contexto, las relaciones con América Latina y el Caribe (ALC) adquieren particular interés por tratarse de mercados demandantes de sus bienes y servicios, sus manufacturas y tecnologías, en el marco de las estrategias de internacionalización (go out policy) y ganancias de competitividad global. Como resultado, las relaciones comerciales, financieras y de inversión con ALC se han incrementado, con algunas particularidades durante la última década.
Principales rasgos de las inversiones chinas en la región
Hasta el año 2010, la inversión extranjera (IE) china estaba fundamentalmente concentrada en sectores como el energético, minero y agrícola. Pero durante los últimos diez años las IE de empresas chinas comenzaron a tener mayor preponderancia en América Latina. Alentadas por oportunidades de negocios en Brasil, Colombia, Perú y Bolivia, las empresas chinas (en su mayoría estatales) viraron su atención hacia Latinoamérica con el objetivo de posicionarse no solo en sectores extractivos, sino también en servicios comerciales y financieros, así como producción manufacturera e industrial.
Desde fines del siglo XX hasta 2009 la región captó IE china por valor de US$7.000 millones, según la Cepal. A partir de 2010 se marcó un punto de inflexión, con un flujo estimado de IE china que se acercó a los US$14.000 millones, equivalentes a un 11 % de la IED total recibida por la región. Tres cuartas partes de dicho monto correspondieron a dos adquisiciones en la industria petrolera por parte de Sinopec (China Petroleum & Chemical Corporation) en Brasil, y la China National Offshore Oil Corporation (CNOOC) en Argentina.
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Tal como lo demuestran estos indicadores, la IE china estuvo principalmente vinculada a la necesidad de satisfacer su demanda de petróleo y gas (seguridad energética), recursos naturales y agroalimentos (principio de seguridad alimentaria), insumos críticos destinados a garantizar su desarrollo económico, escasos a nivel doméstico. Paralelamente, las firmas chinas buscaron nuevos mercados en ALC, las ETN (exchange-traded note) se propusieron mejorar su competitividad y los grandes bancos estatales apuntaron a financiar proyectos para el desarrollo de infraestructura que viabilizara la salida e ingreso de bienes y servicios por medio de mejoras en la conectividad intrarregional bioceánica. De esta forma, los préstamos direccionados, por ejemplo, por el Industrial and Commercial Bank of China (ICBC), conformaron una densa malla de intereses que hoy interconecta ambas partes.
¿Una nueva etapa?
Lo cierto es que desde entonces hasta la actualidad la IE, canalizada por firmas estatales o privadas chinas, así como los créditos dirigidos hacia proyectos de infraestructura, se han incrementado. En la actualidad, las inversiones chinas se orientan en función de los planes de internacionalización de las firmas estatales y privadas a través de fusiones y adquisiciones (F&A), compra de empresas o inversión directa en proyectos greenfield.
Asimismo, se han diversificado hacia sectores como la generación de energías renovables, producción automotriz, telecomunicaciones y explotación de minerales estratégicos como el cobre, litio y niobio. Según la Cepal, en los anuncios de inversión de empresas chinas en América Latina y el Caribe por sector, al año 2020 se destacan el sector automotor y autopartes (44 %), el sector de energías renovables (17 %), el sector de servicios financieros (11 %) y el sector de bienes de consumo (6 %). La radicación de IE china también se refleja en los sectores agropecuario, pesquero y agroquímico, logística e infraestructura de transporte, con una creciente participación en la construcción de infraestructura digital.
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Si bien actualmente las inversiones en sectores tecnológicos son de pequeña escala, las empresas tecnológicas chinas empiezan a tener presencia en la región, vinculadas al desarrollo de comercio electrónico. Las grandes empresas tecnológicas chinas, que son claves en la implementación del proyecto de la Ruta de la Seda Digital (DSR), muestran una presencia creciente en ALC, registrando inversiones en centros de datos, redes de telecomunicaciones y proyectos de ciudades seguras; proyectos favorecidos porque 19 países latinoamericanos han firmado memorandos de entendimiento (MOU) en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (OBOR/BRI).
Según el Monitor de la OFDI china en ALC, las inversiones en nuevos proyectos, si bien son de menor nivel, aparecen vinculadas a sectores claves para el desarrollo sostenible de la región, como las energías renovables y los vehículos eléctricos, y otras destinadas a la economía digital, donde las empresas chinas están a la vanguardia de la tecnología mundial. Generalmente, estas inversiones están ligadas a actividades de comercialización o ensamblaje, y no a la ejecución de actividades manufactureras o de investigación y desarrollo.
La mayor participación de las empresas chinas, en una primera etapa, se verifica mediante fusiones y adquisiciones, mientras que en una segunda etapa la compra directa o proyectos greenfield surgen como indicadores del interés inversor en la región.
A los sectores tradicionales (energía, minería, manufacturas y agroalimentos) se suman en una etapa posterior inversiones dirigidas hacia sectores manufactureros de mayor complejidad para integrarlos con cadenas locales y regionales de valor. Asimismo, proyectos de infraestructura acompañan estas tendencias sostenidas financieramente por bancos estatales chinos, como el Industrial and Commercial Bank of China (ICBC), el Bank of China o el China Development Bank (CDB).
Las tendencias indican que el interés inversor por parte de grandes y medianas firmas públicas y privadas chinas en la región continuará profundizando su compromiso en sectores tecnológicamente intensivos como telecomunicaciones, redes de internet, plataformas digitales y comercio electrónico. Confirman estas presunciones el posicionamiento de firmas tecnológicas como Alibaba, Huawei con sus proyectos sobre IA, Lenovo, ZTE, entre otras.
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*Virginia Papini es investigadora asociada al Centro de Estudios sobre Asia Pacífico e India de la Universidad Nacional de Tres de Febrero en Argentina (Ceapi-Untref). Miembro de la Red China y América Latina: Enfoques Multidisciplinarios.
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