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Con 18 candidatos en disputa por la Presidencia de Perú, la única certeza era que el país iría a una segunda vuelta el próximo 6 de junio, como efectivamente sucederá, de acuerdo con los resultados oficiales. La jornada electoral deja, sin embargo, varias lecciones y una sorpresa: el triunfo de Pedro Castillo, quien se consolidó como el candidato más votado del país, con el 18 % de los votos; su rival más cercano es Keiko Fujimori, quien logró apenas el 11 % del voto.
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Una clara señal del cansancio de los peruanos con una clase política corrupta (de los 10 presidentes que ha tenido Perú tras el fin del régimen militar, en 1980, siete fueron condenados, están salpicados por escándalos o tienen investigaciones de la Fiscalía en curso) y un Congreso que durante años ha permitido prácticas infames que perpetúan el mal obrar político y no han encontrado solución para los problemas más urgentes del país, agravados por la pandemia.
Este lunes el país fue sacudido por un huracán político: Pedro Castillo, un profesor de izquierda radical se convirtió, de acuerdo con los resultados de la Junta Nacional Electoral, en el candidato más votado del país con el Partido Perú Libre y que evidencia la división entre el Perú rural y las ciudades. A Castillo lo votaron los campesinos, una población marginada y durante años discriminada. En Lima pocos lo conocen, pero en 16 de las 26 circunscripciones electorales arrasó.
Castillo, sin embargo, ya había aparecido en la escena política en 2017, cuando lideró una gran huelga de maestros que paralizó las clases por tres meses.
Los nombres más reconocidos como el economista Hernando de Soto (derecha neoliberal), Verónika Mendoza (izquierda) y Yonhy Lescano (centroizquierda), respectivamente, no se le acercan en número de votos a Castillo.
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De acuerdo con los resultados oficiales, su rival en la segunda vuelta será Keiko Fujimori, la más votada en 8 de las 26 circunscripciones. La hija del expresidente Alberto Fujimori recibió los votos de las ciudades.
¿Quién es Pedro?
“¿Pedro qué?”, era la pregunta que muchos se hacían este lunes en Lima. Hace dos semanas, cuando su nombre comenzó a trepar en las encuestas, no se interesaron por él; pocos le apostaron a que superara a nombres reconocidos. Menos en medio de una situación tan grave como la que vive el país en pleno segundo pico de contagios de coronavirus. Perú acumula casi 55.000 muertos por COVID-19 y 1,6 millones de casos.
Reflejo de la frágil situación sanitaria es que seis candidatos contrajeron el coronavirus, tres de ellos en la última semana: George Forsyth, José Vega y Marco Arana.
Pero no fue solo Castillo, su partido, Perú Posible, logrará entre 28 y 30 parlamentarios en el próximo Congreso, lo que convertiría a ese partido como la mayor fuerza en el Congreso, aunque con necesidad de llegar a acuerdos para dar estabilidad al gobierno.
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¿Qué propone? Ideas extremas como convocar un referéndum para elegir una Asamblea Nacional Constituyente o implementar un modelo de “economía popular con mercados”, la nacionalización de sectores estratégicos como el minero o petrolero, y destinar el 10 % del PIB, respectivamente, a salud y educación. Todas las propuestas que expertos califican como inviables.
De cara a la segunda vuelta, la incógnita es si el discurso radical de Castillo le será suficiente para llegar a la Presidencia, pues al frente tendrá a una Keiko Fujimori que está dispuesta a dar la batalla contra el profesor que hasta hace una semana pocos conocían en en este país. Perú no es un concurso de popularidad, como quedó claro en las urnas.