¿Quién fue Abimael Guzmán, el mayor terrorista de la historia peruana?
Este sábado murió Abimael Guzmán, el enigmático líder de Sendero Luminoso. Una mirada a cómo un profesor universitario inspiró el mayor movimiento terrorista en Perú y una de las guerrillas más cruentas de la región.
Santiago La Rotta
A Sendero Luminoso lo responsabilizan de casi 70.000 muertes, según la Comisión de la Verdad y la Reconciliación peruana (CVR). Su espectro del terror se mantuvo durante unas dos décadas y, además de tener su asiento ideológico en el campo, su actuar se sintió fuerte en las ciudades.
Algunas de las estampas de aquella época incluyen perros colgados de los postes de alumbrado público, imagen que incluso ha permeado algunos trabajos de ficción y no ficción de autores de este país.
Lea también: Murió en prisión Abimael Guzmán, fundador de Sendero Luminoso en Perú
Es precisamente en uno de estos libros en donde hay un párrafo demoledor: “En el Perú, los gobernantes nunca han entendido el poder de la educación. Como es abstracta, invisible, siempre la han despreciado. Pero algún día, alguien tendrá que explicar por qué el grupo más sanguinario de nuestra historia estuvo dirigido por maestros”.
Las palabras son del académico peruano Luis Jaime Cisneros (quien presidió la Academia Peruana de la Lengua y estudió la propaganda de Sendero Luminoso) y bien podrían extrapolarse de cierta forma a otros países con guerras de guerrillas.
El presidente Gonzalo
Aparte de ser Abimael Guzmán, el líder guerrillero habitó el cuerpo del presidente Gonzalo, su nombre de guerra. Y quizá pueda hacerse una separación entre ambos personajes. Abimael fue un niño nacido en 1934 en Mollendo, Arequipa. El presidente Gonzalo fue el ideólogo principal de lo que, según él, era la cuarta espada del movimiento comunista global (las primeras tres, son, claro, Marx, Lenin y Mao).
Dos hombres que son uno, como suele suceder en ese mundo: Abimael, el profesor universitario; el presidente Gonzalo, el líder senderista; Pedro Antonio Marín, el inspector de carreteras; Manuel Marulanda Vélez, guerrillero colombiano.
Aunque, a decir verdad, para el presidente Gonzalo no había mayores disociaciones, pues antes de la revolución (y el terror y la muerte, valga decirlo) no hubo nada. En una de dos entrevistas conocidas al líder senderista se le preguntó por su infancia, a lo que él respondió: “No tenía inquietudes políticas en esa época”.
La otra gran entrevista conocida, hecha en 1988, es bastante más elocuente y tantísimo más densa, si se quiere. En ella el presidente, no Guzmán, explica su propia visión ideológica (el pensamiento Gonzalo) así: “El marxismo siempre nos ha enseñado que el problema está en la aplicación de la verdad universal. El Presidente Mao Tsetung fue sumamente insistente en este punto; si el marxismo-leninismo-maoísmo no se aplica a una realidad concreta no se puede dirigir una revolución, no se puede transformar el viejo orden, ni destruirlo ni crear un orden nuevo. Es la aplicación del marxismo-leninismo-maoísmo a la revolución peruana la que ha generado el pensamiento gonzalo, en la lucha de clases de nuestro pueblo, del proletariado principalmente, de las incesantes luchas del campesinado y en el gran marco estremecedor de la revolución mundial; es en medio de todo este fragor, aplicando de la manera más fiel posible la verdad universal a las condiciones concretas de nuestro país, como se ha plasmado el pensamiento gonzalo. Este fue antes nominado pensamiento guía; y si hoy el Partido en el Congreso ha sancionado pensamiento gonzalo es porque se ha producido un salto en ese pensamiento guía, precisamente en el desarrollo de la Guerra Popular. En síntesis, el pensamiento gonzalo no es sino la aplicación del marxismo-leninismo-maoísmo a nuestra realidad concreta; esto nos lleva a que específicamente es principal para nuestro Partido, para la guerra popular y para la revolución en nuestro país, subrayo específicamente principal”.
El documento hoy está alojado por la CVR peruana y es una de las principales guías para entender el actuar, al menos desde lo ideológico, de Guzmán y Sendero Luminoso.
Abimael Guzmán fue aprehendido por las autoridades peruanas en septiembre de 1992. Luego de una serie de juicios (algunos militares y con cuestionamientos constitucionales), el líder guerrillero fue sentenciado a cadena perpetua, que fue ordenada servir en una instalación militar construida prácticamente a la medida del prisionero. Y no de la forma como La Catedral fue adecuada como un resort de lujo para Pablo Escobar en el gobierno de César Gaviria.
La celda de Guzmán, de 2 X 3 metros, se encuentra en la Base Naval del Callao (en donde falleció el líder senderista). “La cárcel que encierra a Abimael Guzmán fue construida especialmente para él, y es la más segura del mundo. Para fugarse, Guzmán tendría que atravesar paredes de cuarenta centímetros de espesor hechas de concreto armado resistente a explosivos. Después, se enfrentaría a siete puertas metálicas custodiadas y a un muro de ocho metros rematado por alambre de púas y vigilado desde varias torres. El perímetro exterior está resguardado por un campo minado. Si consiguiese atravesarlo, aún le quedarían doscientos metros de pantanos hasta el mar. Si avanzas en la dirección contraria, se encontraría en plena Base Naval del Callao”, cuenta el escritor Santiago Roncagliolo en el libro “La cuarta espada”.
Sus años de reclusión los pasó casi en total soledad, pues, aunque podía recibir visitas familiares, sus padres ya murieron y el resto de su familia viva prácticamente se ha despegado de la figura del líder guerrillero. Una de sus hermanas publicó un relato de ficción en el que narra su perspectiva de Perú en la época de Sendero y también arroja luces sobre la vida personal de un hombre aislado del mundo durante décadas. Lo poco que se sabe de los últimos años de Guzmán es que los pasó hablando con policías, abogados y, ocasionalmente, con otros presos senderistas. En una de sus entrevistas afirmó que amigos no tenía, pero sí camaradas y “estoy muy orgulloso de tener los camaradas que tengo”.
Comienzos
La madre de Guzmán murió a sus 10 años o lo abandonó prontamente (los relatos más comunes no se ponen de acuerdo en este punto), pero el caso es que el niño pasó a manos de un tío y, a través de él, encontró a su verdadera figura materna, quien alentó su pasión por la lectura, que se manifestó prontamente en una persona que (en el seno de una familia conservadora, ironías de la vida) vivía sus días más en silencio que en compañía de otros.
En su juventud y adolescencia, Guzmán fue cultivando un gusto por las artes, en especial por la literatura. En 1953 ingresó a la Universidad de San Agustín de Arequipa, en donde prontamente comenzó a formar parte de grupos de discusión literaria y círculos de poesía.
Bajo el relato del presidente Gonzalo (en el espejo retrovisor de la entrevista de 1988), sus lecturas comenzaron a ser ya no sólo búsquedas artísticas, sino lecturas políticas. Shakespeare en clave del poder y la traición o un libro de Thomas Mann que luego “utilizamos para la interpretación política de la lucha que entonces teníamos”.
Guzmán mismo dice que en sus años universitarios intentó ingresar al Partido Comunista, pero no fue aceptado por no ser hijo de un obrero (a la larga, fue registrado como hijo natural y vivía con una familia conservadoras con medios económicos; el hombre que no pertenece a ningún lado). Guzmán se graduó de filosofía y derecho en 1961. La defensa de su tesis en la primera carrera, recuerda un profesor de la época (citado por Roncagliolo), duró cinco horas y se hizo en frente de unos 100 alumnos.
Para 1962, el profesor Guzmán entró de planta a la Universidad de San Cristóbal de Huamanga, en la sede Ayacucho. Esta era una ciudad que, para esa época, era una de las más pobres de Perú.
Guzmán llegó a la escuela de educación de esta universidad, una institución que, en esencia, estaba encargada de formar profesores. Desde allí, el profesor comenzó su tarea de formar las bases ideológicas de lo que sería Sendero Luminoso.
Sonará simplista, pero el relato sobre Abimael Guzmán cuenta, en esencia, que su pensamiento político, junto con su trabajo universitario y la realidad social de Ayacucho lo llevaron abandonar su cátedra universitaria y a crear su propio partido, cuya tarea era “construir el comunismo por el sendero luminoso de José Carlos Mariátegui” (pensador peruano, creador del Partido Socialista de Perú). Por ahí viene el nombre que después se convertiría en sinónimo del terror en Perú.
Sobre este pensador, el presidente Gonzalo dijo en 1988: “En síntesis, Mariátegui era marxista-leninista; más aún, en él, en Mariátegui, en el fundador del Partido, encontramos tesis similares a las que el Presidente Mao ha establecido a nivel universal. En consecuencia, para mí concretamente, Mariátegui sería hoy marxista-leninista-maoísta; y esto no es especulación, es simplemente producto de la compresión de la vida y obra de José Carlos Mariátegui”.
Bajo el propio relato de Guzmán, su trabajo formando profesores fue fundamental para ir expandiendo la lucha ideológica por esta región. Roncagliolo lo dice de esta forma: “A partir de los años sesenta, y hasta mediados de los setenta, este sería el trabajo político de Abimael. No controlarían armas ni sindicatos. No dirigirían manifestaciones. Pero lentamente se adueñarían de las cabezas de los estudiantes en toda la región”.
La lucha armada
En 1964, antes de entrar en la clandestinidad, Guzmán ya se encontraba formando un grupo humano alrededor de su visión sobre el maoísmo, principal corriente ideológica de la que bebió el presidente Gonzalo y Sendero Luminoso, que acaso vienen siendo lo mismo en muchos momentos.
Y parte de esa formación, de cierta forma, incluyó casarse con Augusta La Torre, también conocida como camarada Norah. Los relatos señalan que fue a través de ella que Guzmán entró al Partido Comunista peruano, de donde saldría unos años después con su propio movimiento, Bandera Roja. La división se debió, en buena parte, a que el naciente presidente Gonzalo no aceptaba otra visión del mundo que no estuviera guiada por el maoísmo, mientras que el resto de la colectividad seguía llorando a Stalin.
La Torre murió años después en medio de circunstancias poco claras y, para este punto, algunas historias incluso señalan que la camarada Norah podría haber muerto en manos, o por órdenes, de Elena Iparraguire, la compañera más cercana a Guzmán y número dos de lo que sería Sendero Luminoso.
Iparraguirre se casó con Guzmán en 2010, estando ambos detenidos y sirviendo condenas de por vida. La hoy viuda del presidente Gonzalo tiene 73 años.
El arma de Guzmán fue su propia interpretación del marxismo, que convirtió a sus seguidores en fanáticos de sus ideas a las que calificaron de “pensamiento guía” y “cuarta espada” del comunismo.
La ruptura ideológica entre Moscú y Pekín en los 60 radicalizó a Guzmán e impulsó a Bandera Roja. Y la “revolución cultural” de Mao fue determinante para afirmar sus convicciones.
Su gran impulso empezó en 1979, cuando pasó a la clandestinidad y anunció que en Perú estaban dadas las condiciones para llevar a cabo una revolución, del campo a la ciudad. Siguiendo los postulados de Mariátegui, la revolución peruana no sería obrera, sino campesina. Y Sendero prendió justo allí, en las regiones rurales en donde había estado formando educadores desde los años 60.
Para ese momento ya contaba con, por lo menos, tres arrestos y en el camino había ido limpiando los rangos de su propia organización de “traidores” o “vendepatrias”, términos que en buena parte usó para descalificar a otras figuras de poder al interior de su movimiento. Purga quizá es una buena palabra para este punto.
El 17 de mayo de 1980, el presidente Gonzalo cambió los libros por la dinamita. Ese día marcó a fuego a Perú. Sendero inició la lucha con un simbólico acto: quemó urnas en un poblado andino en vísperas de la elección que acabó con 12 años de dictadura militar. Fue un atentado que duró pocos minutos, pero que terminó por decidir el futuro de Guzmán y, con él, el de parte de la historia del Perú moderno.
La primera víctima mortal de los atentados de esa época de Sendero viene siendo el propietario de una hacienda que fue secuestrado el 24 de diciembre: los senderistas lo mataron luego de torturarlo y cortarle las orejas. También asesinaron a un joven de 19 años en esa acción.
Luego colgó perros en Lima con una mórbida leyenda que era toda una declaración de fe: “Así mueren los traidores como Teng Tsiao Ping”, líder chino que condujo a partir de 1978 la desmaoización de su país.
La caída
Guzmán fue capturado en 1992, luego de meses de vigilancia por parte de los organismos de seguridad peruanos. El presidente Gonzalo se refugiaba en una vivienda de Lima que pasa por escuela de ballet.
La principal pista de las autoridades llegó tras escarbar la basura: había una cantidad grande de basura para una casa que estaba habitada por una persona. Eso y que entre los desechos se encontraban cajas de un medicamento contra la psoriasis (una enfermedad de la piel que aquejó a Guzmán durante años).
En el operativo de los organismos de seguridad cayó también Iparraguire.
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A Sendero Luminoso lo responsabilizan de casi 70.000 muertes, según la Comisión de la Verdad y la Reconciliación peruana (CVR). Su espectro del terror se mantuvo durante unas dos décadas y, además de tener su asiento ideológico en el campo, su actuar se sintió fuerte en las ciudades.
Algunas de las estampas de aquella época incluyen perros colgados de los postes de alumbrado público, imagen que incluso ha permeado algunos trabajos de ficción y no ficción de autores de este país.
Lea también: Murió en prisión Abimael Guzmán, fundador de Sendero Luminoso en Perú
Es precisamente en uno de estos libros en donde hay un párrafo demoledor: “En el Perú, los gobernantes nunca han entendido el poder de la educación. Como es abstracta, invisible, siempre la han despreciado. Pero algún día, alguien tendrá que explicar por qué el grupo más sanguinario de nuestra historia estuvo dirigido por maestros”.
Las palabras son del académico peruano Luis Jaime Cisneros (quien presidió la Academia Peruana de la Lengua y estudió la propaganda de Sendero Luminoso) y bien podrían extrapolarse de cierta forma a otros países con guerras de guerrillas.
El presidente Gonzalo
Aparte de ser Abimael Guzmán, el líder guerrillero habitó el cuerpo del presidente Gonzalo, su nombre de guerra. Y quizá pueda hacerse una separación entre ambos personajes. Abimael fue un niño nacido en 1934 en Mollendo, Arequipa. El presidente Gonzalo fue el ideólogo principal de lo que, según él, era la cuarta espada del movimiento comunista global (las primeras tres, son, claro, Marx, Lenin y Mao).
Dos hombres que son uno, como suele suceder en ese mundo: Abimael, el profesor universitario; el presidente Gonzalo, el líder senderista; Pedro Antonio Marín, el inspector de carreteras; Manuel Marulanda Vélez, guerrillero colombiano.
Aunque, a decir verdad, para el presidente Gonzalo no había mayores disociaciones, pues antes de la revolución (y el terror y la muerte, valga decirlo) no hubo nada. En una de dos entrevistas conocidas al líder senderista se le preguntó por su infancia, a lo que él respondió: “No tenía inquietudes políticas en esa época”.
La otra gran entrevista conocida, hecha en 1988, es bastante más elocuente y tantísimo más densa, si se quiere. En ella el presidente, no Guzmán, explica su propia visión ideológica (el pensamiento Gonzalo) así: “El marxismo siempre nos ha enseñado que el problema está en la aplicación de la verdad universal. El Presidente Mao Tsetung fue sumamente insistente en este punto; si el marxismo-leninismo-maoísmo no se aplica a una realidad concreta no se puede dirigir una revolución, no se puede transformar el viejo orden, ni destruirlo ni crear un orden nuevo. Es la aplicación del marxismo-leninismo-maoísmo a la revolución peruana la que ha generado el pensamiento gonzalo, en la lucha de clases de nuestro pueblo, del proletariado principalmente, de las incesantes luchas del campesinado y en el gran marco estremecedor de la revolución mundial; es en medio de todo este fragor, aplicando de la manera más fiel posible la verdad universal a las condiciones concretas de nuestro país, como se ha plasmado el pensamiento gonzalo. Este fue antes nominado pensamiento guía; y si hoy el Partido en el Congreso ha sancionado pensamiento gonzalo es porque se ha producido un salto en ese pensamiento guía, precisamente en el desarrollo de la Guerra Popular. En síntesis, el pensamiento gonzalo no es sino la aplicación del marxismo-leninismo-maoísmo a nuestra realidad concreta; esto nos lleva a que específicamente es principal para nuestro Partido, para la guerra popular y para la revolución en nuestro país, subrayo específicamente principal”.
El documento hoy está alojado por la CVR peruana y es una de las principales guías para entender el actuar, al menos desde lo ideológico, de Guzmán y Sendero Luminoso.
Abimael Guzmán fue aprehendido por las autoridades peruanas en septiembre de 1992. Luego de una serie de juicios (algunos militares y con cuestionamientos constitucionales), el líder guerrillero fue sentenciado a cadena perpetua, que fue ordenada servir en una instalación militar construida prácticamente a la medida del prisionero. Y no de la forma como La Catedral fue adecuada como un resort de lujo para Pablo Escobar en el gobierno de César Gaviria.
La celda de Guzmán, de 2 X 3 metros, se encuentra en la Base Naval del Callao (en donde falleció el líder senderista). “La cárcel que encierra a Abimael Guzmán fue construida especialmente para él, y es la más segura del mundo. Para fugarse, Guzmán tendría que atravesar paredes de cuarenta centímetros de espesor hechas de concreto armado resistente a explosivos. Después, se enfrentaría a siete puertas metálicas custodiadas y a un muro de ocho metros rematado por alambre de púas y vigilado desde varias torres. El perímetro exterior está resguardado por un campo minado. Si consiguiese atravesarlo, aún le quedarían doscientos metros de pantanos hasta el mar. Si avanzas en la dirección contraria, se encontraría en plena Base Naval del Callao”, cuenta el escritor Santiago Roncagliolo en el libro “La cuarta espada”.
Sus años de reclusión los pasó casi en total soledad, pues, aunque podía recibir visitas familiares, sus padres ya murieron y el resto de su familia viva prácticamente se ha despegado de la figura del líder guerrillero. Una de sus hermanas publicó un relato de ficción en el que narra su perspectiva de Perú en la época de Sendero y también arroja luces sobre la vida personal de un hombre aislado del mundo durante décadas. Lo poco que se sabe de los últimos años de Guzmán es que los pasó hablando con policías, abogados y, ocasionalmente, con otros presos senderistas. En una de sus entrevistas afirmó que amigos no tenía, pero sí camaradas y “estoy muy orgulloso de tener los camaradas que tengo”.
Comienzos
La madre de Guzmán murió a sus 10 años o lo abandonó prontamente (los relatos más comunes no se ponen de acuerdo en este punto), pero el caso es que el niño pasó a manos de un tío y, a través de él, encontró a su verdadera figura materna, quien alentó su pasión por la lectura, que se manifestó prontamente en una persona que (en el seno de una familia conservadora, ironías de la vida) vivía sus días más en silencio que en compañía de otros.
En su juventud y adolescencia, Guzmán fue cultivando un gusto por las artes, en especial por la literatura. En 1953 ingresó a la Universidad de San Agustín de Arequipa, en donde prontamente comenzó a formar parte de grupos de discusión literaria y círculos de poesía.
Bajo el relato del presidente Gonzalo (en el espejo retrovisor de la entrevista de 1988), sus lecturas comenzaron a ser ya no sólo búsquedas artísticas, sino lecturas políticas. Shakespeare en clave del poder y la traición o un libro de Thomas Mann que luego “utilizamos para la interpretación política de la lucha que entonces teníamos”.
Guzmán mismo dice que en sus años universitarios intentó ingresar al Partido Comunista, pero no fue aceptado por no ser hijo de un obrero (a la larga, fue registrado como hijo natural y vivía con una familia conservadoras con medios económicos; el hombre que no pertenece a ningún lado). Guzmán se graduó de filosofía y derecho en 1961. La defensa de su tesis en la primera carrera, recuerda un profesor de la época (citado por Roncagliolo), duró cinco horas y se hizo en frente de unos 100 alumnos.
Para 1962, el profesor Guzmán entró de planta a la Universidad de San Cristóbal de Huamanga, en la sede Ayacucho. Esta era una ciudad que, para esa época, era una de las más pobres de Perú.
Guzmán llegó a la escuela de educación de esta universidad, una institución que, en esencia, estaba encargada de formar profesores. Desde allí, el profesor comenzó su tarea de formar las bases ideológicas de lo que sería Sendero Luminoso.
Sonará simplista, pero el relato sobre Abimael Guzmán cuenta, en esencia, que su pensamiento político, junto con su trabajo universitario y la realidad social de Ayacucho lo llevaron abandonar su cátedra universitaria y a crear su propio partido, cuya tarea era “construir el comunismo por el sendero luminoso de José Carlos Mariátegui” (pensador peruano, creador del Partido Socialista de Perú). Por ahí viene el nombre que después se convertiría en sinónimo del terror en Perú.
Sobre este pensador, el presidente Gonzalo dijo en 1988: “En síntesis, Mariátegui era marxista-leninista; más aún, en él, en Mariátegui, en el fundador del Partido, encontramos tesis similares a las que el Presidente Mao ha establecido a nivel universal. En consecuencia, para mí concretamente, Mariátegui sería hoy marxista-leninista-maoísta; y esto no es especulación, es simplemente producto de la compresión de la vida y obra de José Carlos Mariátegui”.
Bajo el propio relato de Guzmán, su trabajo formando profesores fue fundamental para ir expandiendo la lucha ideológica por esta región. Roncagliolo lo dice de esta forma: “A partir de los años sesenta, y hasta mediados de los setenta, este sería el trabajo político de Abimael. No controlarían armas ni sindicatos. No dirigirían manifestaciones. Pero lentamente se adueñarían de las cabezas de los estudiantes en toda la región”.
La lucha armada
En 1964, antes de entrar en la clandestinidad, Guzmán ya se encontraba formando un grupo humano alrededor de su visión sobre el maoísmo, principal corriente ideológica de la que bebió el presidente Gonzalo y Sendero Luminoso, que acaso vienen siendo lo mismo en muchos momentos.
Y parte de esa formación, de cierta forma, incluyó casarse con Augusta La Torre, también conocida como camarada Norah. Los relatos señalan que fue a través de ella que Guzmán entró al Partido Comunista peruano, de donde saldría unos años después con su propio movimiento, Bandera Roja. La división se debió, en buena parte, a que el naciente presidente Gonzalo no aceptaba otra visión del mundo que no estuviera guiada por el maoísmo, mientras que el resto de la colectividad seguía llorando a Stalin.
La Torre murió años después en medio de circunstancias poco claras y, para este punto, algunas historias incluso señalan que la camarada Norah podría haber muerto en manos, o por órdenes, de Elena Iparraguire, la compañera más cercana a Guzmán y número dos de lo que sería Sendero Luminoso.
Iparraguirre se casó con Guzmán en 2010, estando ambos detenidos y sirviendo condenas de por vida. La hoy viuda del presidente Gonzalo tiene 73 años.
El arma de Guzmán fue su propia interpretación del marxismo, que convirtió a sus seguidores en fanáticos de sus ideas a las que calificaron de “pensamiento guía” y “cuarta espada” del comunismo.
La ruptura ideológica entre Moscú y Pekín en los 60 radicalizó a Guzmán e impulsó a Bandera Roja. Y la “revolución cultural” de Mao fue determinante para afirmar sus convicciones.
Su gran impulso empezó en 1979, cuando pasó a la clandestinidad y anunció que en Perú estaban dadas las condiciones para llevar a cabo una revolución, del campo a la ciudad. Siguiendo los postulados de Mariátegui, la revolución peruana no sería obrera, sino campesina. Y Sendero prendió justo allí, en las regiones rurales en donde había estado formando educadores desde los años 60.
Para ese momento ya contaba con, por lo menos, tres arrestos y en el camino había ido limpiando los rangos de su propia organización de “traidores” o “vendepatrias”, términos que en buena parte usó para descalificar a otras figuras de poder al interior de su movimiento. Purga quizá es una buena palabra para este punto.
El 17 de mayo de 1980, el presidente Gonzalo cambió los libros por la dinamita. Ese día marcó a fuego a Perú. Sendero inició la lucha con un simbólico acto: quemó urnas en un poblado andino en vísperas de la elección que acabó con 12 años de dictadura militar. Fue un atentado que duró pocos minutos, pero que terminó por decidir el futuro de Guzmán y, con él, el de parte de la historia del Perú moderno.
La primera víctima mortal de los atentados de esa época de Sendero viene siendo el propietario de una hacienda que fue secuestrado el 24 de diciembre: los senderistas lo mataron luego de torturarlo y cortarle las orejas. También asesinaron a un joven de 19 años en esa acción.
Luego colgó perros en Lima con una mórbida leyenda que era toda una declaración de fe: “Así mueren los traidores como Teng Tsiao Ping”, líder chino que condujo a partir de 1978 la desmaoización de su país.
La caída
Guzmán fue capturado en 1992, luego de meses de vigilancia por parte de los organismos de seguridad peruanos. El presidente Gonzalo se refugiaba en una vivienda de Lima que pasa por escuela de ballet.
La principal pista de las autoridades llegó tras escarbar la basura: había una cantidad grande de basura para una casa que estaba habitada por una persona. Eso y que entre los desechos se encontraban cajas de un medicamento contra la psoriasis (una enfermedad de la piel que aquejó a Guzmán durante años).
En el operativo de los organismos de seguridad cayó también Iparraguire.
¿Ya está enterado de las últimas noticias en el mundo? Lo invitamos a ver las últimas noticias internacionales en El Espectador.