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Perdió Nicaragua: ¿qué sigue tras el circo electoral de Daniel Ortega?

El futuro no pinta bien para el país: el clan de Daniel Ortega y Rosario Murillo consolidó en las urnas un plan para no soltar el poder. Más represión, migración, crisis económica y la persecución política, lo que sigue.

08 de noviembre de 2021 - 02:00 a. m.
Daniel Ortega, quien gobernó Nicaragua por primera vez en 1980, volvió al poder en 2007 y desde entonces se atornilló a la Presidencia apoyado por su esposa, Rosario Murillo.
Daniel Ortega, quien gobernó Nicaragua por primera vez en 1980, volvió al poder en 2007 y desde entonces se atornilló a la Presidencia apoyado por su esposa, Rosario Murillo.
Foto: AFP - Agencia AFP
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Eran unas elecciones donde no se votaba nada, pues nada estuvo nunca en juego. Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, se aseguró la victoria en las presidenciales hace meses, cuando convirtió cada aparato estatal en una herramienta para deshacerse de sus rivales. Junto a Rosario Murillo, su esposa y copresidenta, el mandatario sandinista puso a todos sus rivales tras las rejas y, con la ayuda de las autoridades electorales, les quitó la personería a los otros candidatos que se atravesaron en su camino. No había margen de error para él.

“El esquema de fraude y debilitamiento de la oposición comenzó a ser aplicado hace un año, cuando el clan se dio cuenta de que no podía ganar en franca lid en las urnas. Al no aceptar la resistencia popular y el deseo de un cambio democrático, Murillo y Ortega diseñaron un plan para que nadie les hiciera sombra”, explica Manuel Orozco, analista nicaragüense asociado de Diálogo Interamericano, experto en migración y miembro del Centro para el Desarrollo Internacional de Harvard.

Al final solo quedaron “los zancudos”, como fue bautizado el grupo de cinco candidatos desconocidos que se prestaron para la “farsa electoral”, quienes no representaron amenaza alguna para el mandatario el domingo.

“No hay por quién votar. Esto es un circo electoral. Si ellos están tan seguros de que el pueblo los quiere, ¿por qué echaron presos a los aspirantes presidenciales?”, dijo a la AFP una secretaria de 51 años, bajo anonimato.

Ahora, con el cuarto período de Ortega en el poder, el panorama pinta mucho más difícil para la nación, golpeada por la crisis económica, la persecución política y la migración forzada, pero sobre todo para Ortega. Porque si algo de atención tenían estas elecciones no era sobre el ganador, decidido hace meses, sino sobre la participación para medir cuán grande es el descontento con el régimen.

Las encuestas, explica Orozco, señalan que a Ortega se le está agotando el tiempo en el poder. Su popularidad cayó a mínimos históricos, al punto que hoy apenas cuenta con el 10 % de apoyo, que corresponde a una base que todavía permanece fiel al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Entonces, ¿cómo hace para seguir ganando?

“Su techo es mínimo, el resto lo gana con un grupo que oscila del 20 % al 25 %, que obtiene con el clientelismo político y la política del miedo”, explica Orozco.

El FSLN asumió el control total del Estado. Ortega, quien gobernó Nicaragua por primera vez en 1980, volvió el poder en 2007 y desde entonces se atornilló a la Presidencia. Fue reelecto en 2011, al amparo de un cuestionado fallo judicial de 2009 que declaró inaplicable solo para él la prohibición constitucional de la reelección sucesiva.

En 2014, se aprobó otra polémica reforma constitucional que avaló la reelección presidencial indefinida. Las reformas “incorporaron reglas que restringen la competencia electoral y el ejercicio de los derechos políticos” de los nicaragüenses, señaló un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

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Ortega fue reelecto en 2016 en unas elecciones sin rivales de peso y marcadas por un alto abstencionismo, como ahora. En medio de una gradual pérdida del caudal electoral del FSLN, se aprobaron reformas que bajaron el tope exigido para ganar una elección y ahora gana el candidato con el “mayor número de votos válidos”. Por eso la alta abstención, que de acuerdo con expertos llegó al 40 %, poco importa. El triunfo estaba decidido.

Un clan “al estilo de Corea del Norte”

Daniel Ortega y Rosario Murillo están replicando el modelo castrista en Cuba, explica Orozco. “El tema de relevarse dentro de la dinastía familiar y eso lo diseñaron en las elecciones de 2016; todo lo que no se apegue a ese modelo es reprimido; todo está diseñado para en un tiempo dejarle el poder a Rosario Murillo; el régimen sandinista tiene una mentalidad tribal. Constituyen un grupo movido por el resentimiento, pero se organizan para no soltar el poder”.

Rosario Murillo, su esposa, fue primero su portavoz oficial y desde 2017 su vicepresidenta. “Aquí tenemos dos presidentes porque respetamos el principio de 50-50, o sea aquí tenemos una copresidencia con la compañera Rosario”, anunció Ortega a finales de octubre.

“Los hijos controlan todo: uno domina la distribución de gasolina, el otro está a cargo de la oficina de promoción de inversiones, de estaciones de radio y comunicación… tienen absoluto monopolio de la fuerza, es un clan económico y político que se apoderó por la fuerza del país, se ha constituido en una Cuba 2.0″, explica el experto de Diálogo Interamericano. Pero, sin duda, la que lo domina todo es Murillo, que maneja la Policía, la legislatura, la salud, el dinero, todo. Manuel Orozco dice que, aunque hay resistencia dentro del sandinismo tradicional con ella, por la forma violenta en la que actúa, “ella es la ejecutora”.

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Para Gerardo Berthin, de la ONG Freedom House, lo que siempre ha querido Ortega es consolidar “un régimen al estilo de Corea del Norte”, con “una sola entidad, el partido FSLN, y controlar todos los aspectos de la vida política, social y económica”. Ese ha sido su modelo a seguir.

La victoria de Ortega, ¿un “Renacer” para Nicaragua?

A partir del 8 de noviembre todo dependerá de la comunidad internacional, señalan analistas de Nicaragua. La situación en Nicaragua se debatirá esta semana en la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), que podría suspender al país del bloque regional. Sin embargo, ejemplos en la región hacen temer por los resultados.

“La diferencia es que Nicaragua no tiene la letra de cambio para transar con el crimen organizado, que fue lo que le permitió a Venezuela sostenerse; Nicaragua sí depende de las instituciones financieras internacionales”, sostiene Orozco.

Estados Unidos y otros países señalaron que no reconocen el resultado de las urnas del 7 de noviembre y a partir de hoy el gobierno de Joe Biden aprobó la llamada ley Renacer, una respuesta internacional amplia y coordinada contra el gobierno de Ortega, que incluye medidas como el fortalecimiento —junto con Canadá, la Unión Europea y varios países latinoamericanos como Colombia, Ecuador y Chile— de una serie de sanciones contra personas implicadas en violaciones de derechos humanos en ese país. Aunque analistas advierten que un aislamiento empeorará la situación socioeconómica y disparará la migración. Orozco informa que este año han salido 120.000 nicaragüenses del país, y ese es un gran descuento del registro potencial de personas votantes.

Los nicaragüenses exiliados se manifestaron con fuerza el domingo. En las calles de San José, en Costa Rica, uno de los destinos elegidos para migrar, miles de ciudadanos exigieron la salida del poder de Ortega.

“Estamos buscando que esa pareja diabólica se vaya del país y vuelva la democracia”, dijo Marcos Martínez. “No puede ser que vayamos a ser gobernados por un presidente que tiene solo 6 % de la aceptación del país”, agregó.

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Durante la jornada hubo participación de las Madres de Abril, un grupo que representa a quienes perdieron sus hijos durante las protestas de 2018 contra el gobierno de Ortega. “No queremos dictadores ni ser gobernados por criminales que mataron a nuestros hijos”, dijo Tatiana Mayorga, en el exilio desde 2018, poco después de los asesinatos de su yerno Humberto Parrales, de cuarenta años, y su nieto Noel Calderón, de 19.

“La de hoy es una historia triste de maldad, de un régimen que con tal de tener el poder está dispuesto a sacrificar a un pueblo, provocando un éxodo forzado, encarcelando a aquellos que los contradigan, tenemos al 80 % de la población viviendo con menos de US$150 al mes, no hay oportunidades ni libertades básicas”, dice Orozco.

El del domingo fue el triunfo con más sabor a derrota para el clan Ortega-Murillo. Están en la bancarrota política y van irremediablemente hacia el abismo. Las máscaras se cayeron y hoy Nicaragua amanece en la ilegitimidad internacional.

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Mercedes(u73w9)08 de noviembre de 2021 - 07:01 p. m.
Perdió Nicaragua?seguro,70.000 kilómetros de mar territorial,jajajajaja,qué tal que hubiese ganado?.Y tiene una demanda con destino muy pero muy incierto para el fallido paisucho del títere porcino.
JOSE(32898)08 de noviembre de 2021 - 03:43 p. m.
Otro tirano borrachín que no quiere entregar el poder y que esta sumiendo en la pobreza y miseria al pueblo nicaragüense.
luis(89686)08 de noviembre de 2021 - 03:08 p. m.
Están tan preocupado por los nicaragüenses y venezolanos, pues a recibirlos dándoles casa, carro y beca para dejar solo al matrimonio diabólico hasta que se mueran. El pueblo de Dios duró 400 años en Egipto hasta que Moisés los liberó.
Flavio(nrv85)08 de noviembre de 2021 - 03:06 p. m.
En Nicaragua detienen y meten preso al candidato opositor.En Colombia lo ¡ASESINAN!
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