Rubio muestra los dientes: el posible cambio de política exterior con Trump
El senador por Florida compareció en la audiencia de confirmación para ocupar el cargo de secretario de Estado del presidente Donald Trump. No hubo posturas novedosas, pero sí reafirmó cuál puede ser la ruta diplomática del magnate republicano.
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Hugo Santiago Caro

Casi sin oposición y más bien en un halo de consenso, senadores republicanos y demócratas interrogaron por varias horas este miércoles a su colega Marco Rubio, el elegido por Donald Trump para conducir la política exterior de Estados Unidos una vez regrese a la Casa Blanca el próximo lunes.
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Casi sin oposición y más bien en un halo de consenso, senadores republicanos y demócratas interrogaron por varias horas este miércoles a su colega Marco Rubio, el elegido por Donald Trump para conducir la política exterior de Estados Unidos una vez regrese a la Casa Blanca el próximo lunes.
Lo que dejó ver la audiencia es que, si nada extraordinario ocurre, Rubio será el secretario de Estado en reemplazo de Antony Blinken. Se trata de un republicano que, ya en sus respuestas, dejó ver que puede ser más radical que el mismo presidente Trump.
Y aunque este último ya ha dado declaraciones suficientes para esbozar lo que será su idea de diplomacia en los próximos cuatro años, será Rubio el brazo ejecutor de esa política. De entrada, anticipó que apoya por completo y tendrá como pilar uno de los lemas de su jefe en campaña: “Estados Unidos primero”.
En ese mismo sentido, dejó ver la restauración de la figura del gran enemigo de Estados Unidos encarnado en China. “Los chinos creen que somos una gran potencia en inevitable decadencia y que ellos están en un ascenso inevitable”, fue una de las frases que soltó durante sus intervenciones, en las que también aseguró que han mentido y engañado en el cumplimiento de sus tratados y acuerdos internacionales en el camino para convertirse en una potencia. También se despachó en reiteradas ocasiones contra el Partido Comunista Chino, de quienes dijo que la administración de Joe Biden los dejó entrar a Estados Unidos.
Algo similar ocurrió, aunque en menor medida, con Irán, Corea del Norte y Rusia. A estos cuatro países los agrupó en la clásica figura del eje contra el que Estados Unidos tiene que luchar. Esto, a pesar de que Trump ha elogiado a los líderes autoritarios de varios de estos países, especialmente a Vladímir Putin, con quien mantiene una relación personal.
Sin embargo, y aunque Rubio ha sido un crítico conocido del proceder del Kremlin durante su paso por el comité de exteriores del Senado, la postura que mostró sobre la guerra en Ucrania es más “conciliadora” que la de Biden: afirmó que es un conflicto que debe acabar y que ambos bandos deben hacer concesiones.
Para Alejandro Bohórquez Keeney, docente de la Universidad Externado de Colombia, Rubio mostró posturas basadas en la lógica del “amigo-enemigo”. “Pues claramente van a criticar toda la política exterior anterior y mostrarán una línea más dura. Pero, en el caso de Rusia y Ucrania, recordemos que Trump tiene cierta admiración por Putin. Esto genera un contraste curioso, ya que, en lugar de seguir la política de Biden, buscará adoptar una postura más negociada y diferenciada”, afirmó el analista.
Contrario a esta postura conciliadora, Rubio no dejó duda de que Estados Unidos seguirá apoyando el accionar del Estado de Israel, afirmando que, aunque la catástrofe humanitaria es grave, la mayor responsabilidad recae en Hamás por “usar a la población como escudos”. Esto puede leerse como pequeñas coincidencias con la administración Biden, aunque las críticas fueron las que predominaron. En asuntos como la crisis política de Venezuela, Rubio no titubeó en señalar que al saliente presidente “lo engañaron” en su intento de lograr unas elecciones democráticas.
También fue bastante tajante en cuanto a la posición sobre permitir licencias petroleras, asegurando que estas han llenado de billones y financiado al régimen de Nicolás Maduro. Sin embargo, Bohórquez cuestionó qué tan plausible puede ser regresar a la dinámica de fuertes sanciones, más aún cuando han existido épocas en las que solo Estados Unidos ha podido procesar el crudo pesado exportado desde Venezuela.
“Parte del interés de Estados Unidos en Venezuela ha sido su producción de petróleo y su proximidad geográfica. A pesar de los cambios en la producción, el principal destino del petróleo venezolano sigue siendo Estados Unidos”, insiste el docente. A pesar de esto, Rubio criticó todo el manejo que se le dio en la saliente administración a esta relación, recurriendo al discurso de que el ilegítimo gobierno de Caracas es financiado por el narcotráfico.
Esta dinámica del narcotráfico fue particularmente la más utilizada por Rubio para referirse a los asuntos de este hemisferio. Lo relacionó directamente con problemáticas que, a su juicio, terminan afectando la integridad y seguridad de Estados Unidos, como la crisis migratoria y, al igual que con Venezuela, el financiamiento de regímenes autoritarios en la región.
“Narcoterroristas, dictadores y déspotas se aprovechan de las fronteras abiertas para impulsar la migración masiva, traficar con mujeres y niños e inundar nuestras comunidades con fentanilo y criminales violentos”, dijo durante su comparecencia.
En otras palabras, agrupó todos estos asuntos en una misma bolsa relacionada con la seguridad de Estados Unidos, lo que, sin duda, plantea más interrogantes sobre cómo tratará el gobierno de Trump la masiva migración que llega por México.
¿Es un cambio de dirección frente a lo que adelantó el gobierno de Biden? Puede ser. Aunque por periodos de tiempo se vieron intentos de que fuera una política con un enfoque más humanitario que de seguridad, el mismo Bohórquez cuestiona desde el principio la efectividad de este énfasis en la práctica.
“Eso es muy discursivo. Para los ‘migrantes ilegales’, la situación en Estados Unidos sigue siendo muy difícil hoy en día. Detrás de ese fenómeno también están el narcotráfico y otros tráficos ilícitos, lo que explica en parte la postura dura y los discursos restrictivos. Estados Unidos enfoca su política en combatir el crimen transnacional, el narcotráfico y otras amenazas similares, que siguen siendo prioritarias, especialmente en términos de seguridad hemisférica. Las principales amenazas que percibe Estados Unidos desde el continente no son de carácter militar, sino relacionadas con el crimen transnacional”, explica Bohórquez.
Esta audiencia se dio en medio de una semana clave para Estados Unidos, con asuntos como el anunciado cese al fuego en Gaza y la retirada de Cuba de la lista de países que financian el terrorismo por parte de Joe Biden. Sobre este último asunto, Rubio, quien es hijo de inmigrantes cubanos, incluyó al régimen de la isla junto con Venezuela y Nicaragua en una lista de países que representan filtraciones por las cuales los países del eje (Rusia, Irán, Corea del Norte y China) están comenzando a ganar presencia.
Si bien no afirmó que devolverán a Cuba a la lista, o que aplicarán o retirarán nuevas sanciones, señaló que, a su juicio, sí es un país que apoya al terrorismo. Sin embargo, no es una posición vinculante que garantice el regreso a la lista negra. “Nada de lo acordado es irreversible o vinculante”, afirmó.
“Trump puede revertir esta decisión cuando quiera. No hay un procedimiento interno para frenarlo. También, el Congreso tiene un periodo de 45 días para revertirla. Seguramente Trump lo va a hacer. La única cuestión es si prefiere que el Congreso lo haga durante los 45 días, o si él va a decidir hacerlo inmediatamente”, comentó al respecto el exdiplomático estadounidense Lawrence Gumbiner a El Espectador.
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