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El flujo de migrantes de China por el Darién es cada vez más impresionante. Aunque eclipsado todavía por los vastos números de otras migraciones, como la venezolana, este caso particular ya se observa como el de mayor crecimiento porcentual en los últimos años. En 2023, más de 32.000 chinos llegaron a Colombia enrutados hacia el norte del continente. Eso es un aumento del 1.869 %, frente a las 1.665 entradas registradas en 2022. En comparación, la migración venezolana creció el 169 % en el mismo período.
Antes de llegar a Colombia, el viaje de un migrante en China que busca llegar a Norteamérica inicia con una consulta en Douyin, la versión de TikTok que se usa dentro de las fronteras de China. Pero allá no se busca “cómo migrar” o “viaje a EE. UU.”, como lo harían los migrantes latinoamericanos que persiguen el mismo “sueño americano”.
Para saltarse el control estatal, que esconde esos resultados en línea, se escriben palabras clave como zouxian (que significa “recorrer la ruta”), zouxiano (asumir el riesgo) o walk the line (caminar por la línea). También está runxue (que se podría traducir como filosofía de correr). Pero todas persiguen las mismas respuestas: cómo salir del país. Los videos ya tienen más de mil millones de visualizaciones, lo que demuestra el interés en este viaje.
Las personas interesadas en estos contenidos aprenden toda la información a la que no pueden acceder de otra manera: cuánto cuesta salir del país, cómo se hace, a dónde llegar y qué papeles se necesitan, así como los pasos para abrir una cuenta bancaria en otro país. El viaje, responden algunos, puede costar entre US$7.000 y US$35.000, dependiendo de las comodidades con las que se quiera cruzar a América y llegar al norte del continente.
El paquete básico obliga al migrante a buscar todo por su cuenta, mientras que los más avanzados incluyen ayuda para realizar los trámites necesarios para entrar a países como México. Lo que no se dice, sin embargo, son los peligros y amenazas de esta odisea.
“La parte más difícil es la selva tropical de Panamá. Sientes que es imposible salir de ahí. Hace mucho calor y todos los caminos son montañosos. Básicamente, estás todo el tiempo con el barro hasta las rodillas”, dice Yulong Shen, migrante chino que emprendió la travesía, a Voz de América.
Al igual que las personas migrantes que salen de Venezuela o Ecuador hacia la selva del Darién, quienes migran desde China también se enfrentan a robos, violaciones y abusos de los grupos criminales que controlan los pasos en cada frontera y a través de los cerca de 4.000 kilómetros de ruta terrestre.
En agosto de 2023, las autoridades panameñas rescataron a 23 migrantes chinos que fueron abandonados en aguas del Pacífico en la frontera con Colombia. Una mujer de 50 años que estaba en el grupo falleció. El grupo había partido desde la localidad de Juradó, en Colombia, en una embarcación que sufrió estragos por el mal clima, lo que hizo que los traficantes abandonaran la embarcación y al grupo de migrantes, cuyo viaje había empezado mucho antes.
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La primera parada del migrante chino es Ecuador, ya que la exención de visado para los ciudadanos chinos les facilita la llegada. El país informó, a inicios de febrero, que las entradas de migrantes chinos subieron de 15.049 en 2022 a 45.000 en 2023. En la frontera con Colombia se ha montado toda una miniindustria de paquetes que ofrecen hospedaje y transporte hacia Colombia, según reportó CNN.
A la lista de países de tránsito se les suma luego Panamá, que reportó 27.204 entradas de migrantes chinos de manera irregular en 2023. Luego avanzan por Costa Rica, Nicaragua y Honduras hasta llegar a México, en donde se encuentran con las últimas barreras para ingresar a Estados Unidos. Según el Gobierno estadounidense, los cruces de migrantes chinos se duplicaron entre 2022 y 2023. ¿A qué se debe este aumento?
Si bien la migración china con la ruta que parte desde Ecuador hasta Norteamérica no es nueva, y se ha evidenciado desde hace 20 años, las políticas de confinamiento exacerbaron el malestar por las restricciones civiles y la represión, según la investigadora Kathy Huang, del Council on Foreign Relations. La experta dice que se ha creado todo un movimiento identificado con el término run, que podría traducirse como “huir”.
“La imagen global y relativamente liberal de ciudades como Shanghái chocó con las historias de terror registradas en línea durante el encierro. Los pacientes con enfermedades crónicas se quedaron sin medicamentos, las mascotas fueron asesinadas a golpes en la calle por exponer potencialmente a las personas al covid, mientras que las autoridades irrumpieron en las casas para desinfectarlas a la fuerza”, escribe Huang.
Sobre esto da fe Shen, quien compartió que si bien Estados Unidos “no es un lugar perfecto, la cuestión es que tienes libertad de expresión. Libertad para tomar decisiones. Eso es exactamente lo que estaba buscando”.
Victor Shih, director del Centro China del Siglo XXI de la Universidad de California, en San Diego, destaca que la nueva migración también tiene que ver con la falta de oportunidades económicas, pues aunque se puede observar estabilidad financiera, “un segmento significativo de la población se encuentra en una situación económica desesperada”. Según reportes, la mayoría de migrantes que han sido encontrados en la frontera estadounidense tienen entre 30 y 40 años.
La desaceleración económica ha afectado particularmente a los jóvenes de la clase media baja. La tasa de desempleo juvenil alcanzó un récord del 20,4 %, cuatro veces más que la tasa de desempleo nacional. Los precios de vivienda están por las nubes, debido a la burbuja inmobiliaria de la última década, producto de los desajustes entre la oferta y la demanda, según le dijo Yang Jian, investigador del Instituto Danés de Estudios Internacionales, a Al Jazeera.
“El salario no aumenta, así que no puedo cubrir los gastos de educación”, dijo un hombre de 40 años de Sichuan al medio Nikkei Asia.
Y tampoco se pueden costear los gastos de la familia. Según el centro de pensamiento YuWa Population Research Institute, China es uno de los países donde es más costoso mantener a un hijo con un promedio anual de US$80.000 al año. Todo esto no significa que en la clase media alta no se observe una migración también, solo que esta no se hace por rutas terrestres y arriesgadas como la del Darién, sino a través de rutas regulares, que no están al alcance de los bolsillos de las familias más pobres.
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La migración china también se traduce en una encrucijada para Beijing. China se enfrenta a una grave crisis demográfica: solo en 2022, el país registró más muertes que nacimientos, y los índices de fertilidad y natalidad continúan a la baja. La respuesta a esto, según Dudley L. Poston Jr., profesor de Sociología de la Universidad de Texas, está paradójicamente en empezar a recibir más migrantes. El experto dice que alentar a la gente a tener más hijos a través de subsidios, como se hace en Corea del Sur, no revertirá la tendencia, por lo que hay que acudir a la migración, paradójicamente. Esto es algo a lo que el país no está acostumbrado.
“China tiene el menor número de inmigrantes internacionales de cualquier país importante del mundo. Compárese su 0,1 % de inmigrantes con cerca del 14 % en Estados Unidos y el 18 % en Alemania. Incluso Japón y Corea del Sur —que históricamente no han sido países de alta inmigración— tienen porcentajes más altos de población nacida en el extranjero: 2 % en Japón y 3 % en Corea del Sur”, dice el profesor Poston.
El experto también dice que relajar la actual política de inmigración, que impide que las personas nacidas en el extranjero obtengan la ciudadanía china, a menos que sean hijos de ciudadanos chinos, no solo aumentará las cifras, sino que también “compensará cualquier caída en la productividad causada por el envejecimiento de la población”. Esto último es algo que China necesita para continuar siendo competitiva frente al resto de potencias. Sin embargo, esta respuesta no tiene en cuenta el flujo de personas que llegan a Latinoamérica, escapando de las condiciones económicas y sociales del gigante asiático.
Para expertos como Shih y Huang, la migración de chinos a América no es una tendencia que se vaya a revertir. Por el contrario, advierte Ting Zhang, consultora y especialista en migración, no todos los migrantes extracontinentales que viajan a América Latina continuarán su viaje hacia el norte, disuadidos por las barreras de entrada a México, Estados Unidos o Canadá.
“Algunos buscarán refugio directamente en países como Ecuador, donde los requisitos de residencia son más indulgentes. Otros pueden abandonar sus planes inmediatos de dirigirse al norte, debido a los riesgos y gastos que implica, optando por permanecer en sus destinos de tránsito”, dice la experta.
Esto les deja un nuevo desafío a los tomadores de decisiones en la región: ¿qué hacer con la creciente migración china? Las autoridades de Ecuador, Colombia y Panamá —el triángulo que compone el primer tránsito hacia el norte— no han anunciado planes para responder a esta incógnita.
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