Se cierra el ciclo electoral en América Latina, ¿qué sigue para 2022?
Las elecciones regionales en Venezuela dejaron al chavismo consolidado en el poder, Gabriel Boric se convirtió en el presidente más joven de Chile y la izquierda llegó a Honduras en medio de una crisis migratoria. ¿Qué viene para 2022?
María Paula Ardila
América Latina cierra una agenda electoral que cambió el mapa político en Chile, Honduras y Argentina, y que a la vez elevó la tensión en Nicaragua con el clan de Daniel Ortega y Rosario Murillo aferrándose al poder. Venezuela, en tanto, tuvo unas elecciones regionales con participación opositora, luego de la decisión de algunos sectores de poner fin al boicot electoral. ¿Qué lecciones nos deja este nuevo panorama político de cara a 2022?
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América Latina cierra una agenda electoral que cambió el mapa político en Chile, Honduras y Argentina, y que a la vez elevó la tensión en Nicaragua con el clan de Daniel Ortega y Rosario Murillo aferrándose al poder. Venezuela, en tanto, tuvo unas elecciones regionales con participación opositora, luego de la decisión de algunos sectores de poner fin al boicot electoral. ¿Qué lecciones nos deja este nuevo panorama político de cara a 2022?
“Si la ciudadanía está polarizada o no deja de ser un debate interesante en América Latina. Lo clave es entender cuáles son los proyectos políticos que la gente está respaldando, y no solo en términos electorales; la ciudadanía se involucró en Chile, Colombia, Ecuador y Perú a partir de la movilización social y la participación en otros espacios, y eso se ve reflejado en las elecciones. Eso fue lo que pasó en Chile”, comentó Carolina Cepeda, profesora del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana.
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Sobre el asunto de la polarización, Mauricio Jaramillo, profesor de la Universidad del Rosario, comentó algo similar: “El balance en América Latina no se puede hacer simplemente por colores. En Chile, por ejemplo, llega una izquierda distinta. Gabriel Boric es el primer presidente progresista elegido en los últimos tiempos que piensa que lo que hay en Venezuela es una dictadura. Eso no lo ha dicho Andrés Manuel López Obrador o Alberto Fernández, ni siquiera Xiomara Castro en Honduras”.
Para el experto, la llegada de Boric, el presidente más joven en la historia del país, sí es un triunfo para la izquierda en Latinoamérica, “pero no hay que dejar de lado que en el caso de Chile no se trata de una izquierda apasionada o radical, es moderada, tecnócrata y muy sensible con el tema de la democracia”, agregó.
La izquierda también llegó a Centroamérica. Después de 12 años de un gobierno conservador, Honduras, el segundo país más pobre del continente después de Haití, eligió a una mujer para trazar una hoja de ruta en puntos claves como la crisis migratoria, la pobreza, la exclusión social y la corrupción generalizada. La victoria de Xiomara Castro no solo era importante para su país, sino que también generó un necesario terremoto democrático en América Central, sobre todo por la relación con el gobierno de Joe Biden.
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“EE. UU. está teniendo problemas de relacionamiento con la región centroamericana. Con Nayib Bukele en El Salvador tiene muchas diferencias, lo mismo con Daniel Ortega en Nicaragua. Sin mencionar que con Alejandro Giammattei en Guatemala el asunto de corrupción también genera roces”, sostuvo Eugenio Sosa, sociólogo de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, quien agregó que pese a que “se esperaba que el gobierno de Xiomara Castro fuera distante con EE. UU., en los últimos días la presidenta tuvo reuniones importantes con representantes de la embajada, y recibió buenos comentarios y voluntad de trabajo por parte de funcionarios del Departamento de Estado de EE. UU., incluso de la misma Kamala Harris. Esto es clave para la crisis migratoria que enfrentan los países del Triángulo Norte”, sostuvo el experto.
Con todo y eso, el populismo autoritario se sigue manifestando de manera preocupante en algunos países de esa región. Tal fue el caso de Nicaragua, donde, en las elecciones generales, la permanencia de Daniel Ortega en el poder nunca estuvo en juego. El mandatario se aseguró la victoria en las presidenciales meses antes de los comicios, cuando convirtió cada aparato estatal en una herramienta para deshacerse de sus rivales. Junto a Rosario Murillo, su esposa y copresidenta, el mandatario sandinista puso a los opositores tras las rejas.
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“Las medidas antidemocráticas en Nicaragua ya terminan siendo incluso difíciles de entender para la comunidad internacional. No solo arrestaron a opositores, también fueron perseguidos algunos sandinistas que ahora tienen una postura mucho más crítica frente a Ortega. Ahí hay un reto para el resto de países, que deberán determinar si se hará una veeduría mucho más activa, entendiendo que la situación es difícil de asimilar incluso para la misma ciudadanía”, comentó Carolina Cepeda.
El panorama es casi igual de complejo en Venezuela, donde la comunidad internacional señaló por años a Nicolás Maduro de no garantizar unas elecciones libres y democráticas. Sin embargo, esta vez el país dio un giro importante con la participación de la oposición en las elecciones regionales del 21 de noviembre.
El resultado era predecible: el chavismo se quedó con 19 de las 23 gobernaciones, mientras que la oposición perdió estados claves como Táchira, fronterizo con Colombia. “Sabían que no iban a ganar, y que solo darían un golpe mediático para poner en evidencia que no hay garantías. Pero la oposición intentó visibilizarse y estar en la agenda de los venezolanos”, comentó Jaramillo. Sin embargo, las grietas dentro de los cuatro principales partidos opositores pasaron factura; el caos reina y el futuro se anticipa más complejo que antes.
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“La oposición ha sido experta en socavar liderazgos. Algunas partes del G4, que se consideran dueñas de la oposición, no van a querer que Manuel Rosales, quien ganó la gobernación en el estado Zulia, sea candidato único opositor si hay elecciones en 2024. Así como no quisieron en el pasado que fuera Henri Falcón. Tiene que haber un proceso de mea culpa para poder avanzar”, dijo Vladimir Villegas, periodista y político venezolano, a El Espectador.
Por su parte, León Valencia, director de la Fundación Paz y Reconciliación, le comentó a este diario hace unos días que no hay que dejar de lado que el panorama regional está cambiando, y eso es clave para las relaciones con Venezuela.
“En Colombia y Brasil habrá un cambio político en 2022, unos movimientos que ya se ven en la región latinoamericana. Vemos un ascenso de izquierdas críticas frente a lo que ocurre en el gobierno de Maduro. Esto a la vez puede traer una normalización en las relaciones con ese país, una actitud distinta. Y llegar a reconocer el fracaso de algunas estrategias de política exterior frente a Venezuela como la de Estados Unidos; Biden está tratando de iniciar un camino de rectificación para favorecer la democracia en Venezuela”, dijo el analista.
¿Cómo queda Colombia en este nuevo mapa político?
“El discurso de Iván Duque empieza a aislarse cada vez más. Chile era el socio natural de Colombia en la estrategia del cerco diplomático. Cuando se creó Prosur, el primer gobierno que estuvo con Colombia fue el de Sebastián Piñera, quien poco a poco se fue distanciando por los problemas internos”, comentó Jaramillo, quien agregó que la victoria de Boric es un duro golpe para la derecha colombiana.
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“Aquí pensaban que, de llegar José Antonio Kast a la presidencia de Chile, él abriría un camino para luchar contra el ‘neocomunismo’, como lo llama el uribismo. Esto además desmonta el mito del castrochavismo y se derrumba la idea de que si llega la izquierda a un país, esto es sinónimo de convertirse en una segunda Venezuela”, agregó el analista, quien dice que, además de Chile, Brasil también se alejó de Colombia y en Argentina hubo un cambio de Mauricio Macri a Alberto Fernández. Luis Arce llegó a Bolivia y Enrique Peña Nieto se fue de México.
Sobre el tema electoral, Carolina Cepeda comentó algo parecido: “Algunos colombianos pensarían que vamos en un camino similar al de Chile, porque hay coincidencias en términos de movilización social. Aunque es difícil saber cómo se terminará de configurar el panorama electoral en Colombia, lo cierto es que una propuesta de izquierda va a cumplir un papel importante. Esto no solo porque se vaya a capitalizar electoralmente el descontento del paro nacional, sino también porque la gente se involucró en procesos participativos mucho más fuertes”.