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Una avalancha tras otra acabaron con la vivienda de Elvis Palomino. Bajo la lluvia, sus vecinos se atrincheran con sacos de arena para evitar la misma suerte. Las enfurecidas aguas del “río hablador” están sumiendo en la ruina a Chaclacayo, al este de Lima.
“Se llevó toda mi casa, me ha dejado sin nada”, dijo Palomino, un guardia público de seguridad de 58 años con cuatro hijos, quien apenas logra contener el llanto frente a las dos únicas paredes que quedaron en pie tras los aludes de lodo y piedra, conocidas como huaicos, que castigaron el martes y miércoles a distritos de la capital peruana.
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El Rímac, una expresión quechua que significa “río hablador”, arrasó con tres viviendas más. Cuando crecen sus aguas pareciera que grita para llamar la atención por el daño a la naturaleza, comentan los pobladores.
Todavía incrédulo, Palomino repasa sus pérdidas: “No es fácil aceptar esta realidad porque nadie espera esto y no se lo deseo a nadie. No tengo cama, no tengo radio, todas mis cosas se ha llevado”.
“Solo con la ropa que (me) ven puesta, con eso me he quedado yo”, señala a la AFP. La temporada de lluvias que comenzó en enero y podría extenderse hasta abril deja 50 muertos y alrededor de 8.000 damnificados en todo el país, según los organismos de socorro.
Inusualmente intensos, los aguaceros han desbordado ríos y causado desprendimientos de tierra en los Andes peruanos.
- Sin luz ni energía -
Las precipitaciones apenas dan tregua en Chaclacayo, distrito ubicado en la periferia de la capital peruana, 30 kilómetros al este.
Los deslaves inundaron varios kilómetros de la carretera Central, que conduce a los Andes y a la selva central del país. Cientos de vehículos de carga y pasajeros quedaron varados.
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Algunos descendieron descalzos de los vehículos para cruzar la vía. Mientras, las familias intentan proteger sus viviendas con sacos de arena. Las barricadas se extienden a lo largo de este distrito peruano.
“Lo más preocupante es que estamos sin agua y sin luz (energía eléctrica) por los huaicos que están cayendo dos días seguidos”, comenta Ray La Rosa, vecino del lugar de 40 años, tras reforzar el frente de su casa con dos bultos de arena.
Cuando menguan las lluvias, Charo Matos, de 56 años, con balde en mano, saca el agua empozada frente a su casa donde atiende un pequeño local de vituallas.
“Tuve que pedir auxilio para que (me) ayuden a colocar los sacos de arena”, señala la mujer, aún “asustada” por la crecida del Rímac. Las autoridades levantaron un campamento con 15 carpas de lona para recibir a las familias evacuadas de las riberas.
El Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi) advirtió que hasta el viernes 17 de marzo se prevén lluvias de moderada a extrema intensidad en la costa y la sierra.
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El nivel de precipitaciones estacionales se disparó por el ciclón Yaku (agua en quechua) frente a las costas peruanas, según las autoridades.
Los expertos creen que ese tipo de eventos está asociado con el fenómeno climático El Niño, que causa el sobrecalentamiento de las aguas en el Pacífico sudamericano, golpeando las costas de Perú y Ecuador principalmente, con lluvias e inundaciones.
Ante la inminencia del evento, las autoridades declararon el estado de emergencia del sistema de vigilancia en previsión de avalanchas y otros desastres.
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