Siete sacerdotes y un embajador: las más recientes expulsiones en Nicaragua
Los sacerdotes expulsados de Nicaragua habían sido detenidos entre el 26 de julio y el 5 de agosto pasado en medio de la incesante persecución contra la Iglesia católica. El embajador de Brasil, por su parte, salió del país tras ausentarse de los actos conmemorativos del aniversario 45 de la revolución sandinista.
El Gobierno de Nicaragua informó este jueves que envió al Vaticano a un grupo de sacerdotes nicaragüenses que, según fuentes católicas, se encontraban detenidos y bajo vigilancia policial en el Seminario Interdiocesano Nuestra Señora de Fátima, en Managua.
“El día ayer miércoles 7 de agosto salieron de Nicaragua hacia Roma, Italia, siete sacerdotes nicaragüenses que han llegado bien y que han sido recibidos por la Santa Sede”, indicó el Ejecutivo nicaragüense en una declaración leída a través de medios oficiales por la vicepresidenta Rosario Murillo, en la que no ofreció más detalles.
Los sacerdotes expulsados de Nicaragua habían sido detenidos entre el 26 de julio y el 5 de agosto pasado, dijo en X la abogada e investigadora nicaragüense exiliada Martha Patricia Molina, autora del estudio ‘Nicaragua: ¿Una Iglesia perseguida?’ y que da seguimiento a esos casos.
Según la investigadora, la Policía de Nicaragua sacó del Seminario Interdiocesano Nuestra Señora de Fátima, donde estaban recluidos los religiosos, “a 7 de los 8 sacerdotes que se encontraban secuestrados”, y trasladados al aeropuerto internacional de Managua.
Los sacerdotes nicaragüenses enviados al Vaticano fueron identificados como Edgar Sacasa, Ulises Vega, Marlon Velázquez, Víctor Godoy, Harvin Torres, Jairo Pravia y Silvio Romero, que en su mayoría pertenecen a la Diócesis de Matagalpa (norte).
La Diócesis de Matagalpa es dirigida desde el exilio por el obispo Rolando Álvarez, que fue excarcelado y enviado a Roma en enero pasado.
El único sacerdote que sigue detenido es Frutos Constatino Valle Salmerón, de 79 años y administrador ad omnia de la Diócesis de Estelí, en el norte de Nicaragua, también administrada por Álvarez.
Gobierno ha expulsado a 46 sacerdotes de Nicaragua
Con el envío de esos siete religiosos, suman 46 los sacerdotes que han sido expulsados de Nicaragua desde abril de 2018, cuando estalló una crisis social y política.
Organismos humanitarios, como el Colectivo Nicaragua Nunca Más, han observado que la última “arremetida” del Gobierno sandinista estuvo focalizada principalmente en la Diócesis de Matagalpa, que dirige Álvarez.
Fuentes políticas dijeron a EFE que el Gobierno de Ortega está presionando al Vaticano para nombrar un nuevo obispo en la Diócesis de Matagalpa.
El Gobierno del Ortega acordó en enero pasado con la Santa Sede el envío al Vaticano de Álvarez y del obispo Isidoro Mora, junto a 15 sacerdotes y dos seminaristas nicaragüenses, a los que tenía privados de libertad.
El 18 de octubre pasado, el Gobierno nicaragüense también excarceló a 12 sacerdotes y los envió al Vaticano tras un acuerdo con la Santa Sede, aunque entre estos no estaba el obispo Álvarez, que se resistía a abandonar el país.
Antes, el 9 de febrero de 2023, las autoridades excarcelaron a otros ocho sacerdotes y los enviaron a Estados Unidos, como parte de 222 excarcelados políticos nicaragüenses.
En esa ocasión el obispo Álvarez, que tenía casa por cárcel, se negó a subirse al avión, fue enviado a una prisión de máxima seguridad, y condenado a 26 años y cuatro meses de prisión, despojado de su nacionalidad, y suspendidos sus derechos ciudadanos de por vida, por delitos considerados de traición a la patria.
La condena contra el alto jerarca fue dictada un día después de que rechazase subirse al avión que lo iba a llevar con otros 222 excarcelados políticos nicaragüenses a Estados Unidos, lo que provocó la indignación del presidente Ortega, que en cadena nacional lo calificó de “soberbio”, “desquiciado” y “energúmeno”.
Las relaciones del Gobierno de Ortega y la Iglesia católica viven momentos de gran tensión, caracterizadas por la expulsión y encarcelamiento de sacerdotes, la prohibición de actividades religiosas, y la suspensión de sus relaciones diplomáticas.
Embajador de Brasil en Nicaragua, expulsado
El embajador de Brasil en Nicaragua, Breno de Souza Brasil Días da Costa, salió este jueves del país tras ser expulsado por el Gobierno que preside Daniel Ortega por no asistir al acto de celebración del 45 aniversario de la revolución sandinista el pasado 19 de julio.
“El día de hoy jueves 8 de agosto, el embajador de Brasil en Nicaragua, don Breno de Souza Brasil Días da Costa, ha salido de nuestro país”, indicó el Ejecutivo nicaragüense en una declaración leída a través de medios oficiales por la misma Murillo.
Igualmente, agregó, la embajadora nicaragüense en Brasil, Fulvia Castro, “está en ruta hacia nuestra Nicaragua, donde se desempeñará como ministra de Economía Familiar a partir de su llegada, y una vez formalizado el nombramiento oficial por nuestro presidente”.
El Gobierno de Brasil decidió este jueves expulsar a la embajadora de Nicaragua en “reciprocidad” a una medida similar adoptada por las autoridades de Managua con el representante brasileño, confirmaron a EFE fuentes oficiales.
La decisión fue anunciada después de que el Gobierno de Daniel Ortega formalizara la expulsión del embajador brasileño, justificada con la ausencia del diplomático, el pasado 19 de julio, en los actos conmemorativos del 45 aniversario de la revolución sandinista. Según las fuentes consultadas por EFE, Brasil no ha hecho más que aplicar el “principio de la reciprocidad” frente a una medida que ha considerado “injustificada”.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha tenido en el pasado una estrecha relación con Ortega desde 1980, cuando el líder brasileño viajó a Managua para el primer aniversario de la revolución sandinista, una ocasión en la que además conoció personalmente al entonces presidente cubano, Fidel Castro.
Los roces entre Lula y Ortega y la crisis de Venezuela
En los últimos meses, sin embargo, la relación se ha deteriorado, sobre todo debido a la “persecución política” que el Gobierno de Managua mantiene sobre antiguos sandinistas y religiosos.
El propio Lula explicó la situación el mes pasado, en una rueda de prensa con corresponsales extranjeros en Brasilia, en la cual reveló que Ortega no le atiende el teléfono desde que el papa Francisco le pidió que abogue por la situación de un obispo detenido en Nicaragua. “Conversé con el papa y él me pidió que conversara con Ortega sobre un obispo que estaba preso”, dijo Lula en referencia al religioso Rolando Álvarez, encarcelado por su oposición al Gobierno nicaragüense. “Lo concreto es que Ortega no me atendió el teléfono y no quiso hablar conmigo. Entonces, nunca más hablé con él”, agregó.
Lula lamentó que eso ocurra con “un tipo que hizo una revolución como la que Ortega hizo para derrotar a (Anastasio) Somoza” Debayle, en 1979, y dijo que hoy no sabe “si esa revolución fue porque quería el poder o porque quería mejorar la vida de su pueblo”.
El presidente brasileño se dijo favorable a que en todo país “haya una alternancia en el poder”, porque es “lo más sano” para una democracia. Según Lula, “cuando un dirigente se pone en la cabeza que él es imprescindible o insustituible, ahí es que comienza a nacer el espíritu del dictador”.
La expulsiones de embajadores ocurren en momentos en que Lula, junto con los presidentes de Colombia, Gustavo Petro, y México, Manuel Andrés López Obrador, intentan una negociación para buscar una salida a la grave crisis abierta en Venezuela tras las elecciones del pasado 28 de julio.
Nicaragua es uno de los pocos países de América Latina que ha reconocido a Nicolás Maduro como presidente electo, pese a que las autoridades electorales de Venezuela aún no han presentado las actas de un proceso que la oposición ha denunciado como fraudulento.
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El Gobierno de Nicaragua informó este jueves que envió al Vaticano a un grupo de sacerdotes nicaragüenses que, según fuentes católicas, se encontraban detenidos y bajo vigilancia policial en el Seminario Interdiocesano Nuestra Señora de Fátima, en Managua.
“El día ayer miércoles 7 de agosto salieron de Nicaragua hacia Roma, Italia, siete sacerdotes nicaragüenses que han llegado bien y que han sido recibidos por la Santa Sede”, indicó el Ejecutivo nicaragüense en una declaración leída a través de medios oficiales por la vicepresidenta Rosario Murillo, en la que no ofreció más detalles.
Los sacerdotes expulsados de Nicaragua habían sido detenidos entre el 26 de julio y el 5 de agosto pasado, dijo en X la abogada e investigadora nicaragüense exiliada Martha Patricia Molina, autora del estudio ‘Nicaragua: ¿Una Iglesia perseguida?’ y que da seguimiento a esos casos.
Según la investigadora, la Policía de Nicaragua sacó del Seminario Interdiocesano Nuestra Señora de Fátima, donde estaban recluidos los religiosos, “a 7 de los 8 sacerdotes que se encontraban secuestrados”, y trasladados al aeropuerto internacional de Managua.
Los sacerdotes nicaragüenses enviados al Vaticano fueron identificados como Edgar Sacasa, Ulises Vega, Marlon Velázquez, Víctor Godoy, Harvin Torres, Jairo Pravia y Silvio Romero, que en su mayoría pertenecen a la Diócesis de Matagalpa (norte).
La Diócesis de Matagalpa es dirigida desde el exilio por el obispo Rolando Álvarez, que fue excarcelado y enviado a Roma en enero pasado.
El único sacerdote que sigue detenido es Frutos Constatino Valle Salmerón, de 79 años y administrador ad omnia de la Diócesis de Estelí, en el norte de Nicaragua, también administrada por Álvarez.
Gobierno ha expulsado a 46 sacerdotes de Nicaragua
Con el envío de esos siete religiosos, suman 46 los sacerdotes que han sido expulsados de Nicaragua desde abril de 2018, cuando estalló una crisis social y política.
Organismos humanitarios, como el Colectivo Nicaragua Nunca Más, han observado que la última “arremetida” del Gobierno sandinista estuvo focalizada principalmente en la Diócesis de Matagalpa, que dirige Álvarez.
Fuentes políticas dijeron a EFE que el Gobierno de Ortega está presionando al Vaticano para nombrar un nuevo obispo en la Diócesis de Matagalpa.
El Gobierno del Ortega acordó en enero pasado con la Santa Sede el envío al Vaticano de Álvarez y del obispo Isidoro Mora, junto a 15 sacerdotes y dos seminaristas nicaragüenses, a los que tenía privados de libertad.
El 18 de octubre pasado, el Gobierno nicaragüense también excarceló a 12 sacerdotes y los envió al Vaticano tras un acuerdo con la Santa Sede, aunque entre estos no estaba el obispo Álvarez, que se resistía a abandonar el país.
Antes, el 9 de febrero de 2023, las autoridades excarcelaron a otros ocho sacerdotes y los enviaron a Estados Unidos, como parte de 222 excarcelados políticos nicaragüenses.
En esa ocasión el obispo Álvarez, que tenía casa por cárcel, se negó a subirse al avión, fue enviado a una prisión de máxima seguridad, y condenado a 26 años y cuatro meses de prisión, despojado de su nacionalidad, y suspendidos sus derechos ciudadanos de por vida, por delitos considerados de traición a la patria.
La condena contra el alto jerarca fue dictada un día después de que rechazase subirse al avión que lo iba a llevar con otros 222 excarcelados políticos nicaragüenses a Estados Unidos, lo que provocó la indignación del presidente Ortega, que en cadena nacional lo calificó de “soberbio”, “desquiciado” y “energúmeno”.
Las relaciones del Gobierno de Ortega y la Iglesia católica viven momentos de gran tensión, caracterizadas por la expulsión y encarcelamiento de sacerdotes, la prohibición de actividades religiosas, y la suspensión de sus relaciones diplomáticas.
Embajador de Brasil en Nicaragua, expulsado
El embajador de Brasil en Nicaragua, Breno de Souza Brasil Días da Costa, salió este jueves del país tras ser expulsado por el Gobierno que preside Daniel Ortega por no asistir al acto de celebración del 45 aniversario de la revolución sandinista el pasado 19 de julio.
“El día de hoy jueves 8 de agosto, el embajador de Brasil en Nicaragua, don Breno de Souza Brasil Días da Costa, ha salido de nuestro país”, indicó el Ejecutivo nicaragüense en una declaración leída a través de medios oficiales por la misma Murillo.
Igualmente, agregó, la embajadora nicaragüense en Brasil, Fulvia Castro, “está en ruta hacia nuestra Nicaragua, donde se desempeñará como ministra de Economía Familiar a partir de su llegada, y una vez formalizado el nombramiento oficial por nuestro presidente”.
El Gobierno de Brasil decidió este jueves expulsar a la embajadora de Nicaragua en “reciprocidad” a una medida similar adoptada por las autoridades de Managua con el representante brasileño, confirmaron a EFE fuentes oficiales.
La decisión fue anunciada después de que el Gobierno de Daniel Ortega formalizara la expulsión del embajador brasileño, justificada con la ausencia del diplomático, el pasado 19 de julio, en los actos conmemorativos del 45 aniversario de la revolución sandinista. Según las fuentes consultadas por EFE, Brasil no ha hecho más que aplicar el “principio de la reciprocidad” frente a una medida que ha considerado “injustificada”.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha tenido en el pasado una estrecha relación con Ortega desde 1980, cuando el líder brasileño viajó a Managua para el primer aniversario de la revolución sandinista, una ocasión en la que además conoció personalmente al entonces presidente cubano, Fidel Castro.
Los roces entre Lula y Ortega y la crisis de Venezuela
En los últimos meses, sin embargo, la relación se ha deteriorado, sobre todo debido a la “persecución política” que el Gobierno de Managua mantiene sobre antiguos sandinistas y religiosos.
El propio Lula explicó la situación el mes pasado, en una rueda de prensa con corresponsales extranjeros en Brasilia, en la cual reveló que Ortega no le atiende el teléfono desde que el papa Francisco le pidió que abogue por la situación de un obispo detenido en Nicaragua. “Conversé con el papa y él me pidió que conversara con Ortega sobre un obispo que estaba preso”, dijo Lula en referencia al religioso Rolando Álvarez, encarcelado por su oposición al Gobierno nicaragüense. “Lo concreto es que Ortega no me atendió el teléfono y no quiso hablar conmigo. Entonces, nunca más hablé con él”, agregó.
Lula lamentó que eso ocurra con “un tipo que hizo una revolución como la que Ortega hizo para derrotar a (Anastasio) Somoza” Debayle, en 1979, y dijo que hoy no sabe “si esa revolución fue porque quería el poder o porque quería mejorar la vida de su pueblo”.
El presidente brasileño se dijo favorable a que en todo país “haya una alternancia en el poder”, porque es “lo más sano” para una democracia. Según Lula, “cuando un dirigente se pone en la cabeza que él es imprescindible o insustituible, ahí es que comienza a nacer el espíritu del dictador”.
La expulsiones de embajadores ocurren en momentos en que Lula, junto con los presidentes de Colombia, Gustavo Petro, y México, Manuel Andrés López Obrador, intentan una negociación para buscar una salida a la grave crisis abierta en Venezuela tras las elecciones del pasado 28 de julio.
Nicaragua es uno de los pocos países de América Latina que ha reconocido a Nicolás Maduro como presidente electo, pese a que las autoridades electorales de Venezuela aún no han presentado las actas de un proceso que la oposición ha denunciado como fraudulento.
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