Tareck El Assaimi: un arresto que no se tomará en serio
La aparición y posterior detención del número tres del chavismo por presunta corrupción dejó más preguntas que respuestas. Para expertos, todo el misterio debe leerse en clave electoral.
Camilo Gómez Forero
El paradero de Tareck El Aissami era uno de los misterios más grandes en Venezuela. Se trataba de uno de los más fieles soldados de Hugo Chávez, que fue reclutado en su juventud por el hermano del expresidente, Adán, quien fue su mentor en la política y le permitió iniciar su carrera. Pero el chavismo también fue fiel con él.
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El paradero de Tareck El Aissami era uno de los misterios más grandes en Venezuela. Se trataba de uno de los más fieles soldados de Hugo Chávez, que fue reclutado en su juventud por el hermano del expresidente, Adán, quien fue su mentor en la política y le permitió iniciar su carrera. Pero el chavismo también fue fiel con él.
El Aissami tuvo un ascenso meteórico en el organigrama del gobierno, a pesar de demostrar los peores resultados en cada tarea que ocupaba. Como ministro del Interior y Justicia, sus medidas condujeron a que los asesinatos se multiplicaran y la criminalidad aumentara tanto en la capital como en el resto del país, según Insight Crime.
Cuando asumió la Gobernación de Aragua permitió que se registrara la cifra de muertes violentas por 100.000 habitantes más alta en la región. También dejó que creciera el temido Tren de Aragua.
Pero no importaba cuántos resultados negativos mostrara: El Aissami no solo caía de pie, sino en un escalón más arriba. Más adelante fue vicepresidente, superministro y luego quedó a cargo de Petróleos de Venezuela (PDVSA), la verdadera “joya de la corona”. Hasta el 20 de marzo de 2023, cuando renunció al cargo de ministro del Poder Popular del Petróleo en el marco de una investigación del gobierno que, defiende Miraflores, era una arremetida contra la corrupción.
Todos los hombres cercanos a El Aissami cayeron, como Joselit Ramírez, quien le servía como director de su despacho, y otras 60 personas. Muchos de ellos han sido solicitados por la justicia estadounidense, que los acusaba de diversos delitos. Varios fueron arrestados entonces en una operación apoyada por Diosdado Cabello, llamada “Pdvsa Cripto”, pero no El Aissami. Él desapareció y no dejó rastro. El gobierno tampoco volvió a mencionarlo, hasta el martes, cuando la Fiscalía anunció su detención.
Según el fiscal venezolano, Tarek William Saab, El Aissami y otros detenidos dirigieron un entramado de corrupción que cometió un desfalco a PDVSA y utilizó la Superintendencia Nacional de Cirptoactivos (Sunacrip), de la que Joselit Ramírez era jefe, para “encubrir el delito y no ser detectados”. “La manera en que ellos fueron creando esta manera de delinquir es una de las más complejas”, sostiene Saab.
El Aissami apareció en una foto esposado el martes, y con esto se esperaría que el misterio sobre su paradero quedara despejado. Pero no en Venezuela, donde su aparición deja más preguntas que su, por ahora inexplicable, desvanecimiento hace un año. ¿Fue parte de una estrategia de negociación con EE. UU.? Las conversaciones con Washington venían desde 2022, y El Aissami es de gran interés para el Departamento de Estado, pero no hay pruebas contundentes que soporten esta hipótesis.
¿O fue acaso la prueba máxima de una ruptura en las filas chavistas? Cabello, número dos del chavismo, no fue el único que respaldó la operación “Pdvsa Cripto”, sino que también estuvieron el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, y la vicepresidenta Delcy Rodríguez. Todos son parte de un mismo bando contrario al de El Aissami, según el exfiscal Zair Mundaray, lo que alimenta la hipótesis.
La última teoría es la única que ha sido ampliamente desacreditada: ¿y si en realidad se trató de una operación contra la corrupción? La pregunta solo ha generado mofas, pues ante el desprestigio en el que ha caído la justicia venezolana, que ocupa el último lugar en el índice de Estado de Derecho de la organización World Justice Project, algo así es considerado inimaginable por parte de los críticos de Nicolás Maduro.
“El Aissami podría ser sentenciado a 100 años de perdón”, dijo el humorista venezolano Rolando Salazar.
Para un gran sector de la población, el arresto es una pantomima, una forma de hacer creer que no hay impunidad para los corruptos, así sean parte del oficialismo. Y tal narrativa coincide con la temporada electoral.
“Lo de El Aissami es una puesta en escena que significa mostrar que la corrupción es supuestamente castigada (…) ponerlos como ejemplo de que van en contra de la corrupción es para buscar oxígeno”, sostiene el analista Antonio de la Cruz, presidente de Inter American Trends, en el programa El Citizen.
Txomin Las Heras, periodista y analista venezolano, coincide acá. Dice que hay que leer la detención en “clave electoral”, y que abre la puerta a esa cuarta pregunta: ¿es un “teatro político” del gobierno para hacer creer que el chavismo barrerá con la corrupción? Antes de elecciones, es una buena estrategia. “Quieren presentar esto como un caso de lucha. ¿Por qué no lo hicieron antes? Quieren sacarle provecho electoral”, dice el experto.
Lo mismo han opinado otras figuras, como el expresidente interino, Juan Guaidó, quien añade que se trata de un entramado que envía el mensaje de que “entregarán a cualquiera con tal de retener el poder”. “Son un consorcio criminal”, sostuvo el líder opositor. No sería la primera vez que se usa esta estrategia. Las Heras recuerda que hay varios casos de este tipo, en los que “se saca de circulación a una figura del chavismo para mantener el poder”.
La detención, en últimas, parece ser una combinación de dos teorías. “La lucha interna por el poder y la clave electoral”, dice Las Heras. Pero la clave electoral no solo es una lectura interna, sino también hacia el exterior. Las Heras recuerda que los aliados de Maduro, como Colombia y Brasil, se han distanciado de sus posturas, así como la Comunidad del Caribe (Caricom), que desaprueba la tensión con Guyana. En este sentido, Maduro buscaría con esta detención un “lavado de cara” a nivel internacional que busca mostrar “resultados”, pero el trasfondo político hace que no se le tome en serio.
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